El pasado viernes por la mañana, en la salida de la 13ª etapa del Giro, Cyclingnews entrevistó a Sylvester Szmyd. «Hasta ahora, los líderes han estado escondidos; pero en realidad aún no ha habido terreno para ellos por cuanto sólo se han afrontado subidas cortas y rutas donde los gregarios podían controlarlo todo. Pero mañana [por el sábado, subida a Cervinia] esto cambiará«, aseveraba. «Habrá gregarios; de hecho, estarán más tiempo en cabeza que sus líderes. Sin embargo, se desatará la batalla entre los grandes en los tres o cuatro últimos kilómetros«.
El polaco, 12 abnegadas temporadas como gregario profesional, sabía de lo que hablaba. Efectivamente, tanto en Cervinia como ayer en Pian dei Resinelli no hubo gregarios que valieran en los últimos kilómetros. A pesar de ello, fueron claves en el desarrollo de la carrera. En la jornada de ayer jugaron en algunos casos el papel de baza táctica, como sucedió con Losada o Petrov que evitaron el trabajo de sus coequipiers por detrás; otros, como Cunego, fueron verso libre.
Sólo dos formaciones realizaron una brega clásica: el Garmin del hasta ayer líder Ryder Hesjedal y el Liquigas de Ivan Basso. Los ‘verdes’ están llevando a cabo en este Giro una labor poco agradecida, controlando una carrera que por lo pronto no es suya. Es más: el resto de conjuntos se aprovechan su trabajo, juegan a ponerles en jaque y dejarles la tostada. «A nosotros nos da igual«, dice Szmyd; «simplemente hacemos nuestro labor. Ya veremos cómo nos ha ido en Milán«. Los rivales son conscientes de la poca ilusión de Liquigas por tomar alternativas desde aquella salvaje jornada de L’Aquila 2010, cuando colocar a cuatro gregarios en la escapada casi les cuesta la carrera por confiar en un Astaná desarmado.
Pero en la táctica monocorde de Liquigas no sólo juega el factor del recuerdo; también la condicionan las características de su líder, el diésel Ivan Basso y su impericia para demarrar. Habla Szmyd: «Debemos jugar de acuerdo con sus cualidades. No es un ‘scattista’, así que tenemos que mantener un ritmo muy alto para que los otros no puedan atacar«. La imagen clásica de la ‘Cabra Polaca’, en cabeza desde que faltan diez kilómetros hasta meta hasta que, restando cuatro, deja a su líder dar el arreón final. Entre tanto, Szmyd adormece las ganas de atacar de otros contendientes; por eso, en algunos foros le llama ‘Cloroformo‘.
Es la estrategia de dirimir todo en el fondo físico, allí donde Basso es mejor, para la cual se necesita, más que en ningún otro caso, un equipo fuerte. Por ello la labor del experto Longo Borghini, el brillante Agnoli, un joven emergente llamado Damiano Caruso, el siempre fiable Szmyd y el hasta ahora decepcionante Capecchi resultan claves para propiciar que el varesino alcance la ‘maglia rosa’. Por lo pronto, sin haber hecho ningún movimiento espectacular, Basso se halla situado en un confortable 3ª lugar en la general, a 1’22» del hasta ahora magnífico ‘Purito’ Rodríguez y a 52″ de Ryder Hesjedal, que en Pian dei Resinelli dio las primeras muestras de [sólida] debilidad. «Creemos que Ivan puede ganar el Giro. Y, si lo hace, será en Alpe di Pampeago o el Stelvio«. Palabra de Szmyd, apostándolo todo a las dos últimas jornadas de alta montaña antes de la crono de Milán.