Huelgas y sindicalismo ciclistas

No esperemos encontrar jamás consenso en los grupos humanos. Al revés: si éste existe, será señal de que la masa se ha aborregado. Y eso va, inevitablemente, en perjuicio de la sociedad.
En efecto, cuando los sindicatos españoles convocaron una huelga general para el 29 de Septiembre de este año con motivo de la reforma laboral propuesta por el presidente Zapatero, muchos ciudadanos se echaron las manos a la cabeza. Militantes, periodistas, políticos, incluso sindicalistas de segunda fila, pensaban que la huelga estaba mal convocada. Consideraban que iba a destiempo por posponerse hasta después de verano. Que tendría dudoso alcance por cuanto se perdería la tensión social. Que la legitimidad era discutible toda vez que las protestas se centraban en detalles, árboles que ocultaban ver el bosque de los verdaderos problemas de los trabajadores. Todos, sin embargo, acabarán por ir a la huelga el 29-S. El aborregamiento no habrá sido de palabra, pero sí se consumará en hechos. Y, si no, ahí estarán los siniestros “piquetes informativos” para corregir conductas. Y adoctrinar.
La etapa de hoy del Tour de Francia estaba señalada como uno de esos días clave, tópicos, donde nadie gana la carrera pero alguno puede perderla. Ese posible perdedor fue hoy Andy Schleck, el principal perjudicado de entre los favoritos por la serie de caídas provocadas por lo angosto de las calzadas belgas, siempre traicioneras y sembradas de obstáculos, sumadas a lluvia fina y al aceite derramado por una moto de televisión que se derribó a si misma en el descenso del Col de Stockeau intentando no colisionar con Francesco Gavazzi (Lampre), que se había ido al suelo delante de ella y cuyos movimientos seguía. Sin embargo, el luxemburgués acabó por no sufrir las consecuencias de estas circunstancias; ni él ni ninguno de los Quince que formaban nuestra pléyade de favoritos antes del Tour. Se ocupó de ello el sindicalismo al frente del cual se situó Fabian Cancellara.
“Queríamos expresar nuestra solidaridad con todos los ciclistas caídos”, afirmaba Gerdemann. Se amparaba el sindicalismo ciclista en que las circunstancias habían sido propiciadas por los organizadores del Tour de Francia. La ruta era peligrosa, las carreteras del Benelux lo son por lo general; eso es cierto. Robert Hunter iba más lejos, demasiado lejos: “Ninguna GV debe ir a los países del norte, ¡que jodan al que diga lo contrario!”. El aceite desparramado por la carretera y el agua del cielo habían hecho el resto. Johan Bruyneel, director de RadioShack, definía el descenso de Stockeau como “una pista de patinaje”. Pueden atestiguarlo los casi setenta corredores que cayeron al suelo (algunos como George Hincapie o el propio Andy Schleck en dos ocasiones) y el mecánico que resbaló cuando se dirigía a atender a un ciclista de su equipo caído en el suelo.
Tras este tramo de locura y constantes caídas quedó como primer grupo del pelotón un colectivo de treinta ciclistas con los líderes de Rabobank (Menchov, un Gesink al que luego se ha descubierto una fisura en su codo), Cervélo (Sastre, Hushovd), BMC (Evans) y Caisse d’Épargne (Luis León Sánchez). Y Cancellara, el maillot amarillo y principal poder fáctico del día. El suizo se erigió en portavoz y protagonista: había que esperar a los afectados por los incidentes. Al ‘paquete’ principal donde viajaban Wiggins, Armstrong, Basso y Contador, solo en los momentos decisivos tal y como se venía temiendo y especulando. Y al grupo más retrasado donde viajaba su coequipier Andy Schleck junto a su hermano Frank y varios gregarios de Saxo Bank. Mientras tanto Sylvain Chavanel, que iba escapado antes de que se desatara la locura, pedaleaba ajeno, recorriendo la ruta hacia la victoria de etapa y el maillot amarillo.
En el grupo de Cancellara surgió el desconcierto, y después la indignación. Casi todos, sin embargo, hicieron caso al suizo; sólo Cervélo puso a tirar con brío al esprinter Jeremy Hunt, buscando el beneficio de sus jefes de filas. Este conato de rebeldía se zanjó con una mentira. “Cancellara le ha dicho a Thor [Hushovd] que la carrera había sido neutralizada y a nosotros no nos llegaba ningún tipo de información por radio…”, decía un Carlos Sastre que, de ser ciertas sus declaraciones, habría caído en la trampa de Bjarne Riis para evitar que sus líderes perdieran opciones de cara a la general. BMC y Rabobank hicieron mutis por el foro. Iván Gutiérrez también cayó, pero contrariado: “No sabes qué hacer exactamente en ese tipo de situaciones porque se habían producido muchas caídas que implicaban a hombres importantes. Por un lado, no era ético tirar pero por otro, la carrera es la carrera”. El cántabro hizo gestos ostensibles al hoy maillot amarillo para expresar su desacuerdo pero no llegó a tomar determinaciones concretas, tenía miedo de ser el esquirol que acaba siendo señalado por los huelguistas. Y, como reconocía en meta, “son momentos muy difíciles en los que necesitas indicaciones de tu director para saber qué hacer exactamente y en ese momento no las teníamos”.
La pregunta es por qué Iván no recibió indicaciones para tirar. Esa hubiera sido la lógica deportiva. Peor no piensa así su director en Caisse d’Épargne Eusebio Unzué: “Considero correcta la decisión de haber ralentizado la marcha por las circunstancias excepcionales. […] [Pero] se han beneficiado algunos ciclistas que no acostumbran a actuar con ese respeto que se les ha tenido”. El resto de directores, sin embargo, no han ido en la línea de Unzué. Joxean Fernández ‘Matxin’, de Footon-Servetto, se refería a una presunta “falta de personalidad” de los corredores. Gerry van Gerwen, de Milram, hablaba de que era necesiario guardar un “respeto a los patrocinadores, a los aficionados y a los organizadores”. Dave Brailsford, mánager de Sky, resumía el hecho con un explícito “absolutamente patético”.
La imagen del día, sin embargo, no ha sido tanto la fusión de todos los grupos en uno solo que, además, ha viajado durante casi veinte kilómetros extendido a todo lo ancho de la calzada en una actitud manifiesta de no-competición. Lo ha sido más bien el esprint, que Fabian Cancellara ordenó se convirtiera en un no-esprint con gestos inequívocos; cómo Maxime Bouet, de AG2R, daba una pedalada de más para entrar segundo en meta y el suizo se ofuscaba. Porque para algo había bajado el corredor de Saxo Bank unos kilómetros antes al coche del director de carrera para pactar que no hubiera ‘volata’ ni se repartieran puntos para el maillot de la regularidad en la llegada, cual líder sindical a la interlocución con políticos o empresarios…
En el Tour de Francia ha sucedido hoy algo parecido a lo que sucederá el 29-S en España. El proletariado, los ciclistas que viven constantemente ablentados por sus directores, los organizadores de carreras y los federativos (estamentos dominantes), se ha revelado con un paro liderado por cabezas visibles surgidas de él mismo por una causa nimia comparada con otras mucho más importantes. Que, como en la huelga general, esta protesta pueda no ser legítima, ir a destiempo, carecer de alcance o emanar del aborregamiento de la masa… es algo interpretable por el espectador, en mi opinión estafado hoy con una hora de ciclismo infame.

