Tras Xorret, Nibali es el rival a batir

La llegada a Xorret de Catí va camino de convertirse no ya en un seguro de éxito, sino en un clásico para la Vuelta a España. Su estrecha carretera y empinada pendiente siempre deparan imágenes espectaculares; su labor de rompehielos, siendo casi siempre la cima alicantina una de las primeras etapas en marcar diferencias en la general, le confiere un cariz atractivo de prueba de fuego para los implicados en la lucha por el maillot de líder. Con ello permite análisis y emana sensaciones útiles para aventurar el posible devenir de la Vuelta.
Precisamente en torno al maillot rojo que distingue al número uno de la general se ha desatado la única polémica de la jornada. Joaquín Rodríguez e Igor Antón se pasaron el día entero pugnando por el liderato de la carrera ante la segura caída a puestos traseros de Gilbert en la subida a Xorret. Empatados a tiempo catalán y vizcaíno, el corredor de Euskaltel se hacía con el codiciado rojo por puestómetro (suma de los puestos obtenidos por ambos corredores en la meta de las etapas disputadas) de llegar ambos juntos a meta.

Así, Rodríguez pasó el día entero buscando ese segundo que le permitiera adelantar al de Galdakano. Se metió en la lucha por el esprint especial de Onil, donde consiguió ser tercero y con ello un segundo menos para la general; pero una caída previa a la disputa de la bonificación hizo que los jueces decidieran anularla. Purito, incansable, luchó a brazo partido en Xorret de Catí por distanciar a Antón. Le resultó imposible, así que llegado el momento decidió jugarse la carta de esprintar en la meta, situada dos kilómetros después de la cima, e intentar picar tiempo. Pareció conseguirlo, Antón perdía rueda respecto de Nibali y él; pero en los últimos metros el italiano se dejó ir, hizo función de puente y evitó que Purito tomara ese segundo que le colocaría como líder.
En un primer momento, sin embargo, los jueces estimaron que sí había habido esa distancia y llamaron a Joaquín Rodríguez al podio. Cuando repararon en su error y estimaron que era Antón el nuevo portador del maillot rojo, el rebote de Joaquín Rodríguez fue curioso según reporta José Andrés Ezquerro (AS) en su Twitter. La pregunta es si merece la pena el rebote, toda vez que ahora tocan dos etapas de terreno quebrado, lo que significa desgaste para el equipo de líder. Un tributo a pagar elevado teniendo en cuenta que ser primero en la general a estas alturas de la prueba es algo circunstancial. Da lo mismo ser segundo, tercero o…
Cuarto. Cuarto en la general es Xavi Tondo, catalán del conjunto Cervélo que parece haber intercambiado roles con su a priori líder Carlos Sastre. En el transcurso de la etapa de hoy, el conjunto dirigido por Álex Sans ha portado el peso de la carrera a partir del Puerto de la Carrasqueta. En principio parecía un trabajo destinado a dinamitar el pelotón y minar a los rivales de un Sastre que necesitaba recortar los dos minutos de desventaja con que contaba en la general. Luego, en Xorret, el abulense se puso en cabeza a seleccionar definitivamente el grupo de favoritos y se vio claro que el principal beneficiario de la labor realizada durante la etapa no era el abulense sino Tondo.

Parece ser que Sastre ha admitido estar un peldaño por debajo del catalán en estos momentos y ha trabajado para él tanto en la subida al puerto alicantino como en la bajadadel mismo. El corredor de Valls llega más fresco a esta Vuelta, toda vez que no ha competido en junio y julio con la descarga que ello supone para sus piernas. En su contra juegan dos factores que precisamente acreditan a Sastre como contendiente en la general: adolece de consistencia en los momentos decisivos (como ha demostrado hoy cediendo unos segundos insignificantes pero sintomáticos en meta ante el esprint de Rodríguez y Nibali) y aún está por ver su capacidad de afrontar a tope la tercera semana de una grande, cita que no ha disputado a tope en toda su carrera deportiva.
Otro equipo que deberá replantearse su táctica una vez transcurridas las primeras etapas de la Vuelta es Caisse d’Épargne. Hoy ha colocado cinco corredores en el grupo de favoritos. Los hombres de Eusebio Unzué son líderes en la clasificación por escuadras y cuenta en sus filas con cinco ciclistas capaces de entrar en el top20 de la general… pero ninguno para el top5, por más que ‘il asino’ Marzio Brusheghin se halle situado en el quinto lugar provisional. Para brillar en la gran ronda española y aspirar al rojo, no quedará sino echar mano de una táctica valiente como la del glorioso día de L’Aquila, movimiento audaz que les permitió aupar al segundo cajón del Giro de Italia a David Arroyo. Avala esto el hecho de que en esta Vuelta lo más parecido a un bloque sólido para controlar la carrera es un Katusha que ya ha gastado bastantes balas en estos primeros compases de carrera, por lo cual es relativamente asequible dar un vuelco táctico. Lo que parece claro es que, sólo con la regularidad de sus mejores ciclistas, la escuadra navarra no puede aspirar sino a acumular hombres en el top10.
El capítulo de decepciones se abre con Denis Menchov. El ruso de Rabobank llega a la Vuelta acomodado, con la temporada justificada por su podio en el Tour y su futuro asegurado por un contrato con el equipo Geox. No tiene necesidad de apretar, ni de buscar los puestos de honor; eso genera una distensión que en días como hoy le lleva a ceder más de dos minutos en una subida de apenas cinco kilómetros. Tampoco han estado en el lugar adecuado Ezequiel Mosquera y Frank Schleck; el de hoy no era el terreno ideal para el gallego, mientras que el luxemburgués sencillamente no acaba de cogerle el punto a esta Vuelta.
Haciendo un análisis rápido, la primera fila de entre los aspirantes al cajón más alto del podio de Madrid han quedado reducidos a una terna formada por Joaquín Rodríguez, Igor Antón y Vincenzo Nibali, separados entre sí por dos exiguos segundos. De ellos, Antón es el que más y mejor se ha mostrado, toda vez que ya lleva un triunfo parcial (Valdepeñas) en el zurrón. Rodríguez, por su parte, parece fuerte y capaz de todo, pero esta por ver si acusará los esfuerzos del Tour en la parte final de la carrera.
En cuanto a Nibali, lo ‘Squalo’ no acaba de lucir pero esta ahí. Siempre con los mejores, a rueda de los favoritos, entre los seis primeros en todas las etapas decisivas de lo que llevamos de Vuelta. No parece sencillo distanciarlo en montaña, donde se muestra sólido al estilo de los grandes campeones; mientras en contrarreloj es flagrantemente superior a la pléyade de escaladores españoles que pudiera acosarle de tomar el rojo en la crono de Peñafiel. El italiano es, ahora mismo, el rival a batir en una Vuelta que ha iniciado ilusionante y, sobre todo, bonita.

