Sastre, amarillo y gloria en Alpe d’Huez

23 de Julio, Arueda.com
Alpe d’Huez es una montaña legendaria, uno de esos nombres que están en la mente de todos los aficionados al deporte. Cada curva de Alpe d’Huez encierra una leyenda, portando el nombre de uno o dos de los hombres que han conseguido imponerse a sus rivales y a las circunstancias para hacerse con una preciada victoria en sus rampas. Cada tramo tiene su historia, su momento de gloria que es recordado cada vez que es recorrido por los esforzados de la ruta.

Desde el durísimo primer kilómetro, el de los gregarios, donde Chechu Rubiera y Roberto Heras reventaron en su tiempo a todo el pelotón en favor de Lance Armstrong. También está la zona, a falta de cuatro kilómetros del final, donde se acumulan los holandeses como los vascos en Pirineos; no en vano, Alpe d’Huez también es conocida como la montaña de los holandeses. En los últimos quinientos metros siempre se recuerda aquella curiosa caída de Giuseppe Guerini por un aficionado despistado que se interpuso en su camino cuando iba hacia la victoria; la victoria que al final consiguió.

Para los españoles también hay historias. La curva número 10 es la de Fede Echave, que ganó en 1987 mientras Delgado y Roche se retaban por detrás y el segoviano cogía el amarillo. La curva 20 la comparte Iban Mayo con Lucien Van Impe; inolvidable su exhibición mientras Beloki se enfrentaba a Armstrong en el Tour de su desgraciada caída. Desde hoy, siguiendo el orden, la curva 17 pasa a ser la de Carlos Sastre; la compartirá con otra leyenda como el pasional portugués Joaquim Agostinho.

El desarrollo de la etapa fue decepcionante. Rubén Pérez (Euskaltel), Peter Velits (Milram), Remy Di Gregorio (Française des Jeux) y el protagonista de ayer Stefan Schumacher (Gerolsteiner) conformaron la escapada. Di Gregorio perdía contacto en el llano entre los colosos de Aubisque y Croix de Fer; Rubén Pérez, en las estribaciones de este último, que eliminaba también a Schumacher más adelante. Quedaba solo por delante el sudafricano Velits, que después recibiría por detrás el apoyo de Jérôme Pineau (Bouygues Telecom) en el descenso de Croix de Fer. Todo eso daba un poco igual en una visión global de la etapa, pero era lo único que sucedía en esos instantes: CSC marcaba un ritmo poco exigente que dejaba a una treintena de ciclistas en el pelotón.

Se llegó al pie de Alpe d’Huez y no parecía que se pudiera esperar demasiado. Pineau seguía por delante ya en solitario, con un minuto sobre el grupo dominado (se dejaba dominar) por CSC. Y en el primer kilómetro llegó el primer hachazo. Carlos Sastre atacaba y se llevaba consigo a Denis Menchov; el inocente trabajo de Bernhard Kohl neutralizaba el demarraje. Sin esperar a reintegrarse de verdad al grupo de favoritos, Sastre volvía a tensar. Ésta fue la buena.

Dudas por detrás. Menchov se hundía, víctima de su fragilidad mental, y perdía contacto con el resto de grandes. Kohl tiraba de Evans; Valverde pedaleaba nervioso con unas buenas piernas que no tenía desde Cholet, AG2R acumulaba hombres en el grupo… y los hermanos Schleck movían el árbol, buscando cortar a Evans. En lugar de ello, lo acercaban a su compañero de equipo y teórico jefe de filas. Cayeron una y mil veces en ese error de juveniles; a pesar de ello, Sastre siguió haciendo hueco, infatigable. Los treinta segundos que manejó durante dos kilómetros se convirtieron en cincuenta, lo cual propició que el coche de equipo conducido por Kim Andersen y que llevaba a su mecánico y compañero de fatigas Alejandro Torralbo arribara a su vera. Golpe moral, la ventaja era de un minuto y, en un abrir y cerrar de ojos, paso a ser de dos.

