Bruyneel, Nissan y el coche eléctrico

La retirada de Lance Armstrong supone un punto y aparte en la historia del ciclismo americano, y también lo va a suponer para la escuadra de Johan Bruyneel, donde ha militado el texano durante gran parte de su vida deportiva. Los altibajos en la trayectoria de este bloque han estado marcados por los vaivenes de Armstrong: el éxito de US Postal, el desconcierto de Discovery Channel, la falta de espónsor para continuar con el equipo, el transplante a Astaná, la posterior controversia y, finalmente, la decepción de un RadioShack que no llegó a cuajar en 2010 salvo por el brillante Dauphiné ganado por Brajkovic.
Esta campaña, ante la retirada definitiva del siete veces ganador del Tour, se corre el peligro de caer en la misma indefinición vivida cuando los fantásticos gregarios de Discovery se quedaron sin un líder sólido e indiscutible. Las opciones son, esencialmente, muy parecidas entre sí: Andreas Klöden, Levi Leipheimer, Haimar Zubeldia, Chris Horner… Son ciclistas veteranos, de buen nivel y capaces de conseguir un puesto entre los diez primeros en el Tour de Francia de contar con libertad para ello. El problema es apostar por uno y subordinar a los demás a sus órdenes: eso es lo que no se hizo en 2006 y resultó en una temporada anónima. Bruyneel ya ha tomado una determinación al respecto: será el único joven de sus candidatos para grandes vueltas, Janez Brajkovic, el destinado a romper la baraja y luchar con Contador, Schleck, Basso, Gesink y compañía.
De dar la talla el esloveno, la sombra de una posible desaparición del equipo una vez caduque el patrocinio de RadioShack a final de temporada, como sucedió en invierno de 2007, estará menos presente. Pero, aunque no la diera, el futuro de la escuadra de Bruyneel quizá esté ya asegurado.

Tal y como recogió en su blog Velofutur, Yaroslav Popovych dio en la VeloLive de Febrero una primera pista respecto al posible futuro de la formación estadounidense. Al parecer, la marca de automóviles Nissan, actualmente espónsor secundario, estaría dispuesta para tomar el relevo a RadioShack en el patrocinio principal de la escuadra asociada con la Fundación LiveStrong, toda vez que la marca de hipermercados de electrónica ya no tiene interés en continuar aportando dinero a ésta. Es una decisión empresarialmente lógica: RadioShack apenas tiene tiendas fuera del continente americano, y en esa zona del globo el reclamo más interesante es Armstrong… No hay interés real por sostener la estuctura cuando el texano deje de formar parte de ella.
Las motivaciones comerciales de Nissan, por otro lado, son muy distintas. La firma automovilística tiene ahora mismo un interés muy alto en Europa, donde ha tomado la delantera al resto de competidores en la carrera por sacar al mercado el primer coche eléctrico. Parece ser que ese vehículo de formulación tan quimérica está cerca de ser una realidad, como demuestra el plan gubernamental español Cénit Verde. Y, mientras empresas como Seat tienen previsto iniciar la comercialización masiva del coche eléctrico en 2014, Nissan piensa producir sus primeras unidades del llamado Nissan Leaf en 2012…
He ahí el quid de la cuestión. Por un lado, Nissan quiere asociar su marca con los valores ecológicos intrínsecos del ciclismo con objeto de mejorar la acogida de su modelo Leaf. Y por otro quiere que su campaña tenga fuerza en Europa, y especialmente en aquellos países donde va a ser fabricado el citado Nissan Leaf. Entre estos destacan Portugal, donde se producirán en serie motores eléctricos de ion litio, y Polonia, donde aparentemente Nissan localizará una planta de fabricación. A la luz de estas conjeturas, la ingente cantidad de lusos de la escuadra de Bruyneel (Cardoso, Oliveira, Machado y Paulinho, más Azevedo como director) y el sorprendente fichaje de Michal Kwiatowski, que rescindió su contrato con Eusebio Unzué para incorporarse a RadioShack, parecen tener mucha lógica más allá de las razones deportivas…
Una vez atados todos estos cabos, el domingo aproveché una entrevista con Haimar Zubeldia para preguntarle sobre este particular. El corredor vasco se hizo el sueco: “No sé. Los patrocinadores siempre dicen que están muy contentos y Johan tiene confianza en el futuro del equipo, pero aún están en negociaciones”. Por tanto, la noticia aún no es un hecho sino un mero rumor. Ahora bien: no me extrañaría en absoluto que lo expuesto en este artículo acabara por materializarse.
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Olvidar las bestias negras y mirar el lado brillante

Los ciclistas son personas. Suena obvio, pero hay ocasiones en que el filtro catódico a través del cual observamos sus gestas nos hace olvidarlo y los superpone a un plano, digamos, divino. Pero no. Son humanos. Y como tales tienen sus flaquezas, debilidades, manías, supersticiones, filias, fobias… ambiciones… miedos…
La etapa de hoy era de las que da, precisamente, miedo. El imponente encadenamiento de Peyresourde, Aspin, Tourmalet por Saint Marie de Campan (el lado duro) y Aubisque, el mismo en que Eddy Merckx forjó una parte importante de su leyenda, esperaba a los corredores y era esperado por los mismos con un abanico de sentimientos que abarcaba desde el respeto al temor, pasando por la apetencia, la pereza o, directamente, el hastío emanente de la frustración. O, dicho de otra manera, el aburrimiento del “no quiero jugar más” infantil, el deseo de acabar de una vez con estas tres semanas que para algunos suponen un reto y para otros (como el francés Vaugrenard, cuya petición de no ser alineado en la Grande Boucle fue desoída por el cuerpo técnico de Française des Jeux) una maldición.
Los ciclistas son definitivamente personas y, por su condición de sufridores extraordinarios, incluso más personas que el resto de humanos. Más viscerales, al menos; sobre todo después de un esfuerzo, de haber realizado la labor del día que a veces no es tanto deportiva como psicológica. El ciclismo es uno de los deportes que más exige a la cabeza del practicante, lo enfrenta a circunstancias indomables, a rivales furibundos, a largos ratos por encima del umbral anaeróbico. Y a frustraciones. Al sentimiento de no haber sido capaz de conseguir el objetivo marcado o, al menos, haber rendido al cien por cien en pos del mismo. A las bestias negras…
Lance Armstrong anunció hace varios días en sus Twitter “sorpresas”. “En los próximos días”, dijo, “habrá sorpresas”. Anunciándolas anuló su efecto, de modo que hoy a poca gente extrañaba ver al americano en el primer corte bueno de la jornada junto a Hesjedal, Sastre, Wiggins o Vinokourov, con el protagonismo recayendo en un Liquigas que a través de su líder Roman Kreuziger y el abnegado Sylvester Szmyd buscó dar un vuelco a la carrera para olvidar la triste derrota de su ‘capitano’ Ivan Basso, enfermo de bronquitis y ahora hundido en la general tras realizar una actuación digna en las dos primeras semanas de Grande Boucle. Cuando Astaná y Omega Pharma neutralizaron al grueso de la fuga, encontraron que entre los cazados no estaba Armstrong que, empeñado en destacar, lanzó un nuevo ataque cuando sentía el aliento del pelotón en el cogote.
Formó de esta manera la escapada definitiva junto a su coequipier Horner, dos Caisse d’Épargne que buscaban evitar que RadioShack diera un golpe definitivo en la clasificación por equipos, los combativos Cunego, Casar y Fédrigo y dos Quick Step. Otros, que también aspiraban a figurar en ese corte bueno, fueron eliminados por el ímpetu de uno de los Quick Step y del propio americano, que dio varios tirones en Aubisque y Tourmalet buscando seleccionar y exhibir la fortaleza que pareció abandonarle en meta, donde sólo pudo alcanzar la sexta posición. Lo conseguido hoy, sin embargo, va para el americano más allá de posiciones y se refiere más bien al respeto del aficionado (el del pelotón ya lo tenía) y a refrendar su orgullo de campeón herido. Ahora, seguramente, le tocará pedalear por un Levi Leipheimer que podría acercarse al podio con una táctica de equipo audaz.
El Quick Step del ímpetu, aquel que seleccionó la escapada junto a Armstrong, se llama Carlos Barredo. Asturiano, modesto y sacrificado, “honrado, fiel y de acero” según se ha definido a sí mismo en una nota de prensa de su equipo, llevaba toda la carrera repitiendo que no estaba “siendo su Tour”. Ni su Tour, ni su temporada; sus excelentes piernas no se han traducido en resultados por el intangible, los pequeños detalles, lo que algunos llaman suerte. Es más: todo lo positivo quedaba opacado por su desagradable incidente con Rui Costa en las postrimerías de una etapa de esta gran ronda francesa.
Por eso hoy Carlos tenía la intención de hacer saltar la banca. Y pedaleó para ello. Se introdujo en el primer corte de los Liquigas y tuvo que ceder asfixiado por el altísimo ritmo; recuperó piernas en el gran grupo y luego entró en el definitivo, con Armstrong y los Caisse d’Épargne. Cuando a tres kilómetros de meta atesoraba una veintena de segundos de ventaja gracias a un intrépido ataque que le reportó también más de cuarenta kilómetros en solitario con viento de cara por delante del resto de fugados, fueron precisamente los bancarios quienes apretaron la marcha para cazarle. Especialmente Christophe Moreau, compañero de equipo de Rui Costa, tiró como rara vez lo ha hecho en su carrera deportiva (jamás se caracterizó el francés por su espíritu gregario) para neutralizarlo. Se consumaba así un nuevo episodio de desencuentro (¿casual?) entre Barredo y la potente escuadra de Eusebio Unzué, que ya corriera contra él sin ir más lejos en el Campeonato de España y se convierte poco a poco en su auténtica bestia negra. El asturiano entraba en meta frustrado, y en ese sentido se expresaba en los micrófonos de Televisión Española. Ahora bien, ¿debe interiorizar ese sentimiento? No. Mejor haría en alegrarse por haber lavado su imagen con una actuación superlativa, para el recuerdo. En pensar que la alegría, la suerte, llama a la puerta de quienes lo merecen, y él lleva tiempo acumulando méritos.
Hoy ha habido muchísimos hombres que han afrontado en los Pirineos su particular reto psicológico, pero dos han sido quienes han destacado entre todos ellos. Lance Armstrong y Carlos Barredo han tomado hoy su particular toro, desagradable toro, por los cuernos para intentar derrotarlo o al menos burlarlo. Tratando de conducirlo por el desagüe de su mente y con ello al olvido. Ninguno de los dos lo ha conseguido pero, al menos, tienen la inmensa honra de haberlo intentado y el deber de mirar el lado brillante, como recomendaban los Monty Python. Mucho más de lo que pueden decir algunos que sencillamente esperaron en el pelotón a que escampara el temporal, procastinando su tarea hasta el jueves en el Tourmalet.

