Primera parte: 4 de Enero, Arueda.com
Segunda parte: 5 de Enero, Arueda.com

Primera parte: 4 de Enero, Arueda.com
Segunda parte: 5 de Enero, Arueda.com
El ‘treno’ no dejaba lugar a ningún otro de su especie, era como un perro que al ladrar acallara al resto de la manada. Los nombres de sus vagones, además, perduran en la memoria de muchos aficionados: Brusheghin, Gustov, Flecha, Trenti, Baldato, Tosatto, Ongarato, Velo. Y Petacchi. Era como un cercanías de última generación, preciso y precioso, que calculaba la hora para llegar siempre justo a tiempo, milimétrico. El maquinista, quien hacía funcionar al ‘treno’, era un maestro como Giancarlo Ferretti, con quien el ciclismo fue injusto tras aquella estafa de Sony Ericsson.
Marzio Brusheghin, Volodimir Gustov y Juan Antonio Flecha eran los primeros en entrar en acción. Italiano, ucraniano, español. Pasaban hasta cincuenta kilómetros en cabeza cada etapa, controlando las distancias para evitar la marcha del grupo de escapados de turno; iban reduciendo paulatinamente, hasta que a diez ó menos kilómetros absorbían a los fugados. Estos ya sabían que no iban a ningún lado, que aquel trío de bestias pardas estaba concebido para quitarles cualquier posibilidad de triunfo y a buen seguro que lo harían. Además, aún les sobraban fuerzas para el día siguiente. El italiano, incluso, se atrevía a luchar por los primeros puestos de la general.
Una vez quedaban alrededor de cinco kilómetros y nadie por delante, salían a escena los otros seis vagones del ‘treno’. Todos italianos. Guido Trenti esprintaba, a veces a rebufo de Gustov, y arrastraba a sus compañeros hasta cabeza de pelotón sin que nadie se atreviera a toserle. Su rodar, hasta cierto punto tosco, encontraba su réplica cuando se apartaba y Fabio Baldato tomaba su relevo. Entonces, aquel esprinter reconvertido a rodador imponía su ley con clase clásica, sin extravagancias ni aerodinámicas.
El ‘treno’ seguía rodando impasible, aunque a su lado otros equipos potentes con un esprinter de categoría intentaban arrebatarles el dominio. No podían, no podían; el ‘treno’ era casi imbatible. Ni la desgracia podía con ellos, casi nunca tuvo lugar para intentarlo de tan perfecta que era la maquinaria. Se apartaba Baldato y, como un resorte, saltaba Matteo Tosatto para dar un relevo de casi un kilómetro, potente y similar al de un pistard. Era un relevo larguísimo para la situación, acababa cuando se pasaba el triángulo rojo que señala que sólo quedan mil metros hasta la meta.
El momento en que Tosatto se apartaba era quizá el más crítico. Entonces entraba en acción Alberto Ongarato, sprinter demasiado puro, que de alguna manera era un eslabón débil en la cadena. Era el instante en que un valiente que atacara ‘a lo Recio’ tenía alguna opción de éxito; también el instante donde un lanzador potente con sprinter soldado a su rueda podía desmontar todo el trabajo del ‘treno’. Sin embargo, cuando esto no sucedía (casi siempre), Ongarato sprintaba durante quinientos metros, rezando para que el siguiente vagón no descarrilara, por ejemplo, en una curva.
Eso nunca sucedía, o casi nunca. Ongarato se apartaba y era Marco Velo a quien le tocaba hacer un potente sprint de trescientos metros, ejerciendo el rol de lanzador clásico. Resulta curioso que, en un equipo donde cinco ciclistas eran sprinters puros capacitados para hacer las veces de lanzadores, el elegido para la labor fuera el hombre más polifacético y, por tanto, menos especializado. Marco Velo ha valido lo mismo para un roto que para un descosido, ha sido capaz de escalar para Pantani, esprintar para Petacchi y contrarrelojear para sí mismo. Todo lo ha hecho bien. Y, como lanzador, nunca fue menos.
