Artículo publicado originalmente en Zona Matxin
«[Los hechos] Acentúan los interrogantes en torno a sus otras ‘nominaciones’, cuya validez está en seria duda y son un motivo de preocupación para muchos en el mundo del ciclismo. Ningún intento de manipulación o bravata legal puede acabar con estas dudas y preguntas»
“Al final sólo cabe preguntarse: ¿Quiere él [Cookson] unas elecciones o unas no-elecciones? ¿Quiere deshacerse de mí antes de las elecciones? Espero que haya elecciones en septiembre. Si Brian gana, seré el primero en estrecharle la mano y, si gano yo, seré feliz»
… Y así.
La batalla por la presidencia de la UCI cuyo acto final se librará el próximo viernes 27 de septiembre en Florencia (Italia), coincidiendo con los Mundiales de ciclismo, ha sufrido varios vuelcos en las últimas 24 horas. Hace dos meses repasábamos las claves del proceso que enfrentará al actual presidente, Pat McQuaid, y al aspirante Brian Cookson, amén de las personalidades y grupos de presión apostadas tras cada uno de ellos; hace tres semanas dejábamos dibujada una situación en la cual Pat McQuaid no tenía asegurada la posibilidad de presentarse a las elecciones, con una nominación extraña y una ‘moción malaya’ en marcha.
Partimos de un hecho: si McQuaid llega electoralmente vivo a Florencia, tiene muchas papeletas de llevarse el gato al agua. Sólo 42 personas votan en las elecciones de la UCI: 14 de Europa, 9 de América, 9 de Asia, 7 de África y 3 de Oceanía. A grandes rasgos, los votos asiáticos y los africanos serán para el irlandés, que también tiene a punto de caramelo la mayoría de los americanos mientras los oceánicos aún no han decidido el sentido de su sufragio. Los nombres y las presuntas tendencias de voto de los 42 delegados que dirimirán la contienda las desarrollaremos en otro artículo, pero el punto es claro: McQuaid tiene prácticamente segura la victoria en unas elecciones.
Sin embargo, el irlandés no ha hecho bien los deberes. No goza de la confianza de quienes deberían nominarlo y depende de mecanismos extraños, de reinterpretar o directamente reescribir la Constitución de la UCI, para ser votado. Es su punto débil y, por ello, el bando de Cookson centra sus esfuerzos en él. Y no es una maniobra ilegítima ni mucho menos porque, más allá de consideraciones sobre su gobierno en los últimos ocho años, McQuaid no ha fundamentado bien su candidatura y por ello es lógico que se encuentre en entredicho.
El ejemplo de estos dos párrafos lo hallamos en Suiza. Cuando la federación irlandesa rechazó en asamblea extraordinaria nominar a McQuaid, éste se dirigió a la federación helvética, Suisse Cycling, para que le encumbrara como candidato a la presidencia de la UCI, desafiando la hasta entonces prevalente interpretación del artículo 51.1 de la UCI: «Los candidatos a la presidencia deben ser nominados por la federación del candidato». Ahora, la «federación del candidato» podía ser cualquiera de la cual fuera miembro el candidato, lo cual daba pábulo al escenario de que un mismo candidato tuviera varias opciones para postularse… Y a que, como según algunas fuentes sucedió en este caso, el candidato se apuntara a la federación el día antes de ser nominado.
Tres miembros de la federación suiza, sufragados por el impulsor de Change Cycling Now y ‘cooksonista’ Jamie Fuller, demandaron la nulidad del proceso, torticero, ante los tribunales. Dicha demanda puso a la federación suiza en una situación complicada: de perderla, Suisse Cycling podría tener que asumir cuantiosas obligaciones económicas que la pondría en riesgo de bancarrota. Probablemente arredrado por esto, el ente helvético ha retirado su apoyo a McQuaid. El blog de agit-prop Cookson vs McQuaid ha tildado estos hechos de ‘bullying’ por parte de Fuller.
