¿Rodador o escalador?

Contrarrelojista. «El único apasionado del reloj de Androni», dijo en una entrevista con Tuttobici antes de la crono por equipos de Verona.

Alessandro De Marchi (1986, Friuli) anduvo en la fuga que cubrió de gloria a Andrei Amador, costarricense de Movistar Team; le atrapó en la subida final a Cervinia, a una decena de kilómetros de meta, y tuvo un rato de teórica con él. «Esperaba que cuando le atrapara colaborara, pero sabía que era rápido y…» Pausa. «Esto es ciclismo«, concluía ante el micrófono de Gazzeta TV. «Hoy era un día perfecto. Para rematar una fuga es necesario tener piernas y un poco de suerte«, y él había cumplido con ambas cosas, pero no supo mantener la cabeza fría ante la indolencia del ‘tico’ Amador, el empuje de Barta y el hostigamiento de Hesjedal, que partía desde el pelotón hacia un nuevo ‘rosa’, éste no tan escondido.

¿Rodador, escalador o contrarrelojista? Más bien, valiente. Unas piernas corajudas valen lo mismo para subir que para bajar, para repartir bidones y para ser campeón italiano de persecución tanto individual como por equipos. Gianni Savio, director de De Marchi en Androni, tiene especial predilección por él: «No es un ganador, pero es muy trabajador. Un hombre para el futuro«. Recuerda maravillado su debut como ‘stagiaire’ con el entonces Diquigiovanni-Androni, una París-Bruselas en la cual se fugó 200 kilómetros. Fue la mejor manera de ratificar las sensaciones de Alessandro Bertolini, veteranísimo ‘capitano’ de la escuadra de los cuarenta patrocinadores, quien lo conoció en un campeonato de pista y recomendó al carismático mánager y director deportivo incorporarlo, ponerlo a prueba, porque en él había madera.

Valiente. Al mes siguiente, De Marchi volvió a dar otro signo de su arrojo en el Gran Piemonte, clásica en la cual se fugó junto a otros cinco ciclistas, entre ellos Óscar Pujol; cuando su intentona estaba en disposición de prosperar hasta meta, la Policía equivocó la ruta y les dejó fuera de carrera.

Tanto le gustó De Marchi a Gianni Savio, más allá de consideraciones sobre su calificación como corredor, que le dio un calendario de lujo en 2011, con aparición en Milán – San Remo (donde, obviamente, protagonizó la fuga del día) y debut en el Giro de Italia, que concluyó frustrado por no coger ninguna escapada. Ese mal sabor de boca se lo quitó camino de Cervinia, el día de su 26 cumpleaños, con esa fuga que finalmente sólo fue provechosa para el ídolo costarricense Andrei Amador.

Todas las fugas de Alessandro De Marchi como profesional

2012: 11ª y 5ª etapas del Giro de Italia, 5ª etapa de Vuelta a Langkawi, GP Costa de los Etruscos
2011: París – Bruselas, 3ª etapa de Semana Lombarda, Coppa Bernocchi, Giro dell’Appenino, Milán – San Remo, 2ª etapa del Giro de Cerdeña
2010: Giro del Piemonte, París – Bruselas

Foto: Androni Giocattoli

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Conformidad social

Siendo un ciclista rápido, ¿por qué no has probado nunca a disputar esprints masivos? «Porque, para ser esprinter, no basta con ser rápido«, me respondió Giovanni Visconti. «También es necesario tener la cabeza de un esprinter. En esencia, estar un poco loco«.