El Tour de los Quince

El sábado comienza un Tour de Francia en la línea del año pasado en cuanto a expectación. A pesar de la presencia de un dominador absoluto como Alberto Contador, pocas veces se ha presentado la gran ronda francesa tan abierta. La ausencia de un patrón, de un equipo claramente más fuerte que el resto, hace que la carrera se presuma táctica e imprevisible. Y, en consecuencia, extiende el abanico de corredores con opciones de conseguir una plaza de podio hasta límites insospechados. En Arueda hemos seleccionado a los principales candidatos a un lugar de privilegio y a continuación analizamos sus bazas para alcanzar el éxito en el que hemos venido a llamar ‘El Tour de los Quince’
Alberto Contador El vueltómano número uno del pelotón mundial es, por derecho propio, el gran favorito indiscutible a llegar a los Campos Elíseos vestido de amarillo. Puede ganar tiempo en cualquiera de los terrenos tradicionalmente decisivos: es netamente superior a todos en montaña, mientras que en contrarreloj sólo unos pocos pueden hacerle sombra. Llega, además, en un estado de forma óptimo, sólo un kilogramo por encima de su peso ideal. Además en Dauphiné, a pesar de caer derrotado frente a un Brajkovic que llegaba al cien por cien a la cita, las sensaciones fueron inmejorables. Su único lunar a nivel individual podría ser el pavés, presente en la tercera etapa camino de Arenberg y donde corredores más pesados como Lance Armstrong podrían robarle tiempo. Su talón de Aquiles, sin embargo, no es otro que su equipo, Astaná, más débil de lo deseable y que podría dejarle en la estacada ante una emboscada táctica del resto de escuadras.
Carlos Sastre El ganador de la ‘Grande Boucle’ 2008 es por tradición la segunda baza sólida del ciclismo español para campeonar en París. Un análisis más detenido de la situación, por el contrario, no es tan esperanzador. El abulense lleva un año infame, donde ni las piernas ni la suerte han estado de su lado. Se presentó en el Giro en baja forma y lo acabó en una decepcionante octava posición mermado por las caídas. A su favor juega su talento para la escalada y su raza, condiciones innatas que deberá sacar a relucir en el que podría ser su último Tour de Francia
Samuel Sánchez Campeón olímpico y dos veces podio en la Vuelta, el asturiano se enfrentará por cuarta vez a la gran ronda francesa con la ambición de cuando menos superar el séptimo puesto alcanzado en 2008. El gran problema que deberá subsanar el jefe de filas de Euskaltel es su falta de calidad diferencial en montaña y contrarreloj; su gran ventaja, las muchas etapas que acaban con una ración de su terreno favorito, la bajada.
Luis León Sánchez Es la opción sorpresa del ciclismo nacional. Luis León ha centrado sus miras en el Tour por primera vez en su carrera, en parte impulsado por la circunstancia de la sanción de su coequipier Alejandro Valverde. Hasta dónde puede llegar en la general que él mismo ha definido como su objetivo prioritario es un auténtico misterio, toda vez que nunca ha disputado una ronda de tres semanas con esa intención. Está por ver, en especial, si la potencia de la que hace gala habitualmente se va resintiendo con el paso de los días.
Ivan Basso El italiano llega a la ‘Grande Boucle’ con los deberes hechos tras su portentoso triunfo en la general del Giro de Italia. Pero, sobre todo, viene renacido y deseoso de acabar de una dentellada con todos los prejuicios existentes en torno a él tras su sanción por tentativa de dopaje. El varesino es un escalador de fondo; no le faltará terreno en un Tour que ha distribuido la dureza en el recorrido de las etapas en lugar de concentrarla en la parte final de los parciales con los casi odiosos finales en alto. En su contra puede pesar el Giro que lleva en sus piernas. Pero, sobre todo, cuenta con el aval de tener un equipazo como Liquigas tras de sí, con compañeros como…
Roman Kreuziger Y es que el checo es uno de los grandes candidatos a hacer saltar la banca este Julio. Ha pasado el año relajado, luchando por cotas elevadas apenas en París – Niza (donde fue cuarto) y dando destellos de calidad allá por donde ha pasado. Su clase está fuera de toda duda después de acabar noveno en 2009, con sólo 24 años. Y lo más interesante es que no sabemos cuál habrá sido su evolución este invierno, ya que sus enormes cualidades pueden haberse desarrollado hasta auparle a un lugar en el podio de París…
Bradley Wiggins Si bien en 2009 la presencia del británico en las primeras plazas de la general se antojaba similar a la de un ‘sputnik’, ahora no. Enrolado en la superestructura Sky, Wiggins ha realizado una aproximación sólida a la Grande Boucle, con participaciones discretos aunque dignas en lo más granado del calendario internacional y siempre con el Tour entre ceja y ceja. Quizá el mejor contrarrelojista entre los aspirantes a la general Contador aparte, la gran sorpresa de 2009 ya es un hombre vigilado y tenido en cuenta por el resto de favoritos.
Cadel Evans Una actuación decepcionante en la edición del año pasado de la gran ronda francesa supuso una auténtica catarsis para el corredor australiano, cobarde hasta entonces y corajudo desde el momento en que se vio impotente por no hacer sino seguir la rueda del resto de candidatos a la victoria allá donde fuera. Cadel Evans es ahora un corredor totalmente distinto a la anterior versión de él mismo que vimos acabar entre los diez primeros del Tour en varias ocasiones. Está por ver hasta dónde será capaz de llegar con su nueva actitud y las cualidades de siempre, vestido de arco iris y ayudado por un equipo (BMC) que si diluirá apenas llegue la montaña.
Michael Rogers La otra gran baza ‘aussie’ será este hombre, líder del potentísimo HTC que intentará confirmar con 31 años los que apuntaba con 20: que es un hombre hecho para las rondas de tres semanas. Hasta ahora, su mejor actuación en un Tour fue un anónimo noveno puesto en 2006. Mejorar esto es casi una obsesión para un Rogers que ha realizado una temporada interesante merced a un cambio en sus métodos de preparación que, a juzgar por sus triunfos en las generales de las Vueltas a Andalucía y California, han sido para bien.
Lance Armstrong El texano es uno de los nombres propios de cualquier competición en la que tome parte. Y, en el caso de este Tour 2010, aún más después de anunciar que ésta será su última participación en la gran ronda francesa. Su última vez en una competición con la cual ha desarrollado una sinergia casi nunca vista entre un corredor y una carrera; durante siete años prácticamente vivieron el uno para el otro, algo que dio réditos a ambos. La gran duda es si, a sus 38 años, estará en disposición de luchar por lo máximo o si, por el contrario, será únicamente el mascarón de proa del gigantesco drakkar de RadioShack, que incluye corredores como Levi Leipheimer, Andreas Klöden ó Chris Horner que podría representar una baza táctica valiosísima para RadioShack por sus buenísimas cualidades… o ser incluso capaces de optar a puestos de honor con el permiso o la colaboración del heptacampeón.
Andy Schleck Posiblemente, el luxemburgués sea el enemigo natural de Contador. Tanto para este año como para los próximos. Andy representa la antítesis de Alberto; el asfixiante ritmo que es capaz de imponer en la montaña podría ser la kriptonita de los nerviosos ataques lanzados por el de Pinto. Las cualidades que le llevaron al segundo escalón del podio el año pasado habrán aumentado este invierno como consecuencia lógica de la evolución de un ciclista de apenas 25 años que afronta esta Grande Boucle con un reto estimulante: llevarse el maillot blanco por tercera vez consecutiva y empatar así con el superclase teutón Jan Ullrich, entrando con ello en la historia del Tour de Francia.
Frank Schleck El hermano de Andy es su principal apoyo tanto fuera como dentro de la carretera, donde representa el papel de ‘capitano’ de ruta del potentísimo Saxo Bank junto a dos clásicos como Jens Voigt y Stuart O’Grady. Pero ojo, el mayor de la pareja luxemburguesa no es un convidado de piedra en la lucha por la general, tal y como demostró con el cuarto lugar alcanzado el año pasado. Al contrario, su solidez le podría llevar a una plaza de podio a poco que la carrera se le ponga de cara… o su hermano no requiera de sus servicios.
Denis Menchov Eterno aspirante a la victoria en la Grande Boucle, el dos veces ganador de la Vuelta a España y una del Giro de Italia posiblemente se encuentre ante su última buena ocasión de consumar una victoria en la gran ronda francesa donde su cota máxima es, hasta ahora, un cuarto lugar en 2008. A sus 32 años llega en un momento de máxima madurez, habiendo realizado un calendario liviano para llegar en plenitud de condiciones a un Tour de Francia que es objetivo prioritario para su equipo, Rabobank, toda vez que su salida está sita en la ciudad holandesa de Rotterdam.
Robert Gesink Aunque, si de ciclismo holandés hablamos, el adalid número uno es este corredor. Gesink se enfrenta por segunda vez a la gran ronda francesa después de la mala experiencia del año pasado, donde tuvo que retirarse a las primeras de cambio por una caída. Escalador de campanillas como demostró con su sexto puesto en la Vuelta a España 2009, el gran aval del corredor de Rabo es una portentosa exhibición en la etapa reina de la Vuelta a Suiza, donde se impuso de manera imperial. Sus hándicap son la inexperiencia, debilidad en la lucha contra el crono y tener tras de sí un equipo que funciona más como una suma de individuos que como un conjunto de verdad.
Jurgen Van der Broeck El belga es nuestra última gran apuesta para destacar en la general de este Tour de Francia. El año pasado se pasó casi toda la carrera escapado por delante del pelotón, haciendo la guerra por su cuenta toda vez que su líder Cadel Evans había naufragado. Ahora el líder es él; y, como tal, planteará una carrera seria, haciendo valer su fortaleza contrarreloj para llegar lo más lejos posible en la clasificación final. Cuenta con el equipo Omega Pharma a su servicio, y especialmente con un Dani Moreno que debutará en la gran ronda francesa con ganas de comerse el mundo.
Fuera de este grupo de grandes favoritos nos hemos dejado al líder de Garmin Christian Vandevelde, ciclista sólido donde los haya pero algo débil para optar al podio de París, y a un Damiano Cunego (Lampre) que luchando por triunfos parciales podría encontrarse de sopetón con un puesto de privilegio en la general. También habrá en la salida de Rotterdam jóvenes de gran caché y mayores expectativas como Edvald Boasson Hagen (Sky), Jakob Fuglsang (Saxo Bank), Tony Martin (HTC) ó Rui Costa (Caisse d’Épargne), cuyas opciones individuales estarán sometidas a los designios de los líderes de sus respectivos equipos.