Evans no encontraba quien le hiciera carrera; mejor dicho, quien se la hiciera bien. Tocado ya Kohl, Goubert y Efimkin, de AG2R, se iban alternando para mantener un buen ritmo que beneficiara a su jefe de filas Valjavec. Y ese ritmo permitía que Sastre aumentara su ventaja. Después, Evans empezó a tomar la responsabilidad en primera persona; Menchov y Samuel Sánchez volvían al grupo. Algo no marchaba bien. Los ataques no tenían continuidad: la ingenuidad de los Schleck se tornó en maestría para hacer de secantes de cada cambio de ritmo que tenía lugar entre los favoritos. Vandevelde, Efimkin, Valverde, Kohl… todos debían frenar al verse con la incómoda compañía de uno de los luxemburgueses. Sastre seguía delante; iba con menos alegría, pero con la suficiente para seguir haciendo hueco.

El último ataque, el que valió, fue de un Samuel Sánchez que arrancó con una fuerza bastante apreciable a poco más de un kilómetro para meta. A su rueda, Andy Schleck. Esto no importó al asturiano, que sólo quería ser segundo y en nada perturbaba a Sastre. La pasividad de un Evans reventado, un Menchov hundido aunque su situación en carrera no fuera catastrófica. El reventón juvenil de Kohl, el puntito que le falta a Vandevelde para ser un grande y no un gregario de lujo que aprovecha su libertad. Esos factores se juntaron para permitir a Sastre, por un lado, y a Samuel y Andy por otro, para hacer camino. También la permisividad de Valverde, que perdonaba a pesar de su insultante facilidad sobre la bici.

Sastre llegó a meta, maillot cerrado y gesto extenuado, con 2’03” sobre Samuel y Schleck, que se jugaron al sprint la segunda plaza; sonrió la fortuna al más rápido, el asturiano de Euskaltel. A 2’13” apareció el grupo de favoritos, liderado por el murciano Alejandro Valverde y por el hasta ahora líder Frank Schleck; Evans perdía dos segundos en una etapa negra para él.

Diez minutos después ya se sabía la general. Sastre sacaba 1’24” al siguiente, su compañero Frank Schleck, y 1’34” y 2’39” a sus máximos rivales por mor de la contrarreloj, Cadel Evans y Denis Menchov. El abulense tuvo un recuerdo para su cuñado Chaba Jiménez y declaró que la táctica, que parecía caótica dado el mal uso de sus fuerzas por parte del equipo CSC, era que él atacara desde la base del Alpe d’Huez.

Pero… ¿qué más da? ¿Qué importan las tácticas, las diferencias y lo que queda por venir cuando uno ha entrado en la gran Historia del ciclismo? Un triunfo épico en Alpe d’Huez significa la gloria. Y resta importancia a lo que queda por venir

La marea naranja y un equipo a su altura

Euskaltel, con un gran nueve a por una gran actuación
2 de Julio, Arueda.com
El miércoles pasado se presentó en el Parque Tecnológico de Zamundio la camiseta representativa de los aficionados vascos que llenarán las cunetas del próximo Tour de Francia. Un año más, la camiseta ha sido diseñada por Mikel Urmenta y el equipo de Kukuxumusu. Un año más, la camiseta servirá para animar al equipo que muestra al mundo la gran afición del pueblo vasco por lo que en euskera se llama, cantarín, txirrindularitza.


En 2001 Euskaltel fue invitado por primera vez al Tour de Francia. Roberto Laiseka estrenó el casillero vasco con su victoria en Luz Ardiden, en pleno corazón de los Pirineos, con un ataque inapelable desde el grupo de favoritos donde mandaban Lance Armstrong y su gregario Chechu Rubiera. Fue el principio de la marea naranja, de los miles de vascos que, año tras año, se agolpan en las carreteras pirenaicas. De las hordas de aficionados que animan, incansables, a todo ciclista que pasa; pero que espera con ansias a los de naranja. Porque ellos también, por supuesto, van de naranja.

