Un repecho y el efecto de recencia

Le etapa amenazaba tormenta, y la tormenta no se hizo de rogar. Conidciones meteorológicas aparte, el Mûr-de-Bretagne (traducido de manera algo ‘sui generis’ al español como Muro de Bretaña, cuando en francés significaría “Maduro de Bretaña”) anunciaba batalla a pesar de ser poco más que un repecho duro en su primer kilómetro y una subida suave en el segundo. Era final de etapa. Y los ánimos estaban caldeados…
Había un favorito, el vigente campeón Alberto Contador, que debía dispersar en el ambiente del Tour la sensación de debilidad ofrecida durante el primer fin de semana de competición, saldado con 1’38” de pérdida respecto de su máximo rival Andy Schleck. La ocasión de hoy era propicia, y tenía además precedentes positivos. En el reciente Giro de Italia, el pinteño dio su primer golpe de mano en una llegada similar en Tropea, después de suscitar dudas en los días anteriores. En el pasado Tour, Contador consiguió en la empinada y corta subida de Mende diez segundos sobre Andy Schleck.
El ataque estaba, pues, más que cantado. Llegó a kilómetro y medio de meta, cuando el “muro” bretón alcanzaba su máxima pendiente. Contador había avanzado hasta la cabeza del pelotón prácticamente en solitario, apenas ayudado por un coequipier de Saxo Bank, para situarse a la par de un opulento Leopard Trek que contaba con Fuglsang y los dos hermanos Schleck entre los veinte primeros del grupo. Fränk incluso viajaba a rueda del superclase madrileño, pero no pudo contener su demarraje; tuvo que ser Gilbert el encargado de cerrar el hueco, beneficiado sin duda por el viento de cara que según Evans sufrieron los corredores durante la mayor parte de la subida.
Posteriormente se desarrolló la lucha por la etapa, caótica para beneficio de la inercia por dos factores. El primero, un Evans pletórico que se mostró pronto como el más fuerte de los contendientes y condicionó con ello el movimiento de otros favoritos; el segundo, un Gilbert empeñado en ganar cuyo ansia le llevó a desperdiciar la superioridad numérica de su Omega Pharma con un movimiento tan lamentable como fue anular el tirón de su compañero Jurgen Van der Broeck pensando en que sería un buen lanzamiento para su hoy débil esprint.
A la postre fue Cadel Evans quien se llevó el gato al agua con un impresionante esprint de 200 metros que, si bien no logró arrebatar el amarillo a Thor Hushovd, si consiguió dejar con la miel en los labios a un Contador que llegó a creerse ganador. El pinteño no se llevó la etapa, pero consiguió derrotar con ocho segundos de diferencia a otros favoritos como Gesink, Basso o el propio Andy Schleck. Una ventaja ciertamente anecdótica en términos numéricos, pero muy valiosa en el psicológico.
En el proceso de memorización, existen dos efectos preponderantes y muy a tener en cuenta en el estadío moral de los favoritos de este Tour: primacía y recencia; el primer recuerdo y el último marcan nuestros pensamientos en torno a un asunto. El 1’20” de la primera etapa, provocados por una caída, y los 8” del repecho de hoy, fruto meramente de una diferencia de prestaciones entre los distintos corredores, son la sensación latente ahora mismo entre los aspirantes a la clasificación general de este Tour de Francia. Es por ello que, de cara a futuras etapas como la de Super Besse (el sábado), lo sucedido hoy en el repecho del Muro de Bretaña puede jugar un papel clave. Más allá del efecto de los números estará el efecto de recencia…
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