Hoy en Herning, llegada de la primera etapa en línea del Giro de Italia, se ha disputado un magnífico esprint. Si somos adeptos de la perfección quizá no haya sido brillante, pero sí ha resultado emocionante y tácticamente complejo, mucho más de lo que se suele expresar en las retransmisiones televisivas donde se expresa un caos en pos de la línea de meta más que un juego de técnica y estrategia. Os proponemos lo siguiente: leed esta explicación detallada de lo sucedido y, después, ved el vídeo de la llegada. ¡Ya veréis cómo es todo de intricado y apasionante!
Primero, los antecedentes: Sky y, en menor medida, GreenEdge han asumido la caza de la fuga del día, compuesta por Alfredo Balloni (Farnese Vini), Miguel Ángel Rubiano (Androni) y Oliver Kaisen (Lotto). Conseguido esto, han consentido que el local Lars Ytting Bak (Lotto) se luciera rodando por delante del pelotón una veintena de kilómetros. En los diez últimos kilómetros, Taylor Phinney ha sufrido una caída que le ha obligado a llevar a cabo un esfuerzo vertiginoso con ayuda de tres coequipiers de BMC para reintegrarse en el pelotón…
Y mientras tanto, por delante, se desarrollaba una ‘volata’ espléndida. Estamos en el segundo día de competición, y eso es un factor apreciable: todos los ciclistas y equipos tienen fuerzas y buscan realizar su estrategia en la carretera tan idealmente como era escrita en el papel y, si no, aprovechar los esfuerzos ajenos para el rédito propio.
La realización
Garmin, por ejemplo, ha sido junto a Sky el mejor bloque de la etapa de hoy. Sébastian Rosseler, primero, y Ramunas Navardauskas, después, han llevado perfectamente a cabeza a Jack Bauer, Alex Rasmussen, Robert Hunter y Tyler Farrar. Precisamente Hunter ha sido quien ha lanzado definitivamente el esprint; sin embargo, Farrar ha vuelto a no rematar en los metros finales y terminó cuarto. Así, el magnífico trabajo del conjunto de Jonathan Vaughters ha terminado siendo de provecho para los otros contendientes.
Otros dos hombres relevantes: Filippo Pozzato y Daryl Impey. El italiano, trabajando para Andrea Guardini, ha realizado dos postas impresionantes (a 3 y 1’5 kilómetros de meta) de resultado estéril para Farnese por cuanto su joven líder ha caído en la recta de meta cuando marchaba más allá de la décima posición del grupo pero útiles para Sky, que ha suplido con ellas las carencias de Hunt y el encierro de Cavendish que explicaremos más adelante. Por su parte, Impey ha llegado a la cabeza del pelotón dentro del último kilómetro, y pasado por la última curva (un codo a 500 metros de meta) en primera posición; sin embargo, no llevaba a su rueda a sus coequipiers de GreenEdge. Goss, 2º en meta, explicaba en meta que era «la primera vez« que el ‘treno’ corría junto.
Y luego está Sky. Los británicos sufrieron la baja del veloz Ben Swift el día del prólogo, y hoy probablemente lo hayan echado de menos: su reemplazo, Jeremy Hunt, no tiene la capacidad de realizar su labor en los últimos metros y las piezas han tenido que moverse. Hunt tiró del grupo hasta -3, cuando le rebasó Pozzato, quien favoreció la prevalencia británica. Después fue el turno de Flecha, que fue rápidamente superado provocando una reacción en cadena que terminó con un bandazo de Roberto Ferrari (Androni) y Cavendish encerrado a mitad del pelotón.
