Alberto Contador
El Tour de los Quince
¿Por qué Evans no levanta los brazos cuando gana?
De proezas y resurrecciones en el Morredero

La leyenda de Contador en París – Niza

La Vuelta sigue innovando
Pero, si algo va a ser definitivo y definitorio en esta Vuelta será la montaña. Los seis finales en alto marcarán el destino de una Vuelta con acento escalador. Los fuegos de artificio de las pendientes iniciarán en la 8ª etapa, con la clásica llegada a Xorret de Catí, y continuarán tres jornadas después con un perfil unipuerto y final en el Col de Pal: casi treinta kilómetros de ascenso continuo. La traca, sin embargo, llegará en las etapas 14, 15 y 16. Éstas conforman un tríptico temible por la Cornisa Cantábrica, con finales en el rescatado Peña Cabarga (donde no se llega desde 1979, con victoria de Zoetmelk), Lagos de Covadonga y el novedosísimo Cotobello, que vendrá precedido de dos ‘primeras’ de impresión como San Lorenzo y la Cobertoria. El fin de fiesta será la penúltima jornada, con llegada a la Bola del Mundo; o lo que es lo mismo, Navacerrada con un tramo extra inédito de gran pendiente y carretera de hormigón.
Las grandes novedades del recorrido han sido, sin duda, la CRE nocturna y los puertos inéditos. Entre estos destacan, amén de los mencionados Cotobello y Bola del Mundo, el sobrecogedor Rat Penat, santuario cicloturista catalán de corto kilometraje y enorme pendiente. Otra tendencia destacable en el diseño de esta Vuelta a España es la inclinación por los finales de etapa nerviosos, con pequeños repechos y emboscadas que obligarán a los favoritos a meterse en la pelea si no quieren quedar eliminados.
En general, el recorrido de la Vuelta deja un buen sabor de boca tanto a los componentes del mundillo ciclista como a los aficionados. Sólo se echan en falta más kilómetros contrarreloj y, en una época donde se reclama la humanización del ciclismo, una menor acumulación de esfuerzos. Rara vez conseguirá Unipublic la satisfacción unánime de todo el gremio del ciclismo; pero lo que no cabe duda es de que ha conseguido innovar, tal y como viene sucediendo desde la asunción del cargo de director por parte de Javier Guillén.
Declaraciones de los protagonistas
Alejandro Valverde Sin duda alguna, la gran sorpresa del recorrido es la Bola del Mundo, aunque seguramente la carrera ya llegará decidida a su disputa. Creo que la montaña está bien repartida y el recorrido me viene bien, pero seguro que la sucesión de los tres finales en alto en la Cornisa Cantábrica y la crono se hará muy dura. Mi presencia en la carrera no está descartada, de hecho la idea del equipo es que esté ahí. Si voy, intentaré aprovechar mis oportunidades para la victoria en etapas nerviosas, pero también conservaré un poco porque me he demostrado que es la manera de triunfar en la general.
Alberto Contador El recorrido es propicio para mí, y por tanto me hace plantearme mi participación. De todas maneras, no me quiero cargar de presión para con la Vuelta, ni tener el compromiso de estar en la salida como estandarte del ciclismo español. Me gustaría que hubiera en la ruta alguna crono más. Creo que las etapas decisivas serán los tres finales en alto y la crono consecutivos. Respecto a la Bola del Mundo, la gran dificultad será el firme de hormigón; preferiría que asfaltaran la subida.
Samuel Sánchez Casi todas las etapas tienen algo de dureza, no podremos despistarnos nunca porque el recorrido está plagado de encerronas. La jornada de Cotobello, con Cobertoria y San Lorenzo antes, es casi una etapa Tour donde se definirá la Vuelta. También la CRI de Peñafiel marcará muchas diferencias, más aún después del día de descanso; de aquí saldrá decidida la carrera. No descarto aún tomar parte en la Vuelta. Sólo tengo decidido mi calendario hasta el Tour de Francia, y la posibilidad de correr varios días en mi casa con una etapa mítica -Lagos- y otra inédita -Cotobello- me anima a competir aquí. Eso sí: si vengo a la Vuelta, vendré a por lo máximo.
