Artículo publicado originalmente en Zona Matxin
En el ciclismo, noviembre es el mes de las dudas y las zozobras. Corredores y equipos llevan deshojando la margarita desde julio o agosto, empezaron a agotar los pétalos en septiembre y octubre y, si no han conseguido ya el deseado «Me quiere», sólo les queda en el mejor de los casos una hojita de la que tirar y en el peor, un tallo que masticar con un gesto que puede ir de la cólera a la depresión. Viendo el nerviosismo alrededor, a quien tiene un contrato firmado se le antoja que se pueden disolver en cualquier momento los trazos de Pilot que hay encima del nombre impreso de su empleador. Incluso se despierta de madrugada y mira rápido la pantalla de su móvil porque ha soñado que sonaba el teléfono rojo anunciando una noticia funesta. Y, cuando en la pantalla no hay nada salvo la hora, respira con alivio como si hubiera rebasado un ‘check point’. Y a la mañana siguiente se levantará con la misma fe que la anterior, resuelto a hacer su parte y aprovechar el entrenamiento para subir a la ermita del pueblo, a rezar para que todo siga bien.
Eso es quien ha firmado algo. Quien no lo ha hecho ve pasar las horas demasiado rápido. Los afortunados dentro de la zozobra confían en su representante, que les reconforta y asegura que todo saldrá bien. El que no tiene ni mánager está solo, encaramado a una tabla en mitad del océano. Llama a su antiguo director, a ver si es capaz de reflotar el Titanic; llama a amigos para que le cuenten rumores, y a desconocidos con la esperanza de que uno de ellos le ayude a embarcar, donde sea. Es un trance complicado y poco reconfortante, porque en noviembre buscan tripulación muy pocos cruceros y sólo buscan gente algunas pateras y los piratas somalíes.
En España, 8 de noviembre, hay 134 corredores con licencia en vigor. 55 son WorldTour; 18, Profesionales; 56, Continentales; 5, stagiaires en distintas categorías. De ellos sólo 65 (menos de la mitad) tienen asegurado públicamente continuar en el pelotón UCI la próxima temporada. 5 se retiran y 1 (Óscar Pujol) se centrará en otras modalidades de ciclismo. Los demás, los otros 63, esperan a que suene el teléfono. Y por debajo, en la categoría amateur, sólo 2 tienen verdaderos motivos para sonreír, Alberto Molina y Fernando Grijalba. Ellos han tenido suerte de pasar a profesionales con Caja Rural; los demás se verán en principio abocados a seguir en la categoría de formación, peleando con los Elite por una mijita de brillo.
La solución a las sesenta y tres zozobras, una vez cerrados los huecos de la práctica totalidad de la Primera y Segunda división (aunque quedan escuadras que aún disponen de alguno y piensan en españoles para llenarlo), está en la Tercera. En España hay al menos cinco proyectos de equipos Continentales. Ya son públicas las intenciones del longevo Burgos BH, la Fundación Euskadi de Madariaga y el club de Jon Odriozola, ahora sin el apoyo de ner Group. También se han registrado un candidato andaluz y, fuera de plazo, un gallego; un rumor apunta a la posibilidad de una sexta entidad que se habría preinscrito en la fecha límite del 31 de octubre, el último día en el cual la RFEC podía informar a la UCI de aspirantes a una licencia Continental.
De todas las posibilidades apuntadas, el equipo con más posibilidades de estar efectivamente en las carreteras en 2014 es el asentado Burgos BH. Madariaga y Odriozola trabajan a marchas forzadas, contando el primero con una reunión definitoria ya marcada; mientras el resto de candidatos son por lo pronto una incógnita. Cada escuadra que viera la luz supondría unos doce puestos para corredores, que sumados a los nueve españoles con los que en principio contará el nuevo Continental de Ecuador y los cuatro que fichará el Continental de Chile podría llevarnos a un escenario ideal donde todos los profesionales españoles encontraran equipo para 2014 e incluso varios amateurs dieran el salto.
En un escenario más realista, en cambio, hallarían acomodo entre 25 y 40 corredores, dejando a los demás abocados a la encrucijada que contamos aquí el invierno pasado personificada en José Luis Cano. Recalificarse, colgar o esperar. Apurar el paro, luchar por cobrar la indemnización en el caso de los Euskaltel. Mantenerse activo o mandar la bicicleta al carajo y ponerse a trabajar de cristalero, o prepararse unas oposiciones de maestro de educación física. Pasar más tiempo en la casa, con los niños. Todas opciones, todas condicionadas por un estado de ánimo de zozobra, incertidumbre, desesperanza y, en el peor de los casos, depresión.
Aunque este texto se refiere principalmente a la situación de los ciclistas, no sería justo obviar a todos aquellos que les rodean: técnicos, auxiliares, administrativos y hasta periodistas. Normalmente, ellos no forman parte del espectáculo; sin embargo, son claves para que suceda. Aunque su nombre no aparezca en las clasificaciones ni su foto en las postales, merecen ser valorados y que se piense en ellos tanto dentro como fuera del mundillo. Especialmente en momentos tan difíciles como la zozobra de noviembre.
PD: Podéis ver y descargar el censo de ciclistas españoles pinchando aquí. Si hay algún dato erróneo, por favor enviadme la corrección a través de Twitter o reflejadla en los comentarios. ¡Gracias!