Luis León revindica a los equipos españoles

Arueda.com

Al principio del Tour nos preguntábamos cuál iba a ser el papel de los equipos españoles. ¿Comparsas? Hoy nos han respondido Caisse d’Épargne y Euskaltel metiendo a tres de sus hombres entre los cinco primeros en una de las etapas más duras y espectaculares del Tour de Francia. El ciclismo español ha brillado con luz propia a pesar de la triste retirada de Óscar Pereiro y no ha sido con Sastre y Contador, sino con un Luis León Sánchez ganador en estado de gracia y un pundonoroso Astarloza.

Sin embargo, no todo ha sido hoy lucha por la etapa. Contra todo pronóstico, la batalla por la clasificación general se ha librado hoy también, en un perfil no demasiado propicio para ello. Hay muchos corredores con aspiraciones y ganas de revindicarse; unos porque ven que se acaban sus mejores años, como Evans, y otros porque están deseando que esos años maravillosos lleguen cuando antes y ponen ambiciosamente las tinajas antes que los olivos, como Andy Schleck. Eso, claro está, favorece el movimiento.

Los favoritos atacaron desde el inicio

Precisamente estos dos hombres han sido los dos grandes protagonistas del inicio de la etapa. Se subía el Port d’Envalira de salida, un coloso andorrano cuyas pronunciadas pendientes se suavizan con un asfalto excelente. Ahí se planteó una gran batalla, superlativa, con ataques y contraataques de muy diverso género en los cuales se mostró muy activo el equipo Euskaltel con elementos como Txurruka, Verdugo ó el ayer escapado Egoi Martínez.

La cosa tomó otra cariz cuando, transcurridos diez kilómetros de subida, el grupo de fugados empezó a engordar peligrosamente ante la incapacidad del AG2R del líder Nocentini para controlar la carrera. Casi cuarenta ciclistas por delante y, filtrados entre ellos, tres de los favoritos al podio e incluso a la victoria final: Andreas Klöden (Astaná), Andy Schleck (Saxo Bank) y Cadel Evans (Silence). La presencia de estos dos últimos puso nervioso al Astaná de Armstrong y Contador, que a pesar de haber filtrado al citado Klöden tomó el mando y acabó formando una escabechina en el pelotón para neutralizar a gran parte de los fugados…

La cabalgada de Cadel Evans

… Pero no a todos. El aussie Cadel Evans quedó por delante, acompañado de Egoi Martínez, Christophe Kern (Cofidis), David Zabriskie (Garmin), el compañero del líder Vladimir Efimkin y un Sandy Casar (Française des Jeux) que se mantuvo con unos metros de ventaja respecto del grupo durante la ascensión para asegurarse los puntos para la clasificación de la montaña. Estos fugados coronaron Envalira con alrededor de un minuto respecto del gran grupo tirado por Astaná y, durante el descenso, recibieron a otros cuatro integrantes: el hasta ayer maillot amarillo Fabian Cancellara (Saxo Bank), Thor Hushovd (Cervélo), Juan Antonio Flecha (Rabobank) y George Hincapie (Columbia).

Este nuevo grupo de diez hombres sí era muy peligroso, y Astaná lo comprendió de inmediato. Puso una marcha más e, instantes después de acabar la bajada, consiguió neutralizar a Egoi, Kern, Zabriskie y, sobre todo, Evans, que se dejaba ir en vista de que su presencia resultaba incómoda para los grandes favoritos y su batalla, sin más ayudas, estaba perdida de antemano.

La fuga ganadora se fraguó antes de Porte

Así las cosas, quedaba en cabeza de carrera un grupo de seis buenísimos ciclistas, poderosos rodadores capaces de hacer camino en el llano… pero algo limitados en la montaña. Para solventar esto último, desde atrás llegaron cuatro nuevos elementos para la fuga: Luis León Sánchez (Caisse d’Épargne), Mikel Astarloza (Euskaltel), Sebastian Rosseler (Quick Step) y Mikkhail Ignatiev (Katusha). Este último, muy nervioso, fue incluso un problema para el grupo de escapados: demarraba constantemente, rompiendo el ritmo, si bien hay que decir en su favor que era el primero a la hora de dar relevos duros.

Cuando se enfrentó a las rampas del Col de Porte, el grupo de diez se empezó a desmembrar. La respetable pendiente, los cambios de ritmo forzados por Ignatiev, los tirones buscando la selección de Luis León; todo en conjunto resultó en una situación demasiado dura para Hincapie y Cancellara, que cedieron a las primeras de cambio. Algo parecido sucedió en el siguiente puerto, el difícil Agnés, donde ya sólo quedaron Luis León, Astarloza y Efimkin en cabeza, con Sandy Casar coronando a unos pocos segundos que limaría en el descenso para reintegrarse al grupo.

