Esta tarde se publicaba en Cyclingnews una interesante entrevista de Stephen Farrand con Oleg Tinkov donde el empresario ruso dejaba a un lado su caricatura de borracho gerontófilo para exhibir su traje de gala de hombre de negocios hecho a sí mismo.
De los cuatro epígrafes en que se divide la entrevista, el más interesante para mí es ‘Why Tinkov wants to own a team’ («Por qué Tinkov quiere poseer un equipo ciclista»). En él expone su punto de vista sobre la estructura interna que debe tener un equipo ciclista, con los siguientes puntos álgidos:
«El problema del ciclismo hoy es que los equipos son dirigidos por antiguos corredores y antiguos directores deportivos que no tienen dinero. Mendigan ante los patrocinadores y ellos pagan la totalidad del presupuesto del equipo sin tener influencia en la gestión del equipo. Eso es absurdo. El mánager de un equipo debe ocuparse de gestionarlo sin preocuparse del presupuesto»
«Dado que los equipos no reciben ningún dinero de los derechos televisivos, los mánager son víctimas del sistema. En este momento sólo disponen de los patrocinadores como fuente de ingresos y por eso intentan robar, permiten el dopaje y tratan a los corredores malamente cuando se desesperan»
«Si sólo eres un patrocinador no tienes control sobre la actividad del equipo. Si pago 10M€, quiero estar seguro de que tengo una exposición [se refiere al ROI, retorno de inversión] de 10M€. No quiero que mi marca pierda relevancia si el equipo consigue otro espónsor o si los corredores incorporados no son buenos. Quiero tener voz porque pongo mi dinero»
«Necesitamos más hombres de negocios y que más marcas de bicicletas como Cannondale o Trek sean propietarias de equipos. Ellos tomarían decisiones mucho más responsables y el ciclismo se parecería más a un negocio. Katusha, BMC o Cannondale son el modelo adecuado. Ahí el propietario paga las facturas y un mánager con las habilidades adecuadas dirige el equipo sin preocuparse del dinero»
Estoy de acuerdo con el fondo de la opinión de Tinkov. Creo que el ciclismo necesita urgentemente una profesionalización de su estructura. Dentro de los equipos debe haber una parte deportiva y una directiva, conectadas pero no unificadas, como en Belkin o Argos. Creo que las estructuras como Saxo-Tinkoff donde el máximo responsable en los despachos y en la carretera es el mismo están ya anticuadas. También existen pasos intermedios, como Garmin-Sharp o incluso Movistar, donde existe la influencia del mánager general en la parte deportiva, pero ésta última está vertebrada de forma prácticamente autónoma.
Respecto a articulaciones financieras, que el espónsor sea a la vez el dueño del equipo ya está en práctica no sólo en el caso de las escuadras citadas por Tinkov (Trek, Cannondale, BMC, Katusha), sino también en otras como OPQS o Astana. Se da la circunstancia de que son en todos los casos equipos estables, todos con varios años de actividad de una u otra forma y sin perspectiva de cierre. Parece el modelo destinado a prevalecer mientras los tradicionales (Euskaltel, Vacansoleil, Sojasun, Crélan… por poner unos cuantos casos de este mismo año) se van extinguiendo. Pero a la par existe un obvio peligro en él: que todo depende de un bolsillo. No ya porque dicho bolsillo sea esquizofrénico, sino porque por cualquier razón empresarial o personal puede decidir que necesite llevar su dinero a otro lado, o puede que no lo tenga.
Para minimizar este riesgo, Tinkov apunta a que la propiedad recaiga en empresas de la bicicleta. Hace un mes o así (no me pidáis que diga el tiempo exacto, no tengo tiempo de pensarlo) escribí en Zona Matxin sobre eso mismo: cómo el sector había seguido en auge a pesar de la crisis, cómo el ciclismo profesional era su mejor escaparate posible y debería implicarse más en él. Sin embargo, creo que poseer un equipo de alto nivel no es una posibilidad para la mayoría de marcas: apenas para los cuatro o cinco gigantes del sector, tipo Specialized, Merida o Trek, y excentricidades como BMC, cuya lógica de patrocinio es el amor del magnate Andy Rihs por nuestro deporte y los contratos trienales. La propia Cannondale titubea a la hora de sostener el equipo por sí sola y busca patrocinadores, como bien sabe el propio Tinkov…
… Y quizá esta sea la vía para otras marcas. Sostener al equipo, quizá controlarlo, cubrir su presupuesto cuando sea necesario, pero a la par estar abiertas a que se adose a su nombre un patrocinador ajeno a la industria ciclista que desee exposición global. Así lo ha hecho Shimano (Argos), así lo quiere hacer Cannondale, así lo hace aunque con otra perspectiva Merida (Lampre).
Sobre los hombres de negocios que gestionan y buscan rédito a nivel de exposición mediática o incluso lucro: también existen en el ciclismo. Están, por poner unos cuantos ejemplos, en OPQS (Bakala, Kok – un caso especial en sí mismo), en Garmin (Doug Ellis) o en Orica (Gerry Ryan). Y parece irles bien: siguen dentro del ciclismo después de muchos años comprometidos con él.
También existe una última vía, la utilizada por los equipos franceses Ag2r y FDJ.fr, en la cual la empresa patrocinadora, aun siendo su actividad ajena a la bicicleta, es dueña de la escuadra.
