Jericó sin trompetas

Cuando los israelíes huían de Egipto en pos de la conquista de la Tierra Prometida de Canaán (la cual, pese al derecho divino, sigue sin ser suya del todo), hallaron frente a sí el escollo de una ciudad maravillosa y fortificada, Jericó. Según el relato bíblico, los israelíes comandados por Josué procedieron a rodear en procesión bélico-religiosa los muros de la ciudad durante una semana, para al séptimo día hacer sonar una trompeta que derribó sus defensas y les permitió entrar en el asentamiento, matar a todos los pobladores con excepción de una prostituta y su familia y prenderle fuego por divino anatema. La realidad de este mito, inexacto como siempre en los libros sagrados (metáforas sin necesidad de quicio), es que en el tiempo histórico en cual lo sitúa la Biblia Jericó ya era una ciudad derruida

Hemos vivido un Tour de Francia bloqueado, obligado por Sky a discurrir sobre una línea marcada en un puro ejercicio de laboratorio por un entrenador de natación como se ha reiterado hasta la saciedad. Las murallas de Jericó estaban bien construidas, incluso resistieron la tensión de las esposas y el tempranero abandono de Kanstantin Siutsou cimentadas sobre las anchísimas espaldas de Eisel, Boasson Hagen y Knees, alicatadas con la solvencia de Michael Rogers y Richie Porte, rematadas con la sumisa rebeldía de Chris Froome y Mark Cavendish. Las alabanzas a Sky, una escuadra magnífica hasta el abuso de llevar siempre la carrera a mil para malestar de sus rivales, están justificadas. Las odas a Bradley Wiggins son obligatorias; para muestra, este reportaje del ‘leopardo’ Navarro Cueva y el ya clásico-legendario post biográfico de Cronoramia.

Se ha construido la historia mítica de Jericó, sí, pero subyace un rastro de insatisfacción por la ausencia de las trompetas. Nos quedamos con las ganas de saber cómo de honda podría haber sido la puñalada trapera de Robin a Batman; también sentimos la tristeza de cerciorarnos de que a Nibali, compañero en el podio del dúo británico, le falta un caballo en el motor (¡el que le sobra a Sagan!) para ser un superclase ganador. Incluso nos desconsuela el hundimiento de Evans, Leipheimer y Menchov, signo del fin de ciclo post Armstrong, y la mala suerte que ha acompañado a los corredores españoles.

Pese a todo, no podemos decir que haya sido un Tour malo, ni aburrido. Técnicamente ha sido excelso; tácticamente, rico; emocionalmente, sabroso. Ya que los israelíes no la han carbonizado, disfrutemos de Jericó: en el próximo Tour, con los judíos Contador y Andy Schleck presentes, habrá lugar para incendios.

Foto: ASO

Anuncio publicitario

La tensión de las esposas

Decíamos hace un mes que la séptima etapa del Critérium du Dauphiné se convertiría en una etapa de culto por su profusión de detalles, su intensidad, el escenario, el asombro y la relativa novedad de casi todo lo acontecido. La undécima etapa del Tour de Francia, final en la Toussuire previo paso por Madeleine, Croix de Fer (la Cruz de Hierro, quizá el puerto de nombres más impresionante y poético) y Mollard, no va a la zaga.

Ha sido prolífica y espectacular: algo menos de 150 kilómetros, los 15 primeros llanos, y 5000 metros de desnivel que franquear; alrededor de cinco horas de batalla, emoción y alteraciones en un guión cuyas líneas preestablecidas sólo han sido respetadas por un bloque, Sky, y no durante toda la etapa. ASO parece haber dado con la tecla con ésta etapa y la del pasado domingo en Porrentruy: las jornadas con más puertos no deben ser largas para propiciar que se disputen con intensidad y no como un juego de mera eliminación y desgaste.

Existe un enemigo común llamado Sky, la armada del rey nadador, fría y efectiva en su determinación predeterminada. No se pusieron nerviosos cuando treinta corredores de gran nivel se marcharon Madeleine arriba, ni cuando Sagan y Oss esbozaron una aventura táctica, ni… No temblaron. Llevaron a cabo su trabajo con precisión y abnegación, correspondiendo la labor más brillante a un Michael Rogers soberbio, capaz de domesticar al pelotón en Croix de Fer y Mollard para que Batman y Robin sólo tuvieran que batirse en la Touissure.

Catherine Wiggins, esposa del líder Bradley Wiggins, ensalzó en su Twitter la labor de Rogers y Porte y levantó las suspicacias de Michele Cound, fotógrafa de ciclismo y novia de Chris Froome. Robin había cometido el error de demostrarse más fuerte que su Batman, de obligarle a ir con el ‘batgancho‘ en la innecesariamente ardua persecución de Nibali, que había cogido medio minuto y tenía (tiene) 2:30 perdidos; fue un momento de máxima tensión, solventado con un grito en el pinganillo. Hubo algún otro dime y direte, con Cathy aprobando un tuit que acusaba a Froome de provocar los titubeos del equipo y Michelle insinuando que Batman había fingido debilidad para dejar en evidencia a Robin. Sea como fuere, el mismo Fränk Schleck atestigua que Wiggins pidió a Froome que aminorara el ritmo; incluso el británico quitó hierro al asunto en rueda de prensa, achacando el asunto a un error de comunicación.