Paralelamente, la UCI publicó ayer una nota de prensa en la cual hacía públicas las conclusiones de un informe encargado al bufete legal Baker & McKenzie. Dicho informe, que se puede leer completo aquí, venía a contestar varias alegaciones realizadas por el bando de Cookson, algunas directamente por los abogados de British Cycling, la federación británica que sufraga parcialmente la campaña de Cookson.
El informe, que no es ni mucho menos una decisión judicial sino una opinión legal y por tanto puede ser contestado por el bando de Cookson, consiste básicamente en reintepretaciones de la Constitución de la UCI. Afirma que la retroactividad de la ‘moción malaya‘ es válida porque la moción la incluye; que no ha habido nada extraño ni ilegítimo en su redacción (aunque el propio gabinete legal de la UCI asistiera en ella) ni en su inclusión en el orden del día de la asamblea de la UCI (aunque el Comité Directivo no lo hubiera tratado en ninguna de sus reuniones); y, por último y más importante, refrenda que las nominaciones a McQuaid por parte de las federaciones de Marruecos y Tailandia son válidas pese a no estar dentro del plazo ni ser éstas la federación del candidato.
En el primer caso: distintas comunicaciones de la UCI establecen que la nominación debía ser depositada en la sede de la UCI por «original mail» antes del 29 de junio. Ni la nominación marroquí ni la tailandesa llegaron físicamente a Aigle antes de ese límite, si bien Tailandia avisó del envío por correo electrónico el 26 y Marruecos hizo lo propio el 29. Baker & McKenzie consideran que el correo electrónico es un método válido para este efecto, y por tanto las nominaciones entraron dentro del plazo. Citan además el ‘favour negotii’ que se aplica en la legislación suiza: en caso de duda, se entiende que el acuerdo (en este caso, la nominación) es legalmente válido.
El segundo caso es el más interesante. Baker & McKenzie confirman que Marruecos y Tailandia pueden nominar a McQuaid porque éste es miembro de dichas federaciones, utilizando una vez más la reinterpretación del 51.1 de la UCI. Sucede que dicha reinterpretación pudo haber sido contestada, y legalmente invalidada, en los tribunales. Como señala acertadamente en su blog Gerard Vroomen, fundador de Cervélo, si el proceso con Suisse Cycling hubiera llegado hasta el final quizá un juez suizo hubiera desautorizado esta relectura contraria a la convención de que sólo la federación natal del candidato podía postularle…
De cualquiera manera, Pat McQuaid hubiera tenido una bala en la recámara con la ‘moción malaya’, aunque hubiera sido más complicada de efectuar. Para aprobar dicha moción, que propugna un cambio en la Constitución de la UCI para permitir que dos federaciones cualesquiera nominen a un candidato, dos tercios de los delegados votantes deberían aprobarla, lo cual es posible aunque muy complicado para el irlandés como comprobaremos en próximas entregas. Mientras tanto, la federación lituana ha llevado esta ‘moción malaya’ ante la Comisión Ética de la UCI y Jamie Fuller insinúa que un grupo de federaciones de todo el mundo podría llevar a los tribunales las presuntas ‘malas praxis’ de McQuaid…
… Y todavía se nos quedan en el tintero las maniobras de ‘asustaviejas’ de McQuaid, amenazando con la pérdida de peso del ciclismo en el movimiento olímpico si él no sale elegido para acongojar a las disciplinas «menores» del ciclismo y a los delegados de federaciones pequeños. Y los comentarios sobre Igor Makarov o el antiguo presidente de la UCI, Hein Verbruggen, que ahora «no tiene opiniones» y sólo quiere «montar en bicicleta». Pero ya basta por hoy: no nos llevemos una sobredosis de corrupción y disfrutemos de la Vuelta a España, que como podéis ver en las previas de Zapa está a la Vuelta de la esquina. En las próximas semanas, más explicaciones y novedades sobre las elecciones de la UCI.