Bendita costumbre de combatividad

Tras el monumental sobresalto de ayer, la etapa de hoy no ha llegado a sorprender a nadie. En este Tour, la combatividad se ha convertido en una bendita costumbre.
La jornada camino de Pinerolo respondió al guión acostumbrado en un día de media montaña de una gran vuelta, más aún si éste se sitúa en la tercera semana de carrera: una fuga numerosa se marchó ante la pasividad del pelotón, corredores de segunda fila buscaron moverse para dar un salto en la general, el equipo del líder controló y en los postres se atizaron los favoritos con escasa significación mientras quienes marchaban por delante se jugaban la victoria. Pura, emocionante, normalidad.
Bien sabe de esto Rubén Pérez, ciclista de Euskaltel, el esforzado de la ruta que más escapadas del día (6) lleva acumuladas en este Tour junto a Mickäel Délage y Jérémy Roy (FDJ). Hoy se filtró entre los catorce de turno e incluso a estos les atacó en la subida a Séstriere; dejaba atrás al meritorio Andrey Amador, fugado a pesar de su esguince de tobillo, y a grandes escapistas como Sylvain Chavanel o Sandy Casar. También estaba en el grupo el irresistible Edvald Boasson Hagen, quien le adelantó en la subida a Pramartino y se resarció imponiéndose en meta de su derrota de ayer ante Hushovd. Precedió a Bauke Mollema, incapaz de neutralizarle y afectado por la mala suerte de su compañero en la empresa de cazar al gigante noruego, un Jonathan Hivert que desperdició la última oportunidad del modesto Saur-Sojasun de llevarse un parcial de esta Grande Boucle con un accidentado descenso que incluyó un derrape, una caída y una salida de bandera hacia un patio vecino a la calzada.
En el mismo descenso atacaron, desaforados y en conjunto para regocijo de Pepe Martí, preparador físico personal de ambos, Samuel Sánchez y Alberto Contador. El español ya lo había probado en la subida previa; su demarraje, sin embargo, estaba cantado y encontró la firme resistencia de unos hermanos Schleck dispuestos a no ser ridiculizados de nuevo por el ciclista de Saxo Bank. La bajada suicida de asturiano y madrileño apenas se tradujo en meta en 27 segundos de ganancia, para ellos y para el resto de favoritos, sobre el líder Thomas Voeckler (casi calcó el descenso de Hivert) y un Ivan Basso cuyo punto fuerte jamás fue la suerte del descenso.
El italiano de Liquigas es, precisamente, uno de los grandes interesados en las etapas que mañana y pasado decidirán en gran parte el Tour, en vísperas de la definitiva contrarreloj de Grenoble (sábado). La acumulación de dureza beneficiará a los fondistas como él. El viernes se afrontará el interminable Galibier por el lado de Télégraphe y, tras un larguísimo descenso, el legendario Alpe d’Huez. Antes, el jueves, se subirán tres puertos de categoría especial: el eterno Agnello, el durísimo Izoard y otra subida de enorme longitud como el Galibier encarado por la vertiente de Lautaret, poco adecuada para exhibiciones dada su exigua pendiente media de menos del cinco por ciento.
Serán dos jornadas, especialmente la de mañana, donde quien desee hacer daño deberá ser ofensivo desde lejos para ver su traducida su agresividad en diferencias en la meta. La posición ventajosa de un Evans cuyo punto [apenas] débil está en la alta montaña y la ausencia de un equipo verdaderamente dominante incentiva esta posibilidad de ataques lejanos. Unos Schleck heridos en su orgullo y ridiculizados en el mundillo ciclista, el sufridor Basso, los acostumbradamente combativos Contador y Samuel Sánchez e incluso un Movistar dispuesto a dejar fuera de control a Mark Cavendish para precipitar el maillot verde de la regularidad sobre los hombros de José Joaquín Rojas tienen mañana y pasado terreno de sobra para traducir sus intenciones en hechos. O, al menos, en honrosos intentos que dejen una marca en la memoria del aficionado, ávido de gestas que pongan la guinda a este intenso Tour de Francia.
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Delante y detrás de la lluvia

