«Bien, me encuentro bien… Todo bastante bien, gracias a Dios» (Carlos Betancur)
Merodeando por la salida, vi al ‘Bananito’ presto para acudir al control de firma y decidí aprovechar la ocasión para charlar un poco con él. No es un tipo particularmente elocuente, al menos conmigo, pero sí es uno de mis personajes favoritos por la aparente frivolidad con la que ha despilfarrado su talento durante la mayor parte de su carrera, enterrando su clase en kilos.
Sin embargo, esta temporada vivió una revelación cuando descubrió que la dieta es clave para el rendimiento. No escribo con malicia: dijo, literalmente, «antes no era consciente de la importancia del peso». Hoy, en cambio, quería tomar la salida con sólo una barrita en el bolsillo trasero. «Esta es una etapa bastante tranquila en la que como más bananas y carbohidratos naturales… y bueno, así un poco», me explicó. También me dijo que se fue sintiendo mejor conforme avanzó el Tour de Francia; que le está tomando cariño a Andorra, donde ha estado con su mujer, su hijo y su hermano entre Tour y Vuelta; y que no ha renovado todavía con Movistar Team de cara a la próxima temporada.
Vuelta a España. Etapa 2. Nîmes – Gruissan. Ha sido el primer día en el cual me he sentido útil para The Cycling Podcast – incluso me han regalado una chaqueta bastante guapa. El Campanile en el cual nos hospedamos tiene temperatura Pingu. La recepcionista me ha parecido atractiva, así que me he aprestado a flirtear con ella (en francés, bien sûr). La primera toma de contacto ha parecido positiva; la segunda, en cambio, ha sido rechazada cuasi de plano, lo cual ha llevado a Richard Moore a moormoorar: «oh, That was terrible». Después he salido a la calle y he visto a la chica con su novio, lo cual me ha reconfortado levemente.
Decía ‘Bananito’ que esta era una etapa tranquila. Lo cierto es que Trek-Segafredo ha lanzado su primer abanico en el mismo kilómetro uno; no ha tenido éxito a la hora de producir cortes, pero sí ha provocado que pandiera el cúnico en el seno del pelotón. Esto se ha traducido en que todos los equipos interesados por la general han tomado posiciones en cabeza del grupo: entre la altísima velocidad y el hecho de que las primeras filas estaban copadas ha sido imposible para los escapistas ensayar una de las suyas. «Parecía una etapa del Tour, con tanta tensión», me contaba Diego Rubio, uno que no sólo no ha podido fugarse sino que encima ha besado el suelo – sin consecuencias.
Hablando de caídas: me ha descorazonado la que ha mandado a casa a Anass Ait el Abdia y Javi Moreno. En el caso de marroquí, porque significaba un final prematuro para la primera gran vuelta de una carrera deportiva prometedora. En el caso del jienense, porque es su enésimo acceso de infortunio en dos temporadas para olvidar. Hablamos de un ciclista completo y experimentado, con una talla deportiva que no ha podido expresar por multitud de factores. Ojalá el próximo año su inercia negativa cambie de signo.
Podría utilizar este último párrafo para contar una interesantísima conversación con Patxi Vila sobre cómo las concentraciones en altura pueden ser (y son) contraproducentes. Sin embargo, sé que os interesa más mi ratito de cháchara con Nikita Stalnov, antes conocido como Nikita Umerbekov. Corre en Astana y esta es su primera ronda de tres semanas después de una temporada correcta que refrenda un 2016 brillante en el cual se quedó cerca de ganar dos vueltas con carácter propio como Turquía y Azerbaiján. Es escalador y quiere llegar a Madrid. En su día fue considerado como una de las mayores promesas del ciclismo kazajo hasta que, a finales de 2013 y siendo todavía Umerbekov, desapareció de la escena internacional. Regresó en la segunda mitad de 2015 con el mítico Seven Rivers (una especie de marca blanca del Astana Continental, que había sido borrado del mapa el invierno anterior, que tomaba su nombre de una región del sureste de Kazajstán) y llamándose Stalnov. «Es que mis padres se divorciaron y yo decidí adoptar el apellido de mi abuelo», me ha contado hoy. Yo creía (ay, mis prejuicios) que le habían vaporizado por algún caso de dopaje y quería limpiarse el nombre; sin embargo, no he encontrado ninguna referencia a ello en la procelosa internet.
Por cierto: he contrastado aquello de Samuel Sánchez con fuentes personales y documentales. Sí, recordaba bien: tuvo al menos un positivo en amateur, y dos de las tres fuentes que he consultado aseguran que fueron dos.
Algo mejor que leer… No estoy leyendo mucho a lo largo de esta Vuelta a España, así que no tengo nada especial que recomendar de estos días. Sin embargo, en la cena de esta noche (interludio entre la validación y el rechazo de la recepcionista) he recordado este interesantísimo análisis de cómo los clubes de fútbol se están convirtiendo en empresas mediáticas y creadoras de contenido. Esto es un problema para los periodistas y para la información que también está llegando al ciclismo: los equipos emiten más y mejores mensajes e interactúan de forma directa con los aficionados, que los consumen de buen grado. La consecuencia de esto es que los equipos controlan más la información y a su vez limitan el acceso de los periodistas a la misma; los periodistas nos vemos sin posibilidad de obtener materia prima; y los medios, que ya pueden llenarse sin inversión gracias al contenido surtido por los equipos y el resto de actores del ciclismo profesional, nos ven prescindibles. De momento, muchos medios no pagan gastos a sus currantes porque no les merece la pena que viajen. En un futuro distópico, que ya casi es presente, los medios consistirán en unos pocos trabajadores en una redacción; o, mejor aún (para la empresa), cada uno en su casa y un Skype grupal en la de todos. Morirán la información y los relatos veraces. Sobrevivirán el entretenimiento y los mensajes interesados.
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