Basso y Liquigas ordenan las fuerzas del Giro

El único hecho que parecía consumado de antemano en la salida de este Giro de Italia era que Liquigas iba a ser el equipo más fuerte de la carrera. Parecía una verdad incontestable y el devenir de los acontecimientos en esta ‘corsa rosa’ no hace sino dar la razón a esa sensación inicial. La escuadra verde ejerce una tiranía incontestable, se saben dueños y señores del transcurso de la prueba. Eso, un lujo, se convierte a veces en un hándicap tal y como sucediera camino de L’Aquila, cuando el resto de formaciones (incluyendo el Astaná del entonces líder Vinokourov) les cedieron la tostada para cazar a la inmensa fuga de sesenta corredores que casi cambia la carrera. Fue un día de perros para los hombres de Roberto Amadio, que terminaron por claudicar y tomar el mando del pelotón con cierto oprobio. Tuvieron que renunciar a su táctica porque la actitud del resto de equipos hacía que ellos mismo fueran los máximos perjudicados por ella.
A pesar del tropezón del día de L’Aquila, Liquigas siguió siendo el líder de facto de la carrera. No sólo le ha sido adjudicado el papel, sino que prácticamente lo ha reclamado en cada ocasión, en cada metro de recorrido. Parecía disgustarles ver a Caisse d’Épargne llevando el control, a pesar de que esa suerte fuera la natural para los pupilos de Neil Stephens toda vez que uno de sus hombres, David Arroyo, portaba la ‘maglia rosa’. En la etapa de hoy, apenas han llegado las primeras pendientes de la jornada, los Liquigas han arrebatado el testigo a los bancarios. Les liberaban de responsabilidad sin sacar ninguna contraprestación, toda vez que el ritmo del pelotón apenas ha aumentado en los primeros compases de dominio ‘verde’. Los efectos del trabajo del conjunto italiano se han visto en el Passo Duron, segundo puerto de la jornada, cuyas estrechas rampas han generado la primera selección de la carrera gracias al arreón de Agnoli, Vanotti y Kiserlovski, hoy gregarios magistrales incluso por encima de Sylvester Szmyd.
Si bien la superioridad de Liquigas era un hecho, la fortaleza de sus líderes ofrecía algo más de dudas. La preparación de Vincenzo Nibali no ofrecía demasiadas garantías de que fuera un candidato sólido a aguantar las tres semanas en punta; la opacidad de Ivan Basso hacía que tampoco fuera un caballo ganador de inicio. Es por ello que las decisiones tácticas de Roberto Amadio parecían cuestionables. Llevar controlada la carrera hasta sus últimos compases y una vez ahí dejar a sus jefes de filas batirse el cobre en igualdad de condiciones con el resto de favoritos en lugar de aprovechar la indudable fortaleza individual de sus elementos para levantar el zafarrancho de inicio era, por así decirlo, despreciar una ventaja muy significativa. En este punto hay que remitirse de nuevo a L’Aquila, donde filtraron en la escapada a su tercera baza, Robert Kiserlovski. El croata no mostró buenos detalles; al contrario, cedió algo de tiempo respecto a los mejores de la escapada. ¿Dónde estaba la fiabilidad en apostar por el movimiento de ciclistas de segunda fila en detrimento de Basso y Nibali?
El tiempo ha dado la razón a Amadio. O, mejor dicho, se la ha dado el Zoncolan. La subida alpina, rebosante de público para la ocasión, ejerció de navaja de Occam y desmenuzó las fortalezas y debilidades de todos y cada uno de los participantes de este Giro. Para muestra, un dato: el primer grupo de más de dos componentes en llegar a meta lo hizo a nueve minutos y medio del ganador, compuesto del destronado Stefano Garzelli, su gregario Vladimir Miholjevic y el antes nombrado Kiserlovski. Los 34 corredores que entraron por delante de ellos fueron de uno en uno, o como máximo en dueto.
Así las cosas, gracias a la catarsis organizada a partes iguales por Ivan Basso, su equipo Liquigas y un recorrido durísimo, la clasificación de hoy establece prácticamente el orden de fuerzas de este Giro. A saber: Basso, Evans, Scarponi, Cunego, Vinokourov, Sastre, Nibali; tres sorpresas como Pinotti, Martin y Gadret; y, undécimo, David Arroyo. Desaparecen de la zona noble algunos afortunados de L’Aquila como el desconcertante Wiggins o el fulgurante Xavi Tondo, a la par que ceden paulatinamente otros como Gerdemann o el omnipresente Kiserlovski. El austrliano Richie Porte y el líder David Arroyo aguantan dignamente, sabedores de que no subirán a lo más alto del podio de Verona pero sí pueden mantener una reconfortante posición entre los cinco primeros.
Y, como caso aparte, Carlos Sastre. El abulense fue la gran decepción del inicio de la gran ronda italiana, una decepción anunciada por su pésima preparación. Ocho días no son suficientes para aspirar a llegar bien a ninguna parte. El infortunio además le maltrató, colocando múltiples trampas en su camino a base de pinchazos y caídas. Y, en L’Aquila, la fortuna le sonrió colocándole en una fuga que le permitió limar todo el tiempo perdido. Ese equilibrio de designios universales le ha permitido situarse donde debería haber estado con una preparación adecuada: en la pomada, a menos de un minuto del líder fáctico Basso y por delante del resto de candidatos a la victoria final. El momento de Carlos llega ahora: en la tercera semana, después de haberse puesto a punto durante catorce etapas y con terreno de sobra para marcar diferencias.
Para llegar a su deseado ‘rosa’, el abulense deberá burlar la superioridad de Liquigas apoyado por Cervélo, un conjunto que no es ningún escándalo. En las mismas circunstancias, o peores, se encuentran el resto de favoritos, llámense Evans, Vinokourov, Scarponi o incluso Cunego. Da la sensación de que la posibilidad de que un ciclista que no sea de Liquigas gane esta edición del Giro depende en gran medida del grado de anarquía táctica que sean capaces de generar los 148 corredores que toman parte en la gran ronda italiana y no visten de verde.