Tú, Yo y los Demás

Definitivamente, este es el Tour de la digresión. El Tour de la ruptura, el Tour de lo extravagante. Este fin de semana, particularmente bizarro, ha mostrado una esquizofrenia notable que sin embargo no ha comportado cambios significativos en la general. Los cabezazos de Renshaw para facilitar la victoria de Cavendish el jueves, Vinokourov enfadado el viernes y satisfecho el sábado, la machada de Riblon hoy. Detalles que marcan el carácter de esta carrera.
Pero la imagen que quedará grabada en la memoria del ciclismo representando este Tour de Francia será, por encima de todas, la que se ha producido hoy en Ax 3 Domaines. Alberto Contador y Andy Schleck, el madrileño ligeramente adelantado respecto del luxemburgués, dejando ir al resto de corredores camino de la cima del antes llamado Plateau de Bonascre. Vigilándose hasta el ridículo. Responde esta imagen a la sensación, refrendada por la general, de que entre Alberto, Andy y los demás hay una distancia insalvable. “Tú, Yo y los Demás”, parecía decir la mirada del luxemburgués tras sus gafas, sosteniendo una expresión idéntica al madrileño. No importaba nada más, así lo había interiorizado Andy de las órdenes de Bjarne Riis.
Mientras tanto, en cabeza de carrera, Christophe Riblon finalizaba su tarea de dejarse los hígados en una fuga de salida con éxito, premiando al pundonor y el sacrificio denodado que tanto se echaban de menos en el ciclismo francés. Inmediantamente delante de Tú y Yo, la terna de aspirantes al puesto vacante en el podio de París se batía el cobre. Denis Menchov, Samuel Sánchez y Jurgen Van der Broeck saben que es cosa de ellos dirimir a quién pertenece ese lugar de honor. Los siguientes parecen descartados: Gesink está supeditado a Menchov, Leipheimer y Luis León Sánchez se muestran vulnerables en las subidas, Joaquín Rodríguez tiene su talón de Aquiles insalvable en las contrarrelojes.
Cosa de tres. Menchov parece el más sólido, como muestra su discreta pero segura actuación en todo este Tour, y tiene el colmillo del que carecen el resto de aspirantes, valioso hoy para comprender la carrera antes que el resto y hacer camino respecto de todos menos de Samuel Sánchez, también lector avezado de las situaciones tácticas. Samuel parece el más fuerte, suele ir a más en la tercera semana de las grandes rondas pero tiene el hándicap de ser algo inferior a Menchov en contrarreloj. Van der Broeck parece el rival más débil, acusa bisoñez e impetuosidad que le hacen gastar fuerzas antes de tiempo.
No tienen nada que hacer en un duelo directo con Alberto y Andy, y eso lo saben ambos contendientes por el maillot amarillo. Tú, Yo, los Demás… Los Demás parecen ser el único problema posible para pinteño y luxemburgués. Los demás que están de su lado, y los demás que juegan en su contra también.
En el seno del Saxo Bank la concentración es máxima, el enrarecimiento del entorno provocado por la incertidumbre respecto del futuro del equipo derivada de su escisión en el “bloque Schleck” y el “bloque Riis” se ha disipado pero sigue presente. Por lo demás, las fuerzas escasean; una semana defendiendo el amarillo de Andy carga en exceso las piernas de los corredores. O mejor dicho las descarga de energía.
Por otra parte, en Astaná reina desde el principio de la carrera un ambiente positivo y, sobre todo, de unión en pos del objetivo de que Contador vuelva a subir a lo más alto de podio de París. Alberto ha ejercido de jefe sabio, sin duda asesorado por un Martinelli que está realizando una buena labor de dirección en la sombra. No ha querido tomar el amarillo en ningún momento para liberar de presión y trabajo a sus coequipiers, que en su mayoría asumen su rol de gregarios con naturalidad. La única posibilidad de ruptura era el carácter de Alexandre Vinokourov, que desde su posición de ‘capitano’ en ruta estuvo a punto de acabar con la armonía en la etapa del viernes.
Vino se filtró en la fuga del día, acompañado de otros grandes corredores como Hesjedal, Klöden o Kyrienka, eximiendo así a sus coequipiers de tirar para neutralizar el movimiento y provocando además un quebradero de cabeza a Saxo Bank, que tuvo que asumir el desgaste de la persecución. Fue también el más fuerte entre los fugados, pero la victoria se le escapó por el empuje de un Alberto Contador que decidió devolver a Andy Schleck golpe psicológico de Morzine-Avoiraz con un ataque en la subida que hizo eterno a Laurent Jalabert. De paso, le quitó la victoria a Vino y se la regaló a Joaquín Rodríguez. La primera consecuencia de esto, según revela Carlos Arribas en El País, fue una larga conversación donde Vinokourov expuso a Contador sus frustraciones; la segunda, la victoria del kazajo al día siguiente en Revel. Allí se escapó a pocos kilómetros de meta, aprovechando un puerto de tercera y el desorden reinante en el pelotón ante la falta de un equipo de esprinters capaz de controlar la carrera. Frenó cualquier posibilidad de caza un autoritario Alberto Contador, que al llegar en meta se fundió un abrazo con Vinokourov para sellar la paz.
Yo y Tú, Alberto y Andy, tienen por tanto dos buenas escuadras a su servicio. Los Demás no pueden decir lo mismo; Menchov apenas tiene a Gesink, Gárate y Moerenhout para la montaña, Samuel a Verdugo, Egoi Martínez y Velasco, Van der Broeck a Dani Moreno, Lloyd y De Greef. Mimbres todos ellos insuficientes ‘per se’ para revolucionar la carrera. Mimbres que, juntos, sí podrían dar un vuelco a la competición. Mimbres que, unidos a ciertos intereses colaterales, sí que tendrían opciones notables de poner en dificultades a Tú, Yo y sus compañeros.
Caisse d’Épargne y RadioShack pueden ser los jueces de la carrera. Luchan por la clasificación por equipos, introducen corredores en cada fuga y arman auténticos zafarranchos con tal de tener la máxima representación posible en cabeza de carrera. Sus tácticas, bien aprovechadas por los Demás de la general, pueden cambiar el signo de esta Grande Boucle. Eusebio Unzué cuenta en sus filas con un nivel medio de lujo: Luis León Sánchez, noveno en la general; Rubén Plaza, vigésimo y dando un nivel relativamente sobresaliente en montaña; Moreau, Kyrienka, Iván Gutiérrez, siempre al salto. Johan Bruyneel, por su parte, tiene a Leipheimer bien colocado en la general (séptimo) y a una serie de ciclistas de calidad que parecen lejos de su mejor momento pero capaces de un chispazo desequilibrante: Brajkovic, Horner, Klöden. Y Armstrong, Lance Armstrong…
El americano anunció esta mañana en su Twitter “sorpresas para la última semana”. No parece probable que se quede de brazos cruzados en su último Tour; prepara un último zarpazo y para él lleva varias etapas reservándose. Por el camino puede hacer perder a Alberto y Andy (Tú y Yo, Yo y Tú) más de lo que él vaya a ganar. En su misma situación se encuentran el resto de a priori favoritos caídos en desgracia con el curso de la carrera; los Evans, Wiggins, Sastre. El abulense, precisamente, ha realizado hoy en Pailhéres el primer movimiento en ese sentido. Sabedor de que la decadencia es honrosa cuando se acompaña con ambición. Atacando desde la base del coloso pirenaico buscando la victoria e induciendo a cierto esfuerzo al Astaná, que controlaba en ese momento el grupo de favoritos.
Estos movimientos jamás son inocuos y pueden jugar un papel clave en el desarrollo de la última semana de este Tour de Francia de la digresión. Un Tour que, sin duda, está cumpliendo lo que prometía: ser una prueba épica, creadora de mitos e imágenes como la de Andy Schleck y Alberto Contador hoy en Ax 3 Domaines mostrando que la lucha por el amarillo se reduce a ellos con un marcaje mutuo que rayaba el insulto al resto de competidores. Reeditando aquella histórica situación de Anquetil y Poulidor marcándose en el Puy de Dôme, pero sin la extenuación que llevó aquel Julio de 1964 a ambos superclases franceses a apoyarse en el uno en el otro, derrengados. Pero eso sí, sin dejar de dar pedales.

