Era tan fuerte el deseo… – El retorno de Valverde

Era tan fuerte el deseo que la realidad sólo podía adaptarse a él. Parecía incluso una predestinación. “Mis dos últimos compañeros de habitación en el Tour Down Under, Luis León Sánchez y Fran Ventoso, ganaron en Willunga Hill”, tuiteaba José Joaquín Rojas. “Imaginad quién es mi compañero de habitación”, escribía cómplice. Quién iba a ser. Alejandro Valverde.

La historia del murciano, de los últimos años de su vida, es dramatismo. Más allá de justicia o injusticia, de espadas de Damocles o de marcas de Caín, el hecho es que Valverde convivió cuatro años con la sombra de la sospecha primero y la persecución después; la presión, infame, acabó por estallar y devenir sanción retroactiva en junio de 2010. A partir de entonces siguieron dieciocho meses de pura voluntad, apoyo encubierto desde la estructura que siempre le sostuvo (Caisse d’Épargne, Movistar: el equipo de Eusebio Unzué) mientras el murciano cumplía su parte del trato a base de abdominales, entrenamientos e incluso concentraciones.
Concentrado estaba en Sierra Nevada cuando murió Xavi Tondo en aquella estremecedora mañana de mayo. Hoy, en la entrevista televisiva de meta, Valverde tuvo un recuerdo para él. Sollozando, envió un agradecimiento “a quienes me han apoyado siempre”; a pesar de su sanción y la saña de la UCI, a Alejandro jamás le faltaron cariño o atención. También reconoció la labor de su equipo: “ha estado genial”.
Y no era para menos. Movistar deseaba la victoria de Valverde en Willunga Hill tanto o más que el principal interesado. No aportará puntos para el ránking de mérito de la UCI, ese artefacto siniestro que determina quién está en primera division y quién no, por obra y gracia de un “malu” o penalización de dudoso calado; pero importaba poco. Los telefónicos querían recibir al que ha sido su líder en la sombra con el honor merecido, y pusieron toda la carne en el asador.
Imanol Erviti controló en el llano; David López marcó un paso demoledor en la primera subida a Willunga Hill; Iván Gutiérrez y José Joaquín Rojas colaboraron con RadioShack en mantener un ritmo vertiginoso en el llano previo a la segunda y definitiva ascensión a la cota australiana; Ángel Madrazo marcó distancias con uno de sus habituales y desaforados demarrajes; Javi Moreno fue sorprendentemente el último eslabón que enganchó a los favoritos con los fugados Tiago Machado y Rohan Dennis para colocar a Valverde en la mejor disposición posible con apenas 500 metros hasta meta…
… Y final feliz. Al murciano casi le marra el triunfo verse obligado a tomar la curva final por el exterior. Pero eran tan grandes las ganas de campeonar, de poder decir con la cabeza bien alta que había vuelto, estaba limpio y seguía ganando… que superar al astuto Gerrans en el último golpe de riñón supuso una dulce tarea. Ahora tiene frente a sí un reto: imponerse al australiano en la general del Tour Down Under, misión harto complicada de cumplir toda vez que el potencial de su GreenEdge en el llano es enorme y obviamente superior al de Movistar. Pero el mayor de los desafíos ya está satisfecho. Valverde ha resistido su sanción y conseguido a las primeras de cambio una victoria en la élite para confirmar su retorno, su condición de superclase, su fuerte deseo de emocionar y emocionarse sobre la bicicleta.

Foto: Movistar Team
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Esprinters 2011: todos contra el rey Cavendish