Foto: CyclingNews

El arte de la fuga bidón

El miércoles, el Giro d’Italia quizá vivió su etapa más decisiva de su edición 2010. El recorrido quebrado y maratoniano que unía las ciudades de Lucera y L’Aquila en el undécimo parcial de la carrera parecía destinado únicamente a mermar a los corredores, que a priori debían pasar unas ocho horas sobre su máquina y estar atentos únicamente en la emboscada tendida en los últimos kilómetros con una ‘tachuela’ y un final en cuesta. Pero el guión de una prueba ciclista no lo pone la carretera, sino los corredores…
La fuga bidón es uno de esos antiguos artes del ciclismo que ya no se estilan, como los ataques por parejas o las escapadas en solitario. Antes no había gran ronda que no viera, al menos por un día, que un grupo grande de corredores inofensivos para la general se distanciara de un permisivo pelotón para jugarse la victoria de etapa y el liderato. Estos corredores, con el paso de las jornadas, iban cediendo tiempo paulatinamente respecto de los grandes favoritos para acabar situados de nuevo en las catacumbas de la general. A veces, pocas, los componentes de esta fuga bidón conseguían lo impensable, aguantaban su ventaja y se llevaban el gato al agua. Tal fue el caso del francés de origen polaco Roger Walkowiak, a quien dos escapadas de este género y un innegable talento le valieron llevarse el Tour de Francia de 1956; caramelo envenenado, este triunfo acabó por demoler su carrera deportiva… Pero esa es otra historia.
En el ciclismo moderno, el de los grandes equipos capaces de bloquear la carrera, las fugas bidón quedaron fuera de lugar. La fortaleza de las escuadras de los favoritos hacía posible que no hubiera grupo de valientes capaz de alejarse del pelotón para hacerse con el jersey de líder. La permisividad llegaba en la tercera semana, cuando se dejaban ir las llamadas escapadas consentidas, una suerte que llegó a tener incluso sus especialistas, los cazaetapas.
Así, las fugas bidón se convirtieron en ‘rara avis’. Hasta que llegaron los Tours de Lance Armstrong, y con ellos el dominio de su equipo US Postal. Johan Bruyneel, director del conjunto norteamericano, se encontró con un problema: la irresistible superioridad del tejano y sus coequipiers hacía que éste cogiera el maillot amarillo demasiado pronto, obligando a los suyos a desgastarse durante demasiados días en cabeza del pelotón, controlando la carrera tal y como corresponde a la escuadra del líder. Para resolver el inconveniente, el belga recurrió a la fuga bidón: regalar el liderato a un anónimo del pelotón, para así encomendar a él y su equipo el deber de controlar la carrera.
La fuga bidón por excelencia de la época Armstrong fue, sin duda, la que tuvo lugar en 2001 camino de Pontarlier. Fue una jornada larguísima y marcada por el mal tiempo… y la fuga de catorce corredores que contaron con el beneplácito del pelotón para adelantarse y coger el mando de la carrera. Los grandes fueron permisivos hasta la exageración: casi 36 minutos de ventaja colocaron en los primeros lugares de la general a Stuart O’Grady, François Simon y el kazajo Andrei Kivilev. Y, si bien el australiano claudicó a las primeras de cambio, el francés tomó el liderato y lo aguantó cuatro jornadas más para finalizar sexto en la general final, mientras el kazajo quedó cuarto a escasos cincuenta segundos del podio, cuyo último integrante fue el lazkaotarra Joseba Beloki.
Aunque, si hablamos de fugas bidón trascendentes para la general, sin duda el caso paradigmático en esta década es el de la fuga de Montelimar que encumbró a Óscar Pereiro como líder del Tour de Francia 2006. No era, en realidad, una fuga bidón de manual. Lejos de las decenas de ciclistas que suelen involucrarse en este tipo de escapadas, la del gallego sólo contaba con cinco implicados: Andrei Grivko, Sylvain Chavanel, Manuel Quinziato, Jens Voigt y el propio Pereiro. En esta ocasión fue Phonak, que contaba en sus filas con el líder de la carrera en la persona de Floyd Landis, quien permitió que la escapada cogiera la ventaja suficiente para que Óscar Pereiro se colocara en primera posición de la general. Más adelante, Landis recuperaría el liderato de manos del gallego gracias a una prodigiosa exhibición camino de Morzine. Tenía truco. Y Pereiro, segundo en París, pasará a la historia como ganador de aquella edición del Tour. Todo gracias no sólo a la bajeza de Landis, sino a su audacia para realizar su movimiento camino de Montelimar.
El pasado miércoles, el Giro de Italia 2010 quizá viviera su particular Pontarlier, o Montelimar. Fue camino de L’Aquila cuando un grupo con la friolera de 56 corredores se adelantó respecto del pelotón de los favoritos para aventajarles en más de doce minutos en la meta y, con ello, volver la carrera del revés. La debilidad del Astaná del líder Vinokourov y el BMC de Evans permitió esta circunstancia. Y la inactividad del Liquigas de Basso y Nibali, equipo más potente de la ‘corsa rosa’, pensando en que no había peligro real en los integrantes de la escapada, la alentaron. Ahora, cabe especular hasta dónde llegarán las consecuencias de este desastre táctico para los citados…
En principio, el actual líder Richie Porte (Saxo Bank) debería desaparecer pronto de las primeras posiciones de la general. Porte, ex triatleta, afronta su primera vuelta grande y posiblemente acuse el paso de los días cuando la carrera se encuentre inmersa en la durísima tercera semana. Tras él se encuentra un dúo de ciclistas correosos: tanto David Arroyo (Caisse d’Épargne) como Robert Kiserlovski (Liquigas) muestran una considerable fortaleza y aptitud para las grandes rondas, siendo el croata si cabe más brillante que el talaverano. Valerio Agnoli (Liquigas) y Linus Gerdemann (Milram) tendrán que enfrentarse con sus limitaciones y dar el salto de calidad si quieren agarrarse a un puesto en el top 5. Y luego están Wiggins y los Cervélo…
Bradley Wiggins (Sky) llegó a la salida de Amsterdam siendo una auténtica incógnita, que pareció despejarse primero con su excelsa victoria en el prólogo y, luego, con su mal rendimiento en el movido periplo holandés. Después de emplearse de manera digna el resto de parciales, su presencia en la fuga le colocó en la zona noble de la general, paliando la desventaja que acumuló en los primeros días de carrera y colocándose en disposición de pelear por la victoria final como ya hiciera en el pasado Tour de Francia. Aunque, refieriéndonos a paliar desventajas, sin duda el gran exponente y principal beneficiado de la fuga bidón es un Carlos Sastre (Cervélo) que ya tiene «ganas de que llegue la montaña» para demostrar que su infame primera semana de carrera fue únicamente producto de la mala suerte. Los doce minutos recuperados en la meta de L’Aquila vienen como anillo al dedo al abulense, que ha dado un gran golpe moral y afronta los días finales de la gran ronda italiana, su especialidad, muy alto de moral y cercano a un buen estado de forma.
Su gran rival de entre todos los presentes en la fuga bidón posiblemente sea su compañero de equipo Xavi Tondo. El catalán, que ha llegado al ProTour este año tras desempeñarse durante años a gran nivel en el segundo plano del ciclismo, ha sorprendido a propios y extraños durante toda la temporada. Este Giro no ha hecho sino seguir la tónica: sacrificado en pos de Sastre, en la primera jornada de montaña fue liberado de sus obligaciones y se coronó como mejor escalador del grupo de favoritos, adelantando a los grandes de la carrera en veinte signficativos segundos. Con la fuga de L’Aquila no sólo enjugó su desventaja, sino que consiguió seis minutos de ventaja respecto de Vinokourov, primero de los principales aspirantes a la ‘maglia rosa’.
Ahora, tanto Vinokourov como el resto de peces gordos, llámense Evans, Basso, Nibali o Scarponi, tienen la pelota en su tejado. Deberán trabajar para recortar toda la diferencia que concedieron camino de L’Aquila a todos estos buenos corredores. Para conseguirlo deberán echar mano obligatoriamente de tácticas agresivas. Y eso, por fortuna para el aficionado, es sinónimo de espectáculo.

