Desde el anuncio de su nacimiento a finales del año pasado en la mayor de las incógnitas, la bruma que rodeaba a GreenEdge ha ido disipándose para dejar paso a una claridad un tanto mate.
Las grandes incógnitas y expectativas, alimentadas por una información oficial servida a cuentagotas, han cristalizado en una realidad esperanzante, pero no refulgente. Al contrario que las dos rutilantes súper estructuras nacidas en temporadas anteriores con los cuales era comparado (Sky, Leopard Trek), el nuevo conjunto australiano no ha llevado a cabo incorporaciones de relumbrón, a pesar de lo cual ha conseguido configurar una plantilla sólida con la velocidad como virtud, la montaña como flaqueza y los Juegos Olímpicos como gran objetivo.
La clave propiciatoria de esta última circunstancia es la estrecha relación existente en todos los planos entre GreenEdge y Cycling Australia, la federación australiana de ciclismo. Tal y como explicó en una entrevista concedida a esta página en mayo Neil Stephens, director deportivo y por ello uno de los máximos responsables de la escuadra, ésta surge amparada en todos los aspectos por la federación y prácticamente crece desde su interior. El alma máter del equipo es uno de los hombres fuertes del ente, Shayne Bannan; el mecenas es el mismo empresario que patrocina la mayoría de proyectos de Cycling Australia, Gerry Ryan; el actual coordinador de la federación, Matthew White, ha ejercido de asesor y podría unirse al cuerpo técnico; staff y corredores tendrán a su disposición el European Training Centre de Varese, auspiciado por el Gobierno australiano y con parte de su usufructo atribuido a Cycling Australia… Numerosos lazos de unión que justifican que la escuadra sea puesta en servicio de los intereses federativos.
“Es un compromiso que hemos adquirido y por el cual estamos muy motivados”, explicaba Shayne Bannan, mánager general de la escuadra, en una entrevista en SBS. “Los Juegos Olímpicos significan mucho para el australiano medio y para nosotros sería fantástico contribuir al éxito del país en ellos. Trabajaremos codo con codo con Cycling Australia para asegurarnos de que nuestros corredores no tienen ningún problema para preparar los Juegos”. No es un caso único en el mundo del ciclismo, por cuanto ya existen equipos como Sky cuya fuerte ligazón con los estamentos federativos les suponen asumir que los picos de forma de sus corredores serán aprovechados preferentemente para eventos en los cuales los corredores no lucirán su maillot, aunque curiosamente sí su patrocinador.
Así, la plantilla de GreenEdge viene en gran parte condicionada por esta filosofía de servicio al país. Diecisiete de los treinta corredores de la plantilla son australianos; cinco de ellos (Jack Bobridge, Cameron Meyer, Michael Hepburn, Luke Durbridge y Leigh Howard) fueron medallistas en los pasados Campeonatos del Mundo de Pista de Appeldorn y centrarán su temporada en cuando menos repetir los méritos en el velódromo olímpico. El desarrollo de su inmenso talento en la carretera, donde los cinco tienen proyección para llegar a cotas altísimas, deberá esperar o cuando menos quedará en segundo plano hasta agosto.
Ejercerá de digno líder de la escuadra Matthew Goss, ganador de la pasada Milán-San Remo. El rápido ciclista de Tasmania deberá confirmar lo apuntado en HTC y convertirse en un esprinter de referencia, para lo cual contará con un conjunto de lanzadores y rodadores tan aptos como expertos (Baden Cooke, Stuart O’Grady, Wesley Sulzberger; un significativo bloque proveniente de Garmin, con Julian Dean, Matthew Wilson o Brett Lancaster) al cual se sumarán promesas con mucho que decir como el citado Howard. Tendrá además un calendario ideal toda vez que GreenEdge tiene asegurado un puesto en el World Tour gracias a una acertada política de fichajes que le llevó a incorporar ciclistas como Jens Keukeleire (ex Cofidis) y Aidis Kruopis (ex Landbouwkrediet) cuyos puntos han resultado claves para meter a su escuadra entre los quince primeros del misterioso Ránking de Mérito y, por ende, en la primera división del ciclismo mundial.
Precisamente Keukeleire será una de las grandes bazas de GreenEdge de cara a las clásicas, faceta en la cual el belga contará con el apoyo de un intermitente con receta para triunfar como Sebastian Langeveld (ex Rabobank) y el en ocasiones equívoco Thomas Vaitkus (ex Astaná). El resto de opciones ganadoras del conjunto australiano se sitúan nuevamente en el terreno de la velocidad: dos clásicos como Robbie Mc Ewen (ex RadioShack, se retirará antes del Tour de Francia para integrarse en el staff técnico) y Allan Davis (ex Astaná) se sumarán al citado Aidis Kruopis, gran sensación del calendario belga, y a una joya por descubrir llamada Mitchell Docker (ex Skil-Shimano).
Este panorama deja una evidente flaqueza en el planteamiento deportivo de GreenEdge: carece de corredores de garantías para la montaña, tanto alta como media, y como consecuencia de opciones de destacar en las generales de las rondas por etapas. Apenas Simon Gerrans (ex Sky) y Pieter Weening (ex Rabobank) cuentan con bagaje a este respecto, con sendas victorias en etapas de montaña de Tour de Francia y Giro de Italia pero escasa consistencia a la hora de pelear por una buena clasificación final. Expectativas en torno al eritreo Daniel Teklehaimanot aparte, Bannan explicó en una entrevista con Sidney Morning Herald que “desarrollar un vueltómano australiano de nivel en nuestra escuadra va a requerir dos o tres años” y citó a sus dos favoritos para rellenar este hueco en un futuro: los integrantes de la cuarteta vigente campeona del mundo de persecución por equipos Cameron Meyer y Jack Bobridge.
Ni Roma ni Sidney se construyeron en un día, y tanto Bannan como el resto de los técnicos de GreenEdge han sabido desalentar la excesiva expectación creada en torno a una escuadra cuya financiación (mecenazgo de un magnate) suscita suspicacias por el precedente de Leopard Trek. Los australianos han aprendido del error del Team Sky, cuya pompa a la hora de vender su proyecto provocó que sus resultados iniciales fueran leídos en clave de fracaso. En GreenEdge se habla con un tono más modesto, menos pretencioso, y con el ojo claramente puesto en los esprints y en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, epicentros del primer año de una existencia cuya vida se extenderá al menos dos campañas más.