El Tour de los Quince: primer balance

En la previa del Tour de Francia, en Arueda.com seleccionamos a los Quince. Eran los máximos favoritos, los llamados a copar las primeras posiciones de la clasificación general en la gran ronda francesa. Una semana de competición después, tras dos jornadas de montaña (la inocua de Station des Rousses y la decisiva de ayer en Morzine-Avoiraz), una crono y una etapa de pavés que les han obligado a jugar sus bazas, hacemos balance y análisis del rendimiento y las opciones de nuestros Quince.
Alberto Contador (3º a 1’01”) Sensaciones encontradas para el pinteño. La prestación de su equipo durante toda esta semana ha sido ideal: Vinokourov se sacrificó por él en el pavés, Noval le protegió en el llano y el resto reservó energía al máximo para llegar a las etapas de montaña en plenitud de condiciones y avasallar como de hecho lo hicieron. Su actuación, sin embargo, no fue tan sólida como la de su Astaná. Y es que, si bien se mostró tranquilo y en buenas condiciones, cedió unos pocos segundos evitables la jornada de pavés (en principio por una avería mecánica) y otros ayer en Avoiraz, cuando no fue capaz de responder a un ataque de Andy Schleck. La pregunta ahora es si tendrán continuidad esas vacilaciones.
Carlos Sastre (12º a 2’40”) El abulense se ha limitado a estar en su sitio esta primera semana, con pérdidas moderadas que le mantienen en la pomada pero no en primera línea. Su mejor baza es esperar a la tercera semana, donde goza de un puntito extra del que la mayoría carece, y lo sabe. Aunque también debe tener claro que, para subir al podio de París, deberá arriesgar en algún momento.
Samuel Sánchez (9º a 2’15”) Fue protagonista en la etapa de ayer, pero representó un papel poco honroso. Se le vio con buenas piernas, bien situado, y de hecho fue el único en contestar al ataque postrero de Andy Schleck. Y le dio continuidad, tomando el peso de la escaramuza y cediéndole en bandeja la victoria al luxemburugés. El resto de la primera semana se ha mostrado listo para la batalla, aunque quizá perdió en el prólogo más tiempo del conveniente.
Luis León Sánchez (20º a 5’03”) El murciano estuvo vigoroso durante toda la primera semana, pero empañó su actuación en la etapa de ayer al ceder en la ascensión final a Avoiraz. No se adaptó bien al alto ritmo impuesto por Astaná en unos puertos empinados, más aptos para escaladores ligeros que para trotones para él. Ése es el hándicap que se encontrará durante toda su carrera si, efectivamente, decide centrarse en luchar por la general de las grandes vueltas.
Iván Basso (13º a 2’41”) El italiano, como Sastre, apenas ha asomado durante las primeras etapas de este Tour. Ha realizado, de hecho, una carrera clónica a la del abulense, cediendo lo lógico para sus características en pavé y prólogo y aguantando el ritmo en montaña. Espera, también, a la tercera semana. Y, como no, deberá moverse para aspirar a un peldaño del podio de París…
Roman Kreuziger (7º a 1’45”) El checo se ha mostrado sólido, lo cual es de valorar hablando de un ciclista de 23 años. Bien situado en prólogo y pavés, ha tenido suerte con las caídas y libró bien el día de ayer en Avoiraz, donde incluso ensayó un ataque que Contador no permitió prosperar. Su momento pordría llegar con los puertos tendidos de Pirineos.
Bradley Wiggins (14º a 2’45”) El británico cuenta con un equipo de calidad como Sky a su servicio y ha hecho un uso adecuado de él. Gracias a sus coequipiers, por ejemplo, recortó en el pavés parte del tiempo perdido en el prólogo; ayer, ellos fueron los que dieron el tirón decisivo para dejar descolgado a Lance Armstrong en el Col de Ramaz. Luego, en Avoiraz, fue Wiggins quien se descolgó, asfixiado por el ritmo de Dani Navarro. Por fortuna, contó con Thomas Lövkist para echarle una mano y minimizar pérdidas en meta. Lo que no pudo limitar, por desgracia, fueron unas sensaciones no demasiado positivas respecto del resto de favoritos.
Cadel Evans (Líder) El australiano ha salvado con matrícula de honor esta semana, y prueba fehaciente de ello es el maillot amarillo del que es portador en este momento. Bien en el prólogo, magnífico en el pavés, dominó la situación en montaña y fruto de ello llegó a lo más alto de la general. Su problema es ahora la defensa del liderato con un equipo, BMC, que no está ni mucho menos a la altura de las circunstancias. Es su gran talón de Aquiles.
Michael Rogers (10º a 2’31”) El australiano anduvo en las mismas posiciones que Sastre o Basso, pero la lectura de su caso debe ser algo distina a la realizada con español e italiano. Él es un rodador, y es por ello que en esta primera semana debiera haber aprovechado para poner algo de tierra de por medio y coger colchón para que pérdidas como la de ayer (apenas diez segundos en tiempo, algo más en estado de ánimo) no pesen como una losa sobre sus opciones de salir triunfante de este Tour.
Lance Armstrong (39º a 13’26”) El gran derrotado de entre los Quince. Y posiblemente el gran derrotado de lo que llevamos de temporada ciclista. Fue humillado ayer por tres generaciones posteriores a la suya, generaciones a las cuales veía derrotables cuando anunció su ‘comeback’ hace dos años. Perdió casi doce minutos en lo que se supone el fin de su ciclo en la cima del deporte. Además, ha dejado de tener la suerte del campeón, viéndose afectado constantemente por caídas que limitaban su rendimiento. De aquí a París deberá centrarse en labores de equipo, tales como filtrarse en fugas o ayudar a su compañero en RadioShack Levi Leipheimer, que sí se encuentra en la pomada con los favoritos.
Andy Schleck (2º a 20”) La cara A de Saxo Bank. Podría haber sido uno de los perdedores más significativos de la primera semana y, en cambio, ha acabado siendo uno de los ganadores. Camino de Spa sufrió una tremenda caída que casi le deja KO para la general; pero la labor de Cancellara y el sindicalismo ciclista impidió que fuera así, permitiéndole entrar en el tiempo del grupo de favoritos. Al día siguiente, en el pavés de Arenberg, armó el zafarrancho junto al propio Cancellara y distanció a la gran mayoría de contendientes por la general. Y para rematar consiguió ayer la victoria en la cima de Morzine gracias a la ingenuidad de Samuel Sánchez. Ahora, segundo en la general, su colocación es inmejorable para llegar a las cotas más altas.
Frank Schleck (Abandono) La cara B de Saxo Bank. Fue el gran damnificado del pavés de Arenberg; allí sufrió una caída y se fracturó la clavícula, dejando la carrera y con ello a su hermano sin su gran apoyo para la montaña y a nosotros con sólo Catorce favoritos. Ya en casa, se concentra en su nuevo gran objetivo: la Vuelta a España.
Denis Menchov (5º a 1’10”) El ruso ha sido el que más y mejor ha combinado solidez con ese mate, ausencia de brillo, que le convierte en el auténtico tapado de la carrera. Sobresaliente tanto en el prólogo como en el pavés, estuvo en su sitio en la montaña de Avoiraz. Y punto. Se encuentra bien situado y parece capaz de protagonizar cualquier escena, desde el triunfo más glorioso hasta la derrota más bochornosa.
Robert Gesink (11º a 2’37”) Afectado por una caída en Arenberg cuando mejor se encontraba, está en el mismo punto que Basso y Sastre. En su contra, sin embargo, están el hecho de que no es aún un fondista consagrado y que las sensaciones no son las mejores: aún no ha mostrado su proverbial agresividad en montaña. Una auténtica incógnita…
Jurgen Van der Broeck (4º a 1’03”) El belga, quizá la apuesta más arriesgada de entre los Quince, está respondiendo maravillosamente a todas las exigencias que le plantea la carrera. Ha estado en segunda fila en todas las circunstancias, ayer incluso se atrevió a lanzar un ataque que resultó infame al no ser capaz de despegarse ni un metro del grupo de favoritos. Luego aguantó dentro de él, lo que ya supone un mérito suficiente. La duda es si su aparente imperturbabilidad seguirá presente con el paso de los días.