Después de una época de estancamiento, las ‘volatas’ han vuelto a ser lo que eran. Habían pasado unos años donde el esprint, una de las especialidades “reinas” del ciclismo junto a la montaña y la contrarreloj, adolecía de referencias claras y expectación. La generación de esprinters surgida tras Mario Cipollini y Erik Zabel, con los Petacchi, McEwen, Hushovd, Freire… se eternizaba en su estatus dominante. No llegaba una nueva capaz de derrocarla o, al menos, discutirle su supremacía: apenas un Boonen cuyo principal interés no era el esprint y puntuales apariciones de Bennati, Furlan o Förster ponían una nota de juventud y cambio en el panorama de la velocidad.
Entonces, en julio de 2008, apareció Mark Cavendish. Cuatro victorias de etapa en el Tour de Francia, cada una más incontestable que la anterior, le hicieron poseedor de la calidad de nuevo rey de la velocidad y abrieron las puertas a una nueva generación de esprinters destinados a luchar para derrocarle. La superioridad y el instinto ganador de Manx Express son prácticamente incontestables: cuando toma parte en una ‘volata’ con plenitud de condiciones suele ganar. Cuenta además con el equipo adecuado para ello, con lanzadores de gran nivel como Bernhard Eisel, Mark Renshaw o Matthew Goss, quien por cierto se adjudicó el domingo el Down Under Classic, primera prueba ciclista profesional de la temporada. Su único problema es su comentado carácter, que le lleva a protagonizar en muchas ocasiones actos lamentables más propios de un impresentable que de un rey.
Por debajo de Cavendish, aspirando a arrebatarle su puesto, figuran dos prácticos coetáneos con un trabajo, unos coequipiers y un talento similares a los del británico pero sin esa chispa de genialidad que distingue a aquellos concebidos para pasar a la historia. André Greipel, ex compañero de Cavendish y objeto de ira de éste en muchas ocasiones, ha generado grandes expectativas cambiando el blanco de HTC por el gris de Omega Pharma. Deja de estar a la sombra del superclase británico en busca de competir contra él y derrotarle. Se ha llevado consigo a la escuadra belga a valiosos gregarios como Vicente Reynés, Marcel Sieberg o Adam Hansen y encuentra un lanzador ideal como Jurgen Roelandts para completar el puzzle que, espera, le llevará a la supremacía. Sus ‘volatas’ son más largas que las de Cavenidsh, siendo el alemán amante de batirse en rectas donde la habilidad y la colocación queden relegadas a un segundo plano y es la potencia el factor decisivo.
El otro candidato al trono de Cavendish es Tyler Farrar. El estadounidense es un caso atípico de esprinter y, en general, de ciclista: durante la temporada, su físico no sólo no se desgasta sino que va in crescendo. Ése es el motivo de su falta de resultados en las primeras carreras del año y las excelentes sensaciones que deja en los compases finales. Su fortaleza radica en una inteligencia superior a la media y el gusto por los finales donde la colocación y el manejo de la bicicleta es capital. Muchas de sus victorias vienen de labores individuales; a pesar de ello, cuenta con un gregario de confianza como Julian Dean y en 2011 tendrá en su Garmin – Cervélo a dos grandes corredores que, según Vaughters, podrían plegarse a sus exigencias en ciertos momentos de la temporada: Heinrich Haussler y el campeón del mundo Thor Hushovd. En el debe de Farrar está una falta de punta de velocidad que le obliga en muchas ocasiones a conformarse con posiciones de honor.
