Dicen que la historia no empieza ni termina, sino que continúa. Que cualquier intento de ponerle coto, principio y final, es vano. También dicen que cualquier conclusión es, en el fondo, el inicio de algo. Todo esto lo ha refrendado hoy el suizo Oliver Zaugg con una preciosa victoria en el Giro de Lombardía, último Monumento de la temporada y colofón de la campaña ciclista de alto nivel, con la cual abrió su palmarés a la par que cerraba la breve pero rutilante historia de Leopard Trek.
Siempre dio la sensación de que Oliver Zaugg (1981, Lachen – Suiza) podía hacer algo más, llegar a brillar en lo más alto. Era un escalador prometedor, y con esa aureola pasó por Saunier Duval y Gerolsteiner, escuadras donde demostró dos tendencias: la primera, realizar actuaciones de mérito sin una réplica posterior, lo cual le granjeaba fama de irregular a pesar de recurrir habitualmente a una táctica de solidez y frialdad; la segunda, ir a más con el transcurso de la temporada y dar sus mejores prestaciones a finales del verano en la Vuelta y las semiclásicas italianas, sus escenarios favoritos junto a las montañas suizas.
Incapaz de generar victorias (su palmarés estaba desierto hasta hoy), pasó dos años en Liquigas como gregario de Nibali, Basso y compañía y este invierno fichó por Leopard Trek, en el cual ha gozado de los galones suficientes para ser líder en las carreras en las cuales no estuvieron presentes los plenipotenciarios hermanos Schleck, con quienes curiosamente sólo ha coincidido en Mallorca. Estaba llamado a liderar a la escuadra luxemburguesa en el Giro de Italia, pero la trágica muerte de Wouter Weylandt cercenó dolorosamente sus aspiraciones.
En el día de hoy Zaugg aprovechó todas las circunstancias y culminó con un acelerón sorprendentemente inapelable para la totalidad de favoritos en la subida postrera de Villa Vegano una carrera por demás espectacular. La fuga lejana, poco numerosa pero compuesta de excelentes ciclistas como Johan Van Summeren o un Mikel Astarloza a quien no pesan sus dos años de inactividad, no tuvo demasiada vida ante el empuje de un ofensivo Luca Paolini, quien descendió a buenísima velocidad la Colma di Sormano llevando a su rueda a grandes candidatos como Fuglsang, Lastras, Nibali o el campeón saliente y mejor ciclista del año Philippe Gilbert.
Curiosamente el belga, si bien fue clave para que el movimiento prosperara, no fue quien mejor lo aprovechó. Se desgastó en exceso en el llano y, llegada la Madonna del Ghisallo, se encontró con Nibali, quien le ganó la partida obligándole a hincar la rodilla. Inició entonces la exhibición de lo Squalo, desatado, repleto de clase y espíritu, deseoso de desquitarse de una temporada más gris de lo esperado. Coronó la cima de la patrona de los ciclistas con más de un minuto y medio de ventaja sobre un pelotón excesivamente dubitativo hasta que Sky tomó el toro por los cuernos y asumió la caza del italiano, quien petó definitivamente a quince de meta y vio su ventaja devastada y la portentosa cabalgada jibarizada.
Llegó una treinta de ciclistas con opciones al pie de la última subida del día, Villa Vegano, y allí Zaugg, entero tras un día entero oculto en el gran grupo, no tuvo dudas ni dificultad. Ni Gilbert, resentido de los esfuerzos de todo el día y todo el año, ni el grupo de cinco perseguidores (por orden de llegada a meta: Dan Martin, ‘Purito’ Rodríguez, Basso, Niemiec, Pozzovivo) que se configuró tras él en el descenso hacia Lecco, pudieron doblegarle. El suizo estrenó su palmarés en el acto conclusivo de 2011, dando un nuevo paso para continuar una carrera deportiva cuya significación promete ser mucho más relevante de hoy en adelante.