Decíamos ayer que los esprints de las primeras etapas de toda gran vuelta son un ejercicio colosal de fuerza, estrategia y técnica. Para desarrollarlo, los corredores tiran de adrenalina, instinto, reflejos y cólera. Pedalean más rápido que el miedo que cualquiera en su sano juicio sentiría en mitad de ese quilombo, prácticamente incontrolable cuando hay 200 bicicletas rodando delante, detrás, a izquierda y derecha, con el mismo objetivo de cruzar en primera posición la línea de meta…

La segunda etapa en línea del Giro de Italia ha visto hoy un incidente desagradable. Roberto Ferrari cruzó por detrás de los tres gigantes que se disputaban la victoria, Goss (vencedor final), Yei Yei Haedo y el despuntado Farrar, y su movimiento provocó la colisión y caída de Mark Cavendish. El vigente campeón del mundo venía lanzado, jugándose el todo por el todo en solitario después de perder la rueda de sus gregarios Kennaugh y Thomas a dos kilómetros de meta por ceder la posición ante su antiguo hombre de confianza Mark Renshaw. Aprovechaba Cavendish dos condiciones imperceptibles por televisión pero muy influyentes: la recta de meta picaba hacia abajo, lo cual aumentaba la velocidad; y había un gran viento de cara, por lo que cobijarse tras tres muros como Goss, Haedo y Farrar le aportaba un plus de rapidez que le impidió prever o evitar el movimiento del velocista de Androni. Suerte hubo de los reflejos de Démare, que anduvo cerca de rodar sobre su cabeza; de la habilidad de Guardini, que saltó con la bici sobre su cuerpo; y del altruismo de De Negri, que prefirió brindarse un costalazo a comerse el cuerpo del pequeño gran esprinter británico.

Unos hechos tan truculentos, con un protagonista tan notable y un culpable tan claro, eran el caldo de cultivo ideal para la polémica. La afección de Taylor Phinney pudo haber aplicado un extra de pimienta a los hechos pero, por fortuna, la implicación en la caída del vigente ‘maglia rosa’ se saldó con un profundo corte en el tobillo que no compromete su participación en la crono por equipos del miércoles aunque le obligará a no tocar la bicicleta en el día de descanso de mañana.

Preguntado por los hechos, Ferrari reaccionó con indolencia: «Hice mi esprint, no puedo preocuparme de quien venga detrás«. Su director Gianni Savio, más dechado en la relación pública, fue más conciliador y pidió disculpas de inmediato a Cavendish. El británico, en cambio, fue vehemente y pidió que Androni retirara a Ferrari de la carrera. Antes había solicitado lo mismo su gregario Geraint Thomas; después le secundó su antiguo coequipier y casi enemigo André Greipel. Otros corredores como Greg Henderson o Russel Downing (ambos antiguos miembros de Sky) se sumaron a la denostación; David Millar, directamente, le llamó «idiota«.

La espiral de mensajes en Twitter hostiles hacia Roberto Ferrari ha sido casi un fenómeno de conformidad social. Nadie ha defendido la acción del italiano, quizá por ser ésta difícilmente defendible más allá de proclamar su involuntariedad. Contraría un poco, quizá, que el principal instigador de esta cadena de recriminaciones y declaraciones afeando la conducta del velocista italiano sea un hombre contra el cual se plantaron en su día los coequipiers de tres ciclistas que quedaron fuera de juego por una maniobra similar cuyas consecuencias fueron incluso peores. Pero no es menos cierto que los argumentos ‘ad hominem’ son paupérrimos en cualquier ejercicio de dialéctica.

El incidente de Cavendish y Ferrari no ha sido el único de este inicio de Giro; de hecho, a juzgar por las multas por «conducta inapropiada» deben haber acaecido muchos más. Sin embargo, sí ha sido el único registrado en televisión. Otro de estas eventualidades aparecidas en la luz pública sucedió entre Enrico Gasparotto y Sébastien Rosseler. La destapó el reciente ganador de Amstel Gold Race en dos tuits (I y II) dirigidos a Robert Hunter, coequipier del belga: «Dile a Rosseler que embistió mi bicicleta por detrás y yo soy delgado y pequeño, pero la próxima vez es mejor quedarse callado que decir estupideces después de caerse. Yo estaba lúcido, pero quizá él no. Paso todo el día asumiendo riesgos y no me gusta estrellarme por estúpidos. ¡Gracias!«. Cosas de la adrenalina, y la cólera.

Foto: Team Sky