El keniano de nacimiento no fue el único que descosió las costuras de su líder. También lo hizo Tejay Van Garderen, quien rompió a Cadel Evans cuando éste probó fortuna en la Croix de Fer; un fallo de gregario joven y falto de mesura. El australiano cedió en meta algo menos de minuto y medio, una derrota más psicológica que cuantitativa. En trance similar se vio Vincenzo Nibali, cuyos ataques fueron explícitos pero no lo suficientemente convincentes como para rendir a Sky. Peor parado salieron Denis Menchov o Rein Täaramae, eliminados por completo.

La suerte que tenemos los aficionados al ciclismo es que Nibali, Evans y otros buenos corredores sin nada que perder como Van den Broeck o Pinot no claudicarán ante la fortaleza de Sky. Menos aún cuando se han visto fisuras, vulnerabilidad y desacuerdo. Quizá Froome y Wiggins estén reviviendo sus sensaciones de la pasada Vuelta, que perdieron por no intercambiar roles a tiempo. Quizá la tensión de las esposas también exista en el equipo, o se contagie.

Foto: Team Sky

«Un poco como Batman y Robin, ¿no?»

Pregunta un reportero a Bradley Wiggins. «Brad, Chris [Froome] y tú sois un poco como Batman y Robin, ¿no?«. Es fácil imaginar la chispa en los ojos del ‘mod’ y la sonrisa sarcástica antes de espetar una respuesta socarrona: «Sí. Yo soy Batman«.

La conversación, tuiteada por Julien Pretot (Reuters), refleja de manera irónica y aguda la situación que se vive en el seno de Sky. Wiggins y Froome son una buena pareja en cuanto a paridad de prestaciones; también en cuanto a la complementariedad de sus cualidades, siendo el nacido en Gante un contrarrelojista de naturaleza ‘pistard’ y el keniano un escalador ligero y espigado. Sin embargo, sus bazas no se van a jugar como si valieran lo mismo. La carta privilegiada será Wiggins.

Como ha indicado Shane Sutton en conferencia de prensa, el objetivo es ganar el Tour y da igual si es necesario sacrificar un puesto de podio. Brailsford se ha expresado en el mismo sentido, remarcando la necesidad de «sujetarse al plan«. Incluso el propio Froome, tras su victoria en la guerra de los treinta minutos, reconoció que aunque se viera capaz de ganar el Tour se supeditaría a Wiggins. La apuesta lógica, por situación en la general, galones devengados y probada solidez, es el ‘mod’; y con él se jugará aun a riesgo de que suceda lo de la pasada Vuelta a España, asumiendo el papel de Cobo corredores de superior enjundia como Cadel Evans o Vincenzo Nibali.

Análisis de los parciales de la CRI de Besançon

Análisis de los parciales de la CRI de Besançon

Ambos, italiano y australiano, parecen rivales respetables. Con capacidades a la altura de sus rivales británicos y con una actitud combativa, agresiva, fuera de toda duda. Incluso sus características, siendo su terreno ‘débil’ la crono y el predilecto alta montaña y descensos vertiginosos, son amenazadoras. Los Sky, por lo pronto, temen más a Evans: «Sé de lo que es capaz. Vi cómo ganó el año pasado y espero lucha en cada metro que recorramos hasta París«, dice Wiggins, nada confiado pese a que el ‘aussie’ cedió algo más de lo esperado en la CRI de Besançon, casi todo en el primer tercio como se puede ver en la tabla adjunta. Nibali, por su parte, insinúa veladamente que «Sky tendrá que trabajar mucho para conservar el amarillo» y dice no estar dispuesto a conformarse con un puesto de podio, a pesar de que éste sea su objetivo inicial. La cantidad de montaña restante hasta París, empezando por la etapa de hoy con paso por el coloso de la Grand Colombière, promete emociones fuertes.

Disfruta mientras puedas. Foto: extraída de Tumblr, quizá propiedad de Getty Images

Disfruta mientras puedas. Foto: extraída de Tumblr, quizá propiedad de Getty Images

El compromiso del resto de favoritos

«En realidad aún no hemos visto alta montaña«, dice Van den Broeck con lógica aplastante, y crecen las esperanzas de espectáculo. «Habrá una gran batalla«, afirma, y las expectativas se alzan. Más allá de Evans y Nibali, hay un grupo de corredores como el belga (necesitado de un resultado de calidad para convencerse de sus perspectivas) o Denis Menchov (en su última oportunidad de ganar el Tour, lo único que le interesa en 2012, y obligar a Holczer a ir de rodillas hasta Moscú) cuyas opciones de podio o brillo pasan por movimientos lejanos o, cuando menos, avezados. Hay también un factor nada despreciable: si Sky tiene dos hombres en el top10 (Wiggins, 1º; Froome, 3º), también BMC (Evans, 2º; Van Garderen, 8º) y RSNT (Zubeldia, 6º; Monfort, 7º) pueden decir lo mismo… Ergo las tácticas de equipo pueden jugar un rol importante a la hora de derrotar a Sky.