Delante de la lluvia que acompañó durante la práctica totalidad de la jornada de hoy al pelotón viajó durante gran parte de la etapa una fuga de cinco esforzados de la ruta que, puro coraje, se lanzaron a por todas desde el inicio de la jornada. Un contrarrelojista cuya clase viene anunciada desde hace años, Adriano Malori de Lampre; un colombiano atípico de Cofidis, Leonardo Duque; una verdadera fuerza de la naturaleza en busca del gran resultado que le saque a la palestra, Anthony Roux de FDJ; dos ciclistas que, siguiendo la idiosincrasia de su equipo (Vacansoleil), atacan sin temple y la mayoría de veces sin beneficio, Johnny Hoogerland y Lieuwe Westra.
Avanzaron juntos, mojados pero no empapados, protegidos por el viento de cola, hasta el momento en el cual se rompió su entendimiento. Se atacaron entre sí, como si no fuera suficiente con la agresión de la lluvia, hasta que sólo quedó en cabeza el homérico Malori. Buscaba atraer hacia el maillot blu-fucsia los ojos de unos aficionados que difícilmente volverán a observar la prenda con atención, toda vez que su principal esprinter Alessandro Petacchi se ha diluido en el aluvión de jóvenes velocistas y su líder para la general Damiano Cunego parece destinado a ser arrastrado por la corriente a las catacumbas de la clasificación con el paso de los días y el inicio de las hostilidades entre los grandes favoritos. La empresa de Malori naufragó a menos de cinco kilómetros de meta…
Detrás de la lluvia, lejos del pelotón, se quedaron multitud de hombres cuyo pecado consiste en no haber estado donde debían cuando debían. Errores de colocación, despistes propios o ajenos… resultan en caídas y cortes que merman las prestaciones. Y la salud, claro. Ciclistas ya debilitados, como Chavanel, Boonen, Intxausti o Amador, se quedaron descolgados por diversos incidentes y tuvieron que resentirse de sus heridas lejos de la cabeza de carrera, junto al habitual bloque de gregarios de un Contador que llegó solo en el pelotón, huérfano de coequipiers, y trató de buscar pelea en el repecho final sin fortuna. Aún más abandonado, náufrago en medio de la lluvia, quedó un Kiryienka cuya tardía llegada a meta fue saludada por los comisarios del Tour de Francia con un fuera de control.
Los perjudicados más significativos de estos días donde la lluvia está haciendo acto de presencia para provocar la marejada en el seno del pelotón están siendo, sin duda, los hombres del conjunto RadioShack. Johan Bruyneel presentaba cuatro posibles líderes en la salida de Vendée, potenciales top10 e incluso aspirantes al podio: Janez Brajkovic, Levi Leipheimer, Chris Horner y Andreas Klöden. Sólo los dos últimos se mantienen indemnes, secos de percances reseñables. Leipheimer perdió de vista la lluvia de hoy con una caída cerca de meta que le ha costado algo más de un minuto de pérdida; Brajkovic ni siquiera llegó a verla, sepultado ayer por una escalofriante caída que le fuerza a poner sus miras en la próxima Vuelta a España para evitar que su hoja de servicios de esta temporada quede en blanco.

De entre la lluvia, siguiendo la rueda de un Bauke Mollema valiente y quimérico, apareció Geraint Thomas con su maillot de mejor joven; reconocimiento para un corredor tan bisoño como polifacético, con tantos años por delante como posibilidades de deslumbrar en un futuro. A su rueda otro prodigio: Edvald Boasson Hagen. Coequipiers en Sky, talentos solapados entre sí por fuerza y ambición, pero complementarios por cuanto uno (Thomas) aporta la consistencia y el otro (Boasson Hagen) pone el instinto ganador, ese que le lleva a atesorar 52 victorias en seis años como profesional (11 de ellas en el ProTour) con sólo 24 años. El galés lanzó al noruego, y éste sencillamente mantuvo a raya a su compatriota Thor Hushovd y el minusvalorado Matthew Goss. Triunfo sensacional para un vikingo destinado a coleccionar trofeos en todas las circunstancias posibles y por muchos años, llueva o truene por el camino.