Ezequiel Mosquera El recorrido me beneficia al ser para escaladores, aunque mis opciones dependen en gran parte de la participación que haya. Lo que más me ha sorprendido es Peña Cabarga y Rat Penat, pero la etapa reina será la de Cotobello. El espectáculo estará en la Bola del Mundo; sin embargo, allí la carrera llegará ya decidida.
Vladimir Karpets Es un recorrido distinto, más duro. No creo que se adapte a mis características, subidas tan empinadas como la Bola del Mundo no son buenas para mí. Aún así, vendré a la Vuelta como jefe de filas de Katusha e intentaré estar en la lucha por la general.
Astaná, Contador y la incertidumbre (y II)
Segunda parte de un mal artículo
Arueda.com
A los mandos de todo, aparte de Vinokourov y otros nombres oscuros, estuvo la UCI. Desde Aigle, sede de la citada Unión Ciclista Internacional, se impuso que la administración del equipo corriera a cargo de un hombre de confianza que ya había lidiado con las peores circunstancias del ciclismo en el Festina’99, el francés Yvon Sanquer. Y, como director deportivo, los gestores kazajos eligieron a otro individuo curtido en mil batallas como Giuseppe Martinelli, quien en su día dirigiera a Mercatone Uno ó Saeco y que quedó en la estacada esta temporada en el fallido proyecto Amica Chips – Knauf. Martinelli trajo bajo el brazo a todo el staff que había reunido para el citado Amica Chips, con Guido Bontempi como segundo de a bordo.
La reconstrucción de la plantilla, todo un reto
Si difícil fue retener a Contador, más aún lo ha sido reunir una plantilla de garantías en torno a él. Ha sido una misión imposible que, en efecto, no se puede definir como superada. El corredor madrileño recibió desde el principio un cheque en blanco, la posibilidad de incorporar a Astaná a cualquier corredor o técnico que él deseara. Pero, en sus cavilaciones y flirteos con otros equipos, no hizo uso de él. Por parte kazaja, la sensación de provisionalidad insuflada por la historia previa de Astaná, el oscurantismo del nuevo proyecto y los deseos de salir expresados por el supuesto baluarte del equipo hicieron un cóctel que propició un éxodo de quienes también tenían contrato (como sucedió con Zubeldia) y supuso un freno a la hora de cerrar cualquier nueva incorporación…
Y aún así, cuando se cerraban, las vacilaciones e improvisaciones aparecían de nuevo en escena, esta vez casi convertidas en ilegalidades. Óscar Pereiro las sufrió en un caso flagrante que llevó acertadamente a la prensa desde el principio. Después de todo un frustrante invierno de negociaciones para poder formar parte del equipo Xacobeo-Galicia, Pereiro tuvo que renunciar a su idea de correr los años postreros de su carrera a un nivel más modesto para aceptar alguna de las ofertas de equipos grandes de que disponía.
La mejor fue la de Astaná, tanto en el plano deportivo (sin presión, sólo debía trabajar para Contador y dejarse ver cuando la ocasión fuera propicia) como en el económico (a pesar de que rebajaba su caché en un 75%). Una vez rubricado el contrato, el mánager Yvon Sanquer se arrepintió: Pereiro iba a cobrar demasiado dinero por ser un gregario. Se intentó anular el contrato o cambiar las cifras, siempre aludiendo a «presiones»; finalmente, fue necesaria la intervención de la empresa de representación deportiva KEC Pro Sport para desatascar las negociaciones. Óscar Pereiro correrá la próxima temporada en Astaná; de hecho, está participando en la concentración inicial de Pisa. Pero es innegable que su periplo kazajo ha comenzado con mal pie.