En ese momento, el trabajo de Eisel quedó estéril; también Kennaugh quedó fuera de juego. Fue Geraint Thomas quien, a 1’5 de meta, supo ver en el otro lado del grupo el tren de Farnese Vini, liderado por Pozzato, y dirigir a Manx Express hacia él en una maniobra audaz que le permitió volver a llevarle a la cabeza del grupo con la ayuda inestimable de un reaparecido Kennaugh. Después los británicos supieron situarse en la rueda del habilidoso Hunter y Tyler Farrar. Una vez en recta de meta, cada gregario lanzó a su líder, sin caer en la «trampa» de la débil arrancada de Hushovd. Entonces Farrar naufragó y Cavendish hubo que poner toda la carne en el asador para superar a Geoffrey Soupé y mantener a raya a Matthew Goss, que no llegó a inquietar al que hoy día es indiscutiblemente el mejor esprinter del mundo.
Ahora, el vídeo del esprint. No es un caos, sino un magnífico duelo de estrategias.
Dos días antes del inicio del Giro de Italia, el equipo Farnese Vini presentaba sus bazas de cara a la ‘corsa rosa’ en la sucursal de Herning de la cadena de supermercados ABC Lavpris. Se trata de buenos clientes de la empresa vinícola, tan involucrada e identificada con el cicismo que incluso lanza ediciones especiales de su cepa estrella, Montepulciano d’Abruzzo, con Oscar Gatto en la vitola. La publicidad del evento llegó incluso a los volantes publicitarios del establecimiento, si bien no hay testimonio gráfico de su realización en unos días donde los periódicos daneses son rosas.
Actos curiosos aparte, Farnese Vini ha maximizado su labor en imagen y relaciones públicas en estos días previos a la gran ronda italiana con la producción de un spot ochentero a ritmo de Queen y la presentación de una nueva ‘maglia’, casi totalmente de color amarillo flúor, llevando hasta el extremo el lema de la escuadra: ‘Tutto il fluo del ciclismo‘.
Deportivamente, este Giro de Italia puede ser el todo o la nada para la estructura regida por Luca Scinto, Angelo Citracca y Serge Parsani. Su nueve se enfoca casi por completo al llano, lo cual la borrará del mapa en la segunda parte de la carrera salvo que Francesco Failli dé un paso adelante o Luca Mazzanti, el corredor más viejo de los presentes en la salida de Herning, sea capaz de revivir sus tiempos de Panaria.
Respecto del resto del ‘nueve’, sus líderes Filippo Pozzato y Oscar Gatto son en esencia clasicómanos, lo cual hace que sus mejores opciones de victoria pase por los finales con ‘strappi’, como Tropea el año pasado, como Asis, Montecantini Terme o Falzes. Respecto de su esprinter, Andrea Guardini, él mismo reconoce «no haber ganado tan fácil esta temporada«: la lógica dicta que tendrá complicado derrotar en el tú a tú a Cavendish, Goss o Renshaw, con quienes se midió con resultados no muy esperanzadores en la Vuelta a Turquía. A su servicio tendrá a uno de los corredores más sorprendentemente fuertes de las Clásicas del Norte, Elia Favilli, y a los voluntariosos De Negri y Rabottini.
El Tour de Flandes vivido ayer, año I después del Kapelmuur, no superó en espectáculo a los precedentes pero logró alinearse con ellos. El experimento del circuito final con tres pasos por Oude Kwaremont y Paterberg, destinado a endurecer la ruta y permitir a la organización de la prueba embolsarse la compensación económica de la nueva meta de Oudenaarde, cumplió con su segundo objetivo pero no logró completar el primero. La carrera fue igual de dura y tuvo un desarrollo similar al vivido en años anteriores, sin llegar a lo sublime, sin abandonar lo intenso…
Tensión es la palabra más adecuada para describir esta edición de De Ronde. Desde el mismo inicio, la fuga de quince corredores obligó a los directores a expresarse tácticamente. Una vez sentenciada esta, el significativo duelo entre proactivos y desactivadores derivó en una carrera monótona y frustrante para actores y espectadores. Después, fue la labor de los dos MVPs, Chavanel y Ballan, la que dirimió una carrera en la que, efectivamente, Boonen no necesitó descolgar a nadie para ganar…
Una fuga de quince que no logró condicionar la carrera
En los primeros kilómetros de carrera, un ataque de Vladimir Isaichev (Katusha) desencadenaba la formación de la escapada del día. Ésta incluía quince hombres: dos españoles, Pablo Lastras (Movistar – demostrando sus ganas de brillar en Flandes) y Pello Bilbao (Euskaltel – impresionante a sus 22 años), y dos significativos, Martin Tjalingii (Rabobank) y Tyler Farrar (Garmin). Ambos eran de largo los mejores hombres de la fuga; representaban bazas tácticas para sus respectivos líderes, Matti Breschel y Sep Vanmarcke; y suponían una valiosa representación para sus escuadras por la ausencia de ciclistas de RadioShack, BMC u Omega Pharma.