Tras estos tres grandes dominadores del esprint mundial se sitúan varios velocistas que afrontan un año crucial para saber hasta dónde podrán llegar. El argentino Juan José Haedo, de Saxo Bank, tendrá esta temporada vía libre para disputar Milán-San Remo y Tour de Francia con las mayores aspiraciones posibles; su largo esprint provoca que no le vayan bien las llegadas excesivamente controladas. Algo similar sucede con Yauheni Hutarovich, ganador de etapa en la Vuelta a quien la no inclusión de su FDJ en el World Tour podría perjudicar. Quick Step, por su parte, presenta junto al ya casi ex esprinter Tom Boonen a tres buenas balas: dos cuyo potencial real en la élite está por ver tras unos años grises (Gerald Ciolek y Geert Steegmans) y una cuya madurez debe confirmarse esta campaña, Francesco Chicchi. Por su parte, Sky presenta una nómina completa de esprinters poco ganadores que bien podría encabezarse con Greg Henderson; mientras, el Leopard de los hermanos Schleck confiará en que Daniele Bennati y Wouter Weylandt se acomoden por fin en el alto nivel.
2011 será, probablemente, el último año en la primera plana de un buen puñado de velocistas veteranos como Robbie McEwen, quien encontró acomodo en RadioShack tras el fiasco de Pegasus; Alessandro Petacchi, cuyo maillot verde en el pasado Tour podría ser su “canto del cisne”; y Óscar Freire, que esta temporada compartirá galones como velocista de Rabobank con Matti Breschel, Theo Bos y Michael Matthews.
Como Matthews, hay muchos otros elementos interesantes en el capítulo de esprinters de futuro. En Katusha, por ejemplo, han dejado ir a McEwen y Napolitano (ahora en Acqua e Sapone) y apostado fuerte este año por el jovencísimo Denis Galimzyanov, ex pistard cuya tremenda punta de velocidad se ve desmerecida con una falta de consistencia apreciable. Para corregir sus defectos tendrá un profesor de lujo como Mario Cipollini, que estará junto a él como Erik Zabel está en HTC para instruir a John Degenkolb (plata en el pasado Mundial sub23) y Leigh Howard. Otras dos escuadras presentan una nómina de esprinters jóvenes de impresión: Sky, con Davide Apollonio y Ben Swift en plena progresión, y Liquigas con Fabio Sabatini, Jacopo Guranieri y dos rapidísimos pistard: Elia Viviani y Davide Cimolai. Tres máquinas de ganar en categorías inferiores, Marko Kump (Geox), Adam Blythe (Omega Pharma) y Giacomo Nizzolo (Leopard), bien podría dar esta campaña sus primeros destellos en la élite.
Para el final quedan los velocistas españoles. En Movistar relucen Fran Ventoso, quien vuelve a la élite y promete buenos resultados gracias a sus inmensas condiciones físicas, y un José Joaquín Rojas de quien ya hablamos largo y tendido hace unos días. Koldo Fernández de Larrea, por su parte, llega este año a la treintena y deberá confirmar de una vez las buenas sensaciones que desprendía su potente esprint en el pasado; al final de la pasada campaña, de hecho, parecía encontrarse en el buen camino cuando una brutal caída en la París-Bourges cortó de cuajo su tendencia ascendente. Un joven que podría hacer saltar la banca es Juan José Lobato, el nuevo Óscar Freire que da el salto a profesionales con Andalucía – Caja Granada. Caso aparte son Diego Milán y Joaquín Sobrino, que afrontarán este año con Caja Rural su regreso al profesionalismo tras un año donde apenas tomaron la salida en carreras sueltas.
El panorama de la velocidad se presenta este año repleto de alicientes. El duelo entre tres esprinters de estilos diferentes como son Cavendish, Greipel y Farrar pondrá salsa a las ‘volatas’ ProTour esta temporada, con multitud de aspirantes a su alrededor dispuestos a superar a esta terna de superclases. El primer duelo, la primera cita donde comenzaremos a ver la puesta en práctica de toda esta teoría, tendrá lugar esta madrugada con el inicio del Tour Down Under. ¡El curso ciclista 2011 abre el telón!

