Milán – San Remo es una carrera extraordinariamente normal. Su perfil es, sobre el papel, absolutamente anodino: casi trescientos kilómetros llanos con unas cuantas subidas, apenas repechos, dispersos a lo largo de la carrera. Los últimos compases de la prueba, como los de muchas otras desde que el Giro pusiera de moda los finales nerviosos para dificultar los esprints excesivamente controlados, tienen dos subidas reseñables. Para los escarceos de valientes con afán de protagonismo y el sufrimiento de los velocistas puros está la Cipressa, coronada a 22 de meta. Para los verdaderos favoritos sin fe en su esprint está el Poggio, cuatro kilómetros de repecho suave tras cuya cima quedan apenas seis mil metros, vertiginosos, de terreno favorable hasta la meta del Lungomare Italo Calvino donde, de no prosperar los demarrajes, se jugarán la victoria los esprinters.
El recorrido de Milán – San Remo no es, pues, excepcional. De hecho, el desarrollo no tiene más secretos que los expuestos. No hay encerronas, ni posibilidad de ataques lejanos. La carrera dura ocho horas, pero se resuelve en los quince minutos que se tarda en subir y bajar el Poggio… Quince minutos, eso sí, especiales, vibrantes por la leyenda que llevan asociados tras 102 ediciones de la que no en vano es llamada la Classiccisima. Carreteras estrechas y una pléyade de corredores con lo más granado del pelotón mundial, peleando a codazos por situarse lo mejor posible y lanzarse hachazos en una prueba cuya dureza viene dada por los ciclistas y su conciencia de que quien gana en San Remo pasa a la historia del ciclismo, llámese Eddy Merckx (siete veces vencedor de la prueba) o Marc Gómez (el primer cántabro en ganarla).

La gran incógnita de este año, la de siempre desde que en los cincuenta se añadieran repechos al tradicionalmente llano trazado de la carrera, es si triunfará una escapada fraguada en el Poggio o si se decidirá todo al esprint. Los precedentes apuntan a lo segundo: de las diez últimas ediciones de la Classiccisima, siete se han resuelto en una llegada masiva, tres de ellas a favor de Óscar Freire.
En una edición de pronóstico abiertísimo, el cántabro es seguramente el máximo favorito tras imponerse en dos etapas de la Vuelta a Andalucía y esconder un buen golpe de pedal en Tierreno-Adriático. En su contra jugarán la debilidad de sus coequipiers (sólo un hombre de progresión sorprendente, Sebastian Langeveld, parece con el fondo suficiente para estar junto a él) y quizá la lluvia, toda vez que su equipo Rabobank está teniendo problemas con sus ruedas en determinadas circunstancias meteorológicas como sintieron en la pasada París-Niza. En su favor, aparte de sus condiciones físicas, están su perfecto conocimiento del terreno al cual se enfrenta y el interés de otros equipos por forzar el esprint masivo: el Lampre de Petacchi (ojo a su coequipier Gavazzi), el Quick Step de Boonen, el HTC-Columbia de Cavendish (y Goss)… Y Garmin-Cervélo.

En la actitud que tomen los chicos de Vaughters residirá una de las claves de la carrera del sábado. La escuadra americana cuenta con tres candidatos a la victoria: el velocista Tyler Farrar, el campeón del mundo Thor Hushovd y el ambicioso Heinrich Haussler, que ya ha dejado constancia en su blog de Cyclingnews de que no va a San Remo “a hacer segundo o tercero”. La decisión que tome Garmin de jugar la baza del esprint o alentar los ataques y participar de ellos marcará en gran medida la prueba, habida cuenta de que es el único equipo con talento suficiente en sus filas para bloquear la Milán – San Remo.
Frente a todos los velocistas estarán los clasicómanos puros, todos aquellos hombres cuyas piernas han sido afinadas en Tirreno-Adriático y París-Niza con la mente puesta en el pavé o las Árdenas, cuyas opciones pasan por salir victoriosos en la batalla del Poggio. En esta categoría destacan tres corredores que han transmitido sensaciones excepcionales: el recuperado Allessandro Ballan de BMC, el impresionante Philippe Gilbert, con André Greipel como coequipier en Omega Pharma, y Fabian Cancellara, dispuesto a dar la primera victoria de prestigio a su Leopard Trek con Bennati en la recámara. A ellos podemos sumar la terna de Katusha (Di Luca, Pozzatto, Kolobnev), el ‘tricolore’ Visconti y las opciones de sorpresa de españoles como Flecha (Sky), Rojas o Ventoso (Movistar), quienes arriban a la prueba italiana con mucha competición en las piernas, para completar el paisaje de opciones y favoritos.
De los jóvenes aspirantes a saltar a la élite es mejor hablar poco. El ciclista de CSF Sacha Modolo tendrá complicado repetir su cuarto puesto del año pasado, mientras otras promesas como Sagan, Matthews, Boasson Hagen… probablemente sufrirán la longitud de una Milán – San Remo poco apta para los jóvenes. El primer Monumento de la temporada suele premiar con un pase a la historia a corredores contrastados, capaces de mantener el tipo durante ocho horas y actuar sabiamente en los quince minutos decisivos.
Fotos: Arueda.com y flickr de Garmin-Cervélo