Juventud, divino tesoro

Juventud, divino tesoro”, debió pensar Lance Armstrong mientras veía marcharse de su alcance al grupo de favoritos en el Col de la Ramaz. El tejano pedaleaba hoy oxidado, con una especie de cámara lenta protésica en él que siempre ha tendido a usar lo que Eddy Merckx, cuando no congeniaba con el americano, daba en llamar despectivamente el “molinillo”. Delante suya, siempre, un Janez Brajkovic sin el golpe de pedal de Dauphiné. Detrás suya, nunca los mismos compañeros; todos los que se integraban en el grupo de Armstrong acababan por querer ir más rápido y abandonarlo. Rebasarlo. Así de duro para todo un heptacampeón del Tour de Francia.
Juventud, divino tesoro”, habrá pensado una vez más el líder de RadioShack al cruzar la línea de meta a casi doce minutos del ganador y seguir pedaleando como un autómata. Hay un signo que indica al campeón que su reinado ha terminado y debe retirarse: que el cúmulo de circunstancias y factores ajenos e involuntarios que rodean a su desempeño comienzan a serle contrarios. En otras palabras, que la suerte le abandona. Hoy Lance Armstrong se ha visto envuelto en tres caídas: la primera en el pelotón al principio de la etapa, la segunda justo antes del Col de Ramaz (cayó solo en una rotonda; reintegrarse en el pelotón supuso un esfuerzo para él y sus compañeros que seguramente se pagó durante la ascensión), la tercera justo después, en el descenso. Esta última fue particularmente indicativa: Lance se vio enganchado entre dos Euskaltel (Iván Velasco y Egoi Martínez) que se trabaron mutuamente con la bolsa del avituallamiento. Lo que se dice un conflicto de nimiedades que redundó en la moral del tejano, hoy humillado en la gran ronda francesa por primera vez desde que se recuperara de su cáncer. Ha llegado el momento para él de hacerse a un lado, tal vez de trabajar para Levi Leipheimer (que aguantó con los mejores en Avoiraz) o tal vez de realizar movimientos lejanos que inquieten a los principales líderes. Lo que está claro es que su lugar ya no está en el pelotón, guardando fuerzas para acabar el decimoquinto de la general. Y tampoco debería tener perspectiva de retirarse de la competición; no sería una salida digna para un superclase como él.
Juventud, divino tesoro”, debió pensar Alberto Contador al ver rezagarse a Lance Armstrong, al darse cuenta de que él, por fortuna, tiene ese elixir que se consume con los años, ése del que al tejano no le queda ni una gota. Debió pensarlo sonriendo, observando como su equipo Astaná, denostado en la previa de la Grande Boucle, respondía a la perfección y llevaba el peso de la carrera para primero distanciar a Armstrong y, después, separar el grano de la paja entre los favoritos. Paolo Tiralongo, Alexandre Vinokourov y, sobre todo, Dani Navarro, se han mostrado como un bloque fuerte (quizá el más fuerte para montaña) y han dado al madrileño un motivo para enseñar sus dientes. Luego los ha tenido que esconder, cuando tras quedarse solo no ha sabido o podido controlar la carrera y ha sido incapaz de contestar a un tremendo ataque de Andy Schleck y Samuel Sánchez. Con ello nacen las dudas…
Juventud, divino tesoro”, debió pensar Andy Schleck con sorna cuando veía delante de sus ojos el dorsal 181 de Samuel Sánchez. Durante un kilómetro fue el Euskaltel quien tuvo 25 años y el Saxo Bank fue el curtido veterano de 32 primaveras. Y es que Samuel, en lugar de dejar la responsabilidad de distanciar al grupo de favoritos en manos de Andy, al fin y al cabo el más interesado del dúo por ampliar diferencias con el resto de contendientes por la general, asumió por sí solo el total de la carga. Sirvió así el triunfo en bandeja al luxemburgués, que sólo debió darle el llamado “último relevo” para llevarse la victoria, la ventaja y, en definitiva, toda la gloria para la cual no había necesitado trabajar. El asturiano, por su parte, entró en meta con cara de tonto observando como Schleck mostraba su alegría con un gesto de celebración, cuando menos, propio de un mono.
Juventud, divino tesoro” ha sido también lo que debieron pensar también Vincent Lavenu (AG2R) y Joxean Fernández ‘Matxin’ (Footon), directores de Nicolas Roche y Rafa Valls, respectivamente, al ver a sus pupilos rayar a tan buen nivel hasta el punto de postularse como posibles sorpresas o estrellas emergentes de este Tour de Francia. Ninguno llegó a entrar en el combo de los mejores, pero ambos arribaron a meta con unos honrosos dos minutos de retraso. Irlandés y alicantino ostentan sendas posiciones entre los veinte primeros con las que, seguramente, apenas soñaban al inicio de este Tour. En defenderlas con el mismo éxito que han tenido hoy estará su misión de aquí al domingo 25, cuando lleguen (quizá triunfantes) a los Campos Elíseos.

Chavanel se concede un bis

El pasado lunes, camino de Ans, Sylvain Chavanel consumaba una de las suertes más complicadas y honrosas del ciclismo en ruta: obtener una victoria gracias a una escapada lejana. En el Tour de Francia. Y, por si fuera poco, añadía a la proeza un elemento de valor al hacerse también con el liderato de la prueba, efímero a la postre pero gratificante durante las veinticuatro horas que duró en sus espaldas. Chavanel había conseguido lo que los franceses llaman un ‘coup double’, doble golpe, un triunfo parcial que lleva aparejado el liderato absoluto. Sin embargo, aquel día, la gesta del galo de Quick Step no tuvo la repercusión que merecía en las crónicas. Le hurtó el protagonismo el sindicalismo ciclista, ese movimiento encabezado por Fabian Cancellara que sintió a los corredores acometidos por la organización y decidió que ese día el tramo final de la etapa no se iba a disputar.
A Sylvain Chavanel no le gustó la decisión, y tampoco le gustó pensar que su magnífico ‘coup double’ pudiera haberse visto favorecido por el feo gesto del pelotón. Así lo expresó en meta aquel día, y así lo dijo ayer tras repetir gesta en la Station des Rousses: “es una revancha para mí. Cuando gané el lunes, el pelotón se había detenido…”. Contento. Chavanel saltó en el penúltimo puerto acompañado de otros corredores de nivel medio-alto como Thomas Voeckler, Dani Moreno, Juanma Gárate o Rafa Valls (que llegó segundo a meta a sus 23 años, mostrando un descaro que siempre debiera acompañar al talento y seguramente le hará llegar lejos); en las primeras estribaciones de la última ascensión les abandonó. Superó a su coequipier Jérôme Pineau, cabeza de carrera proveniente de la fuga, y el resto fue coser y cantar.
Chavanel es el hombre que el ciclismo francés estaba esperando. Todoterreno de calidad y altas prestaciones, combativo, con cierto olfato para la victoria pero (¡ay!, dice aquí el aficionado francés) con poca fascinación cuando se le habla del Tour de Francia. No considera que sea su destino, le llaman más las clásicas. Fue el hecho diferencial para que, en invierno de 2008, se decidiera por Quick Step en lugar de por la estructura de Johan Bruyneel. Unos hablaban de adoquines y otros de grandes rondas. Este año acaba contrato y está decidido a firmar por un país del hexágono, para volver a sentir el cariño del aficionado galo que poco a poco le había ido archivando en el cajón mental de los belgas; en el mejor caso, junto a los valones. Los puntos UCI que está cosechando, eso sí, le garantizarán un contrato generoso, por si no fueran suficiente motivo para rubricar el mismo sus excelentes cualidades.
La otra sensación del día, más leve, fue el intercambio de papeles entre el Astaná de Contador y el RadioShack de Lance Armstrong. Por un momento, parecía que fuera el madrileño quien tuviera un equipo de garantías a sus órdenes y el americano el que contara con una compañía de nivel poco concluyente. La escuadra kazaja se mostró sólida, incluso aumentó el ritmo en la ascensión final para seleccionar el grupo; Tiralongo y Navarro imperiales, Vinokourov pululando por las primeras plazas aun sin recibir un soplo de viento en la cara, Contador satisfecho. Mientras tanto, en la formación americana los básicos (Paulinho, Popovych, Murayev) se desfondaban demasiado pronto tirando del pelotón cuando no se debía, Klöden pegaba el petardazo y cedía cuatro minutos, Horner y Brajkovic sufrían a cola de grupo; sólo Leipheimer aguantaba el tirón de Astaná al lado de Armstrong. Ante este panorama, ni rastro de la táctica ofensiva anunciada.
Peor que Armstrong lo pasó, eso sí, Andy Schleck. El jovencísimo luxemburgués prácticamente se quedó sin coequipiers. Hoy sólo aguantó a su lado Chris Anker Sörensen, incluso el danés Jakob Fuglsang puso las luces rojas y perdió trece sintomáticos minutos en meta. El resto se había dejado ir antes. Parece que Andy, sin Frank a su lado cuando las cosas se pongan serias, estará expuesto a sentirse muy solo…

