Óscar Freire
Las polémicas de Milán – San Remo
PD Un agradecimiento para Cyclismag, web altamente recomendable que me ha sido de gran ayuda para recopilar gran parte de la información del texto
Cinco nombres del Inicio de temporada (I)

Empezó el curso ciclista 2009, empezó esperanzador y también voraginoso. Voy a intentar repasar lo sucedido a través de diez nombres, cinco españoles y cinco internacionales. En esta primera entrega veremos la parte española, cinco representantes nacionales que han sido noticia por sus grandes actuaciones deportivas, por desgraciadas lesiones… o por tristes asuntos extradeportivos.
Alberto Contador El año pasado completó la triple corona, acumulando en su palmarés Giro, Tour y Vuelta, pero a pesar de ello parece no haber saciado su sed de triunfo. Sólo así se explica que haya iniciado la temporada de esta manera, ganando en su cuarto día de competición la contrarreloj de la Vuelta al Algarve para así hacerse al día siguiente con la general de la carrera portuguesa. El madrileño está arrollador, seguramente motivado por la presencia de Lance Armstrong en su equipo Astaná para discutirle el liderato. Por lo pronto, ya va marcando territorio y engrosando el balance de una temporada que promete ser histórica…
Toni Colom Si arrollador está siendo Contador, lo de Colom no es para menos. Su fichaje por Katusha le ha servido para encontrar un lugar donde asumir el liderato, y su excelente momento de forma para conseguir varios triunfos de prestigio: empezó con el Trofeo Bunyola y la general de la Challenge de Mallorca, ha continuado birlándole al propio Contador la etapa reina de Algarve (no pudo con la general por equivocarse de ruta durante la crono) y ahora tiene en su punto de mira Paris-Niza, donde ya destacara en 2006. Una prueba que puede catapultarle al primer nivel internacional.
Xavier Tondo Otro de los grandes protagonistas del inicio de temporada español, el catalán de Andalucía – Cajasur está revindicándose como un corredor polivalente. Capaz de imponerse en un final en alto (como hiciera en la Vuelta a San Luis, primera victoria española de la temporada) y en una contrarreloj (como en el prólogo de la Vuelta a Andalucía), sus directores han apostado fuerte por él e incluso le sitúan entre los diez primeros de la Vuelta. Y, ciertamente, no resultaría una sorpresa.
Alejandro Valverde Si lo dicho hasta ahora constituye la parte buena de lo sucedido en esta temporada, ahora toca hablar de lo malo. Valverde, seguramente uno de los tres mejores ciclistas del mundo, ha vivido y vive con un estigma sobre él: su presunta implicación en la Operación Puerto. Por ella, el intrépido fiscal del CONI Ettore Torri le llamó a declarar, después de según él demostrar que la bolsa de sangre número 18 de la OP pertenecía al murciano. Feo asunto ante el cual Valverde sólo puede seguir demostrando que es un gran campeón.
Lesionados No hay cosa más indeseable para un deportista que los problemas físicos; nunca vienen bien, lleguen en tu mejor momento de forma o en plena preparación para el mismo. A lo primero se ha tenido que enfrentar José Joaquín Rojas, a quien una caída cuando iba líder de la Challenge de Mallorca le ha interrumpido justo cuando más estaba brillando. Lo segundo le ha sobrevenido al cántabro Óscar Freire, cuyo accidente en la Vuelta a California le provocó la fractura de varias costillas, echando con ello por alto la primera parte de su temporada. Toca reorganizar su calendario, no podrá competir en sus predilectas Tirreno-Adriático y Milán-San Remo pero sí tomar la salida en carreras donde nunca ha estado, como el Giro de Italia.
El ciclismo español y el sueño olímpico
Como cada cuatro años por estas fechas, llega el gran acontecimiento del deporte universal. La gran cita, los Juegos Olímpicos. Millares de deportistas se reúnen para participar en la mayor competición del mundo, viviendo durante unos días hermanados en la Villa Olímpica… pero siempre con un ojo puesto en el oro, en poder hacer suya la frase latina “citius, altius, fortius” (“más rápido, más alto, más fuerte”). La gloria del espíritu olímpico.