Fotos: Cyclingnews y Movistar Team

Peter Sagan: un proyecto de ciclista total

«Esto es un ciclista», dijo el CEO de Cannondale Rory Masini en su blog el día que consiguió la victoria en la tercera etapa de París-Niza. La gran sensación del panorama ciclista mundial es eslovaco, corre en Liquigas y se llama Peter Sagan.
Sumando el primer parcial del Tour de Romandía obtenido hoy a las dos etapas de París – Niza que se llevó en el mes de marzo, son tres las victorias que Peter Sagan (1990, Zilina) luce en su palmarés en su año de neoprofesional. Los tres triunfos los ha conseguido el eslovaco en el más alto escalón, en el calendario ProTour e Histórico que configuran el primer nivel del deporte de la bicicleta. Prácticamente sólo ha corrido pruebas de este nivel (apenas cuatro días de competición en el Europe Tour), indicador de la tremenda confianza que tienen depositado en él los gestores del equipo Liquigas y, sobre todo, de su irresistible calidad.
Lo que más llaman la atención en la temporada de Sagan, sin embargo, no son tanto los resultados como el desempeño. Fuera de la bicicleta es callado y educado, apenas hay entrevistas con él porque no maneja con soltura en inglés. Sobre ella sucede al revés: es polivalente y descarado. En su primer día de competición entró en la fuga del día junto a dos hombres con Tours de Francia en el palmarés como Lance Armstrong y Óscar Pereiro, luciéndose en el llano. En la segunda etapa que se llevó de París – Niza ganó demarrando en un repecho, derrotando en su terreno a superclases como Alberto Contador o Alejandro Valverde. Ayer fue segundo en la crono que hizo de prólogo en el Tour de Romandía, por delante de reconocidos contrarrelojistas como Michael Rogers o su coequipier Roman Kreuziger. Hoy, en la primera etapa de la ronda suiza, ha ganado un esprint masivo con una ‘volata’ potente, 200 metros cara al aire para superar a velocistas como Francesco Gavazzi o Robert Hunter.
No hay terreno que se le resista. Peter Sagan incluso se atrevió a probar en París – Roubaix, donde no fue capaz de concluir. «Aún no sé lo que soy», reconocía con sencillez aquellos días. Había que probar: ya había sido segundo en la versión junior del ‘Infierno del Norte’, sólo superado por el inglés Andrew Fenn, en el mismo 2008 en que se coronó campeón del mundo de mountain-bike. Y es que esa es otra de las condiciones que hacen hablar de Sagan como ciclista total: ha ganado un Mundial de Mountain Bike junior y sido segundo en el de ciclocross sub 23, amén de sus exitosas incursiones en carretera animado por su hermano Juraj, al cual incorporará consigo a Liquigas la próxima campaña.
No es sencillo recordar una irrupción más fulgurante en el ciclismo de primer nivel; quizá Vanderbroucke se acerque un poco a sus prestaciones, pero no a sus resultados. La pregunta ahora es hasta dónde llegará el fenómeno Sagan. Con contrato firmado hasta 2012 con Liquigas, posiblemente el bloque más potente del ProTour, e infinitas posibilidades físicas, cabe preguntarse (como con Boasson Hagen) hacia dónde se autolimitará Sagan en este ciclismo moderno donde la especialización es una condición sinecuánime para ser un campeón. Tal vez hace treinta años un talento como el de Sagan pudiera haber marcado historia a la altura del ‘Caníbal’ Eddy Merckx como ciclista total capaz de batirse con los mejores en terrenos tan dispares como Milán – San Remo, París – Roubaix o el Tour de Francia. O tal vez sus magníficas condiciones le permitan incluso hacerlo en la actualidad…

Ride the line, Walk the line

En el deporte, hay veces que el deseo de éxito acaba por opacar el resto de aspectos de la competición. No hablamos sólo de dopaje; de hecho, este artículo no pretende referirse a esto lo más mínimo. Nos referimos más bien a otras partes, o conductas. Todas aquellas que están haciendo que el equipo Sky pase de ser sensacional por lo positivo a sensacional por lo negativo…