Vivieron su máximo éxtasis en el Tour de 2003, cuando tuvo lugar la mejor actuación del equipo Euskaltel en la ‘grande boucle’. Aunque la gran exhibición fuera en Alpe d’Huez (Iban Mayo ganando ante los desbocados Ullrich y Armstrong), la mágica actuación de los hombres dirigidos en aquel entonces por Gorospe hizo que la fiebre txirrindulari se desatara. Fue el año en que debutaron las camisetas de Kukuxumusu, las mismas que vivieron las decepciones de 2004 y 2005 provocadas por la mala actuación de Mayo; que en 2006 sólo sintieron dignas las actuaciones de Isasi y Zubeldia…

Que en 2007 volvieron a disfrutar en un Tour bellísimo, con Astarloza y Zubeldia entre los diez primeros, con Txurruka y Rubén Pérez atacando en cada ocasión… Con una actuación en la que solo faltó una victoria de etapa, vaya. Y en este 2008 se puede, por qué no, mejorar con creces esto. El director deportivo Igor González de Galdeano no se ha dejado casi nada en casa: solamente faltarían, en un hipotético equipo ideal, el escalador Igor Antón y el sprinter Koldo Fernández de Larrea. El resto de los mejores estarán en la salida de Brest.

Empezando por un Samuel Sánchez, la excepción asturiana a la regla vasca y gran líder de la estructura, quien ha variado sus planes habituales de cada año para integrar en su calendario los Juegos Olímpicos y, de paso, el soñado Tour de Francia. Si bien su experiencia previa en la ronda francesa no acaba de ser positiva (dos retiradas por agotamiento en sendas participaciones), también es cierto que en ellas no era un corredor totalmente maduro. Ahora, con un podio de la Vuelta a España a sus espaldas, no debería ser descabellado pensar en una actuación decente en la general o en una victoria de etapa. En su contra está el hecho de que su preparación está ralentizada con objetivo de llegar en perfectas condiciones a la cita olímpica.


Haimar Zubeldia es, sobre el papel, el jefe del equipo para la gran ronda francesa. Cumplidor en el Tour de Francia (tres veces entre los diez primeros y solamente una retirada), ha mostrado este año una actitud algo más ofensiva que puede conseguir que conecte al fin con el aficionado… y con el podio. Sus cualidades contrarrelojistas han sufrido un ligero retroceso en favor de una sustancial mejora en montaña, donde contará además con un fuerte bloque de gregarios. Empezando por…

…Mikel Astarloza. El de Pasajes tiene experiencia en el Tour y ha realizado una aproximación muy adecuada. Después del espectacular noveno puesto obtenido el año pasado, no sería descabellado que se planteara el asalto al top 5 en la general; sin embargo, el arrojo que le caracteriza podría usarlo a favor de un Haimar Zubeldia que, ante la falta de favoritos solventes, puede estar ante su gran oportunidad de llegar al podio. Habrá que estar atentos a su rendimiento en las cronometradas, campo en que ha registrado una evolución considerable.

Por otro lado estarán los hipercombativos Rubén Pérez y Amets Txurruka, grandes animadores de la pasada edición del Tour. Txurruka, más brillante y con poco que demostrar tras su galardón de ciclista más combativo de 2007, podría aspirar al maillot de puntos rojos que distingue al mejor escalador. Pérez, por su parte, podría repetir actitud… o sacrificarse en pos de sus líderes, tarea en la que cumple con creces.

El papel de Egoi Martínez es la gran incógnita del Euskaltel para este Tour. A pesar de que su pasado debería otorgarle cierta libertad, su temporada no ha sido excesivamente brillante (lo mejor, el maillot de la montaña de la Vuelta al País Vasco). Las cualidades que le llevaron a disputar la Midi Libre al todopoderoso Lance Armstrong parecen un tanto diluidas. Lo más probable es que se centre en ayudar a los líderes y buscar oportunidades en las fugas.

Completarán el equipo el solvente todoterreno Gorka Verdugo, cuyo salto de calidad definitivo se confirmará en la gran ronda francesa; Juan José Oroz, rodador de mérito que espera conocer por primera vez París; e Iñaki Isasi, sprinter de segunda fila y buen hombre de llano que en 2006 tuviera una buena prestación aquí, consiguiendo varios puestos de honor en volatas.

El objetivo es claro, según Igor González de Galdeano: una victoria de etapa. Se presenta la ocasión ideal para disfrutar, para que se vuelva al éxtasis de la marea naranja. No faltará espectáculo, no faltará calidad en el equipo… y tampoco faltarán camisetas.