Los grandes candidatos al triunfo no podían permitirse conceder una gran ventaja a la escapada. Durante varios kilómetros dejaron crecer su renta peligrosamente: nadie se movió hasta que OPQS, gran favorito, asumió la inciativa que el resto rehusó. El propio Boonen reconocía en conferencia de prensa que “no meter nadie en la fuga de quince fue lo peor que pudimos hacer”: tirar era el tributo a pagar. Sin embargo, el desgaste de los hombres de Lefévère fue minimizado por la ayuda de un aliado inesperado, Europcar. Los franceses, ausentes de la escapada, quisieron redimirse acercando el pelotón a ésta. Entre su brega y la inercia propia de la tensión previa a cada subida adoquinada, la caza estuvo servida.
El sorprendente orden interno de BMC
Una de las grandes incógnitas de la temporada de piedras era cómo se iban a coordinar los esfuerzos de los corredores del millonario ‘dream team’ de BMC. En su alineación aparecían cuatro hombres que, por trayectoria, podían ser perfectos contendientes a la victoria: Thor Hushovd, Alessandro Ballan, Philippe Gilbert y Greg Van Avermaet.
Existía la sensación de que cada uno podría hacer la guerra por su cuenta, generando un caos contraproducente para las lógicas ambiciones de victoria de la escuadra. Sin embargo, no hubo tal. Conscientes de que su forma física no era la ideal, Hushovd y Gilbert guardaron los galones y se pusieron la cofia, consagrándose al servicio de un inspiradísimo Ballan y dejando a Van Avermaet cierta libertad para buscar sus propias opciones, sobre todo a partir de que el penúltimo paso por el Kwaremont dejara claro quiénes eran los más fuertes de la carrera. También fue de reseñar la labor de Hincapie, pendiente de Ballan hasta el segundo giro por el circuito final; y la de Burghardt, clave en la última vuelta a éste.
En la misma línea de disciplina táctica que BMC se situó Garmin. Los hombres de Vaughters unieron sus fuerzas decididamente en torno al jovencísmo Vanmarcke, lo cual resultó llamativo en el caso de hombres como Heinrich Haussler o Johan Vansummeren, que a pesar de ser el vigente campeón de París-Roubaix no tuvo reparos en quemar sus naves a 40 kilómetros de meta para forzar la que, gracias a la estimable continuación de Chavanel, se constituiría como la selección casi-definitiva. Ésta fue neutralizada por Sky, cuya apuesta por Boasson Hagen terminó en fracaso por cuanto supuso despreciar las opciones de un astuto Juan Antonio Flecha y el noruego apenas pudo ser 19º en meta.
La carrera, bloqueada: proactivos vs desactivadores
Hubo un tramo en esta Ronde, entre la aproximación al circuito final y el primer giro a éste, en el cual se vivió un bucle de ataques que eran sistemática e inmediatamente anulados. Equipos como Europcar, Astaná o Sky, proactivos y con ganas de batalla, se toparon con otras escuadras como Garmin, Omega Pharma o BMC que, desactivadoras, decidieron no permitir ningún escarceo, mandaron siempre a sus segundos o terceros espadas a atrapar a los fugitivos para dormir la carrera. En medio, inactivas, formaciones como Vacansoleil o Farnese Vini.
