Resultado

«Rara vez estoy en el pelotón: siempre ando en cabeza, tirando, o descolgado, reventado. Eso quiere decir que no hablo con mucha gente a lo largo del día, así que está siendo un Tour bastante solitario para mí. Pero estoy aquí para hacer un trabajo, no para charlar» (Luke Rowe)

Ayer fue un día de bastante remo: casi 120 kilómetros le ha tocado a los trotones encabezar al pelotón, lo cual es una pasada a estas alturas de carrera. Hoy la etapa dura 220 kilómetros: cualquier equipo que quiera forzar el sprint tendrá que explotar a sus gregarios durante cinco horas. Ello aumenta las posibilidades de triunfo de la fuga. Por otro lado, hay conjuntos como Cofidis o Lotto-Soudal que habían apostado fuerte por velocistas que todavía no han arrojado resultados…

Tour de Francia. Etapa 18. Briançon – Izoard. La primera vez que escuché esta reflexión fue a Daniel Friebe, hará un año; en este Tour la oí en el podcast de Lance Armstrong; y creo haberla emitido yo mismo durante este julio francés. Llevar casco y gafas provoca que los ciclistas sean percibidos más robóticos, más distantes, menos humanos. Basta que se descubran los ojos para que transmitan algo más de sentimiento e inspiren mayores sensaciones. No es casualidad que los ciclistas más carismáticos de este Tour, como Barguil, Landa o Bardet, hayan afrontado con los ojos descubiertos esos momentos clave en los que Froome, Urán o Aru seguían escondiéndolos.

El Izoard, primer y único final en alto del Tour de Francia con más de media hora de escalada seguida, ha dejado bastante claro el resultado de esta Grande Boucle y aniquilado las especulaciones. Definitivamente, y pese a que algunos pensáramos lo contrario afectados quizá por un absceso de ‘wishful thinking’, Chris Froome era y es el más fuerte de la carrera. Sí es cierto que la diferencia con respecto del segundo y el tercero, Romain Bardet y Rigoberto Urán, no es abismal como sí lo fue en otras Grande Boucle. El empate técnico con el que han franqueado la Casse Déserte, el mismo que campea en la general, es el resultado real de la carrera.

Me ha parecido digna de aplauso la actuación de Ag2r. Quemar a todos los gregarios en cabeza del pelotón, uno por uno, requiere arrestos. Que Bardet no arrancara inmediatamente ha sido una decisión demasiado fría y desalentadora para el aficionado; sin embargo, ha sido la más inteligente. Más adelante ha honrado el trabajo de sus coequipiers con varios demarrajes de cierta potencia y mucho mérito, toda vez que se estaba subiendo muy rápido. De Rigoberto Urán no podemos decir lo mismo. Es cierto que no ha ido sobrado en ningún momento y que, en un día como Izoard, exigirle un ataque para la galería me parece frívolo. Sin embargo, no mola pensar que ha tomado la iniciativa muy poco en este Tour y casi siempre reaccionando en lugar de proponiendo.

En Izoard, por fin, tuvo libertad Mikel Landa para atacar. Una vez más, la carretera ha dictado sentencia: el alavés está a un gran nivel, pero no es más fuerte que los rivales con que se medirá el sábado en la crono de Marsella para repartirse los tres puestos de podio. Veo complicado que allí se imponga a Urán o Bardet con la distancia suficiente para desbancarles, pero no me sorprendería que acabara por delante de ellos habida cuenta de su estado de forma y sus progresos en contrarreloj.

¿Sigues creyendo que #MikelLandaAskatu? ¿No? Da igual: te animo a pinchar en este párrafo y efectuar #LaSuscripsió. Ahora que está acabando el Tour van a empezar las sorpresas en mi ñusléter.

El quinto entre los más fuertes de este Tour de Francia es, sin duda alguna, Warren Barguil. Yo francamente pensaba que era Dan Martin, pero el triunfo en el Izoard ‘à la pedale’ eleva la actuación del galo a otra dimensión. No es sólo uno que saca partido de las escapadas y del trabajo de su equipo: bien al contrario, derrota tú a tú a los mejores. En ese sentido, me ha gustado ver que Contador ha terminado la etapa entre los diez primeros después de atacar, y reventar, a rueda de ‘Wawa’. Considero que es una prestación muy digna que mejora en mucho la impresión y el sabor de boca que dejaban las caídas de años anteriores.

Último párrafo para Fabio Aru. El italiano ha acusado a una bronquitis del descenso de su rendimiento estos días. Sin embargo, no olvidemos que en el contexto de una gran vuelta contraer una enfermedad es un signo de debilidad del cuerpo extenuado o de no saber manejarse en el ‘Tour invisible’, ése que consiste en optimizar el descanso y cuidar los detalles. Creo que este julio tendrá un recuerdo dulce para el sardo, que acabó apaleado en el anterior. Victoria de etapa, dos días vestidos de amarillo y 5º en la general final me parece bagaje suficiente para justificar un par de temporadas. Edición a posteriori: Según declaraciones de Giuseppe Martinelli a la Gazzetta, Aru contrajo bronquitis y empezó a tomar antibióticos tras Peyragudes.

Algo mejor que leer… Una de las cosas que más me llama la atención dentro de los equipos ciclistas es, precisamente, la paranoia con las enfermedades. Recuerdo a Denis Menchov, Vuelta a España 2011, paseando por el autobús y los hoteles con una camiseta térmica de manga larga para defenderse del aire acondicionado. El Wall Street Journal ha profundizado en este tema mediante este curioso reportaje sobre los hábitos higiénicos establecidos en el pelotón. Protagonista, como no, un ciclista de Cannondale 😉

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