La "ruleta holandesa" del Giro de Italia

Rara vez los tres primeros días de una gran vuelta marcan tantas diferencias. La incursión del Giro de Italia en carreteras holandesas va a ser recordada durante muchos años, como sucediera con la Vuelta a España de la pasada temporada, por dos factores. El primero, la ingente cantidad de un público, el neerlandés, ávido de ver a los mejores ciclistas del mundo compitiendo en su país algunos días más aparte de los de la Amstel Gold Race y el ENECO Tour. El segundo, las constantes caídas provocadas por lo ratonero de las carreteras elegidas por la organización. Este último hecho ha sumido al pelotón entre el caos y la indignación. No cesan de levantarse voces críticas en su seno, como las de Pablo Lastras («Estas carreteras holandesas no son las adecuadas para disputar carreras») o Bradley Wiggins («Hay demasiadas señales e isletas en la calzada»).
Pero en el tema de las caídas hay, además, un segundo punto al cual quizá no se da el relieve pertinente; es una cuestión de orden interno, casi imperceptible para el aficionado. La señala Lastras: «con la globalización del ciclismo, han llegado muchos ciclistas al pelotón sin el oficio ni el respeto necesario». El abulense viene a poner de manifiesto cómo la mundialización ha traído consigo a corredores que no llegan a foguearse adecuadamente en el calendario europeo, el de las emboscadas y las rutas traicioneras, antes de enfrentarse a las carreras de alto nivel, aquellas donde a la dificultad del trazado se le suman una gran cantidad de rivales para ganar la posición en el pelotón y una velocidad endiablada.
No es cuestión de eurocentrismo, de «racismo» ciclista. También se queja de ello un ‘aussie’ como Cadel Evans, perjudicado por las caídas hasta el punto de perder el liderato en la segunda etapa: «cuando ves a ciclistas que se estrellan en carreteras completamente rectas, te preguntas si es que no saben montar en bicicleta, si no saben concentrarse o qué». O el americano Cristian Vandevelde, que se fracturó la clavícula en el mismo parcial y comenta con resignación: «un tipo frenó delante de mí y me encontré con su rueda delantera». Espectáculos como las decenas de caídas que tuvieron lugar en la segunda etapa [aquí enlace: http://www.youtube.com/watch?v=SM2VmLZKuaY ] podrían reducirse de contar los recién llegados al calendario europeo con algo más de experiencia en las, por lo general, complicadas rutas de las carreras del Viejo Continente.
En el terreno eminentemente deportivo, estos tres días de competición del Giro de Italia en los Países Bajos han venido a confirmar la mayoría de pronósticos y generar algunas sorpresas. En la contrarreloj inaugural, la victoria de Bradley Wiggins (Sky) hizo pensar que tal vez el británico decidiera tomarse en serio la lucha por la ‘maglia rosa’, sensación disipada de inmediato con los 37 segundos y 4 minutos cedidos en las dos siguientes jornadas.
Por otra parte, Brent Bookwalter (BMC) sorprendía a propios y extraños con un segundo puesto en el prólogo que ponía en duda el pronóstico general de que Cadel Evans apenas contaría con ayuda de su equipo en esta ‘corsa rosa’. De nuevo, la realidad vino a desmentir la sensación: en la segunda etapa en línea, el australiano se vio solo durante los kilómetros decisivos, cediendo casi un minuto debido a una caída y la ausencia total de sus coequipiers. A tenor de la gran condición física exhibida por Evans en el prólogo y en su lucha contra el viento y el pelotón de esos agónicos últimos metros camino de Middelburg, quizá sea el más fuerte de los aspirantes a la victoria final… pero también el más desprotegido.
No está tan fuerte Carlos Sastre. El hombre de Cervélo no tiene golpe de pedal, apenas lleva (¡contando el Giro!) una decena de días de competición y eso se nota. El Giro es largo, sí; pero el tiempo perdido en estos primeros compases de la prueba se echará de menos (o de más) conforme avance la carrera. Ya ha cedido en total 1’40» respecto del líder Alexandre Vinokourov, una barbaridad para quien busca una buena actuación en la general.
Los más sólidos entre los candidatos a la ‘maglia rosa’ son el actual portador Alexandre Vinokourov y los Liquigas Ivan Basso y Vincenzo Nibali. Respecto del primero, se le percibe atento, siempre en cabeza del pelotón y bien acompañado por los Tiralongo, Jufré o Grivko. En su contra juega su prematuro pico de forma, alcanzado en la Lieja – Bastogne – Lieja y que previsiblemente se disipará antes de la decisiva tercera semana del Giro. En cuanto a los segundos, Basso y Nibali, las vibraciones transmitidas por ambos son inmejorables. El varesino, sólido, sólo se ha dejado los 18 segundos del prólogo. Lo ‘Squalo’, por su parte, está situado en la general a apenas 5″ del liderato, lo que habida cuenta de la fortaleza de Liquigas podría vestirlo de rosa tras la CRE de mañana miércoles. Y a partir de ahí, quién sabe. Ya ganó Contador el Giro de 2008 viniendo de la playa…
Por último, cabe reseñar las pocas conclusiones que se pueden extraer de las ‘volatas’ que han resuelto los dos parciales en línea de este Giro que no ha hecho sino empezar. Tyler Farrar se mostró imperial en la primera etapa, mientras Wouter Weylandt supo nadar y guardar la ropa de la mejor manera posible en la segunda, ejerciendo adecuadamente su condición de punta de lanza del por lo demás flojo ‘nueve’ de Quick Step para esta edición de la gran ronda italiana. La decepción ha sido, sin duda, André Greipel. ‘Hulk’ tiene sobre sus espaldas la presión de demostrar a Mark Cavendish que es igual o mejor que él, después de los desaires lanzados públicamente por el velocista británico. Ha contado con dos ocasiones en las cuales su equipo, HTC – Columbia, ha trabajado impecablemente a su favor. En ambas su lanzador Matthew Goss ha sido más fuerte que él, quedando Greipel lejos de la victoria y transmitiendo una debilidad, cuanto menos, sorprendente.

Un clásico Giro para fondistas (y II)

7 de Mayo, Arueda.com

La nómina de aspirantes al triunfo en este Giro d’Italia tiene, en general, un poco menos de caché que en años pretéritos. Esta temporada, la mayor parte de líderes del pelotón mundial han apostado por preparar a conciencia un Tour de Francia que se presiente espectacular y con una veintena de candidatos a un puesto entre los cinco primeros. En el Giro el plantel no será tan extenso, pero seguramente deparará una competencia fenomenal toda vez que la mayoría de candidatos están cortados por el mismo patrón: son escaladores y fondistas que han enfocado su planificación sobre un Giro en el cual esperan salir victoriosos de la lucha en las cimas alpinas.
De entre todos los favoritos en la lucha por la ‘maglia rosa’, el número uno es Cadel Evans. El australiano, actual campeón del mundo, deberá actuar con audacia para imponerse en un Giro en el cual seguramente será el hombre más fuerte. No sólo tendrá que superar a sus rivales en los mano a mano, sino que lidiará con el hándicap que supone la debilidad de su equipo, un BMC que seguramente quedará retratado en la CRE. A estos contras se suma la escasez de kilómetros contrarreloj; no se antoja que una crono quebrada, una cronoescalada y un prólogo sean suficientes para conseguir una ventaja que permita a Evans ceder tiempo en montaña. El australiano también deberá rendir cuando la carretera pique hacia arriba. Y, sobre todo, estar atento a las ofensivas lejanas que le plantearan los bloques más fuertes en caso de que tome la ‘maglia rosa’ que ya vistiera en su única participación en el Giro, en 2002.
Precisamente a uno de los bloques más fuertes pertenece el segundo máximo contendiente de esta edición de la ‘corsa rosa’, el redimido Ivan Basso. El varesino encabeza a un Liquigas que en este Giro intentará no repetir la tónica de su presencia en carreras grandes esta temporada, presentando la alineación de mayor nivel medio para bloquear la carrera… y no siendo capaz de rematar con un hombre de calidad diferencial. Para ello contará con Basso, que contará con gregarios de lujo como Szmyd ó un Nibali que entra en el ‘nueve’ a última hora por la baja de Franco Pellizotti, relacionado con el dopaje por el polémico pasaporte biológico de la UCI. Ojo también entre los ‘verdes’ con Robert Kiserlovski, potente escalador que llega en buen momento tras imponerse en el Giro dell’Apenino y es, según una frase lapidaria de su ex director Giuseppe Martinelli, el «futuro ganador del Giro 2011».
La gran opción española la constituye uno de los ciclistas más sólidos del pelotón mundial, Carlos Sastre. El abulense de Cervélo llega a la ‘corsa rosa’ con el aval de veinte grandes vueltas completadas a lo largo de su carrera, el triunfo en el Tour de Francia 2008… y sólo ocho días de competición en su haber, un descanso necesario tras su cargado 2009 que sin embargo le hace llegar «con dudas sobre mi estado físico» a la salida de Rotterdam. Son, sin embargo, muchos años sobre la bicicleta y mucha calidad como para descartar de inicio al abulense de Cervélo, que de inicio se conformaría con una «plaza de podio». Quizá un objetivo por debajo de sus posibilidades, toda vez que el recorrido le viene como anillo al dedo.
Mucho más polémicos que Sastre son los dos hombres que cierran el repóker de grandes aspirantes a la ‘maglia rosa’. Alexandre Vinokourov, de cuyas cavilaciones hablamos la semana pasada [aquí enlace al artículo: http://www.arueda.com/competicion/reportajes/vinokourov-contra-la-memoria-del-ciclismo.html ], llega en un gran estado de forma al Giro tras imponerse en la Lieja – Bastogne – Lieja y cuenta con un equipo decente para la ocasión, con dos buenos gregarios como Josep Jufré y Paolo Tiralongo dispuestos a dejarse la piel por su causa. Las dudas vienen suscitadas por cómo afrontará tres semanas consecutivas de competición después de casi tres años parado. Por otro lado está Bradley Wiggins, controvertido fichaje de Sky este verano, que en este Giro puede certificar que su llegada al Olimpo ciclista en el pasado Tour de Francia no fue fruto de la casualidad. La incógnita es si viene a la ‘corsa rosa’ para disputar el triunfo o sólo para sumar kilómetros de preparación de cara a la gran ronda francesa.
El recuento de contendientes por la general del Giro no se acaba aquí. Y es que, al lado de estos colosos, habrá otros hombres de proporciones más comunes pero igualmente prestos para dar batalla. Michele Scarponi lidera al siempre combativo bloque de Androni-Diquigiovanni, con un ojo puesto en el top10 y otro en aprovechar sus condiciones de ‘passista’ para echar al zurrón victorias de etapa. Otro tanto hará Stefano Garzelli defendiendo los colores de Acqua e Sapone, en su caso buscando repetir entorchado con la ‘maglia verde’ que distingue al mejor escalador. En su equipo está uno de los máximos aspirantes a dar la campanada en la general, el jovencísmo Francesco Masciarelli, que llega algo corto de forma a pesar de su victoria en febrero en el emblemático Mont Faron del Tour del Mediterráneo. Otro joven ‘outsider’ es Domenico Pozzovivo, que llega en una condición inmejorable tras ganar en otra cima emblemática como Alpe di Pampeago en el Giro del Trentino. Pozzovivo lidera a Colnago-CSF, tercera escuadra italiana invitada por RCS y coja tras la baja por problemas con la cocaína de su esprinter Mattia Gavazzi.
Punto y aparte es el equipo Lampre. Giuseppe Saroni suele acudir siempre a la ‘corsa rosa’ con un líder de garantías que le permita aspirar a las primeras posiciones de la general. En esta ocasión no será así. Su baza más sólida son las ‘volatas’ de Allesandro Petacchi, que a buen seguro conseguirá más de una victoria en llegadas masivas; sus escaladores, Damiano Cunego y Gilberto Simoni, no parecen capaces de asaltar el podio final, sito esta vez en Verona. Mientras Cunego, ganador del Giro 2004, renuncia de plano a esta posibilidad porque cree aprovechar mejor sus posibilidades luchando por triunfos parciales, ‘Gibo’ está ya bastante lejos de sus mejores días e incluso vacilaba en su determinación de correr esta edición del Giro, la última de su carrera, por considerar su estado físico insuficiente. Demasiadas dudas para asegurar que los ‘blu-fucsia’ puedan hacer algo bueno…
En cuanto a la participación española, hay más opciones para los primeros puestos en la general aparte del ya mencionado Sastre. Liderando a Omega Pharma – Lotto estará el madrileño Dani Moreno, que afronta por primera vez desde sus tiempos en Relax una gran vuelta como jefe de filas. A pesar de ser un gran corredor y decente fondista, caben dudas de si asimilará bien los largos puertos de montaña italianos. Por otra parte, el talaverano David Arroyo ya ha figurado alguna vez en el top10 de la ‘corsa rosa’ y llega a Rotterdam dispuesto a repetir. Juega en su contra el potente ‘nueve’ de su equipo, Caisse d’Épargne, con una baza casi infalible en Marzio Brusheghin (3º del Giro 2008) y una posible sorpresa positiva en el colombiano Rigoberto Urán. Si uno de estos hombres consigue rendir a gran nivel, posiblemente Arroyo se vea obligado a aparcar el liderazgo y ejercer de gregario. También tomará parte en el Giro el equipo de Matxin, Footon-Servetto, con Eros Capecchi como mejor opción de lucimiento.
Llega un año más el Giro d’Italia, que se plantea igual de espectacular e intenso como siempre, con el habitual espíritu combativo de sus participantes italianos y la presencia de grandes estrellas del pelotón mundial. El espectáculo, clásico espectáculo, está servido.