Dos o tres cañonazos

En 1885, España se debatía entre el bienestar y la más absoluta de la crisis. Recién perdidas gran parte de las riquezas coloniales y con ello los últimos recuerdos del pasado esplendor del Imperio, sólo el orden establecido por el turno dinástico de Cánovas del Castillo y Sagasta, sistema democrático sólo para el observador poco crítico, garantizaba el equilibrio de la nación. Eso y el mando de un rey, Alfonso XII, ilustrado y justo, que sabía qué le convenía a la nación y, sobre todo, qué le convenía a él mismo.
En esa coyuntura, con el Estado pendiente de un hilo, Alfonso XII contrajo una enfermedad venérea como resultado de su afición a levantar las faldas de las actrices del Madrid de la época. Murió a los pocos meses, dejando en el vientre de su esposa María Cristina de Austria un vástago que, se supone, heredaría la Corona y los derechos reales de su padre. Del sexo del retoño dependería que éste tomara la Corona tras unos años de regencia de su madre, o que España acabara en manos de un noble extranjero que se casara con su princesa. Esto último no iba a ser permitido por los poderes fácticos del Estado, siendo el ejército el más abiertamente opuesto a que una mujer fuera heredera de Alfonso XII. Se dice que los cuarteles de Madrid estuvieron velando armas días enteros en espera de oír los cañonazos que anunciarían el nacimiento del nuevo integrante de la Familia Real. Tres si fuera varón, dos si fuera mujer. Tres indicarían la paz; dos, la insurrección y el pronunciamiento militar…
El sábado inicia un Tour de Francia abierto, con un favorito definido cuya supremacía se ve amenazada por la debilidad de sus coequipiers, en contraste con los tremendos bloques presentados por sus rivales. Alberto Contador tiene una sola debilidad individual, que puede devenir inapreciable llegado el momento, en su poca destreza sobre el adoquinado que se recorrerá en la tercera etapa camino de Arenberg. Pero sí que adolece de un talón de Aquiles ostensible en su equipo, Astaná. Este ha sido el runrún general durante toda la campaña.
Pero, como siempre en el ciclismo, lo que se habla fuera de las carreteras hay que confirmarlo dentro. Pero en este caso no ha habido tal confirmación, sino una refutación. Astaná, titubeante en citas como París – Niza, se mostró sólido e incluso avasallador en la Dauphiné donde Contador fue segundo, sólo por detrás de un Janez Brajkovic supremo al que el madrileño no fue capaz de doblegar ni en contrarreloj ni en montaña para sorpresa de propios y extraños.
La lectura de estos hechos cambia de manera significativa si consideramos las circunstancias que los rodearon. Para empezar, la derrota de Contador no tiene su principal origen la falta de forma del pinteño, que se encontraba a casi un mes de su gran objetivo y, por tanto, lejos de su punto máximo de forma. Ni, por supuesto, en las flaquezas de su escuadra. Responde, según se apuntaba en el semanario Meta2Mil, a una guerra psicológica planteada por Johan Bruyneel. Y es que el director belga, presuntamente, prepara a uno de sus segundos espadas para que llegue al cien por cien a las carreras a las que participa Contador para que le plante cara o incluso le derrote. Una táctica que funcionó a la perfección con Brajkovic en Dauphiné, y no se culminó con Machado o el propio Brajkovic, que fueron derrotador por el de Astaná en Algarve y Castilla y León respectivamente.
Precisamente en el calendario de Contador reside la segunda clave del pasado Dauphiné. La fortaleza de su equipo proviene, además de a las obvias condiciones de sus compañeros, del calendario de competición llevado a cabo por estos: ninguno de los ciclistas que va a ser gregario de Contador a excepción hecha de los kazajos Alexandre Vinokourov y Maxim Ilginskyi han tenido permiso para preparar sus propios objetivos y han competido en las mismas pruebas de perfil bajo que el pinteño, con lo cual llegarán sin rastro de fatiga a la salida de Rotterdam. Se trata de una práctica que sólo se lleva a cabo, y en menor medida como se desprende del párrafo anterior, en otra estructura cuyas miras se posan únicamente en el Tour: RadioShack.
De cualquier manera, los ocho acompañantes de Alberto Contador no parecen los mejores para garantizar una defensa efectiva del amarillo. Paolo Tiralongo es el único garante de solvencia, tal y como ha demostrado toda su vida deportiva en las filas de Saeco y Lampre. Benjamín Noval, gregario de confianza y cabecera del madrileño, aporta mucho más como ‘capitano’ y protector del superclase de Pinto que con sus pedaladas. Jesús Hernández, Dani Navarro, Andrei Grivko y David De la Fuente, a pesar de haber ofrecido buenas prestaciones en las pruebas en que han tomado parte, afrontan por primera vez el Tour con mentalidad de gregarios de un líder absoluto y cuentan además con la presión añadida de que éste sea un hombre cuyas cualidades convierten el amarillo en un objetivo irrenunciable. Y en torno los kazajos Vinokourov e Ilginskyi hay dudas, razonables, por la patente de corso que les supone ser los apadrinados directos del patrocinador de la formación; si bien su valía será innegable de centrar sus esfuerzos en ayudar a Contador.
Todo esto lo saben el resto de aspirantes a la victoria en la general del Tour de Francia. Y, seguramente, actúen en consecuencia desde la salida de cada etapa, dispuestos a dar los dos primeros cañonazos por los que espera en armas todo el pelotón. Los hermanos Schleck, capaces de todo por sí solos, tienen de su lado en Saxo Bank a un futuro candidato a lo máximo como Jakob Fuglsang, que ya nos dijo que blablabla, junto a fuerzas de la naturaleza como Fabian Cancellara o Chris Anker Sörensen y gregarios del peso de Voigt u O’Grady; en suma, un bloque que bien orquestado podría derrotar a cualquiera.
Ivan Basso y Roman Kreuziger compartirán jefatura de filas en un Liquigas que, con Szmyd, Quinziato u Oss, será como siempre uno de los bloques más fuertes de la carrera. Rabobank tiene dos bazas peligrosas como Robert Gesink y Denis Menchov, que tendrán junto a ellos a una suma de talentos individuales como Freire, Boom o Gárate que, para su desgracia, rara vez se combinan en un colectivo. Lance Armstrong, por su parte, forma junto a Andreas Klöden y Levi Leipheimer un triunvirato temible, reforzado con sólidos coequipiers como Horner, Brajkovic, Paulinho o Popovych que pueden efectuar temibles tácticas de equipo desde lejos.
Este Tour, sin duda, se decidirá así. Desde lejos. A cañonazos. Terreno hay para ello: no es ya la norma general en el Tour dejar lo más difícil para el final, sino que se concentra cada vez más dureza en los puertos de paso, a mitad o incluso al inicio de la etapa. Responsabilidad de los equipos, de sus directores, será disparar esos dos primeros cañonazos lejanos que levantarán en armas a todo el pelotón. Y responsabilidad de Contador y su Astaná dar el tercero que, como en la España de hace más de cien años, apacigüe la insurrección del resto del pelotón y garantice su continuidad en el poder.