Fue una fase algo frustrante, y a la par curiosa por cuanto deparó imágenes insólitas como la del kazajo Assan Bazayev (Astaná) demarrando con un gel de glucosa entre los dientes [segundo 30 del vídeo superior], se extendió durante más de media hora y no varió a pesar de las aparatosas caídas de Sebastian Langeveld (GreenEdge) y, sobre todo, Fabian Cancellara. Esta última no llegó tampoco a afectar verdaderamente a la marcha de la carrera: no afectó a las tácticas de ésta, si bien restó una importante alternativa en los kilómetros finales.
Boonen no necesitó descolgar a nadie: Pozzato le perdonó
La tranquilidad de Tom Boonen en esta edición del Tour de Flandes fue uno de los factores diferenciales en su marcha y resolución. ‘Tommeke’ avisó en la previa de que no se sentía obligado a apabullar: confiaba en su esprint y en su equipo. Gracias a esto pudo permitirse no demarrar en ningún momento, olvidando los locos ataques a 60 de meta realizados en carreras pretéritas. De hecho, sólo salió a contraatacar en los últimos kilómetros, cuando ya viajaba a solas con Ballan y Pozzato…
Precisamente este último, en la mejor versión que se le recuerda desde Quick Step, marcó otra clave de la carrera. Ayudó a Boonen a empalmar con Ballan y, después, le perdonó en la última subida al Paterberg, en la cual el belga renqueó y halló la clemencia del rubio de Farnese Vini, que cesó de marcar el ritmo tras coronar. Pozzato tomó nota de la debilidad exhibida por el a la postre ganador y decidió que podía batirle de tú a tú en el esprint. Huelga decir que, finalmente, no pudo. Enterró sus opciones no eligiendo bien el desarrollo para la ‘volata’, lo cual le obligó a sentarse a bajar piñones con ésta ya lanzada… para felicidad del chico de OPQS.
Chavanel y Ballan fueron los verdaderos MVPs; Sagan, el MIP
Más allá del soberbio Pozzato y el Boonen tranquilo, los dos hombres más valiosos por su influencia en el devenir de la carrera fueron sin duda Sylvain Chavanel y Alessandro Ballan. El italiano de BMC supo rentabilizar la gran labor de su escuadra. Rodó siempre en posiciones cabeceras, estuvo presente en las escaramuzas más importantes y finalmente forzó la suya propia, la postrera, con un demarraje sin alzarse los pedales en el último paso por el Oude Kwaremont. Una vez Pozzato y Boonen llegaron a su rueda, conservó energías para derrocharlas en tres ataques que hallaron siempre respuesta por parte del belga, toda vez que su compatriota le había prometido no saltar a su rueda en ningún caso. Finalmente, su generosa inversión de fuerzas obtuvo por rédito el tercer cajón del podio.
Menos premio, al menos individualmente hablando, se llevó Sylvain Chavanel. El francés de OPQS es, como bien le definió ayer Borja Cuadrado en su crónica, un ciclista de culto, más grande por aura que por palmarés. Ayer intimidó con su halo de magnificencia a la práctica totalidad de los atacantes que probaron fortuna durante el bloqueo de la carrera; después, en el penúltimo paso por el Oude Kwaremont, tomó el testigo de los hombres de Garmin para marcar un fuerte ritmo que dejó en cabeza los once corredores más fuertes de la carrera. El corte fue neutralizado por el grueso del pelotón unos kilómetros más tarde, pero fue significativo. No en vano, siete de los hombres que viajaban en él terminaron entre los diez primeros.