El amanecer de la Vuelta

Después de varios años de cambio gradual, la Vuelta a España vuelve a suscitar gran interés dentro del mundo del ciclismo e incluso para el gran público.
A mediados de la década pasada, la Vuelta a España tocó fondo. La carrera no sólo estaba instalada en la más profunda endogamia (en la edición de 2004, sólo dos de los veinticinco primeros de la general final no eran españoles), sino que también acusaba graves problemas de dopaje como los que llevaron a la descalificación de Roberto Heras en 2005 habiendo sido ganador de la carrera y unos recorridos que no ayudaban al espectáculo deportivo. El resultado era el desinterés. Pudiera ser culpa de la tesitura general de un ciclismo que vivía a la sombra de Lance Armstrong, siendo todos los eventos que no contaban con el tejano una especie de segundos platos. Pero también sucedía que la gran ronda española, en pleno declive de los Franco y Sáenz de Trápaga y con Cordero ejerciendo de director general, no llegaba a proponer novedades llamativas, ni acciones para aumentar su prestigio. Estaba sumida en un círculo vicioso de mediocridad.
Tras la anodina edición de 2007, donde el aplastante dominio de Menchov se cimentó en un recorrido desastroso cuya clímax llegó en una crono en la autovía de Zaragoza, Unipublic (organizadora de la Vuelta) cambió de manos y pasó a ser propiedad del Grupo Antena 3 y, más adelante, ASO (propietaria del Tour de Francia).
Tres años después, por fortuna, la suerte de la prueba ha cambiado su signo poco a poco. La participación de las últimas ediciones ha tenido poco que ver con la de las precedentes, a veces por sucesos puntuales como sucediera con Contador y Valverde en sus respectivas Vueltas victoriosas. El recorrido, por su parte, también ha mejorado sensiblemente; se tienden a las emboscadas, a la distribución adecuada de la dureza para no dejar ristras de etapas a mitad o final de la carrera huérfanas de aliciente. Se podría decir que las últimas ediciones han sido el amanecer de la Vuelta, las del retorno de la ronda española al primer plano del ciclismo mundial y el panorama mediático nacional.
Un recorrido condicionado por la televisión
Entrando ya a la materia deportiva, la realidad es que el recorrido de la Vuelta 2010 es mejorable. Falta contrarreloj y dureza en la parte media de las etapas para castigar las piernas de los ciclistas, y eso es algo que quizá se haya visto condicionado por las retransmisiones televisivas. En primer lugar, las cronos no suelen ser plato de buen gusto para el público, que prefiere ver una carrera entre varios corredores antes que una lucha por el mejor tiempo. Y, en segundo, la cicatería mutua del Grupo Antena 3 y RTVE ha llevado a que la televisión pública recorte los medios destinados a la Vuelta (este año Carlos de Andrés y Perico Delgado retransmitirán desde el estudio) y conecte a partir de las cuatro de la tarde con la carrera, una circunstancia que aconseja a Unipublic que las cosas sucedan en la parte final de las etapas.
Las etapas montañosas de la gran ronda española este año, pues, tienden a concentrar sus puntos candentes en su parte final. Se tiende al unipuertismo, con jornadas que acaban directamente en alto sin ninguna dificultad previa reseñable. Es el caso de las llegadas de Pal (11ª etapa), Lagos de Covadonga (15ª) o el novedoso Peña Cabarga (14ª), que se afronta por primera vez en la Vuelta y promete emoción. Distintos serán los parciales de los también inéditos Cotobello (16ª) y Bola del Mundo (20ª), que tendrán antes pasos por San Lorenzo y Cobertoria en el caso de la cima asturiana y por Navacerrada (puerto matriz de la Bola) en el caso de la madrileña. La disciplina de la contrarreloj quedará liquidada con una CRE nocturna de 13km el primer día en Sevilla y una CRI de 46 km en Peñafiel a cuatro días del final. Poco…
De cualquier manera, hay muchas otras etapas interesantes en el recorrido de esta Vuelta, con emboscadas clásicas como la Cresta de Gallo (6ª etapa), Xorret de Catí (8ª) o Toledo (19ª) y otras novedosas como el puerto del León (3ª etapa), Valdepeñas (4ª), Alcoy (9ª) o, sobre todo, el Rat Penat de la décima etapa. Este santuario cicloturista, el Murciélago en catalán, es un puerto de primera categoría de unos cinco kilómetros, casi el 10% de pendiente y picos del 23% que los ciclistas deberán franquear camino de Vilanova i la Geltrú. Aunque se corona a unos treinta kilómetros de meta, después habrá un terreno incómodo que hará complicado que el pelotón vuelva a compactarse.
La participación nacional, buena aunque falten los mejores
Por lo que respecta al plantel de corredores presente en la salida de Sevilla, será muy bueno aunque estará algo opacado por la ausencia de las grandes estrellas nacionales Alejandro Valverde (vigente campeón, sancionado por dopaje), Samuel Sánchez y Alberto Contador. El caso de los dos últimos es llamativo, por cuanto han dado carpetazo a su temporada con sólo 58 y 51 días de competición respectivamente. La media en los ciclistas ProTour suele andar en torno a los 70, lo cual evidencia un cierto desinterés de asturiano y madrileño por la gran ronda española.
Sí estarán, en cambio, los otros cuatro estandartes que tiene en este momento el ciclismo nacional: Joaquín Rodríguez, Carlos Sastre, Luis León Sánchez y Óscar Freire. Los dos últimos han anunciado que correrán para preparar el Mundial, luchar por etapas y ayudar sus compañeros; Rodríguez y Sastre, en cambio, si vienen buscando algo más. El catalán de Katusha quiere confirmar que lo del Tour no fue flor de un día y codearse de nuevo con la élite en la clasificación general. El abulense, por su parte, llega a la Vuelta deseoso de revancha tras un Tour no demasiado satisfactorio ni en la carretera ni en el hotel; aquí estará acompañado por su guardia pretoriana (Florencio, Pujol, Cuesta, el outsider Tondo) y aspira al máximo posible.
En cuanto a los otros españoles en liza por la general, cabe destacar al dúo presentado por Euskaltel: Beñat Intxausti e Igor Antón. Si bien ambos llegan en buena forma y tienen cualidades similares, Igor Galdeano ha aclarado que el zornotzarra estará supeditado a Antón, que buscará consumar en 2010 lo que apuntó en 2008, cuando una caída le impidió estar en el podio de una Vuelta donde parecía el más fuerte en montaña. Caisse d’Épargne, por su parte, llega con la tranquilidad de su acuerdo de patrocinio con Movistar y varias apuestas posibles para luchar por el podio. Rubén Plaza realizó un gran Tour y ya fue quinto en la gran ronda española; David Arroyo, segundo en el Giro, está fresco y bien preparado pero ha confesado que la falta de dureza del recorrido no le viene bien. Y luego están el italiano Brusheghin, antiguo seguro de vida que lleva una mala racha, y el colombiano Urán, este año algo por debajo de sus expectativas pero excelente escalador y contrarrelojista.
El resto de opciones nacionales para la general de la Vuelta pasan mayormente por el ciclista de Xacobeo Ezequiel Mosquera, que llega en buena forma y espera asaltar de una vez el podio o, al menos, conseguir una victoria de etapa. Andalucía – Cajasur, por su parte, espera colar a Javi Moreno o Gómez Marchante en el ‘top ten’.
Varios extranjeros en disposición de llevarse el maillot rojo
Si buena es la participación nacional, no lo es menos la foránea. A los habituales esprinters y clasicómanos preparando el Mundial (Farrar, Petacchi, Cavendish, Bennati, Hushovd, Cancellara, Gilbert) se han sumado en esta edición de la Vuelta varios candidatos serios por la victoria de la general. Ya han pasado esos tiempos donde los corredores extranjeros miraban la Vuelta de reojo…
El primer foráneo a tener en cuenta es, por derecho propio, Denis Menchov. El corredor de Rabobank siempre ha tenido un especial cariño por la ronda española, la ha disputado varias veces y tiene dos en su palmarés (2005 por descalificación de Heras y 2007). Su fortaleza radica en su enorme solidez, mostrada este mismo verano con su podio en el Tour; su hándicap, que no tendrá presión al haber justificado ya esta temporada y asegurado la siguiente y eso puede generar dentro del ruso una relajación contraproducente.
Otro gran candidato será Vincenzo Nibali. ‘Lo Squalo’ es en este momento el mejor vueltómano de Italia. Se colocó tercero en el pasado Giro a pesar de no haberlo preparado y ser incluido a última hora por los problemas de Franco Pellizotti con el pasaporte biológico. Llega, además, en una gran condición física como refrendó en las semiclásicas italianas de agosto. A su lado tendrá al siempre potente equipo Liquigas, con un enorme bloque de gregarios encabezado por el checo Roman Kreuziger.
La terna de grandes favoritos extranjeros para la obtención del maillot rojo se cierra con Frank Schleck. El mayor de los hermanos luxemburgueses buscará resarcirse en carreteras españolas de lo acaecido este julio en las francesas, cuando una caída en el pavé le apartó de un Tour al que llegaba en plenitud de condiciones. En principio, vendrá a esta Vuelta para implicarse, al contrario de lo que sucediera con su hermano Andy y él el año pasado, cuando su presencia fue testimonial. El propio Andy tomará también la salida en Sevilla, pero parece que se limitará a apoyar a su hermano, prescindiendo de cualquier objetivo individual.
La lista de foráneos que podrían pelear por la general se completa con Andrei Kasheckin, kazajo enrolado en Lampre que fuera tercero en la Vuelta de 2006 antes de ser sancionado por dopaje; Vladimir Karpets, ruso de Katusha que cada vez parece más desengañado respecto de las vueltas de tres semanas y decidido a centrarse en las de una; el ex biker Jean Christophe Peraud, que se perdió el Tour por una infección y viene a por todas a la Vuelta; más el sueco Lövkist, el irlandés Roche y el francés Moncoutié para los triunfos parciales. Como posible sorpresa, mencionar al kazajo de Astaná Andrei Zeits, joven de gran talento que ya fuera 34º en el Giro de su debut (2009) con sólo 22 años y llega a la gran ronda española con el encargo de mostrarse en el alto nivel.
Ése es el planteamiento de una Vuelta ilusionante, esperada y que podría dar un gran espectáculo siguiendo la corriente de una temporada donde el ciclismo está volviendo a ser grande y deparar grandes y polémicas competiciones. La Vuelta 2010, aunque empezará de noche, podría representar un amanecer para el ciclismo español y mundial.