El Tour de los Quince

El sábado comienza un Tour de Francia en la línea del año pasado en cuanto a expectación. A pesar de la presencia de un dominador absoluto como Alberto Contador, pocas veces se ha presentado la gran ronda francesa tan abierta. La ausencia de un patrón, de un equipo claramente más fuerte que el resto, hace que la carrera se presuma táctica e imprevisible. Y, en consecuencia, extiende el abanico de corredores con opciones de conseguir una plaza de podio hasta límites insospechados. En Arueda hemos seleccionado a los principales candidatos a un lugar de privilegio y a continuación analizamos sus bazas para alcanzar el éxito en el que hemos venido a llamar ‘El Tour de los Quince’
Alberto Contador El vueltómano número uno del pelotón mundial es, por derecho propio, el gran favorito indiscutible a llegar a los Campos Elíseos vestido de amarillo. Puede ganar tiempo en cualquiera de los terrenos tradicionalmente decisivos: es netamente superior a todos en montaña, mientras que en contrarreloj sólo unos pocos pueden hacerle sombra. Llega, además, en un estado de forma óptimo, sólo un kilogramo por encima de su peso ideal. Además en Dauphiné, a pesar de caer derrotado frente a un Brajkovic que llegaba al cien por cien a la cita, las sensaciones fueron inmejorables. Su único lunar a nivel individual podría ser el pavés, presente en la tercera etapa camino de Arenberg y donde corredores más pesados como Lance Armstrong podrían robarle tiempo. Su talón de Aquiles, sin embargo, no es otro que su equipo, Astaná, más débil de lo deseable y que podría dejarle en la estacada ante una emboscada táctica del resto de escuadras.
Carlos Sastre El ganador de la ‘Grande Boucle’ 2008 es por tradición la segunda baza sólida del ciclismo español para campeonar en París. Un análisis más detenido de la situación, por el contrario, no es tan esperanzador. El abulense lleva un año infame, donde ni las piernas ni la suerte han estado de su lado. Se presentó en el Giro en baja forma y lo acabó en una decepcionante octava posición mermado por las caídas. A su favor juega su talento para la escalada y su raza, condiciones innatas que deberá sacar a relucir en el que podría ser su último Tour de Francia
Samuel Sánchez Campeón olímpico y dos veces podio en la Vuelta, el asturiano se enfrentará por cuarta vez a la gran ronda francesa con la ambición de cuando menos superar el séptimo puesto alcanzado en 2008. El gran problema que deberá subsanar el jefe de filas de Euskaltel es su falta de calidad diferencial en montaña y contrarreloj; su gran ventaja, las muchas etapas que acaban con una ración de su terreno favorito, la bajada.
Luis León Sánchez Es la opción sorpresa del ciclismo nacional. Luis León ha centrado sus miras en el Tour por primera vez en su carrera, en parte impulsado por la circunstancia de la sanción de su coequipier Alejandro Valverde. Hasta dónde puede llegar en la general que él mismo ha definido como su objetivo prioritario es un auténtico misterio, toda vez que nunca ha disputado una ronda de tres semanas con esa intención. Está por ver, en especial, si la potencia de la que hace gala habitualmente se va resintiendo con el paso de los días.
Ivan Basso El italiano llega a la ‘Grande Boucle’ con los deberes hechos tras su portentoso triunfo en la general del Giro de Italia. Pero, sobre todo, viene renacido y deseoso de acabar de una dentellada con todos los prejuicios existentes en torno a él tras su sanción por tentativa de dopaje. El varesino es un escalador de fondo; no le faltará terreno en un Tour que ha distribuido la dureza en el recorrido de las etapas en lugar de concentrarla en la parte final de los parciales con los casi odiosos finales en alto. En su contra puede pesar el Giro que lleva en sus piernas. Pero, sobre todo, cuenta con el aval de tener un equipazo como Liquigas tras de sí, con compañeros como…
Roman Kreuziger Y es que el checo es uno de los grandes candidatos a hacer saltar la banca este Julio. Ha pasado el año relajado, luchando por cotas elevadas apenas en París – Niza (donde fue cuarto) y dando destellos de calidad allá por donde ha pasado. Su clase está fuera de toda duda después de acabar noveno en 2009, con sólo 24 años. Y lo más interesante es que no sabemos cuál habrá sido su evolución este invierno, ya que sus enormes cualidades pueden haberse desarrollado hasta auparle a un lugar en el podio de París…
Bradley Wiggins Si bien en 2009 la presencia del británico en las primeras plazas de la general se antojaba similar a la de un ‘sputnik’, ahora no. Enrolado en la superestructura Sky, Wiggins ha realizado una aproximación sólida a la Grande Boucle, con participaciones discretos aunque dignas en lo más granado del calendario internacional y siempre con el Tour entre ceja y ceja. Quizá el mejor contrarrelojista entre los aspirantes a la general Contador aparte, la gran sorpresa de 2009 ya es un hombre vigilado y tenido en cuenta por el resto de favoritos.
Cadel Evans Una actuación decepcionante en la edición del año pasado de la gran ronda francesa supuso una auténtica catarsis para el corredor australiano, cobarde hasta entonces y corajudo desde el momento en que se vio impotente por no hacer sino seguir la rueda del resto de candidatos a la victoria allá donde fuera. Cadel Evans es ahora un corredor totalmente distinto a la anterior versión de él mismo que vimos acabar entre los diez primeros del Tour en varias ocasiones. Está por ver hasta dónde será capaz de llegar con su nueva actitud y las cualidades de siempre, vestido de arco iris y ayudado por un equipo (BMC) que si diluirá apenas llegue la montaña.
Michael Rogers La otra gran baza ‘aussie’ será este hombre, líder del potentísimo HTC que intentará confirmar con 31 años los que apuntaba con 20: que es un hombre hecho para las rondas de tres semanas. Hasta ahora, su mejor actuación en un Tour fue un anónimo noveno puesto en 2006. Mejorar esto es casi una obsesión para un Rogers que ha realizado una temporada interesante merced a un cambio en sus métodos de preparación que, a juzgar por sus triunfos en las generales de las Vueltas a Andalucía y California, han sido para bien.
Lance Armstrong El texano es uno de los nombres propios de cualquier competición en la que tome parte. Y, en el caso de este Tour 2010, aún más después de anunciar que ésta será su última participación en la gran ronda francesa. Su última vez en una competición con la cual ha desarrollado una sinergia casi nunca vista entre un corredor y una carrera; durante siete años prácticamente vivieron el uno para el otro, algo que dio réditos a ambos. La gran duda es si, a sus 38 años, estará en disposición de luchar por lo máximo o si, por el contrario, será únicamente el mascarón de proa del gigantesco drakkar de RadioShack, que incluye corredores como Levi Leipheimer, Andreas Klöden ó Chris Horner que podría representar una baza táctica valiosísima para RadioShack por sus buenísimas cualidades… o ser incluso capaces de optar a puestos de honor con el permiso o la colaboración del heptacampeón.
Andy Schleck Posiblemente, el luxemburgués sea el enemigo natural de Contador. Tanto para este año como para los próximos. Andy representa la antítesis de Alberto; el asfixiante ritmo que es capaz de imponer en la montaña podría ser la kriptonita de los nerviosos ataques lanzados por el de Pinto. Las cualidades que le llevaron al segundo escalón del podio el año pasado habrán aumentado este invierno como consecuencia lógica de la evolución de un ciclista de apenas 25 años que afronta esta Grande Boucle con un reto estimulante: llevarse el maillot blanco por tercera vez consecutiva y empatar así con el superclase teutón Jan Ullrich, entrando con ello en la historia del Tour de Francia.
Frank Schleck El hermano de Andy es su principal apoyo tanto fuera como dentro de la carretera, donde representa el papel de ‘capitano’ de ruta del potentísimo Saxo Bank junto a dos clásicos como Jens Voigt y Stuart O’Grady. Pero ojo, el mayor de la pareja luxemburguesa no es un convidado de piedra en la lucha por la general, tal y como demostró con el cuarto lugar alcanzado el año pasado. Al contrario, su solidez le podría llevar a una plaza de podio a poco que la carrera se le ponga de cara… o su hermano no requiera de sus servicios.
Denis Menchov Eterno aspirante a la victoria en la Grande Boucle, el dos veces ganador de la Vuelta a España y una del Giro de Italia posiblemente se encuentre ante su última buena ocasión de consumar una victoria en la gran ronda francesa donde su cota máxima es, hasta ahora, un cuarto lugar en 2008. A sus 32 años llega en un momento de máxima madurez, habiendo realizado un calendario liviano para llegar en plenitud de condiciones a un Tour de Francia que es objetivo prioritario para su equipo, Rabobank, toda vez que su salida está sita en la ciudad holandesa de Rotterdam.
Robert Gesink Aunque, si de ciclismo holandés hablamos, el adalid número uno es este corredor. Gesink se enfrenta por segunda vez a la gran ronda francesa después de la mala experiencia del año pasado, donde tuvo que retirarse a las primeras de cambio por una caída. Escalador de campanillas como demostró con su sexto puesto en la Vuelta a España 2009, el gran aval del corredor de Rabo es una portentosa exhibición en la etapa reina de la Vuelta a Suiza, donde se impuso de manera imperial. Sus hándicap son la inexperiencia, debilidad en la lucha contra el crono y tener tras de sí un equipo que funciona más como una suma de individuos que como un conjunto de verdad.
Jurgen Van der Broeck El belga es nuestra última gran apuesta para destacar en la general de este Tour de Francia. El año pasado se pasó casi toda la carrera escapado por delante del pelotón, haciendo la guerra por su cuenta toda vez que su líder Cadel Evans había naufragado. Ahora el líder es él; y, como tal, planteará una carrera seria, haciendo valer su fortaleza contrarreloj para llegar lo más lejos posible en la clasificación final. Cuenta con el equipo Omega Pharma a su servicio, y especialmente con un Dani Moreno que debutará en la gran ronda francesa con ganas de comerse el mundo.
Fuera de este grupo de grandes favoritos nos hemos dejado al líder de Garmin Christian Vandevelde, ciclista sólido donde los haya pero algo débil para optar al podio de París, y a un Damiano Cunego (Lampre) que luchando por triunfos parciales podría encontrarse de sopetón con un puesto de privilegio en la general. También habrá en la salida de Rotterdam jóvenes de gran caché y mayores expectativas como Edvald Boasson Hagen (Sky), Jakob Fuglsang (Saxo Bank), Tony Martin (HTC) ó Rui Costa (Caisse d’Épargne), cuyas opciones individuales estarán sometidas a los designios de los líderes de sus respectivos equipos.