Las dudas de Carlos

Mañana empieza en Rotterdam una nueva edición del Giro d’Italia, la 101, que ha apostado por un recorrido clásico y repetir fórmulas ya experimentadas. Los corredores se preparan con mimo: la ‘maglia rosa’ es un trofeo codiciado, distingue no tanto al mejor vueltómano en general como al mejor fondista, al hombre capaz de aguantar catorce días de competición repletos de emboscadas y llegar fresco a la temible última semana, con decenas de puertos de montaña salpicados por su trazado. La nómina de máximos aspirantes, de aquellos con derecho a soñarse en lo más alto del podio de Verona, la forman Cadel Evans, Alexandre Vinokourov, Ivan Basso y el español Carlos Sastre.
Todos llegan con mayores o menores dudas a Rotterdam. Basso admitió recientemente haberse encontrado demasiado corto de forma en el Giro del Trentino. Evans sabe a su equipo, BMC, muy inferior al de sus contrincantes. Vinokourov, por su parte, contempla decepcionado cómo el público no se alegra por sus victorias sino todo lo contrario; además, entiende complicado que aguante en el estado de forma óptimo el mes y medio necesario para imponerse en Lieja como hizo hace dos semanas y en el Giro, como debería hacer dentro de tres. Y Sastre…
Este invierno ha sido muy largo para Carlos Sastre. Casi ocho meses de parón competitivo. El abulense necesitaba vivir a cámara lenta por un tiempo, «estaba agotado física y mentalmente». Construirse una escuadra para sí mismo, con el apoyo de Cervélo y de otro gran corredor como Thor Hushovd pero básicamente cargándolo a sus espaldas en solitario, fue demasiado. «Es como aquello de que los hombres no podemos hacer dos cosas al mismo tiempo», explica divertido. «Yo intenté a la vez ser ciclista y mánager, entrenar e ir a reuniones…»
Eso fue demasiado para él. La receta contra este agotamiento fue sencilla, hacer cosas distintas. «Disfruté de mi familia, fui a ver a Fernando Alonso al Gran Premio de Valencia, a un rally con el finlandés Mikko Hirvonen…». Desconectar. Sastre, Carlos, es al fin y al cabo una persona; se agobia y tiene un punto en el cual no puede más. La tensión le desborda. Como a todo hijo de vecino.
Le sucedió en el Tour de Francia del año pasado. Hundido por una mala actuación y desquiciado por el enfoque que muchos periodistas daban a la gran ronda francesa, centrándose en el duelo Contador vs Armstrong y despreciando el hecho de que era él, Carlos, el portador del dorsal número uno, se descolgó con unas declaraciones en contra de los medios. A Carlos no le quedó más remedio que rectificar, y aprovechó de paso para pedir perdón a sus compañeros en una nota de prensa que sorprendió a propios y extraños. Venía a decir que no se había dejado ayudar en todo el Tour, dejaba ver que el ambiente en el seno de Cervélo no había sido el mejor durante la ronda francesa y se culpaba de ello. El enorme papel de Heinrich Haussler y Thor Hushovd no debía ocultar el hecho de que él, Carlos, había estado muy por debajo de su nivel, agobiado y terminando en un decepcionante 17º puesto.
El Tour fue su colapso. Pero antes Carlos había realizado una temporada que sí colmaba las expectativas. Especialmente satisfactorio había sido su papel en el Giro, donde se erigió como mejor escalador de la carrera al derrotar en dos finales en alto a sus rivales: en el Monte Petrano los derrotó atacando desde abajo y rompiendo la banca con un ritmo infernal, mientras que en el Vesuvio demarró de nuevo de lejos, con menos chispa pero idéntico resultado. Llegó a Roma en cuarta posición de la general; los papeles reflejan una tercera debido al positivo de Danilo Di Luca.
El reto para este Giro es doble. Por un lado, recuperar sensaciones. Por otro, que esa presencia en el podio no sea sólo un número sino también una fotografía, sita esta vez en Verona. Si lo hiciera, sería el cuarto español de la historia en subir al cajón en las tres grandes vueltas; antes sólo lo han hecho José Manuel ‘Tarangu’ Fuente, el extraterrestre Miguel Indurain y el superclase Alberto Contador. La ocasión es buena; las sensaciones, mejorables. Sastre señala sus vacilaciones: «apenas he hecho ocho días de competición, por lo que tengo dudas de mi condición física».
Ciertamente, su calendario ha sido corto. Sólo ha corrido la Volta a Catalunya y la Lieja – Bastogne – Lieja, ambas carreras de altísimo nivel y ambas saldadas con actuaciones completamente anónimas. No puede decirse, por contra, que esto sea realmente un hándicap a la hora de enfrentar una carrera como el Giro donde lo decisivo se concentra en los últimos días de competición. Tal vez sea un buen plan. Lo que no es tan aceptable es que, siendo la ‘corsa rosa’ el gran objetivo del abulense, no haya tenido éste arrestos para ir a reconocer las etapas más importantes de la carrera. «Para eso están los directores», afirma despreocupado. Quizá piense Carlos que ya se preocupó lo suficiente el año pasado. De cualquier manera, será el tiempo quien dará y quitará razones, definiendo la realidad de las dudas de Carlos.

Astaná y los demás

Repaso a la participación del Tour de Francia
2 de Julio, Arueda.com

Ayer hablábamos del recorrido, del escenario donde se iba a desarrollar el Tour de Francia, y concluíamos dos aseveraciones. La primera, que estaba ensombrecido por la penúltima etapa en el Mont Ventoux. La segunda, que su éxito dependía en gran medida de la actitud de los participantes, de los actores. Y en ellos nos centramos en esta segunda parte de la previa de la gran ronda francesa…

Si el escenario se opacaba con el Mont Ventoux, podríamos decir algo parecido de los actores con Astaná. Todas las miradas están en el equipo kazajo, que aglutina hasta seis ciclistas que son y han sido capaces de liderar a un bloque con garantías de puesto entre los diez primeros e incluso de podio. El vasco Haimar Zubeldia (5º en 2003), el ucraniano Yaroslav Popovych (8º en 2007), el americano Levi Leipheimer (3º en 2007) y el alemán Andreas Klöden (2º en 2004) conforman una potentísima y temible escuadra de gregarios de lujo al servicio de dos líderes de aún mayor postín de cuya cohabitación puede surgir una polémica casi histórica.