Zubeldia en mitad de RSNT

Hablando de bloques, toca referir a una presunta banda como RadioShack-Nissan-Trek donde, una vez descartado por lesión Samuel Sánchez y por maldición gitana Alejandro Valverde, se encuadra la principal baza española para la general: Haimar Zubeldia. El usurbildarra está, según se dice, en la forma física de su vida; lleva semanas de entrenamientos y preparación específica para construirla. También una buena hoja de resultados (ha terminado entre los diez primeros las tres rondas por etapas que ha disputado este año, incluyendo el exigente Critérium du Dauphiné) y un excelente compendio de sensaciones. En Besançon fue quizá el peor de los grandes favoritos, pero es como mínimo sintomático que fuera su mejor resultado en una CRI desde 2010. Tendríamos que remontarnos a Cap Découverte 2003 (el día que Armstrong fue doblegado por Ullrich) para encontrarle una clasificación más brillante en una prueba del género de más de 30 kilómetros. La única duda es cómo casará su excelente estado de forma con el ambiente caótico de un RSNT que también tiene en posición de privilegio a Monfort (7º), Gallopin (13º), Klöden (15º), Fränk Schleck (17º) y Chris Horner (23º). ¿Se plantearán jugar la baza del guipozcano?

Foto Principal: Team Sky / Scott Mitchell @modcyclingphoto

Crueldad y supervivencia

«Nada, que los de Mavic no entienden castellano… No sabían lo que pedía… Y claro, a 180 pulsaciones, me he alterado…«, y puntos suspensivos, y balbuceos, y pequeñas disculpas. Era Samuel Sánchez, al micrófono de Quique Iglesias de Cadena Cope, explicando lo sucedido cuando, a una decena de kilómetros de meta, había voceado al coche neutro urgiéndole a repararle el cambio de su Orbea.

La primera semana del Tour de Francia es muy cruel. «Marca la diferencia. La manera con la que se corre hace que vayas gastando y gastando, y te va matando. Es como ponerle la puya al toro para desangrarlo y que vaya perdiendo la energía» decia Iván Gutiérrez en una entrevista con Borja Cuadrado.

Hoy, el cántabro se mostraba en cabeza del pelotón, apretando los dientes para avivar el ritmo de un pelotón tendente a aletargarse tras sufrir múltiples caídas, enganchones y cortes. Porque, cuando se juega para ganar, conviene el pavor antes que la mansedumbre; y hay que forzarlo aunque cueste una bronca de Sylvester Szmyd, cabreado porque tiene a su líder Peter Sagan (a la postre ganador) descolgado.

Hoy en el pelotón deben haberse oído tantos frenazos como gritos, aunque en realidad los ciclistas viajan en una burbuja de algarabía, rodeados de ruidos mecánicos y humanos, del pinganillo, de las motos y los coches rebasándoles a lado y lado por una calzada de cinco metros de ancho, del público gritándoles alborozados mientras fija un fotograma vital que jamás olvidará. ¡Es el Tour de Francia!

«Yo sobreviví a la tercera etapa del Tour«, tuiteaba Luis Ángel Maté nada más terminar la carrera. El ‘Lince Andaluz’ supo aguantar en el grupo de favoritos, buen hito para sus primeros pasos en una ‘Grande Boucle’. Y ha sido más bien una cuestión de supervivencia, por cuanto pocos pueden decirse, como él, indemnes hoy. Hasta Wiggins, el imbatible e inmortal, cedió tiempo en meta (anulado por los jueces) debido a una caída de Boeckmans forzada por Freire y provocada por un ‘seto’ de GreenEdge. También perdió un gregario, el valioso y polivalente Konstantin Siutsou, pieza clave en los milimetrados planes de Sky, con fractura de tibia.

Más cruel si cabe fue la jornada para Movistar, que marró la ocasión de ganar la etapa con Valverde al salir el murciano recto en la curva postrera y, para más inri, sufrió la baja de José Joaquín Rojas, que no pudo sobrevivir con la clavícula rota por tres sitios y se perderá sus deseados Juegos Olímpicos en favor de su coequipier Fran Ventoso.

Foto: Facebook Movistar Team

Majestad, miseria o frialdad

Fabian Cancellara pide relevo con el codo una, dos veces, y Peter Sagan no le rebasa. Hace un gesto con la mano, quizá no furioso pero sí ostensible, y el eslovaco no responde a su ademán. ‘Espartaco’ culebrea, el ‘Bicho’ se esconde… No le importa que llegue a rueda del dúo Edvald Boasson Hagen, prodigio nórdico al cual jibarizó hace tiempo; parecía que EBH iba a ser la sensación de la década, pero hace tiempo que la presentación de sus cualidades brutas en una Vuelta a Gran Bretaña quedó apocada por la irrupción de Sagan en una París-Niza. Hoy, como en esa odiosa comparación, el noruego de Sky pareció un peldaño por debajo del superclase de Liquigas.

500 metros a meta, Cancellara deja de cuidar el tino. Cadel Evans ha acercado al grupo de favoritos pensando en Philippe Gilbert (hoy se ha parecido al de 2011), y su magnífico ataque en el falso llano posterior al durísimo repecho que separó el grano de la paja en Seraign (¡qué daño se puede hacer en los falsos llanos tras pendientes imposibles!), realizado con esa forma tan característica de no levantarse del sillín, puede quedar en nada. No le queda sino seguir tirando, de quien empalmó a duras penas y de quien le siguió sin temblar… Y éste, Sagan, le remacha en los últimos 100 metros, majestuoso; se yergue sobre la bicicleta, brazos en jarra primero, posado de culturista después, victoria en definitiva.