«Un equipo más débil que otros años»
Sólo han estado dentro de la escuadra en todo momento los corredores kazajos, con el renacido Vinokourov a la cabeza. El que resultara ganador de la Vuelta en 2006 y podio del Tour en 2003 intentará dar lo máximo por el equipo del cual es factótum, aunque en principio no correrá el Tour de Francia para no perturbar a Alberto Contador. En cuanto al resto de kazajos, el sprinter Assan Bazayev y el luchador Maxim Ilgynskiy parecen dispuestos a tomar el liderato del equipo en las clásicas junto a dos refuerzos de buen nivel como el cántabro David De la Fuente (Fuji) y Enrico Gasparotto (Lampre).
Aparte, se han incorporado a corredores solventes como Fofonov ó Gourov (Carmiooro), que seguramente tomarán parte en la gran ronda francesa como «cuota étnica» para ayudar a Alberto Contador. Y, sobre todo, dentro del bloque kazajo se espera con avidez la explosión de promesas como Alexandre Dyachenko, séptimo en la Volta a Catalunya’09, ó de un Andrey Zeits que obtuvo en su año de neoprofesional una meritoria 35º plaza en el Giro. El completo Kiriyev ó el jovencísimo Nepomnyachsniy parecen también buenas bazas de futuro que continuarán evolucionando esta temporada.
Pocas garantías para dominar el Tour
Los corredores del equipo que en principio aportan más calidad y ofrecerán un mayor rendimiento son aquellos reclutados por Martinelli y Contador, los que seguramente formarán el ‘nueve’ de Astaná para la carrera más importante de su año. Los ya citados De la Fuente y Gasparotto liderarán al equipo en las clásicas y tendrán el ayudar a Contador a luchar por el maillot amarillo como un objetivo secundario; el resto parecen reclutados únicamente para la causa del madrileño. Empezando por el gallego Óscar Pereiro, y siguiendo por los tres hombres de confianza que el mejor vueltómano de la actualidad siempre quiere llevar de su mano: el gregario-aguador Benjamín Noval y los escaladores Dani Navarro y Jesús Hernández. Además se ha incorporado otro español más al equipo en las últimas fechas, el escalador catalán Josep Jufré (Fuji), que firmó por Astaná toda vez que la posibilidad de liderar un nuevo equipo profesional con base española se diluyó ante la falta de patrocinadores.
El fichaje más interesante ha sido seguramente el de una de las sensaciones de la última Vuelta a España, el veterano Paolo Tiralongo (Lampre). Tiralongo es un gregario especialista, escalador sobrio y decente rodador, que será de gran ayuda a Contador en el Tour y seguramente asuma el liderato del equipo en algunas citas puntuales tal y como venía haciendo en Lampre. También de Lampre llega el pundonoroso esloveno Gorazd Stangelj (Lampre). Y, de territorio italiano, el neoprofesional Mirko Selvaggi y un ucraniano que necesita aprovechar mejor sus cualidades, Andrei Grivko (ISD).
Algunos de estos nueve nombres, junto a Contador y un par de kazajos para contentar a los mecenas, formarán el bloque que deberá ayudar a Contador en su asalto al tercer maillot amarillo de su carrera. No parece suficiente, ni mucho menos, para bloquear la carrera; el madrileño deberá de correr con muchísima sangre fría, marcando bien los tiempos para no coger el liderato demasiado pronto y mostrándose muy fuerte una vez lo tenga a sus espaldas para asustar a sus rivales. Es el precio a pagar por un invierno de incertidumbre y vacilaciones.