‘Bling’: la nueva joya del ciclismo australiano

A Michael Matthews (1990, Camberra-Australia) le llaman sus compañeros ‘Bling’. No se refiere el mote a su velocidad o cualquier otra característica suya sobre la bicicleta, sino a una que le distingue fuera de ella: Michael es una persona coqueta, amante de adornar su cuerpo con distintos tatuajes y avalorios, como se puede ver en esta sesión de fotos junto al técnico de Cycling Australia (federación de ciclismo ‘aussie’) Shayne Bannan. Precisamente Bannan es su mentor, el hombre a cuyo amparo ha crecido Matthews desde que se incorporó a la formación continental Jayco-Skins, equipo de desarrollo de Cycling Australia para sus jóvenes promesas y embrión de la futura estructura de élite australiana que verá la luz en 2012.

Dos años ha pasado ‘Bling’ bajo la tutela de Bannan, siguiendo junto a la mayoría de sus compañeros de Jayco-Skins un programa donde se preparaban con mimo tanto la pista como la carretera. Los resultados en velódromo de Matthews, siempre en modalidades de resistencia, no fueron epatantes; en ruta, en cambio, su calidad y margen de progresión se hicieron evidentes desde el inicio. Un doble Campeonato de Oceanía sub23 (se impuso tanto en ruta y en contrarreloj con sólo 19 años) en 2009 precedieron a siete victorias en carreras .2 la pasada campaña; una temporada de ensueño coronada con un impresionante triunfo en el Campeonato del Mundo sub23 por delante del alemán John Degenkolb y el estadounidense Taylor Phinney. Una victoria que bien le valió el fichaje por todo un equipazo como Rabobank.
El punto fuerte de Michael Matthews, siguiendo el estereotipo del ciclista australiano, es la velocidad. Su calidad diferencial reside, sin embargo, en una consistencia sobresaliente que le permite aguantar con los mejores en carreras duras y jalonadas de repechos como su Mundial victorioso o el critérium de la Jayco Bay Cycling Classic en el cual se impuso ayer por delante de Simon Gerrans (Sky). El retrato de Matthews se completa con un carisma brillante, poco habitual en el ciclismo, gracias a su imagen y a su cercanía con los medios de comunicación.
La progresión esperable de Matthews es toda una incógnita, si bien su proyección es magnífica. Con sólo veinte años y varios kilates de talento, sólo la alta montaña parece suponer un límite para él, que por otra parte se ve menos capaz de lo aparente para las llegadas masivas. Por lo tanto, parece un proyecto de clasicómano de primer nivel. Tiene tiempo por delante para añadir algo de envergadura a sus 1’80 metros de estatura y parecerse a Tom Boonen, por sus características un buen referente para seguir la evolución de ‘Bling’.
Si definir por dónde pasa el futuro de Michael Matthews es complicado, indicar por dónde pasa su presente es, en cambio, bastante más sencillo. Tras las dos jornadas restantes de la Jayco Bay Cycling Classic y los Campeonatos de Australia en linea y contrarreloj, el Tour Down Under supondrá la primera prueba de fuego para Matthews en el profesionalismo. En él encontrará terreno abonado para su lucimiento, con varias llegadas picando hacia arriba como a él le gustan y terreno rompepiernas donde sacar partido a su buen momento de forma. Quizá la quinta etapa, con más dureza y tres subidas a la respetable tachuela de Willunga Hill, cercene sus aspiraciones de cara a la general. Pero es bastante probable que, en el Tour Down Under que dará el pistoletazo de salida a la temporada ciclista dentro de dos semanas, ‘Bling’ brille por primera vez a la altura de los mejores.

Campanadas y carcajadas

Poquísimas personas hubieran apostado un solo euro por que Footon – Servetto estrenara su palmarés en enero. Pero sucedió, los dorados consiguieron un triunfo el pasado martes en el Tour de San Luis argentino de la mano de Rafa Valls. Y, por si fuera poco, esta madrugada ha sido el luso Manuel Cardoso quien se ha impuesto en la tercera etapa del Tour Down Under. Alegría en «casa Matxin». Como si las penurias sufridas este invierno pagaran el ‘forfait’ para disfrutar de todas las pistas del cielo durante este día de invierno. Aunque todo se ha conseguido, eso sí, al calor del verano austral…

Dos victorias, dos campanadas. Valls ganó en la llegada al Mirador el Potrero con un ataque corajudo con el que fulminó al poderoso venezolano Jackson Rodríguez y, sobre todo, a un tremendo viento de cara que retrajo al resto de favoritos de saltar a por la victoria con su misma alegría. Sus contrincantes no eran ciclistas vulgares; estaban Nibali, Mazzanti, Serpa, el redimido Rasmussen, incluso el triunfo del jienense Javi Moreno hubiera tenido más lógica. Pero la valentía, sazonada de fuerza, tuvo recompensa.

En Australia la sorpresa fue si cabe mayor. El tren militar impuesto por Caisse d’Épargne en los últimos veinte kilómetros se disolvió en la subida definitiva a Stirling, tal vez porque a estas alturas de temporada no hay condición física y cuesta controlar una carrera. Río revuelto, ganancia de un experto pescador como Manuel Cardoso que demarró hacia la victoria e hizo inútil el impresionante ‘rush’ final de Valverde, Evans… y dos jóvenes pura sangre de Liquigas, Peter Sagan y Mauro Finetto (ex CSF), que parecen dispuestos a dar que hablar.

