Las claves finales del ‘caso Contador’ (I): lo mediático

Alberto Contador volvió ayer a la competición, como cada año, en la Vuelta al Algarve. Rodeado de expectación, de periodistas viajados de improviso y, sobre todo, de un halo quimérico. El madrileño ha derrotado, al menos por el momento, al sistema antidopaje mundial y al poder de Unión Ciclista Internacional y Agencia Mundial Antidopaje, organismos empeñados en hacer valer una parte de su normativa a costa de obviar otra. Apenas un artículo mínimo, el 296, ha servido al equipo legal de Contador para derrumbar el laxo y hasta cierto punto obsoleto Código propugnado por la AMA.
El lunes se conoció de manera oficiosa la noticia de que el Comité de Competición de la RFEC, inclinado en principio por imponer al ganador de tres Tour de Francia un año de suspensión, iba a dejar sin sanción alguna al madrileño. La absolución fue acogida con alivio por Contador y su entorno, con alegría por los aficionados simpatizantes con su causa, con frialdad por los escépticos que nos echábamos las manos a la cabeza cuando el pinteño acudía a los platós de televisión menos reputados para someterse al “polígrafo ocular” de personajes como el inenarrable Miguel Ángel Revilla y con auténtica indignación allende de nuestras fronteras.
El porqué de la frialdad y la indignación de algunos es fácilmente comprensible viendo la deriva mediática y pública tomada por el caso en los últimos tiempos. En los últimos compases del proceso, la información privilegiada y las filtraciones  han pasado del Grupo PRISA a Unidad Editorial, de El País a El Mundo, de As a Marca. Y lo cierto es que esto ha generado un cambio absoluto en el tratamiento de las informaciones, alejado de la sobriedad y el ojo crítico respecto del pinteño (a veces excesivo) con el cual llevó el tema PRISA.
Un ejemplo de esto es la entrevista de Pedro J. Ramírez (cabeza visible de Unidad Editorial) a Contador en Veo7, que ya forma parte de la historia de la televisión española por lo inenarrable que resultó en conjunto. Fue buena desde el punto de vista periodístico, casi impecable, por cuanto el entrevistado fue puesto varias veces en aprietos y tuvo que sacar todo su arsenal de argumentos. Pero fue muy mejorable desde el punto de vista formal. En algunas ocasiones el director de El Mundo fue demasiado vehemente y directo en sus acusaciones. En otras dejó en evidencia la ignorancia del ciclista madrileño respecto a algunas particularidades del proceso, en unos gestos que resultaron cuando menos poco elegantes. Y, en su perorata final, Pedro J. trató de sentar cátedra exponiendo su pensamiento de una manera, quizá, algo improcedente y poco razonada, lo cual resulta peligroso cuando el emisor del mensaje no es sino una de las personas más influyentes del país.
Seguramente como consecuencia de todo esto, las reacciones de otras personalidades españolas se sucedieron. El insólito tuit del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, afirmando que “no hay base jurídica para sancionar a Contador”, fue la punta del iceberg y quizá el mejor ejemplo de este auténtico fenómeno comunicativo desatado por Unidad Editorial. Zapatero se descolgó con una declaración cuya base es seguramente infundada, proveniente de conclusiones ajenas y no de una información directa.
La lectura de los documentos del Comité de Competición de la RFEC colgados en la web de El Mundo estos días desautoriza al presidente del Gobierno. La base jurídica para sancionar a Contador existe… como también existe la base jurídica para no sancionarle. Por tanto, el tuit de Zapatero es erróneo. Y, al igual que las declaraciones de Rajoy y otros, ha contribuido a enturbiar el proceso sancionador a Contador y a sembrar la duda en cuanto a la independencia en su labor del Cómite hasta tal punto que el presidente de éste, Fernando Uruburu, se vio obligado salir al paso de las insinuaciones que ponían en entredicho su trabajo con un escueto pero contundente comunicado.
Por tanto, si bien a nivel de opinión pública española la última semana de campaña mediática de Alberto Contador ha podido resultar beneficiosa por cuanto la ha puesto a su favor, no se puede decir lo mismo a efectos jurídicos y de percepción internacional. España siempre ha sido considerado un paraíso para el dopaje, alentado y permitido según piensan más allá de nuestras fronteras por unos Gobiernos que ven en los éxitos deportivos un medio propagandístico deseable. La absolución del corredor madrileño se achaca a las presiones poíticas y mediáticas y es por ello considerada un caso más de dopaje consentido. De hecho, en la mordaz tira cómica ‘As the Toto Turns‘ se ironiza con la posibilidad de que Lance Armstrong se nacionalice español para salir indemne de la investigación federal por dopaje de la cual es sujeto en su Estados Unidos natal.
¿Cuál sería la percepción de no haber existido este pronunciamiento público de algunos notables políticos y comunicadores? Para empezar, si damos por buena la hipótesis de la influencia efectiva de estos en el devenir del proceso, quizá Contador estaría ya sancionado con un año, camino del TAS en lugar de compitiendo en el Algarve. Si consideramos que el Comité de Competición no se vio condicionado por estas circunstancias, tal vez los escépticos dentro y fuera de España veríamos con más claridad cuáles son las claves jurídicas que han llevado a la absolución de Contador. Unas claves jurídicas que desgranaremos mañana en un segundo reportaje.
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