Andy Schleck, batallador en el grupo

En el pelotón, mientras tanto, el paso lo marcaba AG2R. Cómodos, los hombres de Vincent Lavenu se metieron en el papel de gregarios para un Rinaldo Nocentini cuyo liderato se antoja efímero y rentable para el conjunto de la marca de seguros. Hasta alrededor de cuatro minutos de ventaja dejaron a la cabeza de carrera, mientras notaban como el pelotón se iba haciendo más y más grande hasta llegar casi al centenar de unidades. Parecía que la carrera ya había acabado para los favoritos, que habría que esperar hasta el paso de mañana por el Tourmalet para ver de nuevo a los grandes pelear por la general…

Pero no. Saxo Bank planteó de nuevo batalla. Arrebató la cabeza del grupo a AG2R e impuso un ritmo altísimo con Arvesen y Sörensen entre otros, para terminar con un ataque del campeón de Luxemburgo Andy Schleck. Ataque estéril. Rápidamente saltaron a su rueda cuatro Astaná para certificar el dominio incontestable que el equipo de Bruyneel ejerce sobre la carrera. Tras ellos, el resto de favoritos con mayor o menor dificultad. Sólo había sufrido de verdad con este ataque el líder Nocentini, que guiado por Goubert intentaba regular para volver con los mejores antes de acabar el puerto. Lo consiguió, toda vez que los de Riis cejaron en su intento de dinamitar la carrera. Quizá mañana, piensan, sea otro día.

La resolución de la etapa, vibrante

A las puertas de Saint-Girons llegó el grupo de cuatro escapados con una ventaja oscilante entre los dos minutos y el minuto y medio. Era lo de menos: ya sólo interesaba el triunfo. Ninguno de los cuatro tiene un interés real por la general. Sin embargo, lejos de especular, el grupo prosiguió su marcha hacia meta a un ritmo elevado. Rompió las hostilidades Mikel Astarloza con un ataque tartamudo que claudicó pronto y fue respondido por Vladimir Efimkin, más fresco que sus compañeros de escapada al estar exento de pasar a los relevos por estar su equipo tirando por detrás.

El ataque de Efimkin, a tres kilómetros de meta, estuvo cerca de ser el decisivo. El ruso mantuvo el paso y desafió a Casar, Luis León y Astarloza a atraparlo. Si podían. Parecía que no, Luis León incluso hacía gestos con la cabeza: “no, no, no”. Era demasiado, parecía demasiado. Efimkin iba raudo, tenía tres segundos de ventaja que parecían insalvables para los otros tres; hacía falta un tirón de verdad que los enjugaran. Lo tuvo que dar Luis León, que quizá sacrificaba con él sus últimas fuerzas. Parecía que sí.

A 300 metros de la meta, Luis León rebasaba a Efimkin con Casar a rueda y Astarloza algo más retrasado. El francés se apresuró a remacharle entonces, no cayó en que cometía un error al dar por muerto a Luisle, que cogió su rebufo y esperó cincuenta metros, lo justo, para lanzar el sprint y birlarle el triunfo de etapa, que a la postre pasó a ser el segundo del murciano en un Tour de Francia. Astarloza llegó tercero. El grupo entró en meta a 1’54”, encabezado por un Rojas que ganó el sprint y alzó los brazos para señalar al marcador electrónico que reflejaba la victoria de su compañero de equipo y paisano. La primera victoria de un español en este Tour, la primera de los equipos españoles que hoy han dejado bien a las claras que, aunque sin candidatos al maillot amarillo, no han venido a la gran ronda francesa a ser comparsas.

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¿Serán los equipos españoles comparsas en el Tour?

3 de Julio, Arueda.com

El teatro del Tour 2009 está a punto de estrenarse. Mañana se abrirá el telón en Mónaco, durante estos días hemos hablado del escenario donde tendrá lugar esta obra cuyo guión desconocemos y de los que parecen llamados a actuar en papeles protagonistas. Para el final dejamos a los equipos patrios, a las dos escuadras Pro Tour registradas en España que tomarán la salida en el Tour de Francia. A dos equipos a priori más débiles de lo que deberían…

Tanto Euskaltel como Caisse d’Épargne acuden a Francia con dos bloques algo desangelados. El motivo no es falta de calidad deportiva en ellos, ya que haberla hayla. Son más bien las ausencias de sus respectivos líderes, Samuel Sánchez y Alejandro Valverde, las que quitan ese broche de oro que es necesario en cualquier formación para que sea tenida en cuenta. Son ausencias distintas, la primera por motivos deportivos y la segunda por extradeportivos; su efecto, sin embargo, es muy parecido. Sin ellos, posiblemente, sus equipos se vean obligados a renunciar a los papeles protagonistas y convertirse en meros actores de reparto o, peor aún, figurantes.