Pero, ¿hasta qué punto es honrosa, y majestuosa, una victoria conseguida desde la rueda de alguien que ha demostrado ser más fuerte que tú? Pensemos en un caso recordado en estos días que ha pasado el Tour de Francia en Bélgica: Johan Bruyneel ganándole a Miguel Indurain en Lieja, salida de la etapa de hoy, emergiendo desde su rueda en los últimos 50 metros tras kilómetros y kilómetros a rebufo. ¿No es en cierto modo oprobioso que una de las dos victorias conseguidas por el belga como ciclista en el Tour de Francia viniera a partir de lo rácano? O quizá hubo mérito en aguantar el ritmo del número uno del momento, y ser inteligente para no quemarse en su ayuda…

La cuestión es que la primera de las muchas victorias que probablemente conseguirá Peter Sagan a lo largo de su carrera ha venido de esa conducta, de esconder sus fuerzas y aprovechar las ajenas. Y, si bien se le puede adjudicar el adjetivo de miserable, también es aplicable un sustantivo distinto: frialdad, la cualidad de ser inteligente y mostrar colmillo en momentos de tensión. Ya lo dice Cancellara, que ha perdido al póker

Sagan ha exhibido frialdad en dos instantes clave subiendo el repecho decisivo de Seraign. Aparte del segundo, con Cancellara, hubo un primero a poco más de kilómetro y medio de meta, cuando cesó el esfuerzo de perseguir a Chavanel y Albasini en la parte más dura de la subida, reguló y entregó la papeleta de neutralizarles a Evans, Van den Broeck y un Cancellara que progresaba desde la vigésima posición del pelotón preparando su demarraje definitorio.

Así, polémicas gestuales aparte (la celebración, sobrada, no es habitual en un deporte abnegado como el ciclismo), parece indudable que la victoria de Sagan no merece ser denostada. No llegó por los cauces más estéticos o excitantes, no se convertirá en un ejemplo a seguir en términos de nobleza, pero demostró una inteligencia apreciable. Y también cualidades físicas, claro; para ser el ganador de etapa más joven en el Tour de Francia desde Lance Armstrong en 1993 hay que tener muchas, muchísimas piernas. No fue majestuosa, pero tampoco mísera; solamente fría.

Foto: Facebook Tour de Francia – ASO

Una familia de posguerra en línea

Mientras las autoridades están cortando un trozo de tela rojigualda para dar la salida al Campeonato de España, todos los ciclistas se apiñan al sol de Salamanca entre las vallas, el público, las fotos y las conversaciones de soslayo. Dos primos exiliados se miran, comentan brevemente cuando se vieron en una carrerita en Austria, se ríen, escuchan un «ánimo» y vuelven a callarse.

No hay demasiada tensión, pero entonces rasga el aire el reventón de una llanta, como el sonido de un disparo, y todos se asustan un poco. Miran al culpable, y era David Gutiérrez Gutiérrez, de Onda-Boavista. Uno más de esos a quienes se les junta el hambre con las ganas de comer, que se sacrifican sin rédito inmediato pero terminan, terminarán, por recibir recompensa. Hoy es un día propicio para ello; para David va a empezar con ese cambio de rueda, a marchas forzadas y con la ayuda del coche neutro de Shimano del cual dependen tanto él como su compañero de equipo Delio Fernández, y se saldará con una fuga en las calles de Salamanca que logró ocupar unos cuantos minutos de televisión.

David Gutiérrez Gutiérrez, cambiando la rueda de bulla

David Gutiérrez Gutiérrez, cambiando la rueda de bulla

Unos minutos antes de que el combativo ciclista cántabro se viera sometido a ese pequeño oprobio, todos los corredores de Andalucía subían al estrado del control de firma para homenajear a su ya ex mecánico Luis Luengo, que se jubila tras incontables años de labor. Luego de bajar, apenas salida la carrera, el emblemático Jesús Rosendo lanzó el primer demarraje de la jornada, rompiendo la baraja e iniciando la exhibición del conjunto andaluz.

De forma notoria, los hombres de Antonio Cabello jugaron de tú a tú con y contra el hermano rico Movistar, endureciendo la carrera con interesantes fugas y unificándola luego con un trabajo de equipo sensacional. «Estamos muy contentos, han estado todos al pie del cañón«, expresaba el director cordobés, satisfecho pero no radiante por cuanto el resultado en meta no hizo justicia al desempeño durante la ruta (Lobato, 10º; Cano, 14º) y acababa de llegar a sus oídos la pésima noticia de un gravísimo accidente sufrido por dos de los ciclistas junior de la estructura andaluza.

Los Andalucía, grandes, junto a su ex mecánico Luis Luengo

Los Andalucía, grandes, junto a su ex mecánico Luis Luengo

La meta, la que encumbra, vino precedida de un puente donde sucedió una caída que condicionó completamente la resolución de la prueba. Paco Mancebo salió beneficiado y derrochó toda su fuerza en intentar hacer buena su ventaja para asegurar por lo menos un metal. No tuvo tanta suerte, pero sí catapultó a Francisco José Pacheco (Gios Deyser) al bronce, justo premio para el primo pobre que no desistió tras perder su plaza en profesionales tras el desastre de Xacobeo y pudo subir al estrado con su niña.

También llevó el de Navaluenga a un hombre de su antigua estructura, «su» Movistar, hacia el triunfo. Fue el cántabro Fran Ventoso, con aire de renegado pero bien asentado en el hermano rico de la familia ciclista española, quien se llevó el gato al agua haciendo buenos los pronósticos de dominación ‘azul’ que siempre preceden a los campeonatos nacionales. Segundo en meta, realizando un portentoso esprint desde atrás, fue un exiliado de clase alta, Koldo Fernández de Larrea (Garmin). Fue su tercer metal consecutivo en un Campeonato de España, recibido como siempre con un rostro de disgusto durante la ceremonia protocolaria como si en vez de una presea le estuvieran entregando un castigo. Cosas de familia de posguerra.