Basso y Liquigas ordenan las fuerzas del Giro

El único hecho que parecía consumado de antemano en la salida de este Giro de Italia era que Liquigas iba a ser el equipo más fuerte de la carrera. Parecía una verdad incontestable y el devenir de los acontecimientos en esta ‘corsa rosa’ no hace sino dar la razón a esa sensación inicial. La escuadra verde ejerce una tiranía incontestable, se saben dueños y señores del transcurso de la prueba. Eso, un lujo, se convierte a veces en un hándicap tal y como sucediera camino de L’Aquila, cuando el resto de formaciones (incluyendo el Astaná del entonces líder Vinokourov) les cedieron la tostada para cazar a la inmensa fuga de sesenta corredores que casi cambia la carrera. Fue un día de perros para los hombres de Roberto Amadio, que terminaron por claudicar y tomar el mando del pelotón con cierto oprobio. Tuvieron que renunciar a su táctica porque la actitud del resto de equipos hacía que ellos mismo fueran los máximos perjudicados por ella.
A pesar del tropezón del día de L’Aquila, Liquigas siguió siendo el líder de facto de la carrera. No sólo le ha sido adjudicado el papel, sino que prácticamente lo ha reclamado en cada ocasión, en cada metro de recorrido. Parecía disgustarles ver a Caisse d’Épargne llevando el control, a pesar de que esa suerte fuera la natural para los pupilos de Neil Stephens toda vez que uno de sus hombres, David Arroyo, portaba la ‘maglia rosa’. En la etapa de hoy, apenas han llegado las primeras pendientes de la jornada, los Liquigas han arrebatado el testigo a los bancarios. Les liberaban de responsabilidad sin sacar ninguna contraprestación, toda vez que el ritmo del pelotón apenas ha aumentado en los primeros compases de dominio ‘verde’. Los efectos del trabajo del conjunto italiano se han visto en el Passo Duron, segundo puerto de la jornada, cuyas estrechas rampas han generado la primera selección de la carrera gracias al arreón de Agnoli, Vanotti y Kiserlovski, hoy gregarios magistrales incluso por encima de Sylvester Szmyd.
Si bien la superioridad de Liquigas era un hecho, la fortaleza de sus líderes ofrecía algo más de dudas. La preparación de Vincenzo Nibali no ofrecía demasiadas garantías de que fuera un candidato sólido a aguantar las tres semanas en punta; la opacidad de Ivan Basso hacía que tampoco fuera un caballo ganador de inicio. Es por ello que las decisiones tácticas de Roberto Amadio parecían cuestionables. Llevar controlada la carrera hasta sus últimos compases y una vez ahí dejar a sus jefes de filas batirse el cobre en igualdad de condiciones con el resto de favoritos en lugar de aprovechar la indudable fortaleza individual de sus elementos para levantar el zafarrancho de inicio era, por así decirlo, despreciar una ventaja muy significativa. En este punto hay que remitirse de nuevo a L’Aquila, donde filtraron en la escapada a su tercera baza, Robert Kiserlovski. El croata no mostró buenos detalles; al contrario, cedió algo de tiempo respecto a los mejores de la escapada. ¿Dónde estaba la fiabilidad en apostar por el movimiento de ciclistas de segunda fila en detrimento de Basso y Nibali?
El tiempo ha dado la razón a Amadio. O, mejor dicho, se la ha dado el Zoncolan. La subida alpina, rebosante de público para la ocasión, ejerció de navaja de Occam y desmenuzó las fortalezas y debilidades de todos y cada uno de los participantes de este Giro. Para muestra, un dato: el primer grupo de más de dos componentes en llegar a meta lo hizo a nueve minutos y medio del ganador, compuesto del destronado Stefano Garzelli, su gregario Vladimir Miholjevic y el antes nombrado Kiserlovski. Los 34 corredores que entraron por delante de ellos fueron de uno en uno, o como máximo en dueto.
Así las cosas, gracias a la catarsis organizada a partes iguales por Ivan Basso, su equipo Liquigas y un recorrido durísimo, la clasificación de hoy establece prácticamente el orden de fuerzas de este Giro. A saber: Basso, Evans, Scarponi, Cunego, Vinokourov, Sastre, Nibali; tres sorpresas como Pinotti, Martin y Gadret; y, undécimo, David Arroyo. Desaparecen de la zona noble algunos afortunados de L’Aquila como el desconcertante Wiggins o el fulgurante Xavi Tondo, a la par que ceden paulatinamente otros como Gerdemann o el omnipresente Kiserlovski. El austrliano Richie Porte y el líder David Arroyo aguantan dignamente, sabedores de que no subirán a lo más alto del podio de Verona pero sí pueden mantener una reconfortante posición entre los cinco primeros.
Y, como caso aparte, Carlos Sastre. El abulense fue la gran decepción del inicio de la gran ronda italiana, una decepción anunciada por su pésima preparación. Ocho días no son suficientes para aspirar a llegar bien a ninguna parte. El infortunio además le maltrató, colocando múltiples trampas en su camino a base de pinchazos y caídas. Y, en L’Aquila, la fortuna le sonrió colocándole en una fuga que le permitió limar todo el tiempo perdido. Ese equilibrio de designios universales le ha permitido situarse donde debería haber estado con una preparación adecuada: en la pomada, a menos de un minuto del líder fáctico Basso y por delante del resto de candidatos a la victoria final. El momento de Carlos llega ahora: en la tercera semana, después de haberse puesto a punto durante catorce etapas y con terreno de sobra para marcar diferencias.
Para llegar a su deseado ‘rosa’, el abulense deberá burlar la superioridad de Liquigas apoyado por Cervélo, un conjunto que no es ningún escándalo. En las mismas circunstancias, o peores, se encuentran el resto de favoritos, llámense Evans, Vinokourov, Scarponi o incluso Cunego. Da la sensación de que la posibilidad de que un ciclista que no sea de Liquigas gane esta edición del Giro depende en gran medida del grado de anarquía táctica que sean capaces de generar los 148 corredores que toman parte en la gran ronda italiana y no visten de verde.