Euskaltel, a por etapas y un top 10

Euskaltel – Euskadi presenta en Mónaco un ‘nueve’ relativamente joven en el cual sólo dos de sus componentes llegan a la treintena. Un ‘nueve’ que sin embargo no es inexperto, ya que sólo Alan Pérez no ha debutado aún en la gran ronda francesa. En principio, los objetivos parecen claramente marcados por el director Igor González de Galdeano: conseguir una victoria de etapa mediante fugas y meter a Mikel Astarloza entre los diez primeros.

Esto último no es, ni mucho menos, una opción remota ni peregrina. El corredor de Pasajes ya entró en posición de privilegio en 2007, concretamente en un meritorio noveno lugar. Astarloza es uno de esos deportistas entrañables que suple la calidad con coraje y llega más lejos de lo que sus condiciones, a priori, le augurarían. Junto a él estará mirando de reojo a la general el joven Igor Antón, escalador casi igual de corajudo de Astarloza cuya falta de potencia es en ocasiones un hándicap demasiado pesado. Posiblemente se centre únicamente en buscar triunfos de etapa en los finales en alto.

Aunque, si hablamos de victorias de etapa, la opción número uno de Euskaltel es el prometedorcísimo sprinter Koldo Fernández de Larrea. Koldo llega algo justo a la salida del Tour, después de pasar casi toda la temporada en busca de un pico de forma que le permita ampliar su palmarés del año, reducido a una victoria de etapa en la Vuelta al Algarve. Sin embargo, cuenta con un factor a su favor: pasa mejor la montaña que el resto de los sprinters, incluso recupera mejor los esfuerzos, y por ello la segunda semana puede ser terreno abonado para su lucimiento.

Entre el resto de componentes del equipo, resaltan dos ciclistas que ya saben lo que es destacar en el Tour de Francia: Egoi Martínez, segundo en la etapa de Prato Nevoso’08, y Amets Txurruka, ganador del premio a la combatividad en 2007. Completan la formación vasca los completos Gorka Verdugo y Juanjo Oroz y dos batalladores genuinos como Alan Pérez y Rubén Pérez.


Caisse d’Épargne, a sobrevivir sin Valverde

Hasta el último momento estuvo Eusebio Unzué esperando para contar con Alejandro Valverde para este Tour de Francia. En todo ese tiempo, poco a poco, gota a gota, se fue consumando lo que era un secreto a voces desde que Ettore Torri puso al murciano en su punto de mira: la incursión por territorio italiano de este Tour’09 iba a costar cara al equipo bancario. Valverde, finalmente, no podrá estar presente en el Tour. No ha dado tiempo a que el TAS revoque ó anule la sanción infligida por el CONI.

Unzué intentará sobreponerse a esta circunstancia con un equipo multicéfalo, sin ningún líder teórico y varios hombres con opciones de hacer un puesto entre los diez primeros. Empezando por Óscar Pereiro, que ostenta un Tour (el de 2006) en su palmarés. Un Tour que suena ya lejano, no sólo en el tiempo sino también en las sensaciones: el gallego ya no es el de hace tres años. Su espíritu combativo se ha ido diluyendo a la par que su rendimiento, cada vez más bajo. No es el mismo subiendo, no es el mismo rodando, y en los descensos (su antigua especialidad) seguramente acusará su terrible caída bajando el Col d’Agnello. Sin embargo, nunca podemos descartar que su capacidad de mentalización le catapulte de nuevo al primer nivel.

Por otra parte, Caisse d’Épargne lleva en su ‘nueve’ un ciclista para el cual la ausencia de Valverde puede ser una de las mayores oportunidades de su vida: el también murciano Luis León Sánchez. Luis León lució el año pasado en esta misma carrera con su victoria en Aurillac, si bien acabó en las catacumbas de la general (59º) al estar centrado en ayudar a Valverde. Esta temporada, por contra, el muleño parece acudir con otros objetivos, reforzado por su excelente victoria en París – Niza: quiere ver hasta dónde puede llegar en la general. No es descabellado pensar en un top10.

La segunda fila del equipo de Unzué está formada por una terna de gregarios de calidad que, con libre albedrío, pueden hacerse con alguna que otra etapa: Luis Pasamontes, Iván Gutiérrez y David Arroyo. Este último, incluso, quizá se plantee buscar un puesto de honor en la general. Tras ellos, otra terna; ésta, de jóvenes de relumbrón.

El primero, José Joaquín Rojas, es un sprinter al cual le falta un salto de calidad que podría encontrar variando el momento en que arranca las volatas. El segundo, el portugués Rui Costa, se ha colado en el ‘nueve’ de improviso y buscará terminar su primera gran ronda con éxito. El tercero, el colombiano Rigoberto Urán, es una de las promesas más firmes del panorama ciclista actual, sin techo en su progresión y que en este Tour podría empezar a apuntar cosas de cara al futuro. Completa el equipoel francés Arnaud Coyot, un magnífico rodador.