Se apartaba a apenas doscientos metros de meta, y entonces Alessandro Petacchi arrancaba con para hacerse con la victoria. Sólo tenía que hacer un esprint corto, desde una posición inmejorable y con una condición física siempre ideal. Las piernas de Petacchi eran y son dos columnas, dos diosas de La Spezia dispuestas a estallar en cualquier momento y hacer volar por los aires los sueños de aquel que pretendiera pensar en ganarles. Dieron en llamarle Ale-Jet, por su velocidad de crucero; tenía un problema de explosividad, su capacidad de aceleración era algo inferior a la de algún contemporáneo. Ahora bien, su potencia le permitía salir victorioso en cualquier sprint de más de doscientos metros; normalmente sólo se esforzaba esos doscientos, pero de haberlo necesitado aquel Petacchi en el cénit de su carrera hubiera podido esprintar durante cuatrocientos con la misma potencia. Alguna vez lo hizo.
Hace ya cinco o seis años de esto. Como todo lo bueno e imbatible, aquel ‘treno’ de Petacchi primero, Fassa Bortolo después y por último de Ferreti trabajando en la sombra, se fue descomponiendo. Ese año Brusheghin pidió poder centrarse en la general del Giro; Flecha quiso probar en las clásicas del norte. Trenti emprendió la cuesta abajo casi inmediatamente después del gran Giro 2003; Baldato no fue otro tanto, pero cerca anduvo. Sólo quedaron Tosatto, Ongarato y Velo junto a Petacchi, pero no era ya lo mismo. Cuando acabó la aventura de Fassa y empezó la de Milram, Tosatto se fue a buscar otros horizontes donde tener otros objetivos. Ferreti también se tuvo que ir, se puso al timón Stanga pero…
Ya nada fue lo mismo. Incluso Petacchi parecía menos Petacchi, incluso ahora compartía equipo con su rival Erik Zabel y aquello era una mezcla de donde, aunque hubiera buena fe, no podían salir demasiadas cosas positivas. Tocó fondo el ‘treno’ cuando Ale-Jet dio positivo por salbutamol en el Giro’07. Entonces se acabó la aventura, la aventura de un ‘treno’ que todos admiramos en su tiempo…
30 de Agosto, Arueda.com
En la parte anterior de esta presentación analizábamos a los equipos españoles sin detenernos en los extranjeros, quince escuadras de las cuales algunas vienen para destacar y otras… únicamente para cumplir el expediente.
De cara a la general, indudablemente el mejor arsenal lo traen los kazajos de Astaná. El líder y gran figura del equipo, Alberto Contador, estará respaldado por dos vueltómanos consagrados como son el americano Levi Leipheimer y el alemán Andreas Klöden. Contador llega a esta Vuelta con el objetivo de completar la inigualable la proeza de ganar las tres grandes vueltas en el plazo 14 meses y con tan solo 25 años. Las circunstancias, a priori adversas, pueden recompensar al madrileño con un hito histórico. Por su parte, Leipheimer llega en un estado de forma casi óptimo, supeditado a Contador aunque capacitado para buscar sus propias oportunidades. No se puede decir lo mismo de Klöden, que llegará en su tercer pico de forma tras preparar específicamente las vueltas de Romandía y Suiza; teóricamente, acusará dichos esfuerzos. Junto a estos tres primeros espadas, ejercerán de gregarios dos expertos gregarios asturianos como Benjamín Noval y Chechu Rubiera, este último en su última carrera como profesional.
El otro gran nombre español para la victoria absoluta enrolado en un equipo extranjero es, sin lugar a duda, Carlos Sastre. El abulense de CSC, henchido de moral después de su brillante triunfo en el Tour de Francia tratará aprovechar los recovecos de una Vuelta a priori adecuada para él. Caben dudas sobre su rendimiento después de mantener la condición física de la gran ronda francesa hasta los Juegos Olímpicos. ¿Habrá podido recuperarse de los esfuerzos derivados de ello? También habrá que ver cómo afronta la carrera después de las declaraciones de su director Bjarne Riis, que afirmó hace unos días que Carlos “no era el futuro del CSC-Saxo Bank”. De cualquier manera, a su servicio estarán gregarios de postín como Kolobnev, Gustov o el burgalés Iñigo Cuesta.