Koldo Fernández de Larrea, subcampeón de España

Koldo Fernández de Larrea, subcampeón de España

Una familia de posguerra contra el crono

Edición [25 – VI – 2012] El «accidente sufrido por dos de los ciclistas junior» de Andalucía se saldó con la desgraciada muerte de uno de ellos. Hay más información sobre el particular aquí. Desde Revolutio.es queremos mandar todo nuestro apoyo y ánimo a todos los componentes del equipo Andalucía, así como nuestro más sincero pésame.

Una familia de posguerra contra el crono

El ciclismo español es una familia. Española, claro; y de posguerra, para más señas. Cada junio vive su particular Navidad en forma de Campeonatos Nacionales, y se reúne [casi] completa para decirse qué tal, contar sus logros y expresar su evolución midiéndose en carreras en las que cada cual sale y entra con sus propios medios.

En la prueba contrarreloj Elite y Profesional de hoy las diferencias se palpaban fácilmente. Los hermanos ricos de Movistar acudían con cuatro corredores, una decena de miembros del staff, un autobús y cuatro coches. Los hermanos menos ricos, de alguna manera, renqueaban: sólo dos de los cuatro corredores anunciados por Andalucía terminaban la prueba, Euskaltel comparecía de forma testimonial con Adrián Sáez de Arregi (14º) y Caja Rural directamente no se presentaba («la mayoría llevan un mes o más sin competir y ninguno tenía interés por venir; no los íbamos a obligar»). Los exiliados pobres como Víctor de la Parte o Dani Domínguez tenían que recurrir a coches sin serigrafías ni perro que les ladrara, a pedir material prestado (la rueda lenticular de Óscar Pujol -16º- era un préstamo de Burgos BH) y a la compañía de colegas, padres, novias, hermanos…

En Béjar un hermano, el de Luis León, llamaba la atención por encima de los demás, aunque sabedor de su condición fue discreto y apenas generó barullo. Pedro León Sánchez Gil estuvo en la crono junto a otros familiares del campeón muleño, con una gorra Adidas bien calada y gafas de sol; a día de hoy, ser futbolista del Real Madrid puede convertir un día de vacaciones, familiar, en un agobio si no se hacen esfuerzos por pasar inadvertido. Como su hermano, Luis León tampoco hizo mucho ruido: le pidió al mecánico de Euskaltel que montara su bicicleta, instaló el rodillo en una de las entradas al parque desde el cual partía la prueba y empezó a calentar mientras su familia y un masajista de Rabobank le asistían.

El charco de Jesús Herrada

El charco de Jesús Herrada

Tanta tranquilidad y un recorrido duro, terreno de especialistas pero largo y plagado de subidas y bajadas para eliminar al más técnico si carecía de fuerzas; condiciones normales donde imponer sus superiores cualidades y su buen estado de forma. Luis León cumplió, solvente; Jonathan Castroviejo, otro buen contrarrelojista, con buena puesta a punto tras pasarse semanas concentrado en Sierra Nevada junto al bloque de Movistar para el Tour de Francia, hizo también buenos los pronósticos y fue segundo. Sorprendió que el tercer cajón no estuviera ocupado por otro ‘azul’, pero Iván Gutiérrez (5º, terminó con mucha fuerza), Jesús Herrada (6º, vació medio bidón antes de salir para «pesar» 250 gramos menos) y Juanjo Cobo (10º) fueron superados por Álex Marque (Carmim), primo pobre y exiliado, que con esta medalla y su etapa en Asturias tiene méritos de sobra en su haber para ser repatriado al pelotón español.

José Belda, casco rojigualda, se cruza con una señora indiferente

José Belda, casco rojigualda, se cruza con una señora indiferente

Una de las grandes atracciones de esta cronometrada en la cual competían a la vez profesionales y Elite (no profesionales de la ruta de más de 23 años) era medir el potencial de José Belda, el terror de los sub23 nacionales, a quienes derrota en toda prueba que no termine en bajada con una fuerza descomunal. Seguido por una moto de Televisión Española, su prestación fue buena, a la altura de las previsiones más racionales, y le sirvió para ser 11º global (sólo le superaron ocho profesionales) pero sólo para el bronce en su categoría, por cuanto quedó jibarizada por los pistards David Muntaner (plata, terminó el durísimo repecho final acoplado) y Eloy Teruel (oro, fue el 3º global y se creía merecedor del bronce de la categoría profesional, ajeno a que la naturaleza de la competición era de dos carreras en una).

Ambos representarán a la familia ciclista española en el velódoromo de los Juegos Olímpicos de Londres, Muntaner en Persecución y Teruel en Ómnium, con opciones francas de medalla. Justo después de que recibieran sus metales, mientras los profesionales triunfadores subían a por la suya, uno de los primos pobres (también uno de los más ilusionados) se llevaba de un tenderete de la RFEC unas 20 latas de Aquarius ante la complicidad general.

Una etapa de culto

No ha sido la más espectacular, por cuanto hemos visto carreras mucho más duras, repletas de pajarones, perladas de ataques épicos… Tampoco la más significativa, por cuanto ésta no es una prueba que marque la temporada, si bien es cierto que suele sellar antes y después en las carreras deportivas de quienes triunfan o fracasan en ella. Pero la jornada de hoy del Critérium du Dauphiné, con inicio en Saint-Alban-Leysse y final en Morzine tras 167,5 kilómetros en los cuales se superaban seis puertos, incluyendo los míticos Colombiére (1ª) y Joux Plane (HC), ha estado llena de detalles y actuaciones que acentúan sensaciones

1. Sky calentando en el rodillo

Antes de la salida, en previsión de la batalla que se desataría de inicio con la subida al Col de Plainpalais (1ª). No se equivocaron los británicos: la lucha en ese primer puerto fue importante, y generó una fuga potente y cortes en el pelotón.