Cavendish gana una San Remo de oficina

21 de Marzo, Arueda.com

Faltaron ataques en la Milán – San Remo 2009. Se notó en exceso la ausencia de algunos teóricos favoritos, en su mayoría clasicómanos, que no llevaron a buen término su preparación por diversos motivos. Fabian Cancellara renunció por un precario estado de forma, pensando quizá en el Giro. Frank Schleck y Óscar Freire sufrieron sendas lesiones; el campeón del mundo Alessandro Ballan está enfermo. Mirco Lorenzetto, quinto el año pasado y potencial sorpresa, amaneció febril y no pudo tomar la salida.

Sin embargo, la plana mayor de esprinters puros sí se presentó al completo. Tom Boonen, Mark Cavendish, Alessandro Petacchi, Thor Hushovd, Daniele Bennati, Robbie Mc Ewen, también los españoles Koldo Fernández de Larrea y José Joaquín Rojas. Velocistas, acompañados de potentes equipos en la mayoría de los casos, con buenos corredores supeditados a sus objetivos.

Así las cosas, las esperanzas de movimiento eran pocas. El equipo Acqua e Sapone, con Stefano Garzelli y Luca Paolini en plena forma, podía ser buen animador. El libérrimo Pozzato podría haber dado una exhibición de cualidades. Por supuesto, estaba Lance Armstrong, a priori dispuesto para ejercer de ‘sheriff’. Sin embargo, la alternativas más sólidas eran dos: la terna de Diquigiovanni, formada por Gilberto Simoni, Michele Scarponi y Davide Rebellin, reventando el grupo a base de ataques; ó el potentísimo Luis León Sánchez haciéndose de un pequeño hueco subiendo el Poggio para consolidarlo bajando y ganar en solitario.

Ninguna se cumplió. Faltó decisión, sobraron escuadras para controlar, convencidas de las posibilidades de victoria de sus velocistas. De inicio se formó una fuga de once corredores de medianías, donde destacaban únicamente el austríaco de Columbia Bernhard Eisel y el ruso de Katusha Mikhail Ignatiev. Controlaban la distancia LPR (Petacchi), Cervélo (Hushvod) y Quick Step (Boonen), la fuga se fue desgranando y cuando fue abortada definitivamente al pie de la Cipressa sólo quedaban en cabeza el citado Ignatiev, Sebastian Turgot (Bouygues), Christophe Le Mevel (Française des Jeux) y el local Giampaolo Cheula (Barloworld).

En la Cipressa, la penúltima cota del recorrido, el soso desarrollo de la carrera parecía romperse. Michele Scarponi tomó la primera posición del pelotón y empezó a seleccionarlo. Los ciclistas más débiles cedieron pronto, se formaron numerosas catervas por detrás que incluían nombres ilustres como Robbie Mc Ewen, Koldo Fernández de Larrea o el celebérrimo Lance Armstrong. En la pomada sólo quedaron dos grupos: por delante uno de veinte ciclistas donde tiraba Liquigas al ser Benatti el único esprinter integrado en él, por detrás otro de treinta donde LPR trabajaba a marchas forzadas para llevar a Petacchi delante, aunque trajera consigo a varios rivales. Lo consiguió.

Quedaba así un grupo demasiado grande y repleto de hombres rápidos al llegar al pie del Poggio. Un Caisse d’Épargne envalentonado se tomó la cabeza de grupo en pos de las opciones de José Joaquín Rojas, sacrificándose infructuosamente. Française des Jeux hizo después lo propio en un movimiento algo necio, dado que no tenía ningún hombre capaz de entrar ni siquiera entre los cinco primeros en una hipotética volata en San Remo. Se empezó a subir y…

… No ocurrió nada. Prácticamente nada. El Poggio es una subida más o menos corta y suave; la dureza la deben poner los ciclistas, y eso no sucedió. Sylvain Chavanel se puso en cabeza para marcar un paso lento que salvaguardara las opciones de su jefe Boonen, y se mantuvo ahí durante kilómetros; primero solo, luego acompañado de otros coequipiers de Quick Step. Cuando quedaban apenas mil metros para coronar, Rebellin lo intentó a la desesperada sin resultado; Pozzato le secundó y repitió la acción, adquiriendo una pequeñísima ventaja que luego desperdició en la bajada. En todos esos movimientos anduvo metido Egoi Martínez (Euskaltel), el primero de los tres españoles que apareció en los compases finales de la carrera. El siguiente en hacerlo fue Luis León Sánchez, quien una vez acabado el descenso quemó sus naves con un derroche de potencia que ni siquiera inquietó a un grupo donde ya se mascaba el esprint.