Campanadas y carcajadas en el seno de Footon – Servetto. Triunfos sorprendentes, de valor, porque deportivamente se puede asegurar que en los dorados no hay más cera que la que arde. Tanto en minúsculas (el nivel del efectivo es medio-bajo) como en mayúsculas. Matxin y Gianetti sonríen; de momento, les salió bien la locura.

Foto: Prensa Footon – Servetto

Las Bielas de la Semana 4

Llevaba tiempo sin leer una mejor descripción para un ciclista que la aparecida en Ciclismo 2005 hace cosa de una semana: Luis León Sánchez, de profesión sus labores. Ignoro si la frase pertenece al autor del blog o a uno de sus comentaristas, pero es sin duda la manera perfecta de definir la sensación que destila el pedalear enérgico y anárquico de Luis León cada vez que se encuentra en forma. Como una Mula desbocada, y nótese el juego de palabras con su pueblo de nacimiento.

1. Reconozco que tengo cierta debilidad por los ciclistas potentes, y es por ello que los murcianos de Caisse d’Épargne me encantan. Ambos han dado casi un recital en el Tour Down Under sin necesidad de vencer. Mientras Luis León atacaba en cada momento, se metía en los sprints, tomaba la determinación mas alocada… José Joaquín Rojas aguantaba, cerebral, a los sprints. En ellos ha sido el más regular, siempre por detrás del Rabobank Brown y del dominador Allan Davis. Sin embargo, no ha llegado a ganar.

¿Dónde está el problema de Rojillas, que le impide la victoria? Yo lo localizo a falta de 200 metros de la meta. Antes realiza un trabajo más que aceptable buscando la rueda buena, llega siempre alrededor del quinto puesto de la fila de candidtos al triunfo. Después, demuestra una punta de velocidad más que aceptable que debería servirle para que cayera al menos una victoria en cada ronda por etapas donde participe. Sin embargo, a 200 metros de meta… nunca toma la mejor decisión, se abre demasiado pronto y a 60 km/h el viento frena muchísimo. Es importantísimo saber manejar el ‘rush’ final, sólo superdotados como Cavendish, Koldo Fernández de Larrea ó el Petacchi de hace tres años pueden ponerse de cara al aire tan pronto como lo hace Rojas.

2. Alegre, alegrísimo, triunfo el de Allan Davis en el Down Under. Tres etapas y general, revindicación de sus grandísimas cualidades (me atrevería a decir que de superclase), evidencia de que en la Operación Puerto cayeron muy buenos ciclistas que quizá no eran tan culpables. Davis es un canguro puro, rápido, dúctil y capaz de pasar puertos en cabeza de carrera a poco que se lo proponga; un olé para Discovery y Mitshubishi, que lo reintrodujeron en el ciclismo de competición.

Pero vamos, que en el Down Under la noticia siguieron siendo Armstrong y sus renovadas energías para acongojar a todo el mundillo ciclista. Lance ha atacado en todo momento, gran parte del espectáculo de la carrera ha estado en sus piernas y su cabeza. Con Sweet Baby Jesus (Jesús Hernández) como mejor coequipier, por cierto; dudaba que el ciclista de Ávila pudiera responder a las exigencias del equipo Astaná después de un año parado, pero me equivocaba. Un error de esos que te apetece reconocer.

