Artículo publicado originalmente en Rock n’Vuelta – Arueda.com
La primera llegada masiva de la Vuelta a España se resolvió con victoria para el joven australiano Michael Matthews (Orica – GreenEdge). No hubo novedades de cara a la general, en la que sigue líder el italiano Vincenzo Nibali (Astana).
Cada tipo de ciclista tiene su carácter. Cuestión de sociología y de perfil psicológico. Los escaladores suelen ser de pocas palabras; los gregarios, serios; los rodadores, alegres; los velocistas, divos, sobrados, pagados de sí mismos. El ganador de hoy, Michael Matthews (1990, Canberra) cumple a la perfección con el estereotipo e incluso lo lleva un poco más lejos. Es apolíneo y se atreve a resaltarlo con ropa de moda, camiseta de tirantes por aquí y sombrerito por allá, patillas finas, pelo engominado, ‘piercing’ en la ceja izquierda, pendientes en ambas orejas, tatuajes varios y una sonrisa de satisfacción permanente. Tal es su gusto por los abalorios que desde juveniles le llaman ‘Bling’, por el brillo.
Con esa disposición pasó a profesionales en 2011 en el seno de Rabobank, después de ganar el Mundial sub23 en su patria, esprintando por encima de John Degenkolb. Ratificó su talento rápido con una victoria en el Tour Down Under; después ganó una etapa en Murcia, la Vuelta a Colonia. Sobre todo, tuvo una presencia constante a lo largo de todo el calendario. Después, se diluyó. Pasó a ser secundario en las pruebas grandes y uno más en las menores, donde consiguió un par de triunfos de escaso calado. Minucias porque, mientras él ganaba en Almería, Arnaud Demaré lo hacía en Hamburgo; si ‘Bling’ conseguía una etapa en Utah, Peter Sagan se lleva cinco en California y tres en el Tour, e incluso el Degenkolb a quien otrora sometía conseguía cinco en la Vuelta.
Hoy, en conferencia de prensa, reconocía haber sentido presión viendo a sus coetáneos acumular victorias de prestigio mientras él se adocenaba. Llegaba la rabia: “Yo no estoy tan lejos de Sagan en la mayoría de carreras. Me disgusta verle ganar tres etapas en el Tour mientras sentado frente al televisor”, decía a finales del año pasado. Rabobank había dejado confiar en él. “Me pedían que ganara aquí y allí, y eso al principio es bueno pero al final se hace duro”.
Pero el problema de fondo no eran los resultados, sino la deslealtad. Desde que a principios de 2011 tomaron cuerpo los primeros rumores del nacimiento de la estructura GreenEdge, Matthews empezó a decir en público y en privado que quería irse allí, olvidando que le unían dos años de contrato con la escuadra holandesa. Así lo reconoció una vez consumado el movimiento: “Rabobank no estaba contento conmigo. Yo era su estrella emergente y querían conservarme durante otros tres años. Pero deben entender que es un equipo profesional australiano, el primero de la historia, y quiero formar parte de él”.
Cuando llegó a Orica-GreenEdge este invierno, ‘Bling’ se encontró a su mentor para la élite, Shayne Bannan, que le encomendó al cuidado de Neil Stephens, director titular de la escuadra. ‘Stevo’ hizo su diagnóstico: “Cuando le fichó Rabobank se estancó”. Y también el tratamiento: “Tengo que convencerle de que vaya a determinadas carreras que no le gustan. Son necesarias para que crezca y parte de su desarrollo depende de que se lo crea. Irá a Romandía y saldrá de allí siendo un mejor ciclista. Irá al Giro, trabajará para Goss y el resto de compañeros y saldrá de allí siendo un mejor ciclista. Es un plan para varios años: queremos prepararle para la vida, para ser mejor ciclista, mejor compañero y mejor persona”.
Esta temporada, en efecto, ha sido dura y de aprendizaje para Matthews. No es que haya competido demasiado (apenas 50 días antes de la Vuelta), sino que lo ha hecho en roles completamente secundarios. Solo fue velocista titular del equipo en las Vueltas a La Rioja, California y Utah, donde por fin consiguió sendas victorias para recompensar su sacrificio. También se exhibió en las montañas, con escapadas subiendo puertos de primera que demuestran su talento poliédrico y sorprendente.
En esta Vuelta a España se encuentra pletórico. Ayer, el Mirador de Ézaro no le pareció “tan duro como lo pintaban” y fue capaz de concluir tercero en meta tras Dani Moreno y Fabian Cancellara. Hoy, en Lago de Sanabria, ha sido capaz de burlar el lanzamiento de Argos-Shimano (Janse van Rensburg y Sinkeldam para Nikias Arndt) y encabezar el esprín durante 200 metros, con viento favorable y cerrando la puerta a Gianni Meersman, que peleó infructuosamente por superarle. En la ‘flash interview’ resaltó que está “progresando”; después, reconoció que se le habían saltado “unas cuantas lágrimas”. Y terminó advirtiendo: “Esto es sólo el principio”. Convencido, creído y crecido, como buen velocista.
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