Y el esprint al final llegó. Los equipos se disputaron el dominio del mismo,saliendo ganador de la contienda un Columbia que gracias a Hincapie consiguió colocar inmejorablemente a Cavendish. Todo, sin embargo, saltó por los aires cuando el corredor de Cervélo Heinrich Haussler demarró y sorprendió. El alemán ha explotado este año, ha mostrado una gran fortaleza y una regularidad que hasta ahora ni se le sospechaba. Sabedor de que su explosividad no es suficiente para volatas cortas y su sprint de media distancia era inferior al de ocho o diez de sus contrincantes, decidió jugárselo todo a una arrancada larga.

Casi le sale bien, de no ser por un Mark Cavendish superlativo que saltó desde atrás, cogió su rebufo y pudo superarle en un último golpe de riñón excepcional. Ambos, alemán y británico, picaron dos segundos respecto del resto de contendientes, que no supieron ni pudieron seguir la rueda de Cavendish hacia la línea de meta. Tercero en la misma fue Thor Hushvod, coequipier de Haussler al que quizá perjudicó la arrancada de su compañero; séptimo fue Aitor Galdós, de Euskaltel, que sorprendió al colarse entre los grandes y compensó de alguna a manera a su equipo la posible fractura de clavícula sufrida por Iñigo Landaluze en una caída bajando la Cipressa.

Los últimos tres kilómetros de Milán – San Remo fueron emocionantes y tuvieron algunos ingredientes de sorpresa. El resto de la carrera, para qué engañarnos, no mereció la pena y no quedará en la memoria de ningún aficionado. No todas las competiciones pueden ser cantos al ciclismo, como la París – Niza que vivimos recientemente. Aunque siempre es un sinsabor ver como monumentos como Milán – San Remo pueden ver a su espectáculo darse de bruces contra el ferreo control táctico del ciclismo moderno. A veces, ciclismo de oficina.

Victoria del Ciclismo en París – Niza

Contador casi devuelve la moneda a Luis León

No podía quedar así, no podía quedar la imagen de Alberto Contador como la de un ciclista roto, que pierde dos minutos en tres kilómetros y se deja la carrera por una ambición exagerada. Para eliminarla de la retina del aficionado quedaban algo más de cien kilómetros por los alrededores de Niza, tradicionales, con tres puertos catalogados de primera aunque tendentes más a la segunda categoría: Porte, Turbie, Eze. Luis León Sánchez sabía lo que iba a venir, conoce a Contador como coetáneo y compañero de equipo varias temporadas; el de Pinto iba a atacar desde el inicio.

Y, efectivamente, sucedió. En las primeras estribaciones del larguísimo Col de Porte se formaba un grupo de veinticinco ciclistas donde entraban dos coequipiers del superclase madrileño, el kazajo Dyachenko y un Popovych que parece ser la segunda mejor arma de un Astaná que ha mostrado una imagen deplorable, Contador aparte. El Caisse d’Épargne del líder Luis León, por su parte, filtraba a Óscar Pereiro y David López, sabedor de que aquello no hacía más que comenzar. Cuando la fuga tenía una veintena de segundos, Contador saltó del pelotón. Se pusieron entonces los astros del lado del corredor de Astaná, o más bien en contra de un Luis León que pinchaba en dos ocasiones consecutivas. Ello obligo a su equipo a esperar, frenar el pelotón y dejar marchar a Contador hacia la gesta.

Pasó el madrileño como un obús por el grupo de fugados, quien pueda que me siga, y sólo pudieron a la postre otros cuatro ciclistas entre los cuales no estaba -significativamente- ninguno de sus coequipiers: el estonio Rein Taaramae (Cofidis), el francés Sandy Casar (Française des Jeux) y los nacionales Aitor Hernández (Euskaltel)… y David López. Hizo camino junto a ellos, fueron útiles Casar y Taaramae en la transición entre Porte y Turbie hasta caer desfondados, primero el joven estonio y luego el curtido francés. Hernández, por su parte, no podía dar más de sí y cedió a las primeras de cambio, si bien su combatividad y el cierto punto de descaro mostrados merecen un reconocimiento. David López, por su parte, se limitó a rodar el último del grupo y esperar a que desde el coche le mandaran esperar para tirar del pelotón…

Un pelotón donde las alianzas e intereses comunes tomaron presencia a partir de que Contador alcanzara, pasado el Col de Porte, los 2:30 de ventaja, una diferencia que le colocaba líder virtual. Caisse d’Épargne estaba superado, sólo Perget y un Pereiro cuya buena actitud quedaba opacada por un mal momento de forma daban el ancho; no era suficiente. Quick Step y Saxo Bank no tuvieron más remedio que colaborar, dado que veían amenazados los puestos de podio de Sylvain Chavanel y Frank Schleck, respectivamente.