Foto: CyclingNews

Liquigas tiene la llave del Giro

La gran noticia de los prolegómenos del Giro de Italia fueron los valores anormales de Franco Pellizotti. El ‘delfín de Bibione’ se veía privado de competir en el que era su principal objetivo de la temporada, la ‘corsa rosa’ en cuya última edición accedió al último cajón del podio. Y, si significativa era la baja para el corredor, aún más lo era para el equipo. Liquigas perdía a una de sus puntas de lanza, al único hombre con la chispa necesaria para rematar el dominio que suele ejercer la escuadra ‘verde’ en la carretera allá donde va. Se cerraban las puertas de la victoria para el mánager Roberto Amadio, que se veía obligado a confiar en un diésel como Ivan Basso y completar la alineación con Vincenzo Nibali, a medio gas y con la mente puesta en el Tour. Una semana de competición después, la puerta sigue cerrada. Pero la llave están en sus manos…
El resultado de la última crono por equipos resultó esclarecedor. Los ‘verdes’ derrotaron a temibles cuádrigas de trotones como Sky o Columbia, a quienes superaron por 13″ y 21″ respectivamente. Con el resto de escuadras con favoritos para la ‘maglia rosa’ las distancias fueron aún mayores. Mientras el Cervélo de Sastre y el Astaná de Vinokourov cedían 38 dignos segundos, el BMC de Evans, quizá el hombre más fuerte de la carrera, se iba por encima del 1:20 de pérdida. Y rivales peligrosos como Scarponi (Androni) ó Garzelli (Acqua e Sapone) se veían rezagados alrededor de dos minutos y medio. Un auténtico golpe de mano que sirvió para resolver media carrera y dejar en cabeza de la general a tres integrantes del equipo: Valerio Agnoli, Ivan Basso y, de rosa, Vincenzo Nibali.
Estos tres hombres no fueron, sin embargo, los principales culpables del apabullante resultado de la CRE. Éste lo consiguió Liquigas echando mano de su clase media. Maciej Bodnar, Allessandro Vanotti, Tiziano Dall’Antonia y Fabio Sabatini, aparentes «rellenos» de su alineación, son cuatro grandes rodadores, gregarios de gran capacidad e incluso cualificados para luchar en otros terrenos. Dall’Antonia y Sabatini suelen entrar en las llegadas masivas con buenos resultados, mientras que Vanotti es un buen ‘passita’ que puede aguantar en la montaña con los mejores cuando juega sus bazas.
La otra parte de la clase media de Liquigas la conforman tres escaladores de impresión, tres hombres que aceptan el rol de domésticos pudiendo llegar a cotas muy altas de trabajar para sí mismos en lugar de para los demás. El líder de este pequeño bloque es el impresionante Sylvester Szmyd, posiblemente el mejor gregario para la montaña desde el Chechu Rubiera que resultara básico para que Lance Armstrong se llevara algunos de los Tours que conforman la leyenda deportiva del tejano. El polaco es una persona modesta, de las que callan por no hacer ruido; simpático, pero de pocas palabras. Viendo subidas como la del Mont Ventoux que se llevó en un mano a mano con Alejandro Valverde en la Dauphiné Liberé de 2009, es inevitable preguntarle por qué no ejercer de líder. «No creo que pueda estar entre los dos o tres mejores de una gran ronda. Prefiero trabajar para alguien que sí sea capaz de eso». Parco, algo inseguro; un gregario de manual.
En la tarea de dominar al pelotón durante las subidas a las míticas cumbres de ls gran ronda italiana ayudarán a Szmyd dos jóvenes de talento singular: el transalpino Valerio Agnoli y el croata Robert Kiserlovski. Agnoli (1985) lleva años evolucionando en la sombra; esta temporada ha dado un pequeño paso adelante, ha hecho sus pinitos en diversas carreras y su gran aparición en el alto nivel ha sido este Giro donde ocupa en este momento en el tercer lugar de la general. Por su parte, Kiserlovski (1986) es la mayor promesa del ciclismo del este de Europa desde Denis Menchov. Un ‘grimpeur’ fino, pero también buen rodador e incluso con cierta punta de velocidad para definir esprints reducidos. Tan completo que asusta, más aún viendo su corta edad. Ya ha conseguido una victoria esta temporada (Giro dell’Apenino). Su antiguo director, Giuseppe Martinelli, dijo de él que ganaría «el Giro de 2011» en una profecía que parece cada vez menos descabellada.
Las puntas de lanza, los grandes beneficiados del trabajo del bloque ‘verde’, son Ivan Basso y Vincenzo Nibali. Basso no necesita presentación: escalador de campanillas, su ‘affaire’ con el dopaje a raíz de la Operación Puerto vino a empañar una carrera deportiva que se preveía antológica. Volvió de la sanción hace exactamente año y medio, y en principio lo hizo algo falto de chispa. Se notó en el Giro y la Vuelta de la pasada temporada, donde llegaba a los metros finales siempre con los mejores pero echaba en falta el puntito definitorio. Esta campaña parece haber recuperado la brillantez, pero aún no es una apuesta del todo segura toda vez que no acaba de marcar diferencias en la montaña y suele perder algo de tiempo en la lucha contrarreloj.
Vincenzo Nibali, en cambio, es otra historia. Lo ‘squalo’ de Messina, el hombre cuyos duelos con Giovanni Visconti marcaron una época en el pelotón ‘dilettante’ italiano, es el vueltómano más brilllante del país con forma de bota. Sorprendió a propios y extraños con un séptimo puesto en la pasada edición del Tour de Francia, con un rendimiento magnífico en montaña y digno en cronos. Esta temporada repetía objetivos, siendo Julio el centro de su calendario y el podio de París un anhelo plausible. Pero los problemas de Pellizotti variaron su calendario, tuvo que figurar en la salida de Asterdam de improviso; como Contador en 2008 «vino de la playa». Cabe preguntarse si llegará a las mismas cotas que el pinteño; por lo pronto, ya es ‘maglia rosa’.
Liquigas suele ser el bloque más fuerte allá donde va, y este Giro no ha sido una excepción. Su tremendo potencial no puede ser igualado por ninguna otra estructura del pelotón mundial cuando la carretera pica hacia arriba; si acaso, por el RadioShack de Armstrong, Leipheimer y Klöden. Pero el equipo americano no está disputando la gran ronda italiana, y el resto de rivales no parece a la altura de la formación italiana. El BMC de Evans es débil; Cervélo (Sastre) y Astaná (Vinokourov) tienen un par de buenos ‘grimpeurs’ para proteger a sus jefes de filas, mientras que el nivel medio de Androni y Caisse d’Épargne es muy superior a la calidad diferencial de sus líderes Michele Scarponi y David Arroyo.
En este momento, Roberto Amadio tiene la llave para bloquear el Giro de Italia. Cuenta con los tres primeros de la general y un bloque a la altura, capacitado para conservar la posición de privilegio de la mejor de las maneras. Deberá burlar el acoso del resto del pelotón, que seguramente acometerá su inexpugnable defensa del liderato una y otra vez, buscándole una fisura que, hasta ahora, sólo tenía en la calidad diferencial de sus líderes.

