Los aires utópicos de eterno crecimiento que se respiran en el mundo actual llegaron hace bastante tiempo al Giro de Italia. Con la retirada de Mario Cipollini, récord de victorias de etapa en la ‘corsa rosa’ bajo el brazo, llegó un nuevo patrón llamado Angelo Zomegnan dispuesto a buscar nuevos horizontes para una carrera cuyo prestigio había decaído en favor de su pariente ibérica, la Vuelta a España.
La manera de devolver al Giro a su históricamente merecido puesto de segunda carrera de tres semanas en importancia tras el Tour de Francia fue buscar trampas, alicientes y experimentos desconocidos o que hubieran caído en desuso. Un ejemplo de esto fueron las llegadas en circuito y multiplicar los pasos por meta, lo cual resultó en un éxito absoluto. Otro fueron los finales de etapa con emboscada, una auténtica tendencia iniciada en la ‘corsa rosa’ e imitada por organizadores de todo el globo. Y más. Se redujo la contarreloj hasta límites insospechados. También está el ‘sterrato’, pistas de tierra o “cemento ecológico” situadas en montaña o campo por donde se encamina a los corredores para construir imágenes de ciclismo épico como las del pasado año en Montalcino. Y por supuesto están esos empinados puertos cuyo asfalto forma una pared más que una carretera; los dolomíticos de inigualable pendiente y los alpinos de desesperante longitud…
Un recorrido terrorífico
Todas estas variantes rompedoras, introducidas y conservadas año a año, estarán presentes en el trazado de esta edición, conmemorativa de los 150 años de Reunificación de Italia. Habrá una etapa de ‘sterrato’ (la quinta), alguna jornada con varios pasos por meta (la cuarta), finales trampa (el tercer y el sexto día entre otros), poca contrarreloj… y puertos, muchos puertos. 39 en total, 14 de ellos de primera y ocho albergando un final de etapa. Iniciará este impresionante ‘rush’ Montevergine el próximo viernes (7º parcial) y terminará Sestriere el sábado 28, penúltimo día de carrera, con el Colle delle Finestre (ocho kilómetros sin asfaltar) como preámbulo. Entre medias, mucho y bueno. Dos pasos por el tembile Monte Etna el domingo 15; el coloso austríaco Grossglockner, despuntado para dejar el título de Cima Coppi al Passo Giau, el viernes 20; el terrorífico Zoncolan con la sobrecogedora subida (y la sobrecogedora bajada) del Crostis precediéndole el sábado 21; el citado Giau, la mítica Marmolada y Val di Fassa al día siguiente; una cronoescalada a Navegal tras el segundo día de descanso; Macugnaga (19ª etapa) para dirimir las diferencias que aún resten…
Una enumeración de miedo que nos deja como pronóstico lógico un Giro sin tregua, más conociendo el espectacular precedente del año pasado. En teoría, la inmensa pléyade de favoritos a la victoria final tendrá terreno de sobra para hundirse y emerger, para batallar sin cuartel… Lo malo es que las previsiones a veces no se cumplen. Quizá tanta dureza retraiga a los favoritos y estos se limiten a esperar el hundimiento de sus rivales, pensando que las manzanas caerán del árbol por madurez y no por las sacudidas.
El favorito Contador… y quienes pretenderán desbancarle
Sin embargo, no sería una postura muy inteligente por parte de los contendientes; al menos, por parte de quienes aspiran a la victoria final. La mera e intimidatoria presencia de Alberto Contador en la línea de salida da a la ‘corsa rosa’ un favorito de mucho peso: un hombre que, en circunstancias normales, sería ganador seguro del Giro. El madrileño es prácticamente insuperable en un mano a mano cuando la carretera mira hacia el cielo y brillante en la lucha contra el crono. Para vestirse de rosa habrá que derrotar al actual corredor de Saxo Bank, y esa es una empresa harto complicada por mucho que éste afirme no llegar en su mejor momento a la crono por equipos que servirá de pistoletazo de salida hoy en Turín.