La distancia bajaba en el llano y la bajada, en algún momento el grupo de Contador parecía estar cazado al mantener sólo quince segundos de ventaja con más de treinta kilómetros hasta meta. Sin embargo, cuando llegaba la subida se entraba en terreno del madrileño; y ahí ni Perget, ni Sörensen, ni Pineau, ni tantos otros que relevaban en el pelotón… ni todos juntos podían con el madrileño, que incrementaba su ventaja para poder soñar ya no con la general, sino al menos con la victoria de etapa. En los descensos, por contra, la historia seguía discurriendo al revés.

Una vez pasado La Turbie, la gesta de Contador ya no era posible; el maillot amarillo estaba demasiado lejos. Su enconada lucha individual contra el gran grupo había terminado con el resultado lógico. Saxo Bank cejó entonces en el empeño de perseguir, dejándole la tostada a un David López que no pudo resistir con Contador y ahora tiraba de Luis León. El madrileño volvía a marcharse poco a poco, hasta que un agresivo Toni Colom (Katusha) demarraba y se llevaba consigo a Frank Schleck, que veía la oportunidad de asaltar el segundo lugar de Chavanel en la general. Después se unía a ellos un Cadel Evans que debió sentirse raro atacando. Siempre tiene que haber una primera vez, pensaría el australiano de Silence. Luis León Sánchez, mientras tanto, hacía gala de una sangre fría extraordinaria y confiaba en el trabajo del voluntarioso David López.

Se coronó Eze y la aventura de Contador tocaba a su fin. El campeón madrileño poseía una ventaja exigua de trece segundos respecto al trío perseguido, que se convirtió en dúo cuando Evans dejó ver de nuevo sus pésimas dotes de bajador, ilógicas en un corredor supuestamente habilidoso al venir del mountain bike. Fue finalmente absorbido a poco más de diez kilómetros de meta, en plena bajada, y trató de colaborar con dos hombres que tiraban con una fuerza inusitada pues las circunstancias le acercaban sus objetivos: Colom era de largo más rápido que Contador y Schleck, lo cual le daba la victoria de etapa; Schleck, por su parte, recibía noticias de que a Chavanel se le había salido la cadena, lo cual ampliaba opciones de robar al francés el segundo cajón del podio.

Al entrar al Boulevard de los Ingleses todo parecía definido como finalmente se definió. Luis León iba en un grupito de diez donde había empalmado Chavanel, controlando las distancias sabedor de que se iba a llevar holgada y merecidamente la prueba. Schleck sabía que a su rival francés la avería le había costado ciertos segundos, lo cual le encaramaría a la segunda posición en la general final; incluso se permitió el lujo de dar un último relevo potente para después dejarse ir y no disputar el sprint. Toni Colom, por su parte, tenía la victoria casi asegurada y conseguía así el objetivo que tanto había buscado en esta París – Niza a pesar de un último golpe de riñón de Contador…

Contador. Estadísticamente se quedó sin recompensa. Moralmente, sin embargo, ha sido el gran triunfador: se ha revindicado como ciclista y como campeón. Además, desde este momento su faceta de celebridad puede ir ‘in crescendo’ sin muchas dificultades a poco que maneje bien su entorno mediático. Por último, no cabe duda de que esta experiencia será muy valiosa; ya decía Armstrong en su Twitter que le quedaba mucho que aprender. Ahora le queda un poco menos.

Pero, sobre todo, el que gran beneficiado hoy es el ciclismo. En estos tiempos de polémicas entre grandes vueltas, dopaje y debate sobre el pinganillo, son de agradecer jornadas de competición pura como la de hoy. Los líderes ya no escudan en equipos, ni se excusan en calendarios; ahora demuestras su condición de ‘grandes’ desde el primer hasta el último minuto de temporada. Eso lo agradece el aficionado fiel, también el aficionado medio al que los nombres llaman más cuando detrás hay hombres. Cuando hay la consciencia de que viendo hoy a Luis León vemos el principio de un próximo líder mundial. Cuando viendo hoy a Contador sabemos que observamos el principio de una auténtica leyenda.

París – Niza estalló en las manos de Contador

A treinta kilómetros de la meta se coronó el Puerto de primera de la Bourgaille en la séptima etapa de la París – Niza. Se acababa de formar un grupo casi perfecto para los intereses españoles: Alberto Contador (Astaná), líder de la prueba, junto al poderoso rodador Luis León Sánchez (Caisse d’Épargne), segundo en la general, y el escalador Toni Colom (Katusha), noveno. Por detrás, Frank Schleck (Saxo Bank) no podía mantener el ritmo y esperaba a su compañero Jens Voigt para intentar entrar en el grupo de los españoles. El resto de favoritos, incapaces, se organizaban esperando minimizar el tiempo perdido en meta.