Aunque la prueba reina de las Olimpiadas es, sin duda, el atletismo, también hay muchas otras disciplinas donde el ganador se puede considerar el rey de su deporte. Esto no sucede en el fútbol (donde los límites de edad y demás triquiñuelas para que los Juegos no sean competencia para el Mundial convierten el torneo en una charlotada), y tampoco sucedía hasta hace poco en el ciclismo. El motivo era bien sencillo: aún quedaba virgen una parte del olimpismo. Concretamente, la parte que obligaba a que los deportistas participantes no fueran profesionales.
Sin embargo, el camino de prostitución del espíritu olímpico que inició Juan Antonio Samaranch con la aparición de publicidad explícita en los estadios se extendió hasta la profesionalización de los participantes, pasando a considerarse los Juegos como el acontecimiento de alto nivel que son hoy. Atlanta 1996 fueron los primeros Juegos Olímpicos con presencia de profesionales en el ciclismo, después de aquella generación de jóvenes torturados por el preparador ruso Guronov en pos de un éxito (que no llegó) en Barcelona’92.
España llegó a la salida de la ciudad americana con un equipo de campanillas: en la ruta el rodador Marino Alonso y el sacrificado Manuel Fernández Ginés escoltaban a tres grandes vueltómanos como eran Melchor Mauri, Abraham Olano y Miguel Indurain, siendo estos dos últimos los representantes para la contrarreloj, que hasta entonces se había disputado por equipos y ahora pasaba a ser individual.
La prueba en ruta fue, gracias a la total ausencia de control al tener sólo cinco ciclistas cada equipo, un auténtico zafarrancho. Cientos de ataques que se resumieron en uno que dejó por delante al suizo Pascal Richard, el danés Rölf Sörensen y el británico de origen italiano Max Sciandri; y por detrás a un quinteto donde viajaba, entre otros, Melchor Mauri. Finalmente, Richard se llevó el gato al agua birlándole el oro al sprint a Sörensen, plata, y a un Sciandri, bronce, que no llegó a disputar la victoria. Por parte española, Mauri fue sexto llegando en el segundo grupo, mientras el resto llegaba en el seno del pelotón.
Agrio sabor de boca que duró hasta la contrarreloj. Y es que en la otra parte del ciclismo de carretera España apabulló. Indurain y Olano, oro y plata, lograron el primer doblete olímpico español de la historia ante los Boardman (bronce), Riis, Berzin, Armstrong… y en un circuito, urbano, que no se adaptaba a sus características de rodadores fuertes que desarrollan una gran potencia en largas rectas.
Cuatro años después llegó Sidney 2000. España acudió con un cinco que giraba en torno a Freire, dado que el recorrido parecía propenso para una llegada al sprint; a su alrededor, un hombre rápido como Miguel Ángel Martín Perdiguero y tres buenos rodadores como eran Juan Carlos Domínguez, Santos González y Abraham Olano. Estos dos último compitieron también en la crono, donde fueron cuarto y octavo respectivamente, doblando la rodilla ante Viatcheslav Ekimov, oro, y los dos grandes ciclistas de la época: Jan Ullrich (plata) y Lance Armstrong (bronce). Sinsabor por la medalla de chocolate de Olano, que no hacía sino acrecentar el desencanto tras la prueba en ruta…
… Que se disputó tres días antes y fue, sencillamente, mala. De infausto recuerdo. Confeccionar la convocatoria había sido una auténtica aventura: España no era un país con demasiados rodadores para un circuito que sólo presentaba un repecho, rácano, de poco más de un kilómetro al seis por ciento. La cosa se agravaba más cuando se advertía que, tras una temporada cargada y muy movida, los pocos ciclistas aptos para el llano iban a llegar muy castigados a la cita olímpica. El balance de la carrera no pudo ser más desolador: Santos González, retirado por problemas en la rodilla a las primeras de cambio; Abraham Olano, en un estado de forma bajo tras correr Tour y Vuelta, se fundió y quedó en una discreta 60ª posición; y Juan Carlos Domínguez, trabajador aunque más limitado que los otros dos, no pudo siquiera terminar la carrera tras echar abajo una peligrosísima fuga prácticamente en solitario.
