Cuando yo era pequeño leía en los periódicos deportivos referencias a «los mentideros» y me imaginaba bares oscuros con el suelo lleno de servilletas. Luego crecí y figuré bares igual de oscuros, pero bastante más limpios y con muchos guiños de ojos. Ahora que soy viejo me he dado cuenta de que vale cualquier tipo de bar o, mejor aún en esta Edad de las Pantallas, un mero grupo de Whatsapp.
Bajando del parque eólico de San Andrés de Teixidó (acabar en lo alto de un parque eólico se va a convertir en un clásico similar a escalar hasta una estación de esquí), un mentidero se iluminó para informar de la caída de Lluís Mas. Ha sido, sin duda, la peor noticia de la jornada. Ya es una jodienda perderse una Vuelta en la que hubiera tenido opciones francas de victoria de etapa y un Mundial al que podría haber asistido; peor aún será si tiene algún tipo de fractura en la cadera y la lesión trastoca su 2017. Por suerte ya había confirmado su renovación con Caja Rural. Ánimo, Lluís.
Vuelta a España. Etapa 4. Betanzos – San Andrés de Teixidó. Mi morada para esta noche es la habitación de un gastrohotel de Celeiro. Las dos estrellas con que se anuncia no le hacen justicia: es un establecimiento bellísimo. Nos hemos puesto de púos de pizza, lo cual ha resaltado nuestra percepción de que nos estamos poniendo un tanto balboa. Mañana me miraré en el espejo, sufriré un brote de vigorexia y con él regresará la sesión matutina de ‘core’.
Otra lástima ha sido la petada de Rubén Fernández. Alejandro Valverde me dijo en junio que Rubén tiene uno, dos días buenos… Pero le falta ese tercero. «A mí me pasaba lo mismo de joven. Terminará encontrando la regularidad». Palabra de ‘Bala’.
Durante la cena varios compañeros comparábamos a Rubén Fernández con Mikel Landa. En mi opinión, Fernández tendrá una carrera deportiva más larga y menos brillante que Landa. Ambos tienen muchísima clase; la diferencia está en que, donde uno tiene empeño, el otro tiene genio. Si uno es Escartín, el otro es el ‘Chaba’. Ambos ciclistas molones, ambos escaladores, pero en dos registros distintos. No obstante, esto sólo es una opinión completamente personal: no es palabra de Zeus.
Estos días oigo hablar muchísimo sobre jefes de prensa. Básicamente existen dos escuelas: los colaboradores, que dejan hacer e incluso ayudan para que los periodistas accedamos a los protagonistas, y los controladores, que buscan acotar la interacción y delimitar al máximo el mensaje que transmitimos los medios de comunicación. Yo entiendo ambas escuelas por sus circunstancias. Si yo gestionara la comunicación de Caja Rural, sería colaborador buscando la máxima exposición para mi equipo; si tuviera a Alberto Contador, Sky ó Movistar, sería controlador porque sentiría mucha responsabilidad y habría mucha pasta en juego.
No obstante, la escuela de «los controladores» genera malestar entre los periodistas. No nos mola que nos ahuyenten cuando esperamos para hablar con alguien en meta. Tampoco que el jefe de prensa hable al oído del personaje antes de pasárnoslo a los medios, condicionando así sus declaraciones, para después llevárselo tras ‘x’ preguntas. Yo, que aquí ejerzo de periodista, prefiero tener posibilidades para conversar libremente con quien quiera, así que busco recovecos para saltarme filtros dentro del respeto al trabajo de los comunicadores de los equipos y la carrera, que son compañeros en tanto que informadores.
Me ha divertido que ganara hoy Lilian Calmejane, el último de la estirpe de los #AnónimosBernaudeau, que aquí se ha destapado después de una temporada muy buena en la que ha demostrado haber pasado a profesionales muy hecho. En rueda de prensa ha dejado ver su admiración por Thomas Voeckler, y he de decir que el parangón me convence.
No obstante, la segunda reflexión que me ha venido a la cabeza viendo los catorce minutos de rueda de prensa de Calmejane es que, hace x años, esta etapa y/o la de ayer se la hubiera llevado un españolito de clase media. La peña piensa que el gran problema del ciclismo nacional es que se van a retirar Contador y Valverde. Yo creo que hay otro más grave y difícil de solucionar: hemos perdido los Óscar Laguna, Roberto Laiseka, Pedro Díaz Lobato, Coque Uría, David Fernández… Ciclistas muy dispares, con miras más altas o más bajas, que constituían el fondo y el tejido del pelotón español.
La progresiva merma del número de equipos españoles ha dejado esta clase media muy diezmada. Ojalá un Profesional nuevo la próxima temporada. Se dice que el primer Profesional que salga será invitado a la Vuelta del tirón. Estaría bien, porque a nivel nacional es preferible que gane uno de Torrelaguna a uno de Nancy. Ojalá un Profesional nuevo la próxima temporada…
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