Sexta entrega de este Tour de Francia, tercera consecutiva resuelta al esprint masivo. Tercera muestra del ciclismo anodino con el que tradicionalmente se ha dejado definir la primera semana del Tour de Francia, de lo que ahora se ha dado en llamar ‘ciclismo youtube’. A saber: carreras cuya historia cabe perfectamente en un clip de un par de minutos donde se contengan un corte del grupo de fugados de turno y la secuencia completa del esprint.
Para apuntillar la inercia, el desenlace de esta tercera entrega ha sido prácticamente idéntico al de la segunda. Garmin se ha hecho cargo del esprint haciendo uso de su magnífico treno (Van Summeren, Millar, Maaskant, Dean, Hunter), pero echando en falta el ‘rush’ final de su jefe de filas Tyler Farrar, mermado por una caída y hoy relegado a la rueda del ganador Mark Cavendish. Y es que el hombre de HTC – Columbia ha sido el gran triunfador de estos dos días, consiguiendo la victoria en ambos, beneficiándose del denodado trabajo de Garmin y, sobre todo, de la superlativa labor de su coequipier Mark Renshaw, que ha conseguido desequilibrar las ‘volatas’ a su favor lanzándolas en el momento justo para sorprender a los rivales y dejar a ‘Manx Express’ con las victorias al alcance de sus pedales. Victorias, por otra parte, merecidas y sufridas por el británico, que de hecho rompió a llorar en el podio cuando recibía honores por la primera. Llorando de alegría, para aliviar un poco el peso de liderar uno de los equipos más potentes del mundo; peso quizá excesivo para sus jóvenes espaldas y, sobre todo, para su inmadura cabeza.
Sin embargo, la noticia que más atención acaparó en el día de hoy no fue la victoria de Cavendish, aunque sí compartió tiempo y casi espacio con ella y con la tremenda caída que provocó un motorista a Robbie McEwen, que posiblemente lleve al australiano a la retirada en un Tour donde la suerte no ha estado en ningún momento de su parte. El gran foco de atención de las postrimerías de la etapa fue la tremenda pelea entre Carlos Barredo y Rui Costa, de Quick Step y Caisse d’Épargne.
Aunque el vídeo parezca explícito, retratando al asturiano como un auténtico energúmeno salido de quicio y al portugués como un inocente a quien el suceso pillara de improviso, la realidad es que hay bastante historia detrás. Ni uno es tan bueno ni el otro tan malo. Alguna pertenece ya al pasado y resulta algo difusa. La de hoy es bastante concreta. A una veintena de kilómetros de meta, en plena lucha por la posición dentro del pelotón, Costa y Barredo han iniciado un pique que se ha resuelto con un codazo del portugués en el estómago del asturiano, que se quedó sin aire como consecuencia. Un lance quizá algo subido de tono, pero al fin y al cabo normal en circunstancias de máxima presión como las que tienen lugar en el inicio del Tour.
El problema vino cuando al codazo siguieron algunas mentadas de madre y una actitud de Rui Costa que fue interpretada como chulesca por Barredo, que fuera de sí agarró la rueda delantera de su bicicleta para consumar los hechos que se pueden ver en el vídeo. La rápida intervención de los periodistas y auxiliares que se encontraban cerca de ambos impidió que el bochorno fuera a mayores, y si bien hay fuentes que indican que Rui Costa fue en segundas a por el asturiano este extremo no ha sido confirmado y debe ser, por tanto, desechado.
Las consecuencias de este incidente van a ser menores de lo esperado para ambos corredores. La organización del Tour de Francia ha sido benevolente, dejando la factura únicamente en 200 francos suizos (unos 150 euros) para cada uno, y en escenificar delante de todos un perdón que ya se han pedido en privado. Un castigo, quizá, demasiado leve. Tirando jurisprudencia, la pelea entre Leonardo Sierra y Ramontxu González Arrieta en la Vuelta 1995 acabó con venezolano y vasco fuera de la carrera. Pero tampoco se puede obviar que un incidente similar sucedió en la tercera etapa de esta misma edición de la ronda francesa, con Robert Hunter (Garmin) y Jakob Fuglsang (Saxo Bank) golpeándose repetidas veces sobre la bicicleta, y quedó impune. Y que, hablando de incidentes similares…
Las luchas de codos y peleas dialécticas varias son una constante dentro del pelotón. La gran diferencia de la protagonizada por Barredo y Costa con respecto al resto no es ni más ni menos que un final voluptuoso y televisado. La gran suerte es que mañana no será otro día de ‘ciclismo youtube’, sino que se romperá la inercia con la final en la Estación de Rousses. Se distraerá con ello la atención del gran público, pero también del avezado, y del periodista, y del organizador, y del propio ciclista. Porque mañana, seguro, habrá noticia en quién gana, y no en quién se pelea.