2. El abandono de Andy Schleck

El luxemburgués se bajó a los 67 kilómetros tras circular descolgado desde el principio, rebasando la línea del patetismo. No es una cuestión de sufrimiento por su arrogancia ignorante, o ignorancia arrogante; va algo más lejos. Sufre las consecuencias de meses de mala planificación, falta de tensión y escasa mentalidad competitiva. En este Dauphiné ha demostrado no estar bien a ningún nivel: su estado de forma es poco esperanzador, parece frágil mentalmente. Y, por si fuera poco, sufre problemas de salud, con una rodilla renqueante por un percance en Sierra Nevada y el costado derecho dolorido tras su caída en la ‘crono’ del pasado jueves. Demasiadas malas vibraciones juntas.

3. La exhibición de Sky

Controló la etapa y echó abajo la potente fuga de Feillu, Machado y compañía, ayudado al final de dicha labor por un ambicioso Lotto. Luego, su dominio tiránico en el Joux Plane recordó al US Postal de Lance Armstrong, con Edvald Boasson Hagen ejerciendo de rodador-triturador en sus compases iniciales al estilo de Pavel Padrnos o George Hincapie y cuatro ‘galácticos’ en el grupo de nueve favoritos que llegó a coronar unido el mítico puerto. Un Michael Rogers desconocido, ofreciendo las mejores prestaciones de su vida en montaña; Richie Porte, abstracción eficaz; Chris Froome, tan fácil… Tal fue la sugestión, el revival, que incluso Haimar Zubeldia estuvo a cola  de ese grupo de privilegiados, recordando al de Euskaltel.

4. El ímpetu de Cadel Evans

El vigente campeón del Tour de Francia no se resignó ante la aplastante superioridad de Sky en el Joux Plane. Atacó en el inicio del descenso y no logró hacer hueco, perjudicado por la bondadosa pendiente inicial de éste; probó de nuevo en su parte final, y ahí sí que logró hacer hueco. Se jugó el físico en cada curva de la peligrosa travesía hacia Morzine; Sky debió ralentizar para no arriesgar el suyo. A la postre, Evans apenas sacó unos segundos de renta, migajas; pero consiguió algo más relevante, enseñando los dientes y las ganas de ser un campeón que prometen que no será un elemento pasivo en julio.

5. El desgaste de Evans y Sky

Vástago indeseable de sus respectivas actuaciones. Decía Manolo Sáiz en Twitter que este Tour huele al del 96, y explicaba que «la exigente lucha Indurain vs ONCE nos sometió a un desgaste excesivo«. Aquella campaña, la batalla en el entonces llamado Dauphiné Liberé mermó tanto a los contendientes que sólo tres de los 10 primeros clasificados del Tour de Francia habían pasado por él. 1º y 2º, Riis y Ullrich, venían de la Vuelta a Suiza. En 2012, los beneficiarios de este factor, el desgaste del individuo Evans y el colectivo de Wiggins, pueden ser Robert Gesink, Alejandro Valverde o Levi Leipheimer.

6. La presentación en sociedad de Nairo Quintana

El colombiano de Movistar Team está llamado a ser uno de los mejores vueltómanos del mundo de aquí a unos pocos años; lleva demostrándolo desde su victoria en el Tour del Porvenir de 2010 o la Volta a Catalunya del año pasado, donde brilló con el maillot de Colombia. Movistar le reclutó este invierno y en Murcia se explicó por qué, pero para meterle en el saco de los jóvenes superclases donde sólo caben tres o cuatro elegidos le faltaba una actuación de relumbrón… Y ha sido aquí, en Morzine, donde ha revindicado su cuerpo de insultante juventud (22 años) a pesar de su apariencia curtida y esas maneras de cafetero humilde y prudente. Salvo sorpresa no estará en el Tour, está fuera de la preselección, pero después de su exhibición podemos empezar a pensar en sus posibilidades de cara a la Vuelta y las grandes rondas de un futuro próximo.

En definitiva…

A la vista de todos estos detalles apuntados hoy, parece seguro que ésta es la etapa a la cual nos referiremos una y otra vez en un futuro para explicar por qué los ciclistas hacen rodillo antes de cada carrera de inicio intenso, cuál es la razón de que Andy Schleck no trascendiera a la historia del ciclismo, por qué recordamos a Cadel Evans, qué fue aquel revolucionario equipo Sky, cuál fue la clave del Tour 2012, dónde iniciaron las páginas doradas de la leyenda de Nairo Quintana. Esta séptima etapa del Critérium du Dauphiné ha sido una etapa de culto. Una de esas jornadas que explican ‘per se’ por qué el ciclismo mola tanto.

