Los días previos al Tour de Flandes son una liturgia de creación de expectativas que, normalmente, no son satisfechas por una realidad tozuda en quitar la razón a la ilusión de los aficionados. Sin embargo, en ocasiones, el ciclismo trasciende y se convierte en mágico por obra y gracia de unos hombres, los esforzados de la ruta, que con sus virtudes y miserias, sus aciertos y errores, sus golpes de suerte y sus infortunios… Convierten una carrera en inolvidable.
La prueba de hoy ha sido un gran ejemplo de esto. Los corredores se han desempeñado con orgullo y coraje, fajándose unos contra los otros y, a su vez, contra una ruta dantesca con más de 250 kilómetros de calzada estrecha jalonada de cotas, pavé y muros.
La batalla ha iniciado muy pronto, con una fuga táctica en la cual Garmin y Sky introdujeron sendos elementos (Hammond y Hunt) para evitar responsabilidades. Siguió con una escaramuza, poco después, donde multitud de segundos espadas de diversos equipos se introdujeron forzando al Leopard Trek del gran favorito, Fabian Cancellara, a asumir el peso de la carrera y quemarse en pos de la neutralización.
Quick Step repitió la táctica de cada Flandes. Dejó a Boonen a rueda de Cancellara y mandó al segundo de a bordo, en este caso Sylvain Chavanel, por delante desde muy lejos. El francés encontró la compañía de un sorprendente Simon Clarke (Astaná) y otros sucesivos acompañantes. El fallo vino cuando Tommeke, ansioso y restando aún cuarenta kilómetros para meta, decidió romper la baraja para eliminar a todos aquellos rivales expectantes de los designios de Cancellara, incluyendo un Gilbert perjudicado por un inoportuno pinchazo.
La aceleración de Boonen fue el interruptor que encendió el motor de Cancellara. El suizo cogió su fusil y machacó al grueso del pelotón primero, a Pozzato después y a un Boonen que ejerció de cazador cazado y renunció a seguir la rueda de ‘Espartaco’, optando por buscar el amparo de un grupo mayor a expensas de la presencia de Chavanel en cabeza de carrera.
Cuando el superclase de Leopard Trek cazó al francés, éste se alojó a su rueda y le negó los relevos. Por detrás, el BMC de Ballan, el Katusha de Pozzato y el Vacansoleil de Leukemans (con un trágico Devolder) tomaron la iniciativa de la caza mientras los hombres de Garmin se escondían, cobardes, pensando en el tercer puesto; otros esperaban y lanzaban pequeñas escaramuzas de dudosa efectividad.
En las inmediacionse del mítico Kappelmuur, uno de los momentos culminantes de la temporada ciclista, la ventaja de Cancellara y Chavanel sobre el grupo de favoritos estaba por encima del medio minuto. Cuando se llegó a la subida adoquinada el suizo, desinflado, fue cazado por un grupo donde aquellos favoritos que veían la carrera perdida se encontraron con una segunda oportunidad e intentaron aprovecharla.
Un Gilbert impulsivo tomó la delantera durante unos kilómetros que le jibarizaron las piernas y fue atrapado definitivamente por Leukemans, Ballan, Hincapie, Flecha, Thomas, el sorprendente Scherinlinckx, Langeveld, Nuyens, Boonen y los quemados Cancellara y Chavanel. Las sensaciones eran desiguales: Ballan parecía fuerte, Flecha se antojaba decidido, Nuyens se escondía, Langeveld se la jugaba sabedor de su pobre ‘rush’.
Finalmente fue un poderoso demarraje de un Cancellara renovado el que decidió la carrera llevándose a Nuyens y un valiosísimo Chavanel, corajudo y siempre atento. Por detrás los equipos, aún llevando como en el caso de BMC y Sky dos corredores en el grupo, vacilaban; por delante había entendimiento, con Cancellara trabajando la parte del león, Chavanel la del ratón y Nuyens ejerciendo de rémora. Flecha y Boonen, los más fuertes del grupo trasero, acabaron por demarrar con impaciencia pero la suerte estaba echada y el triunfo estaba en cabeza.
Cancellara jugó su baza acelerando desde lejos. A casi 350 metros de meta encendió el suizo la mecha, y a punto estuvo a punto de sacar de punto a un Nuyens aparentemente débil y portador de un Chavanel tranquilo. A sólo 150 metros del final el belga de Saxo Bank remachó a Cancellara y, entonces, Chavanel cometió su error buscando la rueda suiza en lugar de la belga. Fracasó y, cuando intentó remontar, se quedó sin tiempo y sin espacio.
Nuyens consiguió, de esta manera, un triunfo inesperado que viene a refrendar que la arriesgada apuesta de Bjarne Riis fichándole como líder de Saxo Bank para las clásicas tras varias temporadas oscuras no era tan descabellada. El belga se llevó se ha llevado ya una A Través de Flandes agónica y, con esta victoria en De Ronde, confirma sus excelentes sensaciones.
Sin embargo, más allá del cajón más alto del podio, el segundo y el tercero de la carrera han sido los verdaderos protagonistas del día. Cancellara con su ataque, aun desaforado y desafortunado; Chavanel con su atención y sus infinitas fuerzas, aun marradas en la parte final… Han dignificado el ciclismo y elevado el espectáculo a un nivel insospechado y existentes únicamente en la imaginación de los aficionados más optimistas para configurar un Tour de Flandes histórico donde Nuyens fue el más listo.