Hay quien le percibe como un corredor soberbio, demasiado acostumbrado al estrellato y el triunfo para ser terrenal. Giovanni Visconti (1983, Turín; radicado en Palermo) lleva años siendo uno de los nombres más destacados del ciclismo italiano por derecho propio: 22 victorias y tres campeonatos nacionales le contemplan. El reto es ahora convertirse en un gran nombre del ciclismo mundial. Para ello serán claves las Clásicas de las Ardenas, cuyo acto inicial tendrá lugar hoy con la Amstel Gold Race y en las cuales será uno de los principales sostenes de Alejandro Valverde. El retrato de Visconti, de su realidad y su posibilidad, puede hacerse a través de tres figuras que repasó en una entrevista antes de la Clásica de Almería.
Paolo Bettini
La comparación eterna, inmediata, inevitable por cuanto llegaron a compartir equipo tres temporadas. “Bettini ha sido fundamental para mí en mis primeros años como profesional. Observándole comprendí muchas cosas y decidí qué tipo de corredor quería ser y pienso poder ser. Antes de conocerlo, lo miraba como un ídolo. Tenía un póster suyo colgado en mi habitación. Correr junto a él fue un sueño hecho realidad”.
Se dijo que terminó litigando con él. “No. Es mentira. Fueron palabras sin sentido dichas por periodistas. Bettini no estaba contento con Quick Step por motivos económicos, pero no había ningún problema conmigo. Si hubiera tenido un problema con Paolo, lo reconocería”. Y aporta hechos para desmentirlo. “Sin ir más lejos, me ha convocado a varias citas con la selección italiana y quiere llevarme con un papel importante a Juegos Olímpicos y Mundial. En enero incluso me invitó a su casa para charlar sobre el tema”. Confirmó en Cobbles and Hills sus pensamientos arcobalenos: “[Bettini] Me ha dicho que pruebe en la Amstel a modo de test pensando en el Mundial”. Y es que el Mundial de Valkenburg, con subida postrera al Cauberg [cota final de la Clásica de la Cerveza] seguida de un llano posterior, es “ideal” para sus características. “Podré echar mano de mi punta de velocidad”.
Giovanni Visconti
Parece redundancia, pero es necesario detenerse en él, el que quiere ser como Bettini y no un cabeza de ratón. “He ganado muchas carreras en Italia, pero ése no es mi ideal como ciclista. Si fuera así, me hubiera quedado allí, en una escuadra que me pagara bien, donde fuera líder indiscutible y tuviera la opción de ganar treinta pruebas cada año… Pero yo quiero ser algo más”.
Por eso dio el paso atrás, cambiando el brillo de Quick Step por el mate de Farnese Vini en invierno de 2008. “Con Quick Step tuve la posibilidad de medirme en grandes escenarios sin tener que llevar a cabo labores de equipo, pero me vi un poco superado. Por ello decidí fichar por un equipo profesional. Fue una decisión valiente destinada a crear los cimientos de mi carrera profesional”.
“Ahora me siento preparado para volver a enfrentarme a los mejores en los grandes escenarios”. Por eso da un paso adelante. “Unzué espera que sea un corredor importante. Siento que estoy en una de las mejores escuadras del mundo, sobre todo por lo tranquilo que se puede estar”. ¿Por qué valorar la tranquilidad? ¿Antes sentía mucha presión? “Con Farnese sólo corría dos o tres carreras de primerísimo nivel cada año, y de mi resultado dependía la sensación que generara la escuadra y que ésta se ganara invitaciones para citas posteriores. Ahora no tengo ese estrés, y puedo correr ciertas carreras pensando en otras. Pero en el fondo me gusta la presión. Me apetece la responsabilidad, que me citen entre los favoritos, porque significa que estoy ahí”.
Sabiendo eso, la mentalidad con que observa el estrellato y sus ambiciones, sólo cabe preguntar qué le falta para alcanzarlo. “Sólo un día de gloria, esa gran carrera en la cual me vea fortísimo y, gane o no, trate de tú a tú con los mejores. Tras esa primer ocasión en la cual pueda luchar en el último kilómetro por ganar una gran clásica cambiarán mis intenciones y mi estatus en el ciclismo”.
Alejandro Valverde
En su regreso a la élite, Visconti tiene que lidiar con el segundo plano. Es cola de león. Se supedita completamente a Alejandro Valverde: de él dependerán sus resultados, su balance, su éxito. “No es una cuestión de humildad, sino de realidad. Él es Valverde, escrito en mayúscula, y yo soy Visconti, a secas. A mi me gustaría ser como Valverde, pero aún no lo soy. Así que estoy a su servicio. Como líder Valverde es un verdadero señor con sus coequipiers, y existe la posibilidad de que si marcho verdaderamente fuerte pueda jugarme mis opciones. Pero será porque Valverde lo consienta”. Así sucedió en Amorebieta.
Visconti extiende su pleitesía a las Ardenas. “Sólo estar junto a Valverde en los kilómetros finales y ser decisivo para que él consiga la victoria supondrá un salto de calidad para mí”. Asumido esto, empieza a hablar de futuro. “No tengo prisa por ostentar un estatus de favorito. Me veo física y mentalmente tres años menos de los que realmente tengo, y en consecuencia con siete u ocho años más para ser un ciclista importante a nivel mundial. Al fin y al cabo, de momento sólo soy un chiquillo que no ha ganado ninguna carrera importante. Aquí en Movistar ha empezado una era para mí; y una era no dura un año. Tengo tiempo por delante…”
La duda es si será lo suficientemente paciente y sabrá esperar ante un año sin la cantidad de victorias acostumbradas. “Estoy convencido de que conseguiré victorias durante el año, pero también será importante para mí en el balance de la temporada qué grandes carreras haya ayudado a ganar”. Entonces, ¿aunque no ganaras más carreras…? “No sería una desilusión para mí ser un gregario durante todo el año. Sobre todo porque no seré un gregario normal, un aguador para los cien primeros kilómetros. Yo seré un gregario de lujo, un hombre verdaderamente importante para mi líder”.
Ahora toca traducir toda esta teoría, todo el pensamiento y la posibilidad, en realidad. Desde esta misma tarde iremos comprobando cómo Visconti, a partir de sus tres figuras, articula su salto a la primera línea del ciclismo mundial.