Por su parte, los tres nombres foráneos teóricamente destinados a hacer frente a los españoles en la general son toda una incógnita. La bisoñez del holandés de Rabobank Robert Gesink crea dudas en torno a su rendimiento, a pesar de su reconocida calidad. El ucraniano de Silence-Lotto Yaroslav Popovych parece haber perdido aptitudes para las grandes vueltas, aunque cuenta a su favor con las ganas de revindicarse que atesora tras su decepcionante Tour de Francia. Por último, el italiano Damiano Cunego (Lampre) tiene también ciertas ansias de revancha contra quienes le criticaron por su discreta actuación del último Tour.
Ningún foráneo más parece capacitado para entrar entre los cinco primeros de la Vuelta a España, si bien hay algunos que apuntan a posibles sorpresas; habrá que tener un ojo puesto en Pierre Rolland (Credit Agricole), Oliver Zaugg (Gerolsteiner), Mauricio Ardila (Rabobank), Matthew Lloyd (Silence) o los Tinkoff Evgeni Petrov y Walter Pedraza. Bazas poco consistentes pero que podrían dar la campanada.
Mención aparte merecen Carlos Barredo (Quick Step) y Marzio Brusheghin (Lampre). El asturiano tratará de repetir su impresionante papel de la Vuelta’07, cuando fue décimo contra todo pronóstico; contará para ello con la ayuda del irundarra Juanma Gárate, quien por cierto ya ha anunciado que dejará el equipo belga el año que viene para correr en Rabobank. Mientras, el italiano irá a por la machada de completar las tres grandes vueltas en un mismo año y podría, de paso, ser una baza importante para la general… y para el trabajo en favor de su coequipier Damiano Cunego.
Sin embargo, si algo aportan los equipos extranjeros a la Vuelta son cazaetapas y sprinters. En el bando de los hombres con instinto ganador encontramos destacadísimos clasicómanos como Paolo Bettini (Quick Step), Filippo Pozzato (Liquigas), Philippe Gilbert (Française des Jeux), Alessandro Ballan (Lampre), Davide Rebellin (Gerolsteiner), Sylvain Chavanel (Cofidis) o Rinaldo Nocentini (AG2R). Todos ellos pueden hacer saltar la sorpresa en cualquiera de los numerosos finales nerviosos de esta Vuelta a España. También habría que apuntar en este grupo al ruso Mikhail Ignatiev (Tinkoff), que podría aprovechar la condición física de los Juegos Olímpicos para dar la sorpresa en los últimos kilómetros de cualquier etapa llana con un ataque ‘a lo Recio’.
Y, en la parte de velocistas, la gran ronda española vuelve a contar con el mejor elenco posible. Los líderes del sprint mundial Daniele Bennati (Liquigas), Tom Boonen (Quick Step) y Óscar Freire (Rabobank) estarán presentes en carrera. A su sombra, otros hombres con gran punta de velocidad como Danilo Napolitano (Lampre), Juan José Haedo (CSC), Leonardo Duque (Cofidis), Alexandre Usov (AG2R), el ajado Erik Zabel (Milram) o los jóvenes Nicolas Roche (Credit Agricole) Heinrich Haussler y Óscar Gatto (Gerolsteiner). Una nómina de velocistas tremenda, más aún teniendo en cuenta que falta el auténtico equipo especialista en las volatas, Columbia.
Una Vuelta diferente, como reza el título de este artículo y sus dos “hermanos” precedentes, que a la postre dependerá de la voluntad de los corredores para confirmar si el cambio ha merecido la pena o ha sido más efectista que efectivo. A priori, la participación es de lujo. Pero del dicho al hecho…