Astaná, Contador y la incertidumbre (I)
La historia que ha envuelto al equipo Astaná este invierno es como una novela donde sólo se hubieran escrito la mitad de los párrafos: turbia, desconcertante y difícil de entender. Desde que se confirmara la salida de Armstrong, Bruyneel y su pléyade de la estructura, esta quedó completamente al pairo: sin dirección técnica ni potencial deportivo alguno, sólo se salvaba del naufragio por su estatus ProTour y por la figura de Alberto Contador, gran estrella del ciclismo mundial y por tanto una base sólida sobre la que iniciar un nuevo proyecto a largo plazo. Pero ni siquiera estos pilares fueron firmes… empezando por el corredor madrileño, que no quería ver su futuro ligado a un patrocinador tan inestable como históricamente ha sido Astaná.
Astaná, un patrocinador maldito
En cierto modo, Contador tenía [y tiene razón]. Desde su entrada en el mundo del ciclismo a finales de 2006 apoyando a la moribunda estructura de la ONCE de Manolo Sáiz, Astaná ha ido dejando un reguero de desilusiones a su paso. El marcado personalismo del patrocinio, sujeto siempre en la luz y en la sombra por la figura de Alexandre Vinokourov, propició la disolución de la citada estructura de Sáiz en el invierno de 2006 y el nacimiento y muerte de otra dirigida por el suizo Marc Biver al año siguiente debido a un affaire de dopaje que afectó directamente al propio Vinokourov.
En 2008, Astaná dio su dinero a la escuadra de Johan Bruyneel, al heredero del recordado US Postal (luego Discovery Channel) donde Lance Armstrong consiguió su legendaria racha de siete triunfos consecutivos en el Tour de Francia. Y, con ello, la sumergió en un año de travesía por el desierto: los organizadores del Tour de Francia no querían ver al dinero kazajo tomando parte de su carrera después del negativísimo espectáculo de Vinokourov un año antes, retirada del Astaná al completo incluida. Aunque ello supusiera renunciar a la presencia del vigente campeón de su carrera, al que era campeón también por su criterio, que apartó al que iba a ser ganador de la competición cuando esta se desarrollaba. Un sinsentido que dejó al equipo de Bruyneel sin participar en la prueba en la cual son especialistas, pero a la vez dio a Contador la oportunidad de erigirse en vencedor de las tres grandes vueltas con tan solo 26 años.
Todos los problemas estructurales se resolvieron aparentemente esta temporada con la llegada de Lance Armstrong y su poder fáctico a Astaná. Pero sólo aparentemente, puesto que la cruda realidad mostraba que el dinero kazajo rara vez llegaba a la caja a tiempo. Antes del Tour hubo dudas acerca de si el equipo seguiría en pie, incluso se rumoreó la posibilidad de que Trek y la fundación Livestrong se hicieran cargo del patrocinio de la escuadra para garantizar la supervivencia de ésta. Y, aunque no se llegó a tal extremo e incluso la temporada acabó sin mayor novedad y sólo algo de tensión en el plano económico, los problemas se reprodujeron en otro plano, el deportivo, con la manifiesta incompatibilidad de Armstrong y Contador en las carreteras. El rumor dice que fue un pacto entre el madrileño y el resto de corredores españoles que participaban en la carrera, seguramente tácito, el que hizo posible que Contador llegara victorioso a París.
La fallida búsqueda de equipo de Contador
Desde el mismo momento en que la legión capitaneada por Bruyneel y Armstrong anunció su salida hacia el nuevo RadioShack, las raíces aéreas que sostenían a Astaná desaparecieron. Contador quiso saltar por la borda de ese barco a la deriva al cual le unía un año más de contrato, y para ello estuvo meses luchando junto al piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso y el mánager de éste, Luis García-Abad, por el nacimiento de una nueva estructura de capital español que pretendía incluir un equipo ProTour con lo más granado del pelotón nacional y otra continental con las mejores promesas. Sin embargo, todo quedó en agua de borrajas: había que cortar mucha tela para que ese barco saliera de puerto. Era necesario, al menos, un año para que hubiera garantías de que el proyecto saliera bien. En 2011, si todo marcha según lo deseado, sí estará en las carreteras. Una condición que marca parte de la historia posterior.