La "ruleta holandesa" del Giro de Italia

Rara vez los tres primeros días de una gran vuelta marcan tantas diferencias. La incursión del Giro de Italia en carreteras holandesas va a ser recordada durante muchos años, como sucediera con la Vuelta a España de la pasada temporada, por dos factores. El primero, la ingente cantidad de un público, el neerlandés, ávido de ver a los mejores ciclistas del mundo compitiendo en su país algunos días más aparte de los de la Amstel Gold Race y el ENECO Tour. El segundo, las constantes caídas provocadas por lo ratonero de las carreteras elegidas por la organización. Este último hecho ha sumido al pelotón entre el caos y la indignación. No cesan de levantarse voces críticas en su seno, como las de Pablo Lastras («Estas carreteras holandesas no son las adecuadas para disputar carreras») o Bradley Wiggins («Hay demasiadas señales e isletas en la calzada»).
Pero en el tema de las caídas hay, además, un segundo punto al cual quizá no se da el relieve pertinente; es una cuestión de orden interno, casi imperceptible para el aficionado. La señala Lastras: «con la globalización del ciclismo, han llegado muchos ciclistas al pelotón sin el oficio ni el respeto necesario». El abulense viene a poner de manifiesto cómo la mundialización ha traído consigo a corredores que no llegan a foguearse adecuadamente en el calendario europeo, el de las emboscadas y las rutas traicioneras, antes de enfrentarse a las carreras de alto nivel, aquellas donde a la dificultad del trazado se le suman una gran cantidad de rivales para ganar la posición en el pelotón y una velocidad endiablada.
No es cuestión de eurocentrismo, de «racismo» ciclista. También se queja de ello un ‘aussie’ como Cadel Evans, perjudicado por las caídas hasta el punto de perder el liderato en la segunda etapa: «cuando ves a ciclistas que se estrellan en carreteras completamente rectas, te preguntas si es que no saben montar en bicicleta, si no saben concentrarse o qué». O el americano Cristian Vandevelde, que se fracturó la clavícula en el mismo parcial y comenta con resignación: «un tipo frenó delante de mí y me encontré con su rueda delantera». Espectáculos como las decenas de caídas que tuvieron lugar en la segunda etapa [aquí enlace: http://www.youtube.com/watch?v=SM2VmLZKuaY ] podrían reducirse de contar los recién llegados al calendario europeo con algo más de experiencia en las, por lo general, complicadas rutas de las carreras del Viejo Continente.
En el terreno eminentemente deportivo, estos tres días de competición del Giro de Italia en los Países Bajos han venido a confirmar la mayoría de pronósticos y generar algunas sorpresas. En la contrarreloj inaugural, la victoria de Bradley Wiggins (Sky) hizo pensar que tal vez el británico decidiera tomarse en serio la lucha por la ‘maglia rosa’, sensación disipada de inmediato con los 37 segundos y 4 minutos cedidos en las dos siguientes jornadas.
Por otra parte, Brent Bookwalter (BMC) sorprendía a propios y extraños con un segundo puesto en el prólogo que ponía en duda el pronóstico general de que Cadel Evans apenas contaría con ayuda de su equipo en esta ‘corsa rosa’. De nuevo, la realidad vino a desmentir la sensación: en la segunda etapa en línea, el australiano se vio solo durante los kilómetros decisivos, cediendo casi un minuto debido a una caída y la ausencia total de sus coequipiers. A tenor de la gran condición física exhibida por Evans en el prólogo y en su lucha contra el viento y el pelotón de esos agónicos últimos metros camino de Middelburg, quizá sea el más fuerte de los aspirantes a la victoria final… pero también el más desprotegido.
No está tan fuerte Carlos Sastre. El hombre de Cervélo no tiene golpe de pedal, apenas lleva (¡contando el Giro!) una decena de días de competición y eso se nota. El Giro es largo, sí; pero el tiempo perdido en estos primeros compases de la prueba se echará de menos (o de más) conforme avance la carrera. Ya ha cedido en total 1’40» respecto del líder Alexandre Vinokourov, una barbaridad para quien busca una buena actuación en la general.
Los más sólidos entre los candidatos a la ‘maglia rosa’ son el actual portador Alexandre Vinokourov y los Liquigas Ivan Basso y Vincenzo Nibali. Respecto del primero, se le percibe atento, siempre en cabeza del pelotón y bien acompañado por los Tiralongo, Jufré o Grivko. En su contra juega su prematuro pico de forma, alcanzado en la Lieja – Bastogne – Lieja y que previsiblemente se disipará antes de la decisiva tercera semana del Giro. En cuanto a los segundos, Basso y Nibali, las vibraciones transmitidas por ambos son inmejorables. El varesino, sólido, sólo se ha dejado los 18 segundos del prólogo. Lo ‘Squalo’, por su parte, está situado en la general a apenas 5″ del liderato, lo que habida cuenta de la fortaleza de Liquigas podría vestirlo de rosa tras la CRE de mañana miércoles. Y a partir de ahí, quién sabe. Ya ganó Contador el Giro de 2008 viniendo de la playa…
Por último, cabe reseñar las pocas conclusiones que se pueden extraer de las ‘volatas’ que han resuelto los dos parciales en línea de este Giro que no ha hecho sino empezar. Tyler Farrar se mostró imperial en la primera etapa, mientras Wouter Weylandt supo nadar y guardar la ropa de la mejor manera posible en la segunda, ejerciendo adecuadamente su condición de punta de lanza del por lo demás flojo ‘nueve’ de Quick Step para esta edición de la gran ronda italiana. La decepción ha sido, sin duda, André Greipel. ‘Hulk’ tiene sobre sus espaldas la presión de demostrar a Mark Cavendish que es igual o mejor que él, después de los desaires lanzados públicamente por el velocista británico. Ha contado con dos ocasiones en las cuales su equipo, HTC – Columbia, ha trabajado impecablemente a su favor. En ambas su lanzador Matthew Goss ha sido más fuerte que él, quedando Greipel lejos de la victoria y transmitiendo una debilidad, cuanto menos, sorprendente.

