Artículo publicado originalmente en Rock n’Tour – Arueda.com

El final de la etapa de ayer del Tour de Francia fue alegre y plausible. Una recompensa para el esforzado silencioso, el gregario discreto cuyas piernas no se reflejan en el palmarés.

Jan Bakelants no es un cualquiera. Para empezar, es graduado en ingeniería biológica, “uno de los pocos intelectuales del pelotón” según le define su coequipier Maxime Monfort. Deportivamente, ganó una Lieja – Bastoña – Lieja sub23, y también un Tour del Porvenir derrotando a Rui Costa, Arnold Jeannesson o Tejay Van Garderen. Dicho Tour del Porvenir era lo más parecido a una victoria como profesional que había gozado desde 2008, siendo que su estreno en la máxima categoría es la carrera por la que todo el mundo se cortaría un brazo. Como Rein Täaramae, que vio el suyo abierto en canal el sábado por el plato de una bicicleta ajena, que voló en una caída y le tajó la extremidad de forma espeluznante. Gajes del oficio.

Alegra la victoria de Bakelants, aparte de por el aire bíblico del modesto David que derrota al arrogante pelotón Goliat que no tiró convencidamente de sí mismo por no regalarle la victoria al titánico Sagan, porque el belga corre en RadioShack-Leopard-Trek.

“RSLT” es uno de los equipos más tristes de la temporada. El heredero del US Postal de Armstrong, aunque sólo sea merced a una fusión extraña que consistió en cambiar el nombre de ciertos contratos, ha tenido por tónica la pesadumbre. Por una parte, la sombra de Armstrong: su confesión conllevó la pérdida de un importante patrocinador, Nissan, y supuso una catástrofe a nivel de imagen y gestión, por cuanto quitó del medio a un Johan Bruyneel que ahora se afana en prepararse para lo que se le viene [legalmente] encima. Por otra, las malas praxis de Flavio Becca, el magnate luxemburgués que financió aquel equipo prêt-à-porter llamado Leopard Trek, que no está dispuesto a poner un duro más de su bolsillo y presuntamente racanea salarios hasta lindar el límite del incumplimiento de contrato.

RadioShack no es, en definitiva, un equipo sencillo para hallarse encuadrado. Suerte que los corredores se han sabido aislar, más o menos, y están sosteniendo una temporada decente superando la quincena de victorias, con cinco campeonatos nacionales, dos Monumentos (Flandes y Roubaix, Cancellara) y esta victoria de etapa y liderato en el Tour. Ahora, con la compra de la licencia WT de Becca por parte de Trek, gigante bicicletero de la cuerda de Armstrong que desea mantener a la estructura en el primer plano del ciclismo mundial, el panorama se aclara.

Otra razón para la felicidad de RSLT hoy llegó en 74ª posición a meta. Se llama Andy Schleck y tiene en su haber un Tour de clembuterol y una exhibición espectacular en el Izoard, cruzando en solitario y destacado la Casse Desserte como deben hacer los campeones. Superclase legítimo, ha perdido años de carrera deportiva por pereza competitiva. Esta temporada, con su hermano Fränk cumpliendo sanción, se ha sobrepuesto al hedonismo. Y, pese a llevar toda la campaña alternando demostraciones esperanzadoras con resultados decepcionantes, parece haber llegado a esta Grande Boucle en un buen punto de forma; al menos, con el suficiente para no hacer el ridículo.

“He podido ver a un Andy fuerte hoy”, dijo Bakelants ayer en rueda de prensa. “En la subida larga estaba conmigo y parecía cómodo. Creo que puede llegar muy lejos en este Tour”. Mientras, el pequeño de los Schleck contó a L’Équipe en los prolegómenos de la carrera que él podía ser “la sorpresa” de la Grande Boucle. Hasta qué punto son ciertos estos brindis lo podremos empezar a dilucidar hoy, con un recorrido de media montaña y carreteras estrechas que eliminará a muchos más de los cien ciclistas que llegaron cortados respecto del pelotón ayer, hecho atípico al tratarse de una etapa sin gran montaña y ser el segundo día de competición.