Aunque no pudiera ser para formar parte de la nueva estructura creada en torno a él con el apoyo de Alonso, Contador seguía queriendo dejar Astaná. Y para ello no dudo en desairar varias veces al equipo a través de comunicados de prensa donde mostraba abiertamente esas ambiciones. Alberto se ha mostrado abierto en todo momento a firmar por cualquier escuadra que apostase decididamente por él. Lo malo es que no hubo ninguna. Por si no hubiese suficiente inconveniente exponerse a unas duras negociaciones con los kazajos, que blandían el compromiso hasta enero de 2011 que el corredor madrileño había rubricado en su día, el propio Contador ponía la traba de que sólo estaría en el equipo de paso para, a la temporada siguiente, pasar a «su» escuadra. Además, el ‘pack’ Contador incluía a tres ciclistas de su confianza: Benjamín Noval, Jesús Hernández y Dani Navarro.
Había que supeditar la planificación de todo un año a los deseos de Contador y ceder a todas sus peticiones a cambio de sólo eso, un año. Un año de relevancia y gloria deportiva asegurada pero que, a la vez, dejaría desmantelado cualquier gran proyecto de futuro. Aún así, hubo algunos que se interesaron, como Caisse d’Épargne, Liquigas, Garmin y Quick Step; estos últimos incluso lanzaron a través de su director Patrick Lefévre un cortejo en toda regla usando las páginas de L’Equipe. Nada llegó, sin embargo, a cristalizar. La dificultad de la operación era excesiva. Favorecidos por las circunstancias, los kazajos trataron de atar a Contador con una gran oferta de un total de en torno a veinte millones de euros por cuatro temporadas de contrato que en los medios se infló por haberse filtrado cifras brutas y un cambio de divisas inapropiado. Pero el madrileño, de nuevo condicionado por su futura estructura, rechazó la propuesta.
Finalmente, Astaná ha conseguido retener a Contador, pero sólo por un año. Las mimbres del equipo para la próxima temporada las analizaremos en el próximo artículo…
Sueños que se culminan en el Mont Ventoux
La apuesta de los organizadores del Tour de Francia al situar la subida decisiva al Mont Ventoux el penúltimo día era muy arriesgada. Ha sido muy denostada, se hablaba de que el conservadurismo imperante en los planteamientos tácticos de los principales favoritos convertiría el Tour de Francia en una clásica. Todo se iba a determinar en la vigésima etapa, el resto de la carrera iba a estar completamente descafeinada.
La apuesta de los organizadores salió bien
Sin embargo, esta vez los ciclistas han dado la razón a los organizadores. Los desautorizaron con la triste protesta por el experimento del día sin pinganillo. Hoy les han guiñado el ojo y les han trazado el camino a seguir: el último día decisivo no debe ser una contrarreloj, sino un final en alto cuya dificultad permita el movimiento de los favoritos de la clasificación general. Así habrá emoción como la que hemos tenido hoy, donde sólo estaba definido el maillot amarillo merced al dominio de Contador. El resto estaba en el aire, en el aire que sopla en el Mont Ventoux.
Ha sido una hora de ciclismo para el recuerdo. Antes ha habido poca tela por cortar para el aficionado, pero mucha para el corredor: el ritmo al que se desarrollaron los 167 kilómetros de recorrido fue altísimo. La fatiga se acumuló, y ello favoreció que al pie del Mont Ventoux apenas llegaran una veintena de ciclistas en el pelotón. El resto, damnificados y en muchos casos desmotivados (Evans, Sastre, Menchov…), decidieron dejarse ir en vista del elevado paso marcado por un Astaná que perseguía la fuga de dieciocho hombres que viajaba en cabeza.