Las polémicas de Milán – San Remo

Una táctica sobria y un esprint fulgurante le dieron a Óscar Freire (Rabobank) su tercera Milán – San Remo el pasado sábado. El cántabro se adjudicó una edición, la 101, que estuvo como siempre rodeada por unos días previos llenos de expectación… y unos posteriores marcados por la alabanza al ganador y la polémica.
El triunfo de Óscar Freire resultó, en una palabra, imperial. El cántabro realizó una aproximación ideal a la clásica italiana: en principio centrado en conseguir victorias que le dieran confianza (un trofeo de la Challenge de Mallorca, dos etapas de la Vuelta a Andalucía), encontró un obstáculo en forma de gripe en la Tirreno-Adriático, antesala de San Remo. Esto provocó que en la Carrera de los Dos Mares apenas se le viera en cabeza, lo cual bajó su cotización como favorito a la victoria.
Un triunfo imperial
Eso a él no le molestó. Lo reconocía sin tapujos en una entrevista a Deia, donde también dejaba un premonitorio «mi condición física es como para ganar». Confiaba en sus posibilidades, y éstas no le defraudaron. Y es que el guión del primer Monumento de la temporada no tiene secreto alguno para el cántabro. Con la del sábado son tres las ocasiones en que se ha impuesto en la recta de meta, antes Via Roma y ahora Lungomare Italo Calvino; tres ocasiones similares en las cuales ha esprintado más que el teórico favorito para hacerse con la victoria. En 2004 batió sobre la misma línea de meta a un Zabel que ya celebraba su quinto triunfo en esta carrera; en 2007 derrotó con claridad a un Petacchi que acababa de rebasar su apogeo. Y en 2010…
En 2010 Freire consiguió un triunfo de mérito que le sitúa como el quinto con más ediciones de Milán – San Remo en su haber (el primero es Merckx con siete; Freire empata con Coppi y De Vlaemnick) gracias a tres factores clave. El primero, claro está, sus propias condiciones, tanto físicas como mentales, aderezadas con una experiencia extensa. El segundo su compañero Paul Mertens, prometedor esprinter alemán que se filtró junto a él en el grupo de cabeza y arropó a Óscar en los últimos kilómetros, evitando que los grandes favoritos cogieran su rueda con comodidad. Y la tercera fue una de las controversias del día: la táctica de Liquigas.
¿Por qué jugó Liquigas la baza de Bennati?
«Un equipo como Liquigas podía hacer cualquier cosa, desde atacar hasta esperar al esprint. Han optado por el esprint y todos nos beneficiamos de ello». Con estas palabras reconocía el propio Óscar Freire cuán beneficiosa para sus intereses fue la táctica del equipo italiano, uno de los más fuertes del mundo (si no el más), en la Milán – San Remo. Roberto Amadio contaba con un arsenal envidiable a su disposición: escaladores de relumbrón como Nibali, Kreuziger, Pellizotti y, en menor medida, el joven Valerio Agnoli; tres rodadores potentísimos como Daniel Oss, Sabatini y Quinziato; y, como joya de la corona, el esprinter Daniele Bennati, muy rápido pero algo limitado en las clásicas.
En lugar de destrozar la carrera en los ‘capos’ con sus múltiples bazas y guardar en la recámara la bala de Bennati, Amadio prefirió jugárselo todo a la carta del velocista de Arezzo. La acumulación de talento existente en su ‘ocho’, sin embargo, acabó provocando ciertas vicisitudes y malos humores en el equipo: el siciliano Vincenzo Nibali pasó al ataque en la parte final de la carrera y ello provocó el enfado de Bennati, que afirmaba en TuttoSport que «Nibali debería haber estado también en nuestro ‘tren'». El malestar crece cuando se comprueba que su demarraje provocó el salto de ‘Pippo’ Pozzatto y, con ello, el posterior gasto de energías de un Daniel Oss inconmensurable que tuvo que vaciarse para controlar el grupo en soledad durante más de dos kilómetros.
¿Por qué tiraba Garzelli?
Hablando de tácticas conservadoras, es inevitable referirse a la labor llevada a cabo por Garzelli en el Poggio, última cota de la Milán – San Remo. En él, el ganador del Giro d’Italia 2000 se puso en cabeza del grupo y controló su paso hasta que un ataque de Gilbert rompió su ritmo y le eliminó. La pregunta es por qué el corredor de Acqua e Sapone no intentó usar la fuerza que atesoraba el sábado para atacar en lugar de para frenar los demarrajes del resto de corredores. En principio, trabajaba para su coequipier Luca Paolini (décimo en el esprint); sin embargo, el asunto no parece tan claro. No en vano, el prestigioso periodista de CyclingWeekly Lionel Birnie insinuó en su Twitter la posibilidad de que su trabajo estuviera pagado por otra escuadra.
¿Por qué Columbia optó por Cavendish en lugar de Greipel?
Siguiendo con derrotados del primer Monumento de la temporada, no cabe duda que el gran fiasco de la carrera antes de empezar se localizaba en el seno del equipo Columbia. El conjunto americano, que a la postre sólo introdujo al voluntarioso australiano Michael Rogers (25º) en el grupo de los elegidos que llegó en cabeza al Lungomare Italo Calvino, tomó la salida con la certeza de que no iban a salir bien parados de la clásica italiana.
En las filas de Columbia estaba el campeón saliente, Mark Cavendish; pero su estado de forma era alarmantemente deficiente. El bagaje con que contaba el británico este 2010 era, cuando menos, pírrico: no incluía victoria alguna y sí la deshonra de haber llegado descolgado en todas las etapas de Tirreno – Adriático, en la última a consecuencia de una caída cuando iba bien colocado para disputar el sprint. De cualquier manera, los presagios eran malos y se cumplieron: Cavendish se cortó en el descenso del Turchino y, tras reintegrarse en el pelotón gracias al trabajo de sus compañeros, cedió de nuevo en la Cipressa, penúltima cota de la carrera, para acabar en una anónima 89ª posición.
Sin embargo, lo más sangrante del caso no es el mal renidimiento de Cavendish, sino cómo Columbia apostó por él en detrimento del alemán André Greipel, velocista de campanillas como el británico. La diferencia entre ambos radica únicamente en la mayor celebridad de Cavendish: el alemán consigue un número similar de victorias (23 a 20 en 2009, 17 a 14 en 2008), pero el caché del británico le impulsa por encima suya en la jerarquía del equipo Columbia. Ello provoca que Greipel, que no esconde su frustración, se vea relegado a la hora de tomar parte en las mejores carreras del mundo. Incluso aunque Cavendish demuestre no estar en forma para participar con éxito en ellas…
Sorpresas y espectáculo
En Milán – San Remo también hubo lugar para la aparición de ciclistas con los cuales no se contaba, que sólo en algunos casos dieron así una alegría a su equipo. Y es que, por increíble que parezca, hubo un joven sorprendente que no acabó de agradar a su escuadra (ni a sí mismo) con su buena actuación. Yohann Offredo, rodador de 24 años de la Française des Jeux, rodó dieciséis kilómetros escapado en la parte final de la carrera, entre la Cipressa y el Poggio, una gesta encomiable teniendo en cuenta las alta velocidad y la dureza que se acumulan a esas alturas de la prueba. Sin embargo, su conducta y la de su director en la línea de meta dan a entender que su desempeño no fue del todo valorado, ya que ambos entendían que debería haber esperado para lanzar su último ataque.
Aunque si hay que hablar de sorpresas, la más destacada fue el esprinter de Colnago-CSF Sacha Modolo. Nadie contaba con este joven italiano de 22 años, que con apenas una veintena de días de competición como profesional realizó la machada de colarse cuarto en la ‘volata’ final. Modolo, ganador el año pasado del GP Liberazione (prueba reina del calendario ‘dilettante’ italiano), supo colocarse adecuadamente y pasar con los mejores el Poggio, postulándose también como un clasicómano prometedor. Un escalón por debajo en el grado de sorpresa estuvo Francesco Ginanni (Androni Giocattoli), cuyas inmensas condiciones necesitan refrendarse cuanto antes en un calendario de mayor nivel que el italiano.
Para terminar esta contracrónica de la Milán – San Remo, que mejor que un vídeo curioso e impresionante: la grabación del descenso de la Cipressa hecha por el catalán Juan Antonio Flecha con una cámara en su casco, obviamente fuera de carrera. Ha sido publicada hoy en el blog de Michael Barry, director del equipo Sky… y quita el hipo.