El debate de Astaná: ¿Armstrong ó Contador?

Lance Armstrong y Alberto Contador. El americano ha vuelto para ser el mejor, lo fue durante siete años consecutivos y, tras tres temporadas de parón, no parece dispuesto a renunciar a ese estatus de capo absoluto del pelotón. No parece dispuesto a abdicar en un pinteño que, durante su ausencia, no hizo sino crecer a pasos agigantados hasta el punto de conquistar en apenas catorce meses las tres grandes vueltas.

De hecho, el tejano ha sido explícito en sus declaraciones: él aboga porque el líder se decida en la carretera, en la contrarreloj de Mónaco, el único terreno donde teóricamente Armstrong puede ser superior. Un duelo donde sólo hay una pequeña esperanza de salir victorioso para Contador. El título de campeón de España contrarreloj que se adjudicó el pasado fin de semana apunta una gran evolución en esa especialidad que incluso podría servir para derrotar al heptacampeón, que por otra parte no ha pasado del décimo puesto en ninguna de las cronos donde ha tomado parte este año.

El resto de factores inclinan inexorablemente la balanza en favor de Contador. El ritmo de competición que el madrileño ha mostrado en todas y cada una de sus apariciones esta temporada ha sido impepinablemente mayor que el del tejano; las sensaciones también ha sido mejores. Incluso los resultados: ganador en País Vasco y Algarve, segundo en Castilla y León, tercero en Dauphiné, cuarto en París-Niza; ésa es la hoja de servicios de Alberto. La de Lance se reduce al 12º lugar en la general final del Giro de Italia. Las voces que, desde dentro del pelotón, apuntan a un Armstrong realmente fuerte capaz de aspirar al maillot amarillo no se pueden sustentar en ningún factor más o menos objetivo.

Sastre, Evans y Menchov: el resto de la primera fila de favoritos

Tras Armstrong y Contador, el siguiente gran candidato a ganar el Tour de Francia de este año es el vigente campeón Carlos Sastre. El abulense, enrolado este año en el equipo Cervélo, llega a la carrera francesa después de firmar un buen Giro (4º en la general y dos etapas fue su bagaje) y pasar casi un mes y medio descansando, sin dejarse ver por las competiciones. Su principal aval es la experiencia; su recelo es la falta de dinamita en las piernas, el no tener un terreno donde marcar diferencias concretas de no mediar circunstancias tácticas. La suerte es que estas últimas las domina a la perfección.

El australiano Cadel Evans, por su parte, llega con la esperanza de desligarse de la etiqueta de ‘Poulidor del Siglo XXI’ que se le empieza a aplicar después de años mostrando su impericia para hacerse con el triunfo en carreras grandes. A favor del ciclista del Silence-Lotto están su innegable calidad para subir y rodar y el cambio de actitud mostrado en la Dauphiné Liberé, que al dotarle de ambición puede marcar un antes y un después en la carrera del que parece destinado a ser un eterno segundón. En su contra está, además de la condición antes nombrada, la debilidad de su equipo, que le imposibilita defender un hipotético liderato con garantías.

De eso, de defender un liderato con unos coequipiers flojos, sabe bastante Denis Menchov. El ruso de Rabobank, ganador del Giro’09 con una escuadra ínfima, llega a la salida de Mónaco con los deberes hechos y más fuerte que nunca; la ‘maglia rosa’ es un punto de inflexión para el navarruso. Es cierto que antes había ganado la Vuelta en dos ocasiones, pero ante rivales menores o en una condición menor. Pero hacerse con el triunfo del Giro del Centenario mostrando una fortaleza tan apabullante tanto en montaña como en contrarreloj puede haberle dotado de otro tipo de fortaleza, la mental, que tanto había echado de menos en otras circunstancias. Junto a él estará uno de los favoritos al maillot blanco, el holandés Robert Gesink.


Dos bloques potentes: Saxo Bank y Liquigas

Si empezábamos hablando del bloque de Astaná y su disyuntiva del liderato, en la salida de Mónaco habrá otra formación capaz de poner en jaque la carrera si se lo propone. Una escuadra cuya fortaleza radica en la suma de outsiders, corredores capaces de aspirar a un puesto entre los diez primeros que coordinándose podrían auparse al podio. Se trata de Saxo Bank. Los chicos de Bjarne Riis acuden al Tour capitaneados por los hermanos Frank y Andy Schleck, 6º y 12º de la gran ronda francesa el año pasado, y poseen en la retaguardia a un ciclista que es garantía de espectáculo y resultados cuando está en forma… y de hecho lo está. Es suizo, se llama Fabian Cancellara y se presenta a este Tour como un tapado capaz de todo después de ganar la ronda de su país.

Desde Italia llega también otro equipo capaz de asustar y reventar la carrera si las cosas le funcionan: Liquigas. Los de Roberto Amadio han reservado a dos jóvenes casi prodigiosos para este Tour, llamados a batirse el cobre con los más grandes: el checo Roman Kreuziger y el italiano Vincenzo Nibali. Ambos, notables escaladores y contrarrelojistas, aspiran a un puesto entre los diez primeros pero no renuncian a nada, incluso a moverse en escaramuzas desde el inicio de la etapa. Estarán reforzados por todo un podio del Giro del Centenario, Franco Pellizotti, que acudirá en busca de etapas.

Algunos deberán confirmarse… y justificarse

Otro candidato de segunda fila a la general del Tour es el americano de Garmin Christian Vandevelde, que deberá confirmar el quinto puesto del año pasado. Tres puestos tras él el año pasado, el luxemburgués de Columbia Kim Kirchen se encuentra en una situación parecida y deberá ratificar sus buenas prestaciones de 2008, más aún en un 2009 que está siendo aciago para él. De reojo habrá que mirar a Marzio Brusheghin, que liderará al equipo Lampre y buscará completar una participación digna.

En los equipos franceses, por otra parte, hay cierta ansiedad por justificar temporadas cuyo eje es por completo el Tour de Francia. En este sentido, AG2R presenta a un candidato serio al top ten que se quedó a las puertas de figurar en él en 2008, el ruso Vladimir Efimkin, y a una posible sorpresa mayúscula como el irlandés Nicolas Roche. Agritubel llevará al eterno y decadente Christophe Moreau, mientras Cofidis pone sus esperanzas en el irregular escalador David Moncoutié y Française des Jeux en un Christophe Le Mével que parece dispuesto a jugar la carta de la general.

La pléyade de sprinters

No sólo de general vive el Tour, y como cada año se vivirá la lucha por el maillot verde y los triunfos obtenidos en los últimos metros merced a emocionantes volatas. Estará presente el indiscutible mejor velocista del momento Mark Cavendish (Columbia), con un equipo de buenos rodadores a su disposición. Frente a él, clásicos como el noruego Thor Hushovd (Cervélo) o el tricampeón mundial español Óscar Freire (Rabobank). También se encontrarán en las carreteras francesas tres corredores dispuestos a lavar la cara de su temporada como los accidentados Daniele Benatti (Liquigas) y Alessandro Ballan (Lampre), y Tom Boonen (Quick Step), cuyo segundo positivo por cocaína está siendo un calvario difícil de soportar.

El resto de opciones en el sprint pasan por posibles sorpresas como Ciolek (Milram), Haussler (Cervélo), Van Hummel (Skil-Shimano), Feillu (Agritubel), Dean (Garmin) ó el medallista en el Mundial de Madrid’05 Geslin (Française des Jeux). También por dos jóvenes españoles en plena progresión como Koldo Fernandez de Larrea y José Joaquín Rojas, cuyo posible rendimiento analizaremos mañana en la tercera parte de la previa del Tour de Francia junto al del resto de sus coequipiers en Euskaltel ó Caisse d’Épargne. ¿O creíais que habíamos olvidado a los equipos españoles?

Los cortes de la Navaja de Occam

Arueda.com

La navaja de Occam es un instrumento empírico que sirve como base a cualquier razonamiento lógico. Lejos de ser un instrumento físico, es una máxima cuyo nombre radica en que corta de raíz cualquier divagación e hipótesis demasiado complicada. Establece la preponderancia de lo simple con el siguiente postulado: “La interpretación más sencilla es probablemente la correcta”.

En ciclismo no hay carrera más sencilla que la contrarreloj: un recorrido que cada participante completa individualmente con el objetivo de hacerlo en el menor tiempo posible. Determina la fortaleza física del corredor mucho mejor que la montaña, donde hay cierto componente mental; mucho mejor que el sprint, donde hay una parte importantísima de trabajo de equipo; mucho mejor que el terreno de las clásicas, donde la táctica juega un papel decisivo. Aquí todo es muy sencillo, es la lucha en igualdad total de condiciones, la navaja de Occam corta muy bien.