Uno de ellos, Peter Sagan, fue una de las grandes sensaciones de este Tour de Flandes. No hizo nada extraordinario; o, mejor dicho, nada extraordinario para él. El eslovaco se mostró fuerte, incontenible y ambicioso: siempre atento en cabeza, algo solo por cuanto su Liquigas sólo puede ofrecerle el insuficiente apoyo de Oss y Sabatini, activo en los cortes… Su buena actuación no fue excelente por cuanto cayó en la trampa de no seguir a Pozzato y Boonen en su camino hacia la rueda de Ballan. Cuando el italiano de Farnese encendió la moto, Sagan dejó la responsabilidad de empalmar a un opaco Boasson Hagen. En esa mala decisión se le fue la carrera. No obstante, el mérito de su quinto puesto en meta es enorme y le coloca entre los favoritos a ganar el Tour de Flandes 2013, haya o no Kapelmuur en él.
El pasado lunes, preguntado por el Tour de Flandes, el suizo Fabian Cancellara se descargaba de responsabilidad e iniciaba la tradicional guerra psicológica previa a cualquier gran carrera: «La presión que yo tenía el año pasado corresponde ahora a Tom Boonen«. Y explicaba. «Después de este fin de semana, con sus victorias en GP E3 Harelbeke y Gante – Wevelgem, él tiene cinco estrellas en la lista de favoritos«. E incluso se permitía el lujo de citar una conversación con el hombre cuyo rendimiento previsto en De Ronde parece más próximo a la decepción: «He hablado con Philippe Gilbert y sabemos que, estén al 90 o al 100%, los hombres a batir son los mismos: Omega Pharma – Quick Step».
No yerra ‘Espartaco’ adjudicándole presión, responsabilidad y vitola de favoritismo a la escuadra belga y su líder. Tom Boonen, ganador en dos ocasiones del Tour de Flandes, no rehuyó en la rueda de prensa de OPQS su rol de candidato número uno a la victoria, pero avisa de que la pelota no está en su tejado. «Yo no estoy obligado a descolgar a nadie, tengo confianza en mi esprint y puedo recurrir también a mi equipo«. Ahí están sus dos grandes puntos fuertes, quizá los diferenciales respecto de Cancellara. Los coequipiers del suizo en RadioShack-Nissan (Bennati, Gallopin, Popovych) resultan sensiblemente inferiores al tremendo bloque de OPQS (Chavanel, Terpstra, Steegmans). En cuanto a la punta de velocidad, el propio Boonen se explica: «Quizá él [Cancellara] tenga un motor un poco más grande… Pero yo soy más rápido«.
Siguiendo con los órdagos, ‘Tommeke’ afirmó no tener por qué vigilar especialmente al campeón suizo: «Yo sólo corro para batirme a mí mismo«. Y ponía los nombres de otros dos candidatos sobre la mesa: «Espero mucho de Filippo Pozzato y Peter Sagan«. Sobre el talento eslovaco del Liquigas, Boonen apuntaba que «estará en el podio en los próximos tres o cuatro años; quizá pueda llegar lejos este mismo domingo«. Citaba incluso a su coequipier y reciente ganador de los Tres Días de la Panne Sylvain Chavanel: «Es uno de los mayores favoritos, por cuanto llega en buena forma y el trazado es bastante duro, acorde con sus características«. No concedía tantas opciones, sin embargo, a Edvald Boasson Hagen: «Si se llega al esprint habrá que vigilarle, pero no lo considero un favorito«.
No cabe duda: tanto Tom Boonen como su OPQS llegan muy crecidos a este Tour de Flandes. Apenas concluido marzo, el individuo lleva siete victorias y el colectivo 23. Una cifra poderosa, sobre todo comparada con la pareja de triunfos que ostenta su máximo rival Fabian Cancellara, que suponen también los dos únicos laureles en el haber de su RadioShack. Quizá sea por esta circunstancia que los belgas llegan con toda la expectación sobre sus espaldas, como rivales a batir para unos contrincantes que no tienen prácticamente nada que perder ante la inmensa superioridad belga.