Fotos: Movistar Team, Team Sky

Estará en el podio del Tour, por los kazajos

En la primera etapa en línea del Critérium du Dauphiné, Samuel Sánchez cruzaba la meta 24 minutos tarde, roto, protegido por Ricar García y Pello Bilbao, jóvenes abnegados a quienes le toco mantener al Cid naranja montado en su Babieca marca Orbea, antes de que se bajara y rompiera en dolor. Siete minutos antes, Dan Martin hacía lo propio, pero en solitario, acusando el temor de no poder debutar este verano en el Tour de Francia, donde sería un ‘outsider’ relevante. Catorce minutos antes que el corredor de Garmin había llegado Andy Schleck, complacido en el desafío a su teórico jefe Johan Bruyneel, que envainó su autoridad contundente en el comunicado de prensa de RSNT asegurando al luxemburgués su hueco en el ‘nueve’ de la escuadra para el Tour. A su lado, charlando, Alexandre Vinokourov

… Y con tres minutos de diferencia positiva, a las 16:27, Cadel Evans triunfaba en la meta de Saint-Vailler con un esprint sobresaliente, 250 metros cara al aire y de pie, tras casi un kilómetro en cabeza del grupito de fugitivos surgido de un ataque pícaro a 5 kilómetros del final. Segundo fue Jérôme Coppel, el que lanzó la primera piedra de esa fuga definitiva; y tercero, incapaz como el francés de remontar al poderoso vigente campeón del Tour de Francia, un aspirante a sucederle en el palmarés llamado Andrei Kashechkin (1980, Kzyl Orda).

Tiras, aflojas y luchas de poder

No es un hombre que necesite demasiada presentación, pero nunca está de más recordar su peculiar historia. Llegó a Europa con 18 años y usurpó su hogar adoptivo a Dimitry Murayev; hizo carrera en escuadras de diverso pelaje como Domo, Quick Step o Crédit Agricole hasta llegar a militar junto a su compatriota y referente Vinokourov en el último Liberty Seguros de Manolo Sáiz, transformado después de la Operación Puerto en Astaná por obra y gracia de los contactos de ‘Kash’ y ‘Vino’ en las altas esferas políticas y económicas de Kazajistán. Llegó después la apoteosis de septiembre de 2006, esa Vuelta donde el dúo derrotó a Valverde, tras la cual Vinokourov definió a Kashechkin como su «amigo» y «sucesor«. Dos bolsas de sangre mal transfundidas después, la exitosa pareja dejó de poder verse. Andrei pasó a ser «un riesgo« para Astaná.

En verano de 2011 sus caminos se cruzaron de nuevo en la convulsión. Vinokourov se rompió disputando el Tour de Francia en el que pretendía realizar su última gesta deportiva para postularse como héroe de la patria. En ese momento aparecieron, hábiles, Andrei Kashechkin, marginado en Lampre y víctima de un ataque de patriotismo, y el jefe comercial del conjunto Astaná, hombre fuerte dentro del ‘holding’ empresarial público Samruk Kazyna y ex luchador Aidar Makhmetov, competidor directo de ‘Vino’ en la escalada hacia lo más alto de la república presidencialista asiática. Ambos, ‘Kash’ y Makhmetov, se convirtieron en aliados de conveniencia con un objetivo común: hacerse con el Team Astana, derrocar a Vinokourov para medrar, uno en el campo deportivo y otro en el político, aprovechando su convalecencia y la caída en desgracia de su gran valedor en la oligarquía nacional, Daniel Akhmetov, expulsado del gobierno por presunta corrupción.

Se desarrolló una guerra fría en la cual una trinchera anunciaba el ocaso de la contraria mientras ésta se defendía aludiendo a los pobres resultados del enemigo. Para prevalecer, Kashechkin contrató al prestigioso técnico catalán Jaume Mas, que debía ayudarle con la aerodinámica y a batir el récord kazajo de la hora. Finalmente, el proyecto de revindicación quedó en agua de borrajas y todo desembocó en una tregua tensa para la cual este Critérium du Dauphiné supone un hito: es la primera vez que ‘Kash’ y ‘Vino’ coinciden en una carrera como coequipiers desde el infausto Tour de Francia 2007.

Propaganda post soviética

La tregua no significa, claro está, que la guerra haya concluido. Los protagonistas de la contienda siguen teniendo animadversiones y alianzas, intereses y ambiciones. Y para muestra está el vídeo, un reportaje de quince minutos rodado por ‘una televisión francesa’ que se emitió el 18 de Diciembre pasado en la televisión pública kazaja durante los festejos del vigésimo aniversario del país… Un ejercicio de propaganda pura en torno a la figura de Andrei Kashechkin, retratado como un Alexey Stakhanov de la bicicleta, moderno, magnánimo y excelente, que a base de esfuerzo denodado y técnicas vanguardistas va a lograr honrar a su querida patria.

El vídeo no tiene desperdicio y recurre a todas las figuras halagógicas típicas, habituales en un país cuyo presidente es retratado junto al satélite que lanzó a la órbita terrestre. Inicia con imágenes de la opulencia monegasca en la cual vive inmerso Kashechkin, jugando al golf vestido con el maillot de Astaná, retratado jovialmente junto a Armstrong o paseando en un entorno ‘chic’ con su esposa Nadja; describe sus entrenamientos («todos los días recorre 200, 300, 400 o 500 kilómetros«); o entrevista a su médico personal, Stéphane Bermon, para que éste afirme que el ciclista kazajo tiene unas «cualidades físicas excepcionales«, ideales para «ganar el Tour, la Vuelta o el Giro«.