La situación no podía ser mejor, la manera de llegar a ella tampoco. Todo había empezado con una fuga de una decena de corredores, donde viajaban Juan Antonio Flecha y Joan Horrach y de la cual el último superviviente fue un Martin Velits (Milram) que sólo fue cazado por el trío de españoles formado al final de la Bourgaille. La selección en el pelotón la llevaron a cabo los voluntariosos hombres de Cofidis; Remi Pauriol y Amaël Moinard, entre otros, se vaciaron para acercar a la victoria a un David Moncoutié al cual se le acabó la gasolina demasiado pronto. Empezaron entonces los ataques, donde tomó la voz cantante un Toni Colom que primero redujo el grupo a sólo ocho ciclistas. Luego, su aceleración sólo pudo ser respondida (y continuada) por Contador primero y Luis León después.

Fue entonces cuando se coronó la Bourgaille y todo parecía dispuesto para la entente. A Luis León le interesaba la general, asegurarse un puesto en el podio utilizando su potentísimo motor durante el descenso jalonado de repechos camino de Fayence; los anhelos de Colom iban por la etapa. Contador, por su parte, se hubiera quitado de un plumazo a todos los rivales menos el murciano de Caisse d’Épargne, una bendición si tenemos en cuenta que en la salida había cuatro ciclistas más en disposición de asaltar su liderato.

Hubo entonces momento para el recuerdo. La memoria nos retraía al “¡¡Luisle, Luisle!!” gritado por Contador hace dos años, camino de Cannes en la penúltima etapa de la propia París – Niza, cuando Luis León no quiso esperar al superclase madrileño de Astaná, que de haber ido con él se hubiera puesto de líder en una carrera que a la postre sería suya. Fue un momento de desacuerdo, en el cual un ambicioso Contador no quiso hacer un trato y ceder al murciano la victoria de etapa a cambio de quedarse con el liderato. Pudo haberse arrepentido. Esta vez, seguramente, se arrepentirá.

El recuerdo se convirtió en un fantasma que se pasó para saludar y complicarlo todo. Por detrás, Sylvain Chavanel (Quick Step) se había unido al dúo de Saxo Bank y conseguía reducir distancias respecto al trío de cabeza. El acuerdo tenía que llegar sí o sí, Luis León se acercó a Contador e intentó hablarle. El madrileño, demasiado altivo, no quiso saber nada y sí mantener sus opciones de llevárselo todo. Pasaba con menor fuerza al relevo porque era el líder y teóricamente no tenía tantos intereses como sus compañeros porque esa aventura llegara a buen puerto; su negativa a ceder nada resultó demasiado irritante.

Cuando los perseguidores alcanzaron la cabeza de carrera, sus hasta ahora compañeros de fatiga Toni Colom y Luis León Sánchez comenzaron a lanzar ataques que sonaban a reproche. Contador debía responder en primera persona, puesto que todo lo que fuera darles demasiada ventaja perjudicaba sus opciones de triunfo en al general. Los extranjeros, expectantes, dejaban hacer. Hasta que un ataque de Luis León no pudo ser respondido por el superclase madrileño, que se vio obligado a dejarlo ir y, lo que es peor, renunciar a controlar la distancia que tomara el madrileño. Hemorragia de segundos, la ambición hacía que a Contador se le escaparan Luis León y la carrera.

En apenas diez kilómetros de terreno rompepiernas (descenso técnico y repechos) el corredor murciano había recortado a Contador la ventaja que le llevaba en la general. El de Astaná, por su parte, tiraba a la desesperada con menos desarrollo del conveniente, pidiendo a sus compañeros de grupo algún relevo y acordándose de sus coequipiers, que viajaban en grupos más retrasados víctimas en casi todos los casos de un mal momento de forma. Sólo Voigt le daba un respiro, cuidando de las opciones de Frank Schleck, pero sin demasiada fe.

Quedaban sólo cuatro kilómetros hasta meta, dos de llano y dos de subida. Luis León llevaba un minuto de ventaja. Y entonces Colom reprochó por última vez a Contador su ambición, que había impedido al grupo de españoles llegar a meta y jugarse la victoria. El reproche, en forma de demarraje, no lo pudo responder el campeón madrileño. Voigt sí pudo. Schleck y Chavanel se quedaron a rueda de Contador, atónitos ante la impotencia del ex pupilo de Manolo Sáiz. Entonces el francés de Quick Step decidió dar el golpe de gracia, atacó y se llevó al de Saxo Bank a rueda para dejar a Contador solo y desfondado.

Lo que sucedió después fue una pájara en toda regla. También la imagen de un ciclista hundido, más psicológica que físicamente, debido a sus actos. Alberto Contador perdió casi dos minutos en tres kilómetros, fue superado por un grupo de veinte ciclistas como el más vulgar esforzado de la ruta que es devorado por el pelotón después de una infructuosa fuga en el llano. Uno tras uno le iban superando corredores infinitamente inferiores a él, pero sin la soberbia que había aparecido para hundirle y robarle una carrera que parecía suya.