El Mont Ventoux define la carrera
Dicha fuga había llegado a alcanzar los nueve minutos de ventaja, exagerados, a cincuenta de meta. A cuarenta, llevaban 8:25. A veinte, tan sólo 4:34; una sencilla muestra de cómo de rápido rodó Astaná. Se empezó a subir el Mont Ventoux y, por delante, muy pronto se marcharon en cabeza tres ciclistas. El jovencísimo alemán Tony Martin (Columbia) cogió el peso y era quien más relevaba; Juan Manuel Gárate (Rabobank) iba muy fuerte, pero más escondido; el combativo Christophe Riblon (AG2R) intentaba agarrarse a la rueda de los dos primeros, pero acabó cediendo mediada la subida. El gran reto era mantener la serenidad para así conservar también la distancia, algo difícil con la guerra que se montaba atrás…
En el grupo de favoritos, Saxo Bank tomó la iniciativa. Chris Anker y Nicki Sörensen quemaron sus naves en cinco kilómetros, suficientes para seleccionar aún más el paquete y dejarlo en poco más de una decena de ciclistas. Preparaban el terreno para el ataque de un Andy Schleck devastador, fortísimo, que se destacaba una y otra vez para que su hermano Frank le cogiera rueda con objeto de dejar atrás a Lance Armstrong, su gran rival por el tercer cajón del podio. Pero no hubo manera; Frank no le seguía. Su sombra era siempre Contador.
Varios kilómetros pasaron Schleck y Contador con un centenar de metros respecto a Wiggins, Klöden, Armstrong y Frank Schleck, que se marcaban descaradamente en su lucha por el podio. A su alrededor, secundarios como Jurgen Van der Broeck (Silence) o los hombres de Liquigas Roman Kreuziger y Vincenzo Nibali. Precisamente este último encendió las alarmas con un ataque que nadie respondió y le llevó hasta la rueda de Contador y Andy. Se metía con los grandes, hacía distancia, estaba a sólo dos minutos del podio.
Nibali casi dio la vuelta a la tortilla
La ventaja crecía paulatinamente, ya sólo le quedaba un minuto más que recortar para colocarse tercero en la general y forzó la reacción trasera. Klöden impuso una aceleración que llevó al resto de contendientes por el podio hasta la rueda del trío destacado, eliminándose de paso para la lucha por el podio. Andreas Klöden sacrificó sus opciones por Armstrong; trabajo de equipo. Quedaba así un grupo de una decena de corredores que se miraban tensamente, mientras por detrás entraban nuevos actores: Franco Pellizotti, vistiendo el maillot de topos rojos, demarraba y se marchaba en busca de Martin y Gárate, apenas con un minuto de ventaja en cabeza. El resto, vigilantes.
Unos kilómetros después, los Schleck intentaron unos últimos demarrajes que tuvieron como víctimas a Wiggins, sufridor, y a un Nibali que pagó el esfuerzo. Armstrong y Contador, sin embargo, se mantenían a rueda; el checo Kreuziger, que ha esperado al último día para mostrar lo que muchos expertos aseguran, que es un superclase capaz de ganar el Tour en unos años. De poco sirvió a los de Saxo Bank esos últimos tirones; apenas para cazar a Pellizotti, que aún marchaba destacado. El podio era ya inabordable; la victoria de etapa, también.
La victoria en la cima, entre Gárate y Martin
Se la jugarían por delante Gárate y Martin. Algo más de cuarenta segundos de ventaja eran suficientes. El irundarra encendió la mecha a un kilómetro y medio de meta, con un ataque alegre que fue neutralizado por el potentísimo Martin a los pocos segundos. Siguió el alemán tirando, y con ello regaló la etapa a un Gárate que sólo tuvo que tensar a doscientos metros de meta para hacerse con la victoria.