El arte de la fuga bidón

El miércoles, el Giro d’Italia quizá vivió su etapa más decisiva de su edición 2010. El recorrido quebrado y maratoniano que unía las ciudades de Lucera y L’Aquila en el undécimo parcial de la carrera parecía destinado únicamente a mermar a los corredores, que a priori debían pasar unas ocho horas sobre su máquina y estar atentos únicamente en la emboscada tendida en los últimos kilómetros con una ‘tachuela’ y un final en cuesta. Pero el guión de una prueba ciclista no lo pone la carretera, sino los corredores…
La fuga bidón es uno de esos antiguos artes del ciclismo que ya no se estilan, como los ataques por parejas o las escapadas en solitario. Antes no había gran ronda que no viera, al menos por un día, que un grupo grande de corredores inofensivos para la general se distanciara de un permisivo pelotón para jugarse la victoria de etapa y el liderato. Estos corredores, con el paso de las jornadas, iban cediendo tiempo paulatinamente respecto de los grandes favoritos para acabar situados de nuevo en las catacumbas de la general. A veces, pocas, los componentes de esta fuga bidón conseguían lo impensable, aguantaban su ventaja y se llevaban el gato al agua. Tal fue el caso del francés de origen polaco Roger Walkowiak, a quien dos escapadas de este género y un innegable talento le valieron llevarse el Tour de Francia de 1956; caramelo envenenado, este triunfo acabó por demoler su carrera deportiva… Pero esa es otra historia.
En el ciclismo moderno, el de los grandes equipos capaces de bloquear la carrera, las fugas bidón quedaron fuera de lugar. La fortaleza de las escuadras de los favoritos hacía posible que no hubiera grupo de valientes capaz de alejarse del pelotón para hacerse con el jersey de líder. La permisividad llegaba en la tercera semana, cuando se dejaban ir las llamadas escapadas consentidas, una suerte que llegó a tener incluso sus especialistas, los cazaetapas.
Así, las fugas bidón se convirtieron en ‘rara avis’. Hasta que llegaron los Tours de Lance Armstrong, y con ellos el dominio de su equipo US Postal. Johan Bruyneel, director del conjunto norteamericano, se encontró con un problema: la irresistible superioridad del tejano y sus coequipiers hacía que éste cogiera el maillot amarillo demasiado pronto, obligando a los suyos a desgastarse durante demasiados días en cabeza del pelotón, controlando la carrera tal y como corresponde a la escuadra del líder. Para resolver el inconveniente, el belga recurrió a la fuga bidón: regalar el liderato a un anónimo del pelotón, para así encomendar a él y su equipo el deber de controlar la carrera.
La fuga bidón por excelencia de la época Armstrong fue, sin duda, la que tuvo lugar en 2001 camino de Pontarlier. Fue una jornada larguísima y marcada por el mal tiempo… y la fuga de catorce corredores que contaron con el beneplácito del pelotón para adelantarse y coger el mando de la carrera. Los grandes fueron permisivos hasta la exageración: casi 36 minutos de ventaja colocaron en los primeros lugares de la general a Stuart O’Grady, François Simon y el kazajo Andrei Kivilev. Y, si bien el australiano claudicó a las primeras de cambio, el francés tomó el liderato y lo aguantó cuatro jornadas más para finalizar sexto en la general final, mientras el kazajo quedó cuarto a escasos cincuenta segundos del podio, cuyo último integrante fue el lazkaotarra Joseba Beloki.
Aunque, si hablamos de fugas bidón trascendentes para la general, sin duda el caso paradigmático en esta década es el de la fuga de Montelimar que encumbró a Óscar Pereiro como líder del Tour de Francia 2006. No era, en realidad, una fuga bidón de manual. Lejos de las decenas de ciclistas que suelen involucrarse en este tipo de escapadas, la del gallego sólo contaba con cinco implicados: Andrei Grivko, Sylvain Chavanel, Manuel Quinziato, Jens Voigt y el propio Pereiro. En esta ocasión fue Phonak, que contaba en sus filas con el líder de la carrera en la persona de Floyd Landis, quien permitió que la escapada cogiera la ventaja suficiente para que Óscar Pereiro se colocara en primera posición de la general. Más adelante, Landis recuperaría el liderato de manos del gallego gracias a una prodigiosa exhibición camino de Morzine. Tenía truco. Y Pereiro, segundo en París, pasará a la historia como ganador de aquella edición del Tour. Todo gracias no sólo a la bajeza de Landis, sino a su audacia para realizar su movimiento camino de Montelimar.
El pasado miércoles, el Giro de Italia 2010 quizá viviera su particular Pontarlier, o Montelimar. Fue camino de L’Aquila cuando un grupo con la friolera de 56 corredores se adelantó respecto del pelotón de los favoritos para aventajarles en más de doce minutos en la meta y, con ello, volver la carrera del revés. La debilidad del Astaná del líder Vinokourov y el BMC de Evans permitió esta circunstancia. Y la inactividad del Liquigas de Basso y Nibali, equipo más potente de la ‘corsa rosa’, pensando en que no había peligro real en los integrantes de la escapada, la alentaron. Ahora, cabe especular hasta dónde llegarán las consecuencias de este desastre táctico para los citados…
En principio, el actual líder Richie Porte (Saxo Bank) debería desaparecer pronto de las primeras posiciones de la general. Porte, ex triatleta, afronta su primera vuelta grande y posiblemente acuse el paso de los días cuando la carrera se encuentre inmersa en la durísima tercera semana. Tras él se encuentra un dúo de ciclistas correosos: tanto David Arroyo (Caisse d’Épargne) como Robert Kiserlovski (Liquigas) muestran una considerable fortaleza y aptitud para las grandes rondas, siendo el croata si cabe más brillante que el talaverano. Valerio Agnoli (Liquigas) y Linus Gerdemann (Milram) tendrán que enfrentarse con sus limitaciones y dar el salto de calidad si quieren agarrarse a un puesto en el top 5. Y luego están Wiggins y los Cervélo…
Bradley Wiggins (Sky) llegó a la salida de Amsterdam siendo una auténtica incógnita, que pareció despejarse primero con su excelsa victoria en el prólogo y, luego, con su mal rendimiento en el movido periplo holandés. Después de emplearse de manera digna el resto de parciales, su presencia en la fuga le colocó en la zona noble de la general, paliando la desventaja que acumuló en los primeros días de carrera y colocándose en disposición de pelear por la victoria final como ya hiciera en el pasado Tour de Francia. Aunque, refieriéndonos a paliar desventajas, sin duda el gran exponente y principal beneficiado de la fuga bidón es un Carlos Sastre (Cervélo) que ya tiene «ganas de que llegue la montaña» para demostrar que su infame primera semana de carrera fue únicamente producto de la mala suerte. Los doce minutos recuperados en la meta de L’Aquila vienen como anillo al dedo al abulense, que ha dado un gran golpe moral y afronta los días finales de la gran ronda italiana, su especialidad, muy alto de moral y cercano a un buen estado de forma.
Su gran rival de entre todos los presentes en la fuga bidón posiblemente sea su compañero de equipo Xavi Tondo. El catalán, que ha llegado al ProTour este año tras desempeñarse durante años a gran nivel en el segundo plano del ciclismo, ha sorprendido a propios y extraños durante toda la temporada. Este Giro no ha hecho sino seguir la tónica: sacrificado en pos de Sastre, en la primera jornada de montaña fue liberado de sus obligaciones y se coronó como mejor escalador del grupo de favoritos, adelantando a los grandes de la carrera en veinte signficativos segundos. Con la fuga de L’Aquila no sólo enjugó su desventaja, sino que consiguió seis minutos de ventaja respecto de Vinokourov, primero de los principales aspirantes a la ‘maglia rosa’.
Ahora, tanto Vinokourov como el resto de peces gordos, llámense Evans, Basso, Nibali o Scarponi, tienen la pelota en su tejado. Deberán trabajar para recortar toda la diferencia que concedieron camino de L’Aquila a todos estos buenos corredores. Para conseguirlo deberán echar mano obligatoriamente de tácticas agresivas. Y eso, por fortuna para el aficionado, es sinónimo de espectáculo.

Traducción del e-mail de Floyd Landis sobre el dopaje de Lance Armstrong

Al igual que los terremotos tienen réplicas que resultan más terribles si cabe que el seísmo original, los casos de dopaje en el ciclismo suelen dar vueltas de tuerca que convierten su esclarecimiento en un reto tortuoso. Salen a la luz nuevos métodos desconocidos, a veces una confesión confundidora; pero, casi siempre, son nuevos nombres los que se suman al galimatías existente.

El nuevo giro tomado por el ‘caso Landis’ fue ayer la gran noticia del mundo del ciclismo. La magnífica jornada vivida en un Giro d’Italia donde cada día depara una sorpresa y la impresionante victoria de Peter Sagan en la Vuelta a California se vieron opacadas por las sórdidas revelaciones de Floyd Landis, el menonita que protagonizó uno de los casos de dopaje más sonados de la historia del ciclismo.