Luis León Sánchez, por su parte, llegó lleno de rabia y fuerza bruta a cruzar la empinada línea de meta de Fayence, donde alzó los brazos al cielo como recuerdo a su hermano León Sánchez. Sacó cincuenta segundos a los otros favoritos, que llegaron encabezados por Colom; y castigó con casi tres minutos a Contador. A un Contador que, con una sangre fría que incluso se podría haber disfrazado de humildad, debería haber colaborado a tope con él y Colom para llegar a meta con ventaja, eliminarse rivales y ganarse amigos. No lo hizo y por ello seguramente ha perdido la París – Niza. La parte buena, la única, es que tiene 26 años y con esto aprende una valiosa lección.

Las Bielas de la Semana 4

Llevaba tiempo sin leer una mejor descripción para un ciclista que la aparecida en Ciclismo 2005 hace cosa de una semana: Luis León Sánchez, de profesión sus labores. Ignoro si la frase pertenece al autor del blog o a uno de sus comentaristas, pero es sin duda la manera perfecta de definir la sensación que destila el pedalear enérgico y anárquico de Luis León cada vez que se encuentra en forma. Como una Mula desbocada, y nótese el juego de palabras con su pueblo de nacimiento.

1. Reconozco que tengo cierta debilidad por los ciclistas potentes, y es por ello que los murcianos de Caisse d’Épargne me encantan. Ambos han dado casi un recital en el Tour Down Under sin necesidad de vencer. Mientras Luis León atacaba en cada momento, se metía en los sprints, tomaba la determinación mas alocada… José Joaquín Rojas aguantaba, cerebral, a los sprints. En ellos ha sido el más regular, siempre por detrás del Rabobank Brown y del dominador Allan Davis. Sin embargo, no ha llegado a ganar.

¿Dónde está el problema de Rojillas, que le impide la victoria? Yo lo localizo a falta de 200 metros de la meta. Antes realiza un trabajo más que aceptable buscando la rueda buena, llega siempre alrededor del quinto puesto de la fila de candidtos al triunfo. Después, demuestra una punta de velocidad más que aceptable que debería servirle para que cayera al menos una victoria en cada ronda por etapas donde participe. Sin embargo, a 200 metros de meta… nunca toma la mejor decisión, se abre demasiado pronto y a 60 km/h el viento frena muchísimo. Es importantísimo saber manejar el ‘rush’ final, sólo superdotados como Cavendish, Koldo Fernández de Larrea ó el Petacchi de hace tres años pueden ponerse de cara al aire tan pronto como lo hace Rojas.

2. Alegre, alegrísimo, triunfo el de Allan Davis en el Down Under. Tres etapas y general, revindicación de sus grandísimas cualidades (me atrevería a decir que de superclase), evidencia de que en la Operación Puerto cayeron muy buenos ciclistas que quizá no eran tan culpables. Davis es un canguro puro, rápido, dúctil y capaz de pasar puertos en cabeza de carrera a poco que se lo proponga; un olé para Discovery y Mitshubishi, que lo reintrodujeron en el ciclismo de competición.

Pero vamos, que en el Down Under la noticia siguieron siendo Armstrong y sus renovadas energías para acongojar a todo el mundillo ciclista. Lance ha atacado en todo momento, gran parte del espectáculo de la carrera ha estado en sus piernas y su cabeza. Con Sweet Baby Jesus (Jesús Hernández) como mejor coequipier, por cierto; dudaba que el ciclista de Ávila pudiera responder a las exigencias del equipo Astaná después de un año parado, pero me equivocaba. Un error de esos que te apetece reconocer.

3. Paralelamente al Down Under, con un seguimiento casi paralelo al de la prueba australiana en tierras italianas, se ha corrido el Tour de San Luis en Argentina. Estrenaba temporada Iván Basso (¿no la estrenaría en Octubre, con la Copa Japón?) y lo hacía con buenas condiciones, siendo sexto en la etapa reina que ganó Xavier Tondo. Basso es el penúltimo superclase que se ha consagrado a las grandes vueltas (el último es Contador), el dopaje truncó su carrera pero ha vuelto con ganas de verse y nosotros tenemos ganas de verlo. Volverá a demostrar calidad, se enfrentará a Armstrong en el Giro y en septiembre lo tendremos corriendo la Vuelta a España. Como dirían los italianos, Non vedo l’ora

Rebobinamos: siendo sexto en la etapa reina que ganó Xavier Tondo. Efectivamente, primera victoria de la temporada para el ciclismo español, brindada por el catalán de Andalucía – Cajasur en un vistoso final en alto argentino. El año pasado el honor de ser el primer nacional en mojar fue para Rojas en Mallorca, el anterior para Gálvez también en Mallorca si mal no recuerdo. Rompe Tondo la racha de sprinters, y espero que estrene un palmarés más o menos fructífero para su equipo. Un equipo que ha vivido cuatro temporada casi de espaldas a la victoria, teniendo a un solo ganador nato (Ventoso) en plantilla durante todo ese tiempo.