Una victoria, sin duda, especial. Soñada, aunque de otra manera. A sus 33 años, culmina una carrera meritoria, más valorada fuera de España que en territorio nacional, donde brillan es especial dos cuartos lugares en sendos Giros de Italia y un campeonato de España. Desde ahora, también, brillará otro hito: uno de los pocos ciclistas del mundo capaces de ganar en las tres grandes vueltas. En la Vuelta’02, vestido de Lampre, ganó en Vinaroz. En el Giro’06, vestido de Saunier, ganó en San Pellegrino. En el Tour’09, vestido de Rabobank, ganó en el Mont Ventoux. Sueños de cualquier ciclista que para él se han hecho realidad.
Astarloza consigue la felicidad que merece
Con perdón: olé por los cojones de Astarloza
22 de Julio, Arueda.com
Hoy Astarloza ha ido cuatro veces con el cántaro a la fuente infructuosamente. Por delante se había formado una fuga cuyos integrantes más destacados eran Franco Pellizotti (Liquigas), Jurgen Van der Broeck (Silence), Vladimir Karpets (Katusha) y Fabian Cancellara (Saxo Bank). Junto a ellos, alrededor de una quincena de ciclistas, incluyendo tres compañeros de equipo de Mikel: Rubén Pérez, Gorka Verdugo y Egoi Martínez, con el maillot a puntos rojos entre ceja y ceja.
Astaná no pudo controlar las fugas
Pronto Pellizotti y Karpets se distanciaron del resto de la fuga, como para demostrar que eran los más interesados en que la escaramuza llegara a buen puerto y, sobre todo, los más fuertes. No era para menos: Pellizotti prácticamente se aseguraba la clasificación de la montaña, y Karpets por su parte estaba a apenas cinco minutos en la general y podía acortar distancias.
Esta última circunstancia, unida a la presencia de gregarios de los principales líderes, motivó que Astaná no quisiera dejar que la fuga hiciera camino. Sin embargo, el bloque dirigido por Bruyneel no está tan fuerte como los primeros días. Ha sufrido mucho desgaste, el liderato fáctico ejercido a pesar de que el amarillo estuviese en poder de Nocentini es un castigo tremendo. Hoy se ha hecho notar: no pudieron tumbar la escapada del día a pesar de intentarlo, aunque después mantuvieron el tipo en los ataques posteriores de quienes se querían unir a la fiesta…
La escapada del día, gran protagonista del espectáculo
Hasta que finalmente claudicaron. Antes, numerosísimos demarrajes y grupitos se formaron; Astarloza estuvo hasta en cuatro de ellos. El quinto y último, el bueno, lo formó con Goubert, Lefévre… y su compañero Igor Antón, que se vació para introducirle en el grupo de escapados, que transitaba a toda velocidad en persecución del dúo formado por Karpets y Pellizotti. Ambos coronaron el Gran San Bernardo en cabeza para después ser absorbidos en el descenso. Quedaba así un grupo de 18 ciclistas con alrededor de cinco minutos sobre el pelotón tirado por Astaná y tres Euskaltel (Antón, Verdugo y Astarloza; Rubén Pérez y Egoi Martínez se habían descolgado) vaciándose en pro de las opciones del propio Astarloza.
Se comenzó a subir el Pequeño San Bernardo y, de inmediato, se empezó a mover el árbol en la escapada. Pellizotti y Van der Broeck demarraban una y otra vez para seleccionar el grupo, mientras Astarloza llegaba con sufrimiento hasta su rueda segundos después, también una y otra vez. En la tentativa buena llegó a su estela también el francés de Cofidis Amäel Moinard, un combativísimo escalador de segunda fila llamado a un puesto entre los diez primeros del Tour en los próximos años. Detrás se formó un cuarteto con Casar (Française des Jeux), Fédrigo (Bbox), Roche y Goubert (AG2R). El resto de escapados fueron cazados por el pelotón.
