Artículo publicado originalmente en el Cuaderno de Joan Seguidor
Esto es como tener una stripper dentro de una tarta. Todos lo imaginan y ella está gritando, pero debes esperar al postre para anunciarla.
— Fran Reyes (@FranReyesF) noviembre 29, 2013
2013 ha sido un gran año para mí; al menos, en los 364 días que hemos vivido ya. Tal vez por aquellos proyectos quiméricos de Pasados de Vueltas de los que hablé aquí alguna vez, o porque le leí a José Manuel Movellán que era buenísimo beberse un litro de agua antes de desayunar y desde entonces duermo con un bidón en la mesita de noche para liquidar su líquido (?) antes de levantarme – ya sé que es menos de un litro, pero es que un litro es mucho.
La segunda chica con la que me lié en 2013 estaba enamorada de Chile. Me lo contó en uno de esos momentos de intimidad ilusoria, y yo le respondí: «Qué casualidad. Yo tengo un amigo en Chile que quizá nos lleve a otro colega y a mí allí durante un tiempo para ayudarle a desarrollar la comunicación de su equipo». Ella abrió los ojos, después los cerró y aspiró aire, como ensoñada. «¿Vas a ir a Chile? ¡Qué guay!». Me despedí de ella a la mañana siguiente y no volví a verla en esas circunstancias, aunque el otro día me dijeron que se había pedido una beca y este curso estará estudiando en Santiago; quizá incluso esté allí ya. No lo sé.
Tres meses después de aquello ese amigo de Chile, Juan Pablo Pino, nos dijo a mi colega Andrés Cánovas y a mí que no iba a ser posible que viajáramos para desarrollar la comunicación de su equipo actual pero quizá pudiéramos trabajar en sacar adelante un Continental. Que si podíamos ayudarle a preparar presentaciones y argumentarios veía posible convencer a unos cuantos patrocinadores para apoyarle y crear la primera escuadra profesional e internacional del país. Nos pusimos a ello, a currar en PinoRoad.
Podría contar una retahíla de historias sobre cómo se crea un equipo. Por fortuna, las he vivido. No me sorprendería haber enviado un millar de correos, o escrito un millar de páginas, o hablado un millar de horas por teléfono, sólo a sujeto del equipo. Y las conversaciones transatlánticas por Skype son, por supuesto, innumerables. La que más moló: el día del Orica Bus Driver, inicio del Tour de Francia, nos reunimos tras la etapa durante tres horas para confeccionar un presupuesto optimista por valor de un millón de dólares que luego, por supuesto, hemos tenido que recortar bastante para ajustarlo a la realidad. Como no tenía Internet en casa, aquella tarde me tuve que ir a casa de un amigo y mantener la reunión bajo la atenta mirada de su gato mientras él bigardeaba por ahí. Por la noche me fui de fiesta a Torremolinos, mano a mano con una de mis mejores amigas. La ilusión no me cabía en el pecho.
El verano fue más o menos en esa sintonía. Un día de finales de julio a Andrés y a mí nos tocó llamar a los corredores «españoles», sondearlos por primera vez. De los cuatro que contactamos aquel día, sólo uno (Salvador Guardiola) se integra finalmente en el equipo; los demás, pese a su inicial predisposición positiva, se salieron de nuestros planes por un motivo u otro. Desde entonces, esos cuatro huecos (tres si descontamos a Salvi) pueden haber tenido una docena de inquilinos hasta llegar a la composición actual que yo, personalmente, considero un lujo inimaginable en los primeros pasos del proyecto.
Ni en el Cycling Manager hubiera conseguido una plantilla así. ¿Y sabéis lo mejor? Que no sólo disponemos de cuatro corredorazos, dos puntales consagrados y dos arietes a punto de explotar, sino que vienen con una actitud excelente. Así lo pudimos comprobar Andrés y yo un jueves de noviembre, cuando nos montamos en el coche con nuestro director deportivo Jesús Buendía (otro que está llamado a pegar el campanazo esta temporada a poco que todo vaya bien) y nos desplazamos a un centro comercial de Murcia y otro de Madrid para conocerlos personalmente y firmar los contratos. A poco que logremos un calendario que sea el 70% de lo que tenemos planificados nos van a dar un montón de alegrías. Y, además, seguro que enseñan muchísimo al bloque de corredores chilenos: todos jóvenes, todos talentosos, todos por probar en el para ellos temible calendario europeo. Les vamos a mimar, a proveer con la mejor supervisión, los mejores medios, las mejores competiciones: todo pensado para que desarrollen sus cualidades hasta el máximo de su potencial. Porque, dada la filosofía del equipo, una victoria de Urtasun será un alegrón mayúsculo… Pero un triunfo del benjamín transandino Elías Tello sería una apoteosis.
Trabajaremos para ello. Para que la stripper que emergió el pasado viernes 29 de noviembre después de meses escondida dentro de una tarta esté lo más buena posible. Y la tarta, también.
Ya que Iván me da esta oportunidad de contar mi visión personal de PinoRoad, voy a aprovechar para expresar públicamente los agradecimientos que no he querido poner en Twitter o Feisbuk. El primero para David Suárez, director de Arueda.com, que confió en mí cuando no era nada, dejándome escribir en su portal desde mayo de 2007. El segundo para Luis Ángel Maté, ciclista de Cofidis, que me confió su comunicación cuando yo no era nadie. El tercero para ‘Matxin’, actual director de Lampre, que tuvo los santos cojones de apostar por mí para Geox y propinarme un bautizo de fuego en aquella Vuelta de Cobo, y encima ha ejercido de padrino durante todo este tiempo, especialmente en los últimos meses, aconsejándome, resolviendo mis dudas y mitigando mis zozobras.
Destaco a esos tres porque han sido quizá los más definitorios; añado a dicha terna a Juan Pablo y Andrés porque han sido mis compañeros en este viaje a Ítaca; y no sigo porque, si tuviera que ponerme a agradecer a todos los que han contribuido, os aburriría. Esto no es sólo llevar a buen puerto un proyecto puntual, sino cumplir el sueño de mi vida… Y por esa vida ha pasado mucha gente. A algunos, como Víctor Martín, Manoletus García o los cinco personajes que formaban Proyecto Leopardo junto a Andrés y a mí, los conocéis; a otros, como Baldo, David, Junior, Ladri, Tocayo, Lorena, Rocío, Gordi o Banch, no. Pero todos han sido claves a la hora de configurar mi vida y alcanzar a volar tan cerca del sol.
Seguid a PinoRoad, que este año nos lo vamos a pasar muy bien.
Y larga vida al Rock and Roll.