En el Tour de Francia de 2006, el americano perteneciente por aquel entonces al equipo Phonak perdió el sólido liderato que acababa de recuperar del gallego Óscar Pereiro en el final en alto de la Toissure debido a una pájara. Al día siguiente, ni corto ni perezoso, Landis se lanzaba a conquistar la media montaña alpina, el Joux Plane y la mítica llegada a Morzine; en solitario, desde prácticamente el inicio de la etapa. Realizó una de las mayores exhibiciones del ciclismo moderno, derrotando por más de seis minutos a sus rivales. Pero aquella magnífica exhibición tenía truco.

Ahora Landis, tras cumplir dos años de sanción y volver a la competición en los modestos equipos norteamericanos OUCH y Bahati Foundation, ha decidido redimirse. Y, para hacerlo, ha disparado con bala contra el equipo donde aprendió todo lo que sabe, tanto de bicicleta como de (proclama él) dopaje. Mediante un correo electrónico dirigido al director general de USA Cycling, la federación estadounidense de ciclismo, Floyd Landis acusa a Lance Armstrong y Johan Bruyneel de estructurar un dopaje organizado en el seno del conjunto US Postal (más tarde Discovery Channel y actualmente RadioShack) en connivencia con las altas esferas del ciclismo.

Las reacciones a estas declaraciones no se han hecho esperar por parte de todos los estamentos, competentes y afectados. Por lo pronto, AMA (Agencia Mundial Antidopaje) y UCI (Unión Ciclista Internacional) han prometido investigarlo; de manera mucho más vehemente, eso sí, la primera que la segunda. Porque, si bien la AMA puede y debe llegar hasta las últimas consecuencias, esta investigación podría manchar hasta límites insospechados la imagen de la UCI y, sobre todo, de su ex presidente Hein Verbruggen.

Lance Armstrong, por su parte, se ha defendido acusando de falta de credibilidad a Landis y echando balones fuera al afirmar que existen «errores en la secuencia de eventos», que por ejemplo nunca corrió (ni ganó) la Vuelta a Suiza tras la cual supuestamente dio positivo; eso sucedió en 2001, y no en el año 2002 en que, según el tejano, ubica el hecho Landis. Sin embargo, sucede que el tejano ha equivocado su lectura de los correos del menonita: éste habla de que los hechos acontecieron «el primer año que se usó el test de detección de EPO». O, lo que es lo mismo, en 2001.

En ARUEDA.COM hemos traducido el presunto correo electrónico de Floyd Landis filtrado en los foros anglosajones de ciclismo con objeto de poner a vuestro alcance toda la información posible sobre un tema que traerá cola. Por lo pronto, esperemos a que se realicen las pesquisas preceptivas por parte de UCI y AMA en torno a este ‘caso Landis’, y también a que los implicados se defiendan y actúen. El objetivo no debe ser tanto cortar cabezas como arrancar confesiones que restituyan el honor del ciclismo, nuestro deporte.

2002: Johan Bruyneel me enseñó a usar parches de Testosterona durante la Dauphiné Liberé en Junio, tras lo cual viajé en helicóptero son el Sr Armstrong desde la llegada, creo que Grenoble, hasta St Mauritz (Suiza), donde me dio una caja de parches de 2’5 mg frente a su esposa, que presenció el intercambio. Alrededor de una semana después, el Dr Ferrari me extrajo medio litro de sangre que debía transfusionárseme durante el Tour de Francia. El Sr Armstrong no fue testigo de la extracción, pero él y yo tuvimos largas charlas sobre ella durante nuestros entrenamientos, donde él me explicó también sobre la evolución de los tests de detección de EPO y cómo las transfusiones eran ahora necesarias debido a los inconvenientes de este nuevo test. También me explicó que, el primer año que se usó el test de detección de EPO, el Sr Ferrari, que tenía acceso a dicho test, le aconsejó no usar nunca más EPO. Pero él no creyó al Sr Farrari (sic) y continuó usándola. Después, cuando ganó la Vuelta a Suiza un mes antes del Tour de Francia, dio positivo por EPO. En este punto, el Sr Bruyneel y él viajaron hasta el cuartel general de la UCI y llegaron a un acuerdo económico con el Sr. Vrubrugen (sic) para ocultar el positivo.

2003: Después de romperme la cadera en invierno, volé a Girona donde esta vez dos unidades (cada una de media litro) me fueron extraídas en un margen de tres semanas. Esto tuvo lugar en el apartamento donde el Sr. Armstrong vivía; fui requerido para quedarme allí y vigilar la temperatura de la sangre cada día. Eso [la sangre] estaba en un pequeño frigorífico en el armario con la sangre de George Hincapie y el Sr Armstrong, que planeaba irse unas semanas a entrenar y me pidió que me quedara allí para vigilar que el frigorífico tuviera electricidad y no sucediera nada raro con él.

Durante el Tour de Francia el equipo entero, en dos ocasiones diferentes, fueron a una habitación previamente indicada donde nos encontramos con el doctor para realizar las transfusiones. Durante el Tour presencié personalmente cómo George Hincapie, Lance Armstrong, Chechu Rubiera y yo mismo recibíamos transfusiones sanguíneas. También durante el Tour el médico nos dio a mí y mi compañero de habitación George Hincapie una pequeña jeringa de aceite de oliva donde se hallaba disuelto Andriol, una forma de testosterona ingerible, para consumir en dos tomas en un plazo de tres días.

Me pidieron que corriera la Vuelta a España aquel mismo año para que ayudara a Roberto Heras y en Agosto, entre el Tour y la Vuelta, me dijeron que consumiera EPO para subir mi hematocrito con objeto de que se me pudieran practicar más transfusiones sanguíneas. Me pidieron que fuera a casa de Lance con Johan Bruyneel para que [Armstrong] me diera EPO. La primera EPO que usé me la dio en la entrada de su casa, perfectamente a la vista de su entonces esposa. Era de marca Eprex y venía en seis jeringas previamente calibradas. Las usé por vía intravenosa varias semanas antes de la siguiente extracción de sangre y no tuve problemas con los controles antidopaje durante la Vuelta. En este tiempo Johan Bruyneel me enseñó a usar la Hormona de Crecimiento, y compré lo que necesitaba a Pepe el «entrenador» del equipo, que vivía en Valencia con el médico del equipo por aquello época. Entrenando para la Vuelta pasé mucho tiempo con Matthew White y Michael Barry, con quienes compartí testosterona y EPO y charlas sobre su uso.

De nuevo, durante la Vuelta el médico del equipo nos dio Andriol y practicó transfusiones de sangre. No tuvimos ningún problema con los controles.

2004: De nuevo el equipo me practicó dos transfusiones de sangre separadas, pero en esta ocasión Bruyneel se volvió más paranoico e hicimos las extracciones en Bélgica, adonde volamos para encontrarnos en un apartamento de propietario desconocido. La sangre se la llevó «Duffy», que era en aquel tiempo algo así como su asistente. La segunda de las transfusiones fue realizada en el autobús del equipo, en el trayecto desde la llegada de una etapa hasta el hotel, durante el cual el conductor fingió tener un problema mecánico y se detuvo en una remota carretera de montaña durante más o menos una hora para que todo el equipo pudiera recibir el medio litro de sangre. Esta es la única vez que vi al equipo entero recibir transfusiones a la vez, viendo a todos a la vez y al propio conductor de autobús. Aquel equipo incluía a Lance Armstrong, George Hincapie y yo como únicos americanos.

2005: Aprendí en este punto la mayoría de técnicas necesarias para las transfusión y otras cosas por mi cuenta, así que contraté a Allen Lim como ayudante para los detalles y la logística. Nos ayudó a Levi Leihpeimer y a mí a preparar las transfusiones y se aseguraba de que [la sangre] se conservaba a la temperatura adecuada. Los dos nos hicimos dos transfusiones separadas aquel Tour. Como mi hematrocrito estaba muy bajo de salida, yo hice mi primera transfusión unos días antes del comienzo de la carrera para no empezar con desventaja.

2006: Bueno, ya entiendes la idea….. Una cosa muy significativa es que me senté con Andy Riis (sic) [probablemente quiso decir Andy Rihs] y le expliqué lo que había hecho en el pasado y cuál era el riesgo que iba a tomar. Le pedí permiso, que él me dio en forma de dinero para completar las operaciones descritas. John Lelangue fue también informado por mí y Andy Riis (sic) consultó a Jim Ochowicz antes de dar el sí.

Hay muchos más detalles que tengo en diarios que estoy en proceso de transformar en una historia inteligible. Pero si la posición de USA Cycling [federación estadounidense de ciclismo] es que no hay suficientes detalles para justificar una llamada a la USADA [Agencia Antidopaje de Estados Unidos], estoy escribiendo tanto como puedo poner razonablemente en un correo electrónico para compartirlo con vosotros y averiguar qué proceso va a abrir USA Cycling con estas alegaciones.

Recibirás mucho más detalles cuando demuestres que se puede confiar en que harás lo correcto.

Floyd Landis