Tiburón al revés

Artículo publicado originalmente en Rock n’Vuelta – Arueda.com

La segunda jornada de descanso de la Vuelta a España dio pábulo, como corresponde, a dimes y diretes entre los favoritos.

En esta Vuelta se maneja cierta sensación de zozobra. Hay espectáculo, hay nivel, pero también bastante cansancio que se acentúa con la escasa respuesta del público, que dejó prácticamente huérfanas las cunetas en este tríptico pirenaico y tampoco las abarrotó en el periplo del sur del pasado fin de semana. Pesan las piernas porque, como dice Alejandro Valverde: “Casi todos llevamos una Gran Vuelta en el cuerpo, y eso se nota”. Y pesa también el ánimo porque, como todos acusan, ha habido demasiados kilómetros de traslado; casi tantos como de competición. “Está siendo demasiado”, asevera Purito Rodríguez.

No obstante la fatiga, todos eran optimistas en esta jornada de descanso. Se dice que el tiburón nota el rastro de sangre y se le aviva el instinto, pero esta vez ha sido al revés. La relativa debilidad de Nibali en Formigal ha animado a los rivales. Todos se ven capaces de derrotarle. Por ejemplo, Chris Horner: “Sólo necesitaré que sufra un momento de debilidad para marcar la diferencia”. O Valverde: “Tenemos más posibilidades de luchar por la Vuelta”. O Purito: “Puede pasar de todo”.

… Y mientras tanto, ‘lo Squalo’ es algo más tibio, pero igualmente firme: “Sigo siendo optimista”. Se excusa: “El Giro lo preparé a tope porque era mi objetivo de la temporada; no podía hacer lo mismo con la Vuelta”. Su mánager en Astana, Alexandre Vinokourov, es igualmente concesivo: “Aún no está al 100%”. El único asomo de duda de Nibali viene por la carga de trabajo soportada por su equipo hasta ahora: “Han trabajado mucho, quizá demasiado”. Ahí puede estar el talón de Aquiles del siciliano.

Dejando el trayecto hacia Calahorra de hoy, probable final al esprín o en fuga consentida, restan tres jornadas potencialmente decisivas antes del paseo en Madrid. El más flojo es el viernes, final en alto en el Naranco precedido de 80 kilómetros de constante sube y baja que pueden hacer pelota o incluso poner la carrera toledana. El sábado es el obvio final del Angliru, el puerto de mayor entidad de esta Vuelta y su probable juez de paz. Y el jueves estará Peña Cabarga, por la siempre incómoda cornisa cantábrica, con tres puertos puntuables antes de la empinada subida final donde Cobo y Froome escenificaron un duelo inolvidable hace dos años.

Ese terreno incómodo camino de Peña Cabarga, o incluso la jornada del Naranco, pueden ser ocasiones para probar la fortaleza de un Astana que ha ido claramente a menos como consecuencia del desgaste de defender el maillot rojo. Si no, siempre quedará la opción de jugársela mano a mano, un terreno en el cual Chris Horner puede tener algo más de fe que Purito o Valverde porque su desventaja respecto a Nibali es menor y su exhibición en Hazallanas aún está fresca.

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