Artículo publicado originalmente en Rock n’Vuelta – Arueda.com
Ayer, en la Vuelta a España, Michael Mørkøv (SaxoBank) inauguró su palmarés en el primer esprín que disputaba en su carrera profesional.
Sin embargo, el gran protagonista no fue el danés, sino Tony Martin. El alemán de OPQS atacó en el banderazo de salida y aguantó 175 kilómetros por delante del pelotón antes de ser cazado a un suspiro de la línea de meta, ajusticiado por su eterno rival en la disputa por el trono de mejor contrarrelojista del mundo Fabian Cancellara. Viendo su cabalgada uno no podía evitar acordarse de Germán Nieto ó Darío Gadeo. Viendo su clase y sus posibilidades de triunfo venía a la mente David Zabriskie, el beneficiario de la primera gran caída de Valverde. Y viendo su derrota, tan postrera y tan cruel, la imagen era Fabio Roscioli…
Hace justo 13 años, 30 de agosto de 2000, se disputaba una etapa de la Vuelta a España entre Albacete y Xorret de Catí. Faltaban 40 kilómetros para meta y Fabio Roscioli, un jornalero de la gloria enrolado en el mítico Jazztel – Costa de Almería de Miguel Moreno, gozaba de 12 minutos de ventaja sobre el pelotón. Iñaki Cano, comentarista en moto de TVE, se acerca a la ventana del coche de Moreno y casi le felicita. Pero el director le responde frío: “Nada. No llega”. Y Cano se sorprende. No lo entiende.
Aquella mañana, Mario Cipollini había tumbado de un puñetazo a Paco Cerezo y Fabio Roscioli, el ‘Rosco’, había atacado con el banderazo de salida, fiel a su costumbre. Su intento no había prosperado: había muchas ganas de batalla, las piernas estaban frescas. Se agazapó y, en el kilómetro 27, demarró de nuevo para marcharse en solitario. El pelotón, amedrentado por una fina lluvia que había puesto el firme resbaladizo y enajenado por el viento, que había destrozado la carrera el día anterior, le dejó hacer y marchar. El italiano rodó fuerte y aprovechó la cautela reinante atrás para cultivar una ventaja que llegó a los 14 minutos.
Faltando una quincena de kilómetros, recién pasado un puerto de tercera que precedía al durísimo Xorret de Catí hacia cuya base descendía, a Roscioli le patinó la rueda trasera en una rotonda y se fue al suelo. Se levantó rápido y, al rato, descubrió que tenía pinchado el neumático. Se bajó y le cambiaron su rueda por otra. En la vieja portaba un piñón del 27. En la nueva, el 23.
7 kilómetros de meta y Roscioli mantiene 7 minutos de ventaja justo al pie del Xorret de Catí. Parece que va a ser el segundo en inscribir su nombre en el muro valenciano tras el ‘Chava’ Jiménez, que lo había hecho un año antes. Sin embargo, la primera rampa le asesta una bofetada cruel. Los dobles dígitos de pendiente son demasiado para su culo gordo y su piñón del 23.
Por detrás se desata la batalla entre los hombres de la general. Heras, Sevilla, Rubiera… Los Kelme están ahí, secundados por extranjeros como Hervé o Rumsas, deseando hacer daño al líder Alex Zülle y sus inmediatos perseguidores Ángel Casero, Igor Galdeano y Jan Ullrich. Sin embargo, es un joven y liviano escalador salmantino de Banesto llamado Eladio Jiménez quien logra hacer hueco. Los contrarrelojistas lo pasan mal. Pero peor aún es el trago para Roscioli, que no puede mover el exagerado desarrollo que le ha impuesto la mala fortuna. Se arrastra puerto arriba, esquivando motos, rehusando empujones del público y haciendo ‘eses’ para mitigar las rampas…
Finalmente, faltando 300 metros para coronar el Xorret de Catí, ‘Layi’ Jiménez rebasa a Roscioli como una exhalación. Le ha recortado siete minutos en cinco kilómetros. Al italiano de Jazztel no le queda sino llegar a meta con la máxima dignidad posible, roto tras 140 kilómetros de cabalgada. Actualmente regenta un gimnasio y sala de spinning en Pamplona.
Tony Martin, por su parte, tomará hoy la salida en Almendralejo, camino de Mairena, en otra jornada con previsible esprín. Sabe que ayer hizo “algo especial” y probablemente esperará a la crono del miércoles en Tarazona para cobrarse su venganza sobre Cancellara.