La crono de hoy parecía sacada de otro tiempo. Acumulaba una longitud de sesenta kilómetros, propia de cualquier carrera del género en cualquier gran vuelta, pero la sazonaba con dos puertos de montaña que proporcionaban una dureza descomunal. Para muestra, los 17 minutos y 50 segundos de retraso que ha acumulado en meta el último clasificado, Óscar Gatto (ISD), con respecto del ganador Denis Menchov.

El ruso de Rabobank ha sido, sin duda, el gran beneficiado de hoy. Inició el día a 1’20” de la ‘maglia rosa’ que llevaba Danilo Di Luca y lo acabó con ella puesta y 34” de renta. Menchov es un corredor fortísimo, dominador en las contrarrelojes y capaz de lo mejor (Alpe de Siusi) y lo peor en la montaña, a causa de una debilidad mental que le hace hundirse cuando ve alguien superior a él en la carretera. Eso le hizo no ganar el Tour del año pasado, donde también acusó un poco de mala suerte, si bien no le ha impedido ganar una Vuelta a España, la de 2007, en la que avasalló desde otra crono (Zaragoza) hasta el final.

Sin embargo, ahora Menchov se enfrentará a otro problema que no es de mentalidad a la hora de defender el liderato. Se trata del equipo. Rabobank ha traído una alineación más bien débil, sobre todo a la hora de subir, que tiene además el hándicap de haber perdido a su ‘capitano’ en ruta, Pedro Horrillo, debido a una caída. Sólo Laurens Ten Dam (19º en la general), Mauricio Ardila (48º) y Dimitri Kozontchuk (79º) si se encuentra en sus mejores días parecen capaces de resistir hasta el último puerto con el ruso. Los acontecimientos pueden sobrevenir, sobre todo, con un ataque lejano en una de las numerosas etapas de media y alta montaña que restan hasta la llegada en Roma.

Otro equipo donde la navaja de Occam ha metido su filo ha sido Liquigas. Su bicefalia corre el peligro de convertirse en dicotomía; desventajas de salir con dos líderes en el mismo ‘nueve’. Ivan Basso y Franco Pellizotti han convivido hasta ahora perjudicándose, no han dado pedaladas a favor del otro y sí en contra; por ejemplo, el corte de la décima etapa que costó veinte segundos de desventaja a Basso lo provocó el propio Pellizotti.

En la contrarreloj, Pellizotti ha demostrado estar un punto por encima de Basso. El hombre del cabello rizado lleva un minuto de ventaja respecto del varesino, quien sólo se mostró mejor que él en Alpe de Siusi y tiene además dos hándicap: impericia para atacar y poca costumbre de alta competición. En estas circunstancias, recortar tres minutos (su diferencia respecto del líder Menchov) se antoja muy complicado si se espera a combatir de tú a tú. Pellizotti, por tanto, parece en mejor disposición para aspirar a la maglia rosa. La solución para evitar un conflicto tal vez sea buscar ataques lejanos con Basso, hacer trabajar a Menchov y dejar el terreno abonado para que Pellizotti remate. Que ambos den pedaladas para sí mismos, pero que al menos no se perjudiquen…

Por otro lado, la decepción de la contrarreloj posiblemente haya sido Michael Rogers. El australiano, antiguo campeón del mundo contrarreloj, se ha visto superado por los rivales y el recorrido y ha perdido casi tres minutos en meta con Menchov. El corredor de Columbia muestra una falta de solidez casi alarmante y, aunque algunas apuestas le daban como candidato a la sorpresa, aún le falta ese punto de regularidad para situarse entre los mejores. Tampoco su compañero Thomas Lövkist (a cinco minutos) ha dejado mejores sensaciones; la navaja de Occam dice esta vez que la guerra de Columbia seguramente no sean las clasificaciones generales.

Todo lo contrario le sucede a Carlos Sastre. Y a Levi Leipheimer. Ninguno de los dos se ha mostrado exultante, ni muy entonado; se mantienen a la expectativa, pero aún así son quinto y segundo en la general, respectivamente. El abulense de Cervélo espera amparado en su condición de corredor de fondo, lo que propicia que sus etapas para marcar diferencias sean más las finales que las iniciales. El americano, por su parte, esperaba no tener rival en la contrarreloj, poder sacar tiempo a todos; ahora tiene un problema llamado Menchov. Y también una solución llamada Astaná, un equipo potentísimo con capacidad de sobra para armar verdaderos zafarranchos.

El último corte de la navaja de Occam, el primero cronológicamente de todos los reseñados, lo ha dado en Lance Armstrong. Después de dos semanas introducido en el fragor de la competición, el americano ya había tomado ritmo de competición y se encontraba ante la prueba de fuego de la disciplina que tantos éxitos le dio otrora. El resultado, 13º a 2’26”, no invita al optimismo de pensar en la recuperación del Armstrong de antes de la retirada; hay doce ciclistas por encima suya, antes no había ninguno. Sin embargo, sí deja bien a las claras que el tejano sigue teniendo un nivel más que decente. Y puede ser, por qué no, que le veamos dinamitar el Giro con su trabajo a favor de Levi Leipheimer…

Un par de ideas ó impresiones

Llevo un tiempo de negación creativa absoluta. Ab-so-lu-ta. La vida, lo saben aquellos que han leído mi Facebook, me tiene a maltraer últimamente. He seguido con cierto desinterés la Vuelta al País Vasco, he pasado de algunas competiciones y, sobre todo, me he olvidado de escribir. Sin embargo, llevo una semanita ‘más mejor’ y he recopilado algo de impresiones ó ideas sobre el ciclismo y demás.

Impresión ó idea número uno: qué progresión más silenciosa está teniendo Aitor Hernández. Ermuarra, seguramente por condiciones sea de los peores corredores de su equipo. Pero ha sabido sacar partido de una cualidad ausente en algunos de sus coequipiers: combatividad. Combatividad absoluta. En París – Niza se fugó en varias ocasiones, incluso vivió de cerca la cabalgada de Contador el último día. En País Vasco ha luchado por la clasificación de la montaña, ganándole la mano al final Rein Taaramae. A pesar de todo, dignísimo su papel.

Impresión ó idea número uno y medio: prácticamente olvidado Amets Txurruka. Un ciclista que me gusta muchísimo, de un estilo que me encanta: escalador, rapidillo, capaz de batirse el cobre con cualquiera gracias a un punto de descaro e «insolencia» que resultaba hasta delicioso. Sin embargo, desde aquel Tour de Francia de hace dos años donde subió al podio de París gracias a las coincidencias como justo premio a su combatividad, Amets ha ido bajando, bajando… El año pasado lo terminó casi en blanco, este año lo ha empezado en la misma dirección. Ojalá repunte, es un ciclista más que digno.

Siguiente impresión ó idea: Martijn Maaskant acaba mañana en el podio en Roubaix. Es un tapado de libro, la pasada edición fue cuarto partiendo casi desde la misma posición. Sus compañeros de pelotón no le toman en serio, creo que no he leído a ningún corredor apostar por él de cara a la victoria o siquiera al podio. Su gran problema es el equipo, que estará disuelto como un azucarillo antes de Arenberg. Su gran ventaja, aparte de ser el tapado, es haber preparado la carrera con un calendario ideal: inició en Qatar y Algarve, dos .1 donde se desentendió de la competición, cogió ritmo en Tirreno y lució en la Panne y Flandes.
Impresión ó idea número dos y media, seguimos hablando de calendarios. En este caso, de malos calendarios. Fabian Cancellara, ejemplo de cómo no preparar la carrera: se metió directamente en California, donde llegó con cierto nivel competitivo y se llevó el prólogo. Muy bien. Se retira pronto por una enfermedad, y eso le merma; de todas maneras, no era California el lugar donde empezar la temporada si su objetivo estaba en abril. Tirreno – Adriático fue un via crucis, no llegó preparado; luego ha tomado bríos en la Semana Internacional, no llegó a completar Flandes y en Gante – Wegelvem ya dejó ver cierto nivel. Mañana, seguro, se dejará ver; aunque veo difícil que en el Carrefour de l’Arbre esté en disposición de luchar por la carrera.
Impresión ó idea número dos y tres cuartos, el calendario de Cervélo. Les ha faltado un poco de… ¿experiencia? No sé qué decir, tampoco son recién llegados al ciclismo. Pero está claro que han resbalado poniendo a sus caballos negros a correr para ganar desde el mes de enero en Qatar. Llegan demasiado quemados, Haussler clama a los cuatro vientos que prácticamente no pueden más. Veremos qué tal se les da el Giro, prueba a la que Carlos Sastre va a llegar con un golpe de pedal similar al del pasado Tour; ojalá se le dé igual de bien.