A las dos opciones de medalla no les fue mejor. Perdiguero, exento de trabajo durante la carrera en pos de ser el “tapado” de la selección para los momentos decisivos, acabó por los suelos gracias a una inoportuna caída. Y Freire… pobre Freire. Sin compañeros, algo básico para un sprinter, tuvo que quedarse a rueda de otros velocistas que sí llevaban un vestigio de equipo para controlar. Tuvo la oportunidad de marcharse fugado, pero renunció a ello porque la meta estaba demasiado lejos. Cuando oyó sonar la campana que anunciaba que ése era la última vuelta que habían de dar al circuito, se le cayó el mundo encima: su cuentakilómetros estaba roto, él se creía diez kilómetros más lejos de meta. Mala suerte y despiste, los dos grandes enemigos de Freire…
…Que le atacarían en la siguiente Olimpiada, Atenas 2004. En un circuito duro, con un repecho de dificultad media y otro muy duro de nombre Likavitos. Sin embargo, la circunstancia que definiría la carrera no sería el recorrido, sino la canícula reinante; para los españoles también fue determinante la estrechez y las complicaciones técnicas del circuito. Corrieron en aquella ocasión los tres mejores clasicómanos españoles, los tres medallistas en los últimos Mundiales: el vasco Igor Astarloa, el cántabro Óscar Freire y el murciano Alejandro Valverde. Junto a ellos, dos contrarrelojistas polivalentes destinados al trabajo de equipo, Igor González de Galdeano y José Iván Gutiérrez.
Apenas en el tercer kilómetro llegó la caída que marcaría el sino de los españoles en aquellos Juegos: Igor Astarloa se tuvo que retirar, José Iván Gutiérrez continuó mermado y se retiró unas vueltas después. Varias vueltas después, cae también Freire, que sigue sobre la bici y abandona al poco tiempo. Sólo quedaban sobre la bici un Alejandro Valverde descompuesto por la presión de ser el único líder en pie del combinado nacional e Igor González de Galdeano, dedicado por completo a trabajar para el murciano. Finalmente, Bettini se exhibió y se bañó en el oro olímpico por delante de un sorprendente Paulinho, plata, y de un Axel Merckx que atacó con coraje en pos del bronce en los hectómetros de pavé que se encontraban cerca de meta. Valverde terminaba 47º, hundido en el pelotón; Galdeano no acababa, pensando en la contrarreloj…
… Que tampoco fue mejor. Galdeano, cansado, sólo pudo ser noveno; Gutiérrez, seriamente mermado por la caída en la prueba de fondo, acabó decimosexto. Las medallas fueron para Hamilton, Ekimov y Julich; por otro lado, el gran favorito Ullrich sólo era sexto y asomaba un jovencísimo Fabian Cancellara, que con apenas 23 años acabó en un meritorio décimo puesto.
¿Y este año? Este año parece que sí. Este año España puede ser campeona olímpica de fondo en carretera. El recorrido es duro, con tres repechos dignos de consideración y un final picando hacia arriba que beneficia a nuestros ciclistas. Los escaladores Alberto Contador y Carlos Sastre, el bajador Samuel Sánchez, el mejor sprinter y clasicómano español de la época moderna Óscar Freire y el… superclase… Alejandro Valverde conforman el combinado nacional que se enfrentará en Pekín a las circunstancias y a los rivales. Paolo Bettini, Davide Rebellin, Stefan Schumacher, los hermanos Schleck, Kim Kirchen…
Pero, sobre todo, hay que luchar contra las circunstancias. Los cinco hombres por país que hacen casi impensable una táctica de control, la cacareada contaminación de la capital china (difícil que afecte, el paraje donde se disputa la prueba es prácticamente verde según se vio en la Good Luck Beijing, carrera de ensayo disputada el año pasado en el circuito olímpico)… y la suerte. La misma que trucó el cuentakilómetros de Freire o tiró al suelo a Igor Astarloa cuando no había recorrido más que tres kilómetros… Puede que, en esta ocasión, nos sonría y bañe en oro una temporada de 24 kilates para el ciclismo español.