3. Paralelamente al Down Under, con un seguimiento casi paralelo al de la prueba australiana en tierras italianas, se ha corrido el Tour de San Luis en Argentina. Estrenaba temporada Iván Basso (¿no la estrenaría en Octubre, con la Copa Japón?) y lo hacía con buenas condiciones, siendo sexto en la etapa reina que ganó Xavier Tondo. Basso es el penúltimo superclase que se ha consagrado a las grandes vueltas (el último es Contador), el dopaje truncó su carrera pero ha vuelto con ganas de verse y nosotros tenemos ganas de verlo. Volverá a demostrar calidad, se enfrentará a Armstrong en el Giro y en septiembre lo tendremos corriendo la Vuelta a España. Como dirían los italianos, Non vedo l’ora

Rebobinamos: siendo sexto en la etapa reina que ganó Xavier Tondo. Efectivamente, primera victoria de la temporada para el ciclismo español, brindada por el catalán de Andalucía – Cajasur en un vistoso final en alto argentino. El año pasado el honor de ser el primer nacional en mojar fue para Rojas en Mallorca, el anterior para Gálvez también en Mallorca si mal no recuerdo. Rompe Tondo la racha de sprinters, y espero que estrene un palmarés más o menos fructífero para su equipo. Un equipo que ha vivido cuatro temporada casi de espaldas a la victoria, teniendo a un solo ganador nato (Ventoso) en plantilla durante todo ese tiempo.

Las Bielas del inicio de año

1. Al fin ha iniciado la temporada «de verdad». Llevamos unos días con carreras de poca categoría, siendo la más destacada la Tropicale Amissa Bongo Ondimba. La carrera, gabonesa, ha sido seguida con relativo interés por los franceses debido a la participación de Française des Jeux y Bouygues Telecom. Los equipos no han decepcionado: dos etapas y general para FdJeux, dos etapas para Bouygues (Sokolov y Tschopp); los dos parciales que han sobrado han sido para el sudafricano Ball y el portugués Cardoso (Liberty).

No nombro a los ganadores de FdJeux por merecerme comentario aparte. El chaval bielorruso Hutarovich pinta para sprinter de clase mundial; le puede faltar experiencia, pero la punta de velocidad ya la tiene tal y como demostró en la Vuelta a Burgos del año pasado. Por su parte, Mathieu Ladagnous (que se llevó etapa y general) ha demostrado ser un rodador de categoría, con cierta punta de velocidad, visión de carrera… Me recuerda muchísimo a Fréderic Guesdon. Ahora mismo tiene 25 años, tres temporadas completas de profesional… la cuarta puede ser el año de su explosión. Habrá que verle.

2. En el Down Under (expresión en lengua inglesa que podemos traducir como «ahí abajo»), victoria para Mc Ewen y focos para Lance Armstrong. Durante el resumen de la carrera emitido por Teledeporte ha habido más tiempo para una entrevista con el heptacampeón que para el bonito sprint disputado en un también bonito circuito.

No cabe duda, el cowboy es el prototipo de crack mediático de los que levanta un deporte. Tiene ese carisma, ese punto de descaro y esa calidad deportiva ideal para que el aficionado se sienta seducido desde el principio. Astaná, y con él el ciclismo en general, lo hemos recibido con los brazos abiertos. Puede que su leyenda se derruya un poco, que la primera generación de ciclistas post-Armstrong le supere debido a las lógicas limitaciones de la edad. Pero a cambio ha metido una inyección de mediatización y, por qué no decirlo, optimismo, al deporte de la bicicleta. Eso no tiene precio.

3. El sprint de la otrora conocida como Down Under Classic (ahora patrocinada por Cancer Council, una fundación auspiciada por el gobierno australiano contra el cáncer) dio como ganador al canguro Robbie McEwen, que hace dos años iniciara su declive y ha estrenado temporada con un resultado positivo. Positivo para él, que empieza con incercia positiva para ver si alarga un par de años más su carrera dignamente. Y positiva para Katusha, que emprende su andadura como macroestructura con una victoria moralizante.

Detrás de Mc Ewen ha llegado un pistard, el holandés de Milram Wim Stroetinga, al que habrá que ver en carreras de mayor kilometraje. Greipel, para quien trabajó el treno de Columbia, acabó cuarto; Brown mostró que una vez más llega en buena forma al inicio de año siendo tercero. Nuestro José Joaquín Rojas comienza a coleccionar puestos de honor y tablas para adquirir madurez. Y el ‘cowboy’ (¿cómo no acabar con él?), el 64º y sonriendo. No me cae bien, pero es un crack en todos los sentidos.