Schleck lo intentó de nuevo
Mientras tanto, por detrás, también había tela por cortar. Andy Schleck había anunciado movimiento y parecía dispuesto a efectuarlo, a pesar de las dificultades pasadas en la primera ascensión del día. Y, efectivamente, Saxo Bank comenzó a tirar por detrás con fortaleza. Larsson, Nicki Sörensen y Chris Anker Sörensen seleccionaron el grupo, aumentaron el paso y eliminaron a todos los gregarios de Astaná. Preparaban el terreno para el ataque de los hermanos Schleck que, poderosos, saltaron llevándose a rueda otros cuatro ciclistas: el sorprendente Wiggins (Garmin), Nibali (Liquigas), Klöden y el gran líder Contador (Astaná), que mostró una fortaleza superlativa y, por encima de todo, solidez. Mucha solidez, pocos nervios; el camino hacia la victoria en París parece perfectamente trazado.
Faltaban varios en ese grupo de favoritos. Con Menchov (Rabobank) ya no se contaba, puesto que se había descolgado al principio de la ascensión. Sí fue más inesperado ver detrás a Cadel Evans (Silence), al quejumbroso Carlos Sastre (Cervélo) y, sobre todo, al gran foco de atracción mediático Lance Armstrong (Astaná). Los tres se habían quedado en un grupo retrasado, con toda la segunda fila del Tour a la que, supuestamente, no pertenecen. La sensación de decepción con respecto de la terna de favoritos caídos era fehaciente.
Pero, muy pronto, Armstrong quitó toda esa sensación. El americano dio la mayor exhibición individual en un Tour desde que Cancellara se impusiera el año pasado en Compiégne destrozando a todo un pelotón lanzado al sprint. Lance saltó desde el grupo y, en apenas kilómetro y medio, recortó los 45 segundos de retraso que acumulaba. Fue un ataque portentoso, especial, majestuoso. Empalmó con los seis favoritos que se habían destacado, que a su vez se detuvieron indecisos y dieron posibilidad al resto de ciclistas de segunda fila de reintegrarse con los mejores. Mejor dicho, a casi todos: Evans y Luis León Sánchez (Caisse) no pudieron hacerlo y perdió tres minutos en meta.
Astarloza resolvió la etapa a la perfección
El descenso del Pequeño San Bernardo, casi cuarenta largos kilómetros, apenas cambió nada; sólo apretó un poco las diferencias y eliminó al poderoso Jens Voigt (Saxo Bank), integrante de la fuga entonces situado en el grupo de favoritos que cayó aparatosamente al suelo y se vio forzado a abandonar. Por delante, el cuarteto formado por Pellizotti, Van der Broeck, Moinard y Astarloza caminaba con decisión mientras el cuarteto perseguidor se acercaba. A cuatro kilómetros de meta eran sólo siete los segundos de diferencia entre ambos grupos.
Encendió la mecha Moinard, con un ataque cuesta abajo poco efectivo que respondió rápidamente Van der Broeck. Una vez neutralizado ese movimiento, los fugados se miraron peligrosamente: se les echaban encima. No había tiempo. Astarloza lo entendió, leyó la carrera y se lanzó. Nadie respondió, abrió hueco en un santiamén y los otros tres comprendieron que se les habían agotado las opciones de victoria. El guipuzcoano de Pasajes, el primo de Chaurreau que empezó como profesional en AG2R, se hacía con una victoria que soñaba desde niño.
Era un premio. Para el trabajo realizado por Euskaltel durante todo este Tour, para las numerosas escapadas protagonizadas, para la labor de equipo por el maillot de la montaña de Egoi y la general ó victoria de etapa de Astarloza. El premio se lo llevó quien más se lo merecía, el corredor de menor clase capaz de entrar entre los diez primeros del Tour. Sólo a base de actitud, compensando su tosca manera de pedalear y su calidad limitada con una capacidad de sufrimiento fuera de lo común. La felicidad está más fácil para unos que para otros, unos son más buenos que otros. Pero se puede llegar a ella sin tantas capacidades, pero con más coraje.