El problema de estas estructuras es cómo casan con la actual organización piramidal del ciclismo masculino profesional en carretera. Porque todas estas ideas, todos estos modelos, son válidos para la primera división pero no para la segunda o la tercera a menos que se ponga en juego un factor: la dispersión geográfica.
Ningun hombre de negocios querrá poseer un equipo de segundo nivel porque sus posibilidades de extraer rédito serían mucho menores. Tampoco una empresa, de la bicicleta o global ajena al sector, le colocaría en un escaparate de segunda con poca incidencia planetaria. Un equipo de escalón menor al primero sólo interesaría si la actividad de éste dirigiera a un mercado concreto: quizá un país o países que constituya un objetivo clave en el caso de la empresa global, o para un emergente como puede ser un país asiático o sudamericano en el caso de la bicicletera. Sin embargo, no conviene una inversión mínima de dos millones de euros para llegar a un mercado estrecho. Porque no sólo hablamos de una restricción geográfica del impacto, sino también de que apenas un 20% de la población se expone al ciclismo, y de ese 20% ni el 5% son aficionados o consumidores habituales.
Es difícil, por tanto, que se costee la segunda división tal y como se concibe a día de hoy. Por eso la categoría Profesional mengua año a año.
¿Solución para que siga existiendo una forma piramidal? Quitarle un escalón a la pirámide. En mi opinión, decir adiós a la categoría Profesional y otorgar sus derechos y deberes a la Continental (poder participar en pruebas WT, obligación de someterse al pasaporte biológico) es una buena solución. El modelo propuesto por el CCP, con una segunda división exigua que fuera más bien un WT2 en lugar de una categoría ‘per se’, me parece adecuado para realizar la transición.
Mi propuesta plantea, bajo mi punto de vista, tres grandes problemas:
– Se generaría un cisma excesivo entre los equipos globales y los continentales. Habría unos ricos muy ricos y unos pobres muy pobres.
– Para los organizadores sería cada vez más difícil vender las carreras que quedaran fuera del calendario global, lo cual podría llevar a una extinción progresiva del calendario continental que a su vez acabara con los equipos continentales.
– Los equipos continentales podrían acabar dejando de dar alternativa a los jóvenes buscando la máxima exposición para su patrocinador. Sería imperativo que los menores de determinada edad pudieran cobrar mucho menos que los mayores para que estos fueran menos interesantes y no taponaran su desarrollo. Lo malo: de no ser manejado con cuidado, esto precarizaría las plantillas y trazaría una raya arbitraria en la arena para dirimir cuándo un corredor es joven y útil o viejo e inservible. Para evitar una catástrofe formativa sería necesario que los WT tuvieran un filial, algo también contemplado por el CCP.
Mirando a otros deportes, se me ocurre que el baloncesto americano (la NBA) y la F1 se enfrentan a estos mismos problemas.
En el caso de la NBA, solventa el problema formativo asociando esa etapa con la Universidad, donde en teoría se juega con pureza y sin lucro. En realidad, las capas más altas del sistema universitario se profesionalizan subrepticiamente, pero a la par los jugadores disfrutan de su oportunidad para llegar a algo y, en el peor de los casos, saldrán de la etapa formativa con un título bajo el brazo para gozar de alternativas y no devenir juguetes rotos. En cuanto al cisma excesivo, no lo soluciona y no contempla dentro de su estructura siquiera equipos de nivel menor al global. Sobre la extinción del calendario de segunda, no lo solucionan sino que permiten a las ligas fuera de EEUU que sean su categoría pequeña ‘de facto’.
En cuanto a la F1, el problema formativo y de la segunda división a nivel de equipos se intentó aliviar con la GP2, una categoría de marca blanca sin interés ni para el público (poco espectáculo) ni para las escuderías globales, que en la mayor parte de los casos están lampando porque aparezca un piloto, de calidad o no, con una buena cartera de patrocinadores bajo el brazo. En cuanto a carreras, la GP2 se solapa en la medida de lo posible con la F1. Sobre otras categorías menores de automovilismo, hasta donde yo sé sobreviven como una especie de ‘serie B’, salvo casos concretos en países concretos.
Un último punto referido por Tinkov son los derechos televisivos. En mi opinión, y aunque algunas voces digan lo contrario, ahora mismo el ciclismo no es valioso como producto televisivo precisamente porque como producto televisivo tiene mucho que evolucionar. Dividiendo desde ya el dinero que reciben los organizadores por este concepto estaríamos quitándole una de sus mayores fuentes de ingresos potenciales para servir una merienda de negros. Creo que es preferible esperar a que se perfeccionen los formatos y las televisiones estén verdaderamente interesadas por comprar ciclismo; esperar a que haya pastel para empezar a repartirlo.
Y con esto finalizo mi diatriba.
Os pido, por favor: comentadme aquí, por Twitter (@FranReyesF) o por correo electrónico (franreyes arroba espiritugregario punto com) cualquier apreciación que tengáis sobre mi punto de vista, ya sea para recriminarme errores o para aportar lo que queráis. Todo esto son ideas escritas sobre la marcha a raíz de Tinkov, un desbarre que sólo será valioso si debatimos a partir de él.