Segundo pico de forma

Mi vida como periodista de ciclismo es complicada. Está chulo vivir de informar sobre el deporte que más me gusta; me encanta ganarme el pan (y el arroz) escribiendo. Sin embargo, todos los días termino reventado: por tener que producir a destajo, por las horas de teléfono, por tanto desplazamiento, por el quebradero de cabeza de las facturas que se eternizan… y por los viajes, claro, que prácticamente me impiden tener un día verdaderamente libre a la semana y, hablando claro, me joden la vida social. Tengo suerte de tener unos amigos magníficos, pero para tener pareja pasar la mitad de los días fuera de casa y la otra mitad dentro currando a marchas forzadas es devastador.

Camino de Alba de Tormes, meta de la primera etapa de la Vuelta a Castilla y León, venía reflexionando en torno a todo esto. Y me dije a mí mismo: «No tengo ganas de estar aquí. No quiero estar aquí. Yo quiero estar en Granada. Con mi bici, y mis colegas, y una tarde de sol en el Triunfo leyendo, y planes para una noche de cerveza». Entonces sonó el teléfono y era Marca, para encargarme páginas sobre la carrera que después salieron en la edición regional del periódico. Se me quitaron los deseos de evasión.

Ha sido un mes fantástico. Desde que cogí el coche alquilado para ir a currar en el rodaje malagueño de Dare2b hasta que el pasado jueves a mediodía entregué, por fin, las últimas páginas del mes para Ciclismo a Fondo. Antes de relatarlo quiero agradecer a Arueda.com, la Selección Española sub23, Lointek Team y los mentados Dare2b, Marca y Ciclismo a Fondo haber hecho posible todos estos viajes y que mi nutrición durante y entre los mismos haya sido correcta – nutrirse bien es importante para sobrevivir. También corresponde dar gracias a muchos individuos particulares que han sido claves por obra u omisión. A todos los quiero con locura, incluso a los más cabrones. Soy puro amor.

El primer viaje de este pico de forma fue para colaborar en el rodaje del nuevo catálogo primavera-verano de Dare2b. Una oportunidad magnífica de ver una producción audiovisual desde cerca y comprobar cómo trabajan los profesionales de esto. Fueron días trambólicos en los que me exigieron hasta el tuétano y aprendí a raudales. Tuve la oportunidad de estrenar una BMC tope de gama. La vida.

La Trek. Gracias a ella conocí a personas fantásticas.

Una Trek Madone gracias a la cual conocí a personas fantásticas.

Tras un día de parada en mi pueblo tocaron Indurain y Rioja con la Selección Española sub23. Me encantó comprobar una idea que yo tenía clarísima: hay ciclistas con muchísima proyección en nuestro país, capaces de llegar a cotas altísimas. Estoy de acuerdo con los agoreros que indican que difícilmente volveremos a tener una generación como esta de Contador y Valverde, pero es que Contador y Valverde son únicos en la historia del ciclismo. Lo que sí podemos tener son Sastres, Samueles, Luisles, Lastras, Zandios y Gárates.

Héctor Sáez y Cristian Rodríguez

Héctor Sáez y Cristian Rodríguez

En los análisis derrotistas sólo se da importancia a los ganadores, pero también es relevante la clase media. Ésa es la que se pierde. Un superclase en potencia (Cristian Rodríguez) siempre saldrá adelante; un currante (Héctor Sáez) no brilla tanto y, sin hueco, no llegará ni a profesionales. Es muy necesario que surjan un Profesional y un Continental españoles esta temporada: para los Cristian y, sobre todo, para los Héctor. El trabajo que hacen los técnicos en sus equipos y Pascual Momparler en la Selección aseguran que estarán preparados para rendir entre los mayores como ya lo hicieron aquellos días que podréis leer en la próxima Ciclismo a Fondo.

Una charla técnica de Momparler

Una charla técnica de Momparler

El fin de semana siguiente me desplacé junto al equipo Lointek a cubrir las Copas de España femeninas de Zamora y Ávila. Quería ver si los tópicos en torno al ciclismo de chicas eran ciertos. Lo son. Las competiciones son tan bonitas como las masculinas, las ciclistas tienen mérito e historias interesantes y llamativas, y sobre todo el circo tiene un margen de progresión espectacular. Cualquier empresa española de la industria de la bicicleta debería entrar a cuchillo en el mercado femenino: está prácticamente virgen. Hay mucho espectáculo por evolucionar y mucho relato que contar al público. El producto mola y sólo es necesario que alguien apueste por venderlo con el énfasis que merece.

Mi coleguita y paisana Lucía Polo

Mi coleguita y paisana Lucía Polo

Después llegó Castilla y León. No me queda mucho que decir sobre esta carrera: tuve que escribir tres páginas diarias para CaF, Arueda y Marca, amén de tres suplementarias de relatos que van en el inminente número de la revista. El silencio blanco jacklondoniano que viví en Torre no lo olvidaré jamás, y aún hoy me estremezco de recordarlo; encima tuve puesto durante todo el javivi el disco mítico de Hevia, para darle más épica al rollo. La felicidad estuvo en que los textos quedaron creativos; los mejores de la temporada hasta el momento.

Torre

Torre

El domingo llegué a casa a las 3 de la madrugada tras 2400 kilómetros de coche, la mayoría en solitario o con el copiloto en siete sueños. Menos mal de aquella chica de Blablacar que me animó el trayecto de ida desde Granada hasta Toledo. No me acuerdo de su nombre, pero tampoco la olvido.

Y de curro denodado estuve hasta este lunes, debú de mi semana de pseudovacaciones. He subido el Alto de Monachil, vertiente de El Purche. La anterior ocasión que ataqué la ascensión tenía una resaca atroz; escalé dos kilómetros y en el siguiente estuve midiendo el ancho de la carretera (osease: dando bandazos) hasta comprender que aquel no era el día para mover el 39×25 de la Cervélo en esas rampas. Hoy lo ha sido y la experiencia ha resultado casi mística; ‘efecto Nirvana’, que diría mi colega Párraguez. Cuando he coronado, en solitario, he llegado a la conclusión de que estoy en el mejor momento de mi vida.

En realidad, llevo desde que concluyó aquello de Chile en el mejor momento de mi vida.

Foto apolínea junto a una pintada en homenaje a Pecharromán que hay a mitad de El Purche. Qué grande.

Pose apolínea junto a una pintada en homenaje a Pecharromán que hay a mitad de El Purche. Qué grande.

Como bonus track, la mejor foto del mes: Lourdes. Lourdes Oyarbide. Mi amor platónico en esto del ciclismo. Por fin la conocí. Le solté varias sartas de barbaridades con mi bellaquismo habitual. Y aun así admitió hacerse conmigo una foto que guardaré para siempre en mi corazón y en mi teléfono móvil. Al menos hasta que lo cambie. No prometo tenerla en mi futuro nuevo móvil. Pero sí en mi corazón.

Lourdes

Lourdes. Fijaos en cómo la agarro para que no se escape.

Eso es todo, amigos. Nos vemos en las carreras, y en los bares. Sobre todo, en los bares.

Mi amigo Vere

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