PD Un agradecimiento para Cyclismag, web altamente recomendable que me ha sido de gran ayuda para recopilar gran parte de la información del texto

Sueños que se culminan en el Mont Ventoux

Arueda.com

“He soñado que me cogía Alberto. He soñado que me cogía y me dejaba ganar”. Palabras de Juanma Gárate. Hay veces que los sueños se hacen realidad, al menos en parte. En los sueños del aficionado al ciclismo español para la etapa de hoy quizá hubiera algún nombre diferente para el ganador, pero el desarrollo difícilmente podría haber sido mejor. Etapa para el irundarra Juanma Gárate, general para el pinteño Alberto Contador.

La apuesta de los organizadores del Tour de Francia al situar la subida decisiva al Mont Ventoux el penúltimo día era muy arriesgada. Ha sido muy denostada, se hablaba de que el conservadurismo imperante en los planteamientos tácticos de los principales favoritos convertiría el Tour de Francia en una clásica. Todo se iba a determinar en la vigésima etapa, el resto de la carrera iba a estar completamente descafeinada.

La apuesta de los organizadores salió bien

Sin embargo, esta vez los ciclistas han dado la razón a los organizadores. Los desautorizaron con la triste protesta por el experimento del día sin pinganillo. Hoy les han guiñado el ojo y les han trazado el camino a seguir: el último día decisivo no debe ser una contrarreloj, sino un final en alto cuya dificultad permita el movimiento de los favoritos de la clasificación general. Así habrá emoción como la que hemos tenido hoy, donde sólo estaba definido el maillot amarillo merced al dominio de Contador. El resto estaba en el aire, en el aire que sopla en el Mont Ventoux.

Ha sido una hora de ciclismo para el recuerdo. Antes ha habido poca tela por cortar para el aficionado, pero mucha para el corredor: el ritmo al que se desarrollaron los 167 kilómetros de recorrido fue altísimo. La fatiga se acumuló, y ello favoreció que al pie del Mont Ventoux apenas llegaran una veintena de ciclistas en el pelotón. El resto, damnificados y en muchos casos desmotivados (Evans, Sastre, Menchov…), decidieron dejarse ir en vista del elevado paso marcado por un Astaná que perseguía la fuga de dieciocho hombres que viajaba en cabeza.

El Mont Ventoux define la carrera

Dicha fuga había llegado a alcanzar los nueve minutos de ventaja, exagerados, a cincuenta de meta. A cuarenta, llevaban 8:25. A veinte, tan sólo 4:34; una sencilla muestra de cómo de rápido rodó Astaná. Se empezó a subir el Mont Ventoux y, por delante, muy pronto se marcharon en cabeza tres ciclistas. El jovencísimo alemán Tony Martin (Columbia) cogió el peso y era quien más relevaba; Juan Manuel Gárate (Rabobank) iba muy fuerte, pero más escondido; el combativo Christophe Riblon (AG2R) intentaba agarrarse a la rueda de los dos primeros, pero acabó cediendo mediada la subida. El gran reto era mantener la serenidad para así conservar también la distancia, algo difícil con la guerra que se montaba atrás…

En el grupo de favoritos, Saxo Bank tomó la iniciativa. Chris Anker y Nicki Sörensen quemaron sus naves en cinco kilómetros, suficientes para seleccionar aún más el paquete y dejarlo en poco más de una decena de ciclistas. Preparaban el terreno para el ataque de un Andy Schleck devastador, fortísimo, que se destacaba una y otra vez para que su hermano Frank le cogiera rueda con objeto de dejar atrás a Lance Armstrong, su gran rival por el tercer cajón del podio. Pero no hubo manera; Frank no le seguía. Su sombra era siempre Contador.

Varios kilómetros pasaron Schleck y Contador con un centenar de metros respecto a Wiggins, Klöden, Armstrong y Frank Schleck, que se marcaban descaradamente en su lucha por el podio. A su alrededor, secundarios como Jurgen Van der Broeck (Silence) o los hombres de Liquigas Roman Kreuziger y Vincenzo Nibali. Precisamente este último encendió las alarmas con un ataque que nadie respondió y le llevó hasta la rueda de Contador y Andy. Se metía con los grandes, hacía distancia, estaba a sólo dos minutos del podio.

Nibali casi dio la vuelta a la tortilla

La ventaja crecía paulatinamente, ya sólo le quedaba un minuto más que recortar para colocarse tercero en la general y forzó la reacción trasera. Klöden impuso una aceleración que llevó al resto de contendientes por el podio hasta la rueda del trío destacado, eliminándose de paso para la lucha por el podio. Andreas Klöden sacrificó sus opciones por Armstrong; trabajo de equipo. Quedaba así un grupo de una decena de corredores que se miraban tensamente, mientras por detrás entraban nuevos actores: Franco Pellizotti, vistiendo el maillot de topos rojos, demarraba y se marchaba en busca de Martin y Gárate, apenas con un minuto de ventaja en cabeza. El resto, vigilantes.