Tras unos cortes de Kashechkin pedaleando en un balcón, nadando en una piscina paradisíaca o tomando café con la dueña del gimnasio de alto standing donde tonifica su cuerpo, la aparición de la viuda de Andrei KivilevGracias a él, a sus gestos, tengo la sensación de que mi marido sigue presente«) y de su ‘amigo’ Aidar Makhmetov («Andrei fundó Astaná junto a Vinokourov junto a 2006; por tanto es una parte esencial de éste y es lógico es que esté en él«) dan el transfondo humano necesario para erigirse héroe de un pueblo deprimido por el totalitarismo. Para mayor identificación de éste con su nuevo ídolo, la voz en off apostilla otra frase estajanovista: «A partir de ahora el equipo va a cambiar progresivamente, a reforzarse. La prioridad: ganar, ganar y ganar limpiamente«.

Abundando en ese aspecto, el dopaje ocupa uno de los puntos culminantes del reportaje, con ‘Kash’ abominando las trampas y aseverando que el ciclismo «debe ser limpio y estar totalmente libre de dopaje. De garantizar que en Astaná estamos limpios se ocupará un doctor de gran prestigio en Europa«; el ya citado Bermon, que apostilla: «La condición sine qua non para que yo esté aquí es que nadie se dope«. El vídeo concluye con una larga toma de Kashechkin pedaleando y el primer plano de sus gafas de sol a ritmo de Coldplay (¡nada de Goran Bregovic ni Mahalageasca!); pero, antes, la voz en off deja constancia de un compromiso lapidario: «Andrei promete estar en el podio del próximo Tour de Francia… Por los kazajos«.

Foto: Team Astaná

Especular es de humanos

En el ciclismo actual, una semana sin carreras es una semana de habladuría, rumores y mehandichoqués. Más si estamos en junio, han pasado el Giro y las clásicas, los primeros balances aparecen y los protagonistas no rehuyen exponer en público sus problemas y rencores.

Ejemplo paradigmático de esto es Miguel Madariaga, presidente de la Fundación Euskadi y vigente mánager del equipo Euskaltel, que el pasado jueves contó en Marca cómo el nerviosismo se había asentado en la escuadra durante el Giro por la incertidumbre ante un futuro que no depende de él. De paso, Madariaga dejó un nuevo capítulo en su guerra abierta contra los representantes de corredores (contra algunos más que contra otros, en realidad) llamándoles «buitres«; una concepto que intenta inculcar a todos los ciclistas que pasan por la Fundación, a quienes recomienda no tener mánager para no hacer las cosas difíciles. Queda la duda del altruismo de su consejo

Como siempre, por otra parte. ¿Es un acto de inocencia que Paolo Bettini recomiende a Nibali ir a la Vuelta y, una vez allí, no intentar ganar la general? Eso hizo, y desató la guerra: Vincenzo Nibali aseveró que Liquigas pasaba de la opinión de sus corredores, mientras la dirección técnica ‘verde’ comentó de una manera casi sarcástica que disfrutaría de un mes de concentración en altitud entre agosto y septiembre en Estados Unidos, destino al cual quiere encaminarlo Liquigas pensando por los intereses comerciales de la bicicletera Cannondale, que son lo suficientemente fuertes para apartar a Nibali de la gran ronda española pero no como para mantener actualizada la versión inglesa de su web. Quizá sea una cuestión de puntos, de esos que ha revelado hoy Cigesma.

Volviendo a Liquigas, sobre ellos versa hoy la ración de especulación de Gazzetta, baluarte de la rumorología del ‘mercato’ ciclista. La salida de Nibali a Astaná se da por hecha (la describieron con todo lujo de detalles, cena con Vinokourov incluida, el jueves): le acompañarían Vanotti, Agnoli y Szmyd, mientras Oss marcharía a BMC; continúan Basso y Sagan, y llegarían a la escuadra ‘verde’ De Marchi (Androni) y Brambilla (Colnago).

Perfilado el ‘roster’, quedaría por cerrar la financiación: Liquigas cesa el patrocinio este invierno, Ristora y Cannondale tienen contrato en vigor, pero aún no hay un primer espónsor. Éste podría ser Saxo Bank, que llegaría mediante fusión con la escuadra de Riis: tema complicado por la naturaleza de ambas estructuras, más aún si se pretende incluir en el trato a Contador y el fuerte patrocinio de Specialized. Se habló también de Geox, la firma que dejó tirados a Gianetti, ‘Matxin’ y Cobo el pasado mes de octubre; Venezuela, que estuvo a punto de recoger aquella escuadra que acababa de ganar una Vuelta a España, podría inyectar más dinero al Androni de Savio para subir al World Tour…

¡Basta! Suficiente por hoy. Los aficionados nos quedamos perplejos. ¡Cuánto combustible para nuestra imaginación en unos pocos días, en unos pocos párrafos! Tiene su punto, en verdad, por cuanto es en cierto modo entretenido elucubrar qué pasaría si Euskaltel bajara a Profesional y tuviera que dejar marchar a Samuel Sánchez para equilibrar el presupuesto; o cómo se repartirían el calendario Contador, Basso y Sagan; o imaginar esa cena en Milán con Nibali, el trascendente Vinokourov, el mánager Alex Carera y el ‘hombre de confianza’ de la empresa gasera Samruk Kazyna.

Pero no perdamos la perspectiva: la mayoría de estas informaciones suelen provenir de filtraciones interesadas que los emisores quieren hacer públicas por su juego, los periodistas publican (publicamos) porque son novedosas y los lectores degluten por atractivas. Mientras, la UCI se remite al 1 de Agosto, la fecha a partir de la cual se pueden hacer oficiales los traspasos de corredores. Por fortuna mañana inicia el Dauphiné. Rueden las bicis, que eso es lo que de verdad nos gusta.