Los contendientes no podrán esperar una flaqueza de Contador: tendrán que exhibir unas cualidades superiores a las del español…Y ninguno de ellos las tiene, así que deberán tirar de valentía para compensar. Quizá alguno de los favoritos sea algo más conservador; pero difícilmente lo serán todos y más habiendo en este Giro tantos aspirantes con cuentas por saldar.
Vincenzo Nibali, por ejemplo, llega con la misión de dar continuidad a su excelente Vuelta a España del año pasado y la presión de liderar a un equipazo como Liquigas que ya campeonó en este escenario en 2010 con Basso. Del propio Liquigas salió con ambición de luchar por las mejores carreras con la máxima responsabilidad el checo Roman Kreuziger (Astaná), quien parece balanceándose en esa fina línea que distingue el primer nivel y el segundo. Denis Menchov será el paladín de Geox; conoce lo que es subir a lo más alto del podio en esta carrera y encara una de sus últimas oportunidades de triunfar en una gran vuelta de nuevo. Estos tres corredores tienen la fortuna de ser fuertes en contrarreloj y parten con una pequeña ventaja respecto de…
… Los escaladores, aquellos que deberán jugarse la piel en las subidas para llegar de rosa al Duomo de Milán. El italiano Michele Scarponi, única baza de enjundia transalpina junto a Nibali (algo remarcable en una prueba tendente a la endogamia hasta hace bien poco), liderará el convulso Lampre con su estilo impulsivo y espectacular. ‘Purito’ Rodríguez, catalán de Katusha, acude sin miedo al Giro: anuncia su intención de intentar ganar este año una ‘Grande’, bien esta o bien la Vuelta, y no parece propicio a tener reparos en arriesgar sus opciones en tácticas ofensivas. Otros escaladores a tener en cuenta en esta edición tan propicia para este género de ciclistas serán el talaverano David Arroyo (Movistar, segundo en la general del pasado Giro gracias a la fuga bidón de L’Aquila), el vasco Igor Antón (Euskaltel, en principio con intención de disputar únicamente triunfos parciales), el italiano Domenico Pozzovivo (Colnago), los corajudos Fabio Duarte y Carlos Sastre (Geox) o la temible escuadra de Androni, que puede ofrecer mucha batalla y desnivelar la carrera con las bazas de Serpa, Sella y el impredecible José Rujano.
Los individuos, clave por encima de los colectivos
Como bien exponen los casos de Androni y Geox, no sólo habrá grandes ciclistas en la salida del Giro: también habrá grandes equipos. Son remarcables las alineaciones de Liquigas (Nibali, Szmyd, Agnoli, Capecchi), Astaná (Kreuziger, Kiserlovski, Masciarelli, Tiralongo), Katusha (‘Purito’, Di Luca, Moreno, Caruso) o incluso Saxo Bank (Contador, Porte, Navarro, Hernández). Sin embargo, esta no va a ser en principio una ‘corsa rosa’ donde la fuerza del equipo vaya a decidir la carrera. La tremenda dureza repartida por todo el recorrido seguramente separe de forma clara el grano de la paja, una tendencia que se acentuará con el paso de los días. Así, las escuadras serán de ayuda sólo en parciales menos duros que permitan movimientos tácticos… y en los días malos de los líderes, cuando los favoritos se desfonden y deban agarrarse a las ruedas de sus gregarios para terminar con dignidad y minimizando las posibles pérdidas de tiempo, que se pagarán caras habiendo tantos hombres (y tan parejos) buscando un puesto de honor.
El Giro de Italia que inicia hoy y termina el próximo domingo 29 de mayo será, pues, una carrera individual y terriblemente selectiva. Zomegnan, patrón de la ‘corsa rosa’, ha decidido celebrar por todo lo alto los 150 años de la Reunificación de Italia con un recorrido leonino. Esto propiciará probablemente que este Giro sea recordado no tanto por la efeméride sino por la dureza desaforada. El punto es que, si los corredores no lo marran, será un Giro que pasará a los anales de la historia. El Giro sin tregua.