Unos kilómetros después, los Schleck intentaron unos últimos demarrajes que tuvieron como víctimas a Wiggins, sufridor, y a un Nibali que pagó el esfuerzo. Armstrong y Contador, sin embargo, se mantenían a rueda; el checo Kreuziger, que ha esperado al último día para mostrar lo que muchos expertos aseguran, que es un superclase capaz de ganar el Tour en unos años. De poco sirvió a los de Saxo Bank esos últimos tirones; apenas para cazar a Pellizotti, que aún marchaba destacado. El podio era ya inabordable; la victoria de etapa, también.

La victoria en la cima, entre Gárate y Martin

Se la jugarían por delante Gárate y Martin. Algo más de cuarenta segundos de ventaja eran suficientes. El irundarra encendió la mecha a un kilómetro y medio de meta, con un ataque alegre que fue neutralizado por el potentísimo Martin a los pocos segundos. Siguió el alemán tirando, y con ello regaló la etapa a un Gárate que sólo tuvo que tensar a doscientos metros de meta para hacerse con la victoria.

Una victoria, sin duda, especial. Soñada, aunque de otra manera. A sus 33 años, culmina una carrera meritoria, más valorada fuera de España que en territorio nacional, donde brillan es especial dos cuartos lugares en sendos Giros de Italia y un campeonato de España. Desde ahora, también, brillará otro hito: uno de los pocos ciclistas del mundo capaces de ganar en las tres grandes vueltas. En la Vuelta’02, vestido de Lampre, ganó en Vinaroz. En el Giro’06, vestido de Saunier, ganó en San Pellegrino. En el Tour’09, vestido de Rabobank, ganó en el Mont Ventoux. Sueños de cualquier ciclista que para él se han hecho realidad.

Italia vs Resto del Mundo en el Giro

¿Seguirá la hegemonía italiana o habrá sucesor para Pavel Tonkov?
11 de Mayo, Arueda.com
En el terrible recorrido de esta edición del Giro de Italia lucharán por la victoria 198 ciclistas (197 tras el positivo de Richeze, de CSF-Navigare) pertenecientes a 22 equipos. En esta ocasión no parece tan claro el favoritismo de los italianos para la victoria final, tan aplastante en la últimas ediciones (el último extranjero ganador fue el ruso Pavel Tonkov en 1996).


En esta ocasión, los no italianos llegan encabezados por un alemán que tenía en el punto de mira esta carrera a pesar de no saber si iba a correrla: Andreas Klöden. Y es que el de Astaná llega en un buen momento de forma tras su victoria en Romandía. A su lado contará con dos gregarios de lujo que no parecen llegar lo suficientemente bien para optar a la victoria final: el americano Levi Leipheimer y el ídolo español Alberto Contador, que recientemente se ha descartado para la lucha por la ‘maglia rosa’; aún y a pesar de esto, no sería descabellado pensar en un puesto entre los diez primeros y al menos un triunfo de etapa.

El ruso de Rabobank Denis Menchov aspira también a suceder a su compatriota Pavel Tonkov como ganador extranjero del Giro. A priori, asistía como preparación para el Tour: sin embargo, la gran condición física demostrada en Romandía le apunta como gran favorito a la victoria final. Caisse d’Épargne lleva también como líder a un ruso, del cual hablamos recientemente: Vladimir Karpets.

De Latinoamérica llegan tres ciclistas con posibilidades de hacerlo bien en algunas etapas de montaña y, en algún caso, incluso en la general: el venezolano José Rujano (Caisse d’Épargne), el colombiano Mauricio Soler (Barloworld), el mexicano Julio Alberto Pérez Cuapio (CSF-Navigare)… y un aspirante a sorpresa como es el escalador colombiano de Serramenti-Diquigiovani José Serpa, que ha realizado una adecuada aproximación al Giro y podría hacer saltar la banca en alguna etapa y también optar a la ‘maglia verde’ si no se ve excesivamente supeditado a su líder Simoni.

La armada italiana se basa en tres puntales de tres generaciones diferentes: el veterano Gilberto Simoni (Serramenti), el maduro Danilo Di Luca (LPR) y el joven Riccardo Ricco (Saunier Duval). Simoni, un ciclista ya en declive pero con clase y ese puntito extra dado por la experiencia, llega con una forma física aceptable a pesar de no haberse dejado ver en exceso. Ya saboreó las mieles del triunfo en dos ocasiones, ha estado cerca de hacerlo varias más… y podría volver a hacerlo ahora.

Por su parte, Danilo Di Luca llega enrabietado tras los múltiples problemas del asunto ‘Oil for Drugs’, que le han sacado del Pro Tour y de la campaña de clásicas de primavera. Está absolutamente centrado en el Giro y aspira a hacerse con la ‘maglia rosa’ por segunda vez tras su triunfo del año pasado. Llega en una forma física ideal (ganó el Giro del Trentino), las trampas del recorrido en la primera semana no le son para nada hostiles. Es el favorito número uno.

Riccardo Ricco’, ‘El Cobra’, es el último de la terna de grandes favoritos italianos. Y el más imprevisible. Ha tenido una campaña de primavera desastrosa, problemas extradeportivos y físicos… Toda una incógnita. Su sexto lugar en el Giro el año pasado y su evidente margen de progresión, sin embargo, le señalan como favorito.

Un coetáno de Ricco’, Vincenzo Nibali (Liquigas) se presenta como principal alternativa a todos estos nombres… y como potencial sorpresa, ya que hay quien lo sitúa en el podio. A su lado tendrá al curtido Franco Pellizotti, que siguen en busca de ese “puntito extra” que le permita estar con los mejores. CSF-Navigare presenta a otra posible sorpresa, Domenico Pozzovivo, y a un hombre que busca revindicación como es Emanuele Sella. Tres veteranos que ya han brillado en el Giro son también candidatos a destacar: Leonardo Piepoli (Saunier Duval), Marzio Brusheghin (Lampre) y Paolo Savoldelli (LPR).

En el plano de los sprinters, hay múltiples nombres y ningún dominador claro ante la falta de Alessandro Petacchi. Robbie Mc Ewen (Silence-Lotto), Erik Zabel (Milram) y, sobre todo, Daniele Benatti (Liquigas) son los llamados a poseer la supremacía de las volatas; Paolo Bettini estará siempre ahí gracias a la dureza implícita en los finales de cada jornada.

El australiano Graeme Brown (Rabobank), el británico Mark Cavendish (High Road) y el alemán Robert Förster (Gerolsteiner) son alternativas. Se presentan otros nombres destacados como Ilgynski y Bazayev (Astaná), Pagliarini (Saunier Duval), Loddo (Tinkoff) y Hondo (Diquigiovani). También hay un español con serias opciones de estrenar su casillero en vueltas por etapas, el vasco Koldo Fernández de Larrea (Euskaltel). Los sprints, eso parece claro, serán una lotería y un espectáculo ante la falta de un equipo que lleve el mando y la locura de todos los finales de etapa.