«Prefiero días como éste en los cuales se puede ir a tope de revoluciones. Ayer fue más bien una cuestión de supervivencia porque era una etapa larguísima. Tienes que preocuparte de beber, de comer, de ahorrar energías… Jornadas así de extenuantes generan tácticas negativas. En cambio, cuando el día es más corto, sucede una competición más positiva» (Simon Yates)
Vista la etapa de ayer, la primera conclusión es obvia: ¡cómo molan las carreras cortas! Y tiene cierta parte de razón: la intensidad es mucho mayor, existe muchísimos menos miedo a desfondarse y a las consecuencias de medir mal un ataque. Inmediatamente se vienen a nuestra cabeza tres jornadas: Alpe d’Huez (Tour 2011), Formigal (Vuelta 2016) y esta misma de ayer. Todas tuvieron tres elementos en común: el perfil montañoso, el ejercicio de fondo de más de 200 kilómetros en el día anterior y la presencia de Alberto Contador como chispa para encender la pólvora. Podemos esperar que estos diseños se conviertan en un recurso habitual para los organizadores de grandes vueltas. No serán, sin embargo, el patrón oro. Giro, Tour y Vuelta son pruebas de resistencia, maratonianas por naturaleza. Además, ese derroche de fuerzas que tanto gusta en parciales de montaña puede ser muy peligroso en los destinados al sprint.
Tour de Francia. Etapa 13. Saint-Girons – Foix. Ésta ha sido la primera etapa que he vivido con verdadera emoción. He esperado el inicio con ganas frente a la televisión; he disfrutado desde el minuto uno, desde ese ataque a dúo entre Thomas Voeckler y el a la postre ganador Warren Barguil; no me he perdido una pedalada, aunque confieso haber utilizado media hora para planchar mientras seguía la carrera…
Ayer decía que Nairo Quintana estaba teniendo una actuación meintjesiana, irrelevante para el devenir de la competición. En Pirineos me quitó la razón, si es que en algún momento la tuve, con su valerosa y exitosa ofensiva. Ha sido muy agradable ver a Nairo, el mismo ciclista que en la penúltima etapa del Giro d’Italia tenía a Dumoulin a su merced y sin embargo pedía relevos a Pozzovivo, asumir la responsabilidad sin vacilar y meterse de nuevo en carrera por méritos propios. Como sazón para su exhibición tenemos las declaraciones incendiarias de su padre en la radio colombiana, acusando a Movistar Team de estar «quemando» a su hijo con el doblete Giro-Tour.
Igualmente delicioso ha sido ver al Alberto Contador de las grandes días. Aunque el poder físico le esté abandonando lógica e inevitablemente, la honra de su declive está en esa cualidad que no sólo no pierde sino que enarbola: la combatividad. El madrileño es un ciclista que sabe hacer ciclismo sin farfolla, con atrevimiento, sin especular, con ardides cuasi psicológicos para favorecer su estrategia. Según su relato, en la jornada pirenaica de ayer ofreció a Mikel Landa la posibilidad de unirse a su ofensiva con un «estate a rueda, tienes la oportunidad de meterte en la lucha por el Tour». Como la serpiente que ofrece el fruto prohibido. El vasco contó: «Me ha motivado mucho. Me decía que estábamos haciendo algo grande y que me iba a ayudar todo lo que pudiese». Es una lástima que Contador no ganara una etapa que compitió de forma magistral. No obstante, si sigue al mismo nivel físico y táctico, podrá alzar los brazos en esta Grande Boucle a modo de canto del cisne.
En la otra esquina del relevo generacional del ciclismo español, Mikel Landa. El alavés cometió el absoluto acierto de saltar junto a Contador y colaboró con él lo justo y necesario, sin dejarse llevar por la situación. En meta dejó una declaración sustanciosa, «tengo piernas pero no galones», obviamente matizada por el contexto: distendido, entre risas con un grupo de periodistas españoles. Acto seguido dice, además: «Me encantaría ganar y ser el jefe, pero tengo muy claro mi rol. El líder del equipo es Chris Froome». Zanjando polémicas antes siquiera de que prendan.
En mi opinión, Team Sky erró en la parte final de la etapa. Particularmente, por esos relevos ofrecidos en colaboración con el resto de favoritos de la general para secar a Dan Martin y Simon Yates. Ni irlandés ni británico son rivales para Froome y Landa, que han demostrado sobradamente estar entre los cinco mejores ciclistas de la carrera mientras que los mentados rivales anglosajones están uno o dos puntos por debajo de ambos. Una dosis de sangre fría hubiera posibilitado que Landa obtuviera medio minuto más de renta, colocándole aún mejor de cara a futuras escaramuzas.
Algo mejor que leer… Ayer hablábamos de la tensión que hay entre el Bardet deportista de élite y el Bardet intelectual. Este viernes hemos tenido un caso de joven ciclista que se ha visto superado por esa circunstancia y ha optado por dar un paso atrás: Adrien Costa. El prodigioso estadounidense, promesa inflada por el ‘hype’ típico de la hegemonía cultural, ha decidido tomarse una época sabática, alejado de la bicicleta, para “estudiar y viajar por Europa”, tal y como explica en este artículo publicado en la web de su equipo, Axeon. “Sueño con lograr muchísimas cosas en esto del ciclismo, pero a mi edad es importante recordar que el tiempo está de mi parte antes que tener demasiada prisa y acabar quemándome”. Me parece una decisión muy valiente. Podéis ver qué tal va este año sabático en su cuenta de Instagram. Para conocer mejor al personaje, dos opciones: este perfil de Cyclingtips y esta entrevista de DirectVelo.