Artículo publicado originalmente en Rock n’Vuelta – Arueda.com
La etapa cómoda de la última semana de Vuelta alumbró unos abanicos cuyos damnificados fueron Pozzovivo y Pinot, que perdieron 1’30” respecto a los mejores y algunas posiciones en la general. Bauke Mollema (Belkin) pescó una victoria en río revuelto. Hoy toca el final en el alto de Peña Cabarga, precedido de un trayecto incómodo por la cornisa cantábrica que podría ser aprovechado para lanzar una ofensiva contra el líder Vincenzo Nibali.
En medio del ruido de centenares de cadenas resbalando del piñón al plato, del plato al piñón, a veces también resopla el viento. Y, sin necesidad de cornetas, suena con una melodía de zafarrancho de combate. Así, apenas en un momento determinado entra de costado, los interesados en atacar fuerzan el ritmo; los defensores avisados se colocan a rueda y sufren para no quedarse atrás; los defensores despistados y los desinteresados, por su parte, se cortan y ven marcharse a los privilegiados hacia el horizonte.
Ayer, los hombres de Belkin sabían cuál iba a ser el momento clave. Merijn Zeeman, el técnico ideólogo del Argos-Shimano Express y ahora figura clave dentro del cuadro técnico del antiguo Rabobank, mandó al asesor Erik Dekker (el mismo que ganó tres etapas en el Tour 2000) a revisar los kilómetros finales y dilucidar cuándo se lanzaría la carrera.
Dekker acertó en su diagnóstico y tres de los cuatro corredores de Belkin que quedan en carrera (los otros cinco se han ido retirando, por fatiga o por caídas) entraron en el corte bueno forzado por RadioShack y Saxo Bank porque estuvieron donde debían cuando debían. Sólo Juanma Gárate, que hizo labor de brega durante toda la etapa, se quedó fuera; entraron el rocoso Robert Wagner, el rápido David Tanner… y Bauke Mollema.
En esta Vuelta a España, Mollema ha adoptado un rol de secundario y escapista. Su temporada ha sido intensa: lleva compitiendo a buen nivel desde febrero, cuando fue 6º en el Tour del Mediterráneo (qué lejos está la anterior edición y qué cerca la próxima); tiene al menos un top10 en todos los meses del año, sumó una victoria de etapa en la Vuelta a Suiza y ha terminado entre los 6 primeros en las generales de seis pruebas por etapas, la última de ellas el Tour de Francia. Así, sus piernas están desgastadas, romas, carentes de brillantez; ni con 26 años hay cuerpo que aguante 80 días de competición y todavía tenga mordiente.
Sin embargo, la carencia de mordiente no comporta carencia de actitud; no en el caso de Mollema, que empezó la Vuelta midiéndose con los mejores en los primeros finales en alto. Peñas Blancas le golpeó con la realidad de que no estaba al nivel necesario para disputar el ‘rojo’ como hace dos años. Y, desde entonces, sin que se le cayeran los anillos, se echó al monte, a las escapadas, a probar la ofensiva una y otra vez. Hasta ahora no había tenido un papel muy lustroso, aunque gracias a una de sus escaramuzas terminó 3º en Castelldefels. http://www.arueda.com/especiales/rock-n-vuelta/emergencia.html
Ayer, en cambio, la suerte le sonrió. Aprovechó un instante de indecisión a un kilómetro de meta; “era el momento”. Dejó a su compañero Tanner al lado de los velocistas, los Boasson Hagen, Richeze o Farrar, y saltó neutralizando un ataque de Paul Voss (NetApp). Hubo 200, 300 metros de duda; lo justo para crear una distancia insalvable. Ni siquiera Johan Vansummeren, que ya había cesado su trabajo en pos de las opciones de Tyler Farrar y reemprendió la marcha, dientes apretados, para intentar acercar a su coequipier y amigo necesitado de alegrías, pudo con Mollema. El holandés supo “sufrir los últimos 500 metros”. Sólo miró atrás “en los últimos 50”. Y consiguió el triunfo del valiente.