Haimar Zubeldia, sin levantar los brazos (I)

El ciclismo nunca dejará de tener historias sorprendentes. La de Haimar es una de ellas.

Este año ha cumplido diez temporadas como profesional. En esos diez años, Haimar Zubeldia (1977, Usúrbil) se ha hecho con un nombre dentro del pelotón profesional. No es un ciclista que levante excesiva expectación, pero siempre está ahí. Tres veces entre los diez primeros del Tour de Francia, numerosos buenos puestos en carreras de respetable categoría… y una alarmante falta de instinto ganador.

Ciclista precoz, pasó solamente dos años en Olarra sub 23 antes de fichar por Euskaltel con tan solo 20 años en 1998. Precedido por una fama de sufridor, de ser extremadamente regular, su primer año fue el típico de adaptación; un décimo primer lugar en la Vuelta a Murcia fue todo su bagaje. Al año siguiente, aún sin presión, realizó una excelente Volta a Cataluña, siendo décimo en la edición de la trágica muerte de Manuel Sanroma. Noveno también en la Vuelta a Burgos, sus 22 años le hacían prometer un futuro bondadoso a sus mentores. Al año siguiente, en 2000, Haimar dio un gran salto de calidad. Estrenó su palmarés en la Bicicleta Vasca, carrera donde, además de la general, se hizo con la contrarreloj de Mendaro ante su actual ‘jefe’ Igor González de Galdeano. Sus dos primeras victorias… y las únicas hasta el momento.
Pero la cosa no quedó ahí. Haimar se destapó a nivel internacional consiguiendo un maravilloso segundo lugar en el Dauphiné Liberé. En la carrera donde Euskaltel (que corría como equipo invitado y aún pertenecía a la Segunda División) se destapó como aspirante a equipo grande, con López de Munain consiguiendo el triunfo de su vida en la cronoescalada inaugural (con el correspondiente liderato), con el bloque mostrando una actitud combativa excelente… y con un Zubeldia inconmensurable que fue líder tras la llegada al Mont Ventoux y al que sólo un ataque en pareja de Tyler Hamilton y el legendario Lance Armstrong (compañeros en el US Postal aquel año) en Digne le Bains apartó de la victoria. Ese mismo año Haimar realizó otra actuación de campanillas con un destacable décimo lugar en la Vuelta a España dominada por Roberto Heras.
Todo esto le adjudicó galones en el equipo. Al año siguiente, 2001, pidió contar con su hermano Joseba junto a él y la posiblilidad de disputar Tour y Vuelta a pleno rendimiento, sin preocuparse de nada más. Su año no pudo ser más decepcionante para las expectativas creadas; desaparecido en las generales de las dos grandes que corrió, apenas un séptimo lugar en la Volta a Cataluña y su quinto puesto en una fuga de la Vuelta a España conformaron su pobre bagaje; sus directores, sin embargo, no perdieron la confianza en él… y acertaron.
2002, ya con 25 años, se presentaba como un año de maduración para Haimar Zubeldia. El mal desarrollo de 2001 hizo que el aficionado se preguntara si Haimar no sería una estrella fugaz más del ciclismo. Un mero bluf. Así, se presentó a principio de año con mucho que demostrar; y, aunque no deslumbró, si brilló: cuarto en Dauphiné Liberé (por detrás del tándem Landis-Armstrong y de Christophe Moreau), realizó un discreto Tour de Francia (39º) y remachó su temporada en la Vuelta a España, con un meritorio 11º lugar. Poca cosa para un superclase, pero un palmarés bueno para un corredor de clase alta. Había que seguir mejorando…
Tras el mediano año 2002 y ya con 26 años, Haimar Zubeldia se plantó en 2003 de nuevo con el deber de demostrar lo apuntado hacía ya tres años. Prescindió del calendario internacional para centrarse en el nacional: tercero en Murcia y segundo en la Cresta de Gallo, cuarto en la Bicicleta Vasca y segundo en Arrate… el triunfo se le resistía. Llegó al Tour de Francia en un momento de forma óptimo. Tercero en el prólogo, cuarto en la crono de Cap Découverte, en el top ten en cimas míticas como Luz Ardiden, Plateau de Bonascre y Alpe d’Huez… regularidad. Sólo la combatividad de Vinokourov y la exhibición de Hamilton en Bayona le privaron del podio, firmando finalmente un destacadísimo quinto lugar. A la par que su compañero en la jefatura de filas de Euskatel, Iban Mayo, se encumbraba en Alpe d’Huez y acababa sexto en la general. Después aprovechó el momento de forma del Tour para acabar tercero en la Subida a Urkiola tras Piepoli y Bruylandts.
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