Repaso a los favoritos de Milán – San Remo (I)
I – Los sprinters
Son los hombres destinados a disputarse la victoria en la lucha de la volata, buscando con nerviosismo referencias, ruedas buenas; evitando codazos, bandazos y entorpecimientos tácticos realizados por los lanzadores de sus homólogos en otros equipos. Kamikazes sobre ruedas, dispuestos a obtener el momento de mayor gloria del año (quién sabe si de su carrera) a costa de su salud y a más de 60 kilómetros por hora.
Óscar Freire [Rabobank]
Sin duda, el aspirante número uno a la victoria; incluso las casas de apuestas online, como Bwin ó Miapuesta, le dan ganador.
Y, en este caso, resulta difícil no darles la razón a los apostantes. El gran momento de forma que ha exhibido en Tirreno – Adriático, con dos victorias de etapa y una insultante sensación de superioridad en casi cualquier situación gracias a su inteligencia táctica, unido a su condición de vigente campeón de la carrera, le coloca como el rival a batir.
Alessandro Petacchi [Milram]
Ha disputado siete sprints esta temporada; concretamente, en el GP Costa de los Etruscos, en tres etapas de la Vuelta a Andalucía, en otra de la Vuelta a Valencia y en dos parciales de Tirreno – Adriático. De estas siete volatas, en seis se ha hecho con la victoria; solamente le ha superado Óscar Freire en uno de sus dos duelos en la “Carrera de los dos mares”.
Esta buena estadística conlleva que se le considere como aspirante al triunfo en la nueva llegada de Italo Calvino, que sustituye a la Via Roma donde el de La Spezia ya se impusiera en 2005, en este caso con los colores de Fassa Bortolo
Thor Hushovd [Credit Agricole]Tras un año relativamente aciago, el noruego parece haber vuelto por sus fueros esta primavera, o incluso mejor. En París – Niza deslumbró con una combatividad que hasta ahora no se le había visto, provocando cortes aun siendo portador del liderato que obtuvo tras birlarle la victoria en el prólogo al vasco Markel Irízar.
Así, en esta Milán – San Remo parece destinado a mejorar su tercer puesto de 2005; ya sea con su poderoso sprint… o con un ataque en el Poggio, la Cipressa o la nueva Pomepiana
Tom Boonen [Quick Step]
No corren buenos tiempos para el otrora prodigio belga. Parece ser que la maldición del arco iris de Madrid 2005 se manifiesta ahora, en este momento. Tras adjudicarse cuatro etapas y la general en la Vuelta a Qatar, además de otro parcial de la Vuelta a California. Tras esto, su papel en las carreras donde ha competido ha sido más bien triste: cuarto en Kuurne, un paupérrimo 85º lugar en Het Volk, y totalmente desapercibido en Tirreno – Adriático.
Milán – San Remo se plantea para él como una oportunidad de reivindicación, de demostrar que lo suyo no es ni será flor de un día, que este año puede andar como lo hiciera en 2005 y 2006.
Además, en una segunda fila de velocistas se encuentran Enrico Gasparotto (Barloworld), que luchó codo con codo con el apabullante Fabian Cancellara por la general de Tirreno – Adriático; Danilo Napolitano (Lampre), ganador de etapa en Qatar y Grosseto; Robbie Mc Ewen (Predictor), que afronta la cuesta abajo de su carrera con cierta dignidad aunque sin la chispa de antaño; el triplete de High Road, formado por Gerald Ciolek, Bernhard Bisel y Vicente Reynés; y, finalmente, otros dos españoles como son José Joaquín Rojas (Caisse d’Épargne), bastante recuperado de su caída en Mallorca; y Koldo Fernández de Larrea, cuya participación con Euskaltel estaba en duda pero que sin duda se encuentra en buena forma tras su victoria de etapa en la Vuelta a Murcia.