‘I walk the line’ (‘Camino la línea’) es uno de los éxitos míticos de Johnny Cash y el título de una película autobiográfica del conocido cantautor. La canción supuso su consolidación en el olimpo de la música country en 1956, tras su salto a la fama con ‘Folsom Prison Blues’ un invierno antes. Y es, también, el perfecto resumen de la fulgurante carrera de Cash. Su letra habla de ojos bien abiertos, de la vista puesta en un objetivo, de mantenerlo entre ceja y ceja día a día…
El equipo Sky ha sido el gran tema de conversación, tanto deportiva como extradeportiva, en el ciclismo mundial. Su parafernalia no tiene igual en el mundo de la bicicleta; yo, al menos, nunca había visto un autobús de equipo que recibiera encerados cada día para mantener su brillo intacto. Y eso es un ejemplo nimio para ilustrar hasta que punto cultivan los británicos el gusto por el detalle. Su alto presupuesto (30 millones de libras según un rumor desmentido, sexto mayor del mundo según su alma máter Dave Brailsford) se gasta en conceptos sin precedentes en el mundo del ciclismo, como la colaboración con el equipo McLaren de Fórmula 1 para usar su túnel aerodinámico o modificar el tradicional pinganillo con una serie de características que lo hacen más cómodo para el corredor e imposible de «piratear» para los directores de otros equipos.
‘Ride the line’ es el emblema de Dave Brailsford, mánager del equipo Sky. Los maillots del equipo británico lo llevan bordado en el interior, según relata Alain Laiseka en Deia. El significado de la frase, siempre según Laiseka, es ‘cruza la línea’. Brailsford va, pues, un paso más allá que Johnny Cash: no se conforma con caminar sobre la línea sino que se exige rebasarla. Y, si tenemos en cuenta la vida y canción de Cash, el tema toma otro cariz. Johnny Cash desarrolló una drogadicción a la par que su notoriedad; probó «todo lo probable». Y, en ‘I walk the line’, hace una referencia que ya se podría aplicar al equipo Sky: «me encuentro solo / cuando pasa cada día».
Más allá de fanfarrias, espectacularidades y vanguardismos, los británicos han cometido un error al ignorar los principios fundamentales del ciclismo, aquellos que no están escritos. Su revolución no entiende de conceptos tácitos. Comenzaron arrebatando a dos ciclistas con contrato de sus respectivos equipos: Ben Swift (Katusha) y Bradley Wiggins (Garmin). En el caso de Wiggins, aunque no existen cifras oficiales, se habla de que la estructura de Jonathan Vaughters recibió cuatro millones de libras de compensación por la rescisión del compromiso que les unía al corredor inglés. Esto no es óbice para considerar estos hechos como atentados contra las bases del mercado de fichajes ciclista, en los cuales un contrato es inviolable.
Por otra parte, la conducta en carrera de Sky ha sido motivo de polémica en más de una ocasión. La más sonada fue la cacareada cuarta etapa del Tour de Omán, donde se negaron a tirar en solitario para defender el liderato de Boasson Hagen, como les correspondería según las reglas no escritas del ciclismo, para acabar acelerando en la zona de avituallamiento, saltándose otra de esas reglas no escritas. Ello les valió la represalia del resto del pelotón, que encabezado por Cervélo descolgó al líder Boasson Hagen aprovechando que paró a orinar. En definitiva, sus malos gestos provocaron la ‘vendetta’, que a su vez les hizo perder la general de la carrera asiática.
Son las cosas del vanguardismo. El cambio, lo único que nunca cambia según Schopenhauer, siempre suscita recelo; más en un gremio tan inmovilista como el ciclista. Y más aún cuando va acompañado de éxito. Eso añade al recelo por el cambio un sentimiento aún más pueril como la envidia, algo que sin duda condiciona las valoraciones que, desde otros equipos, se hacen de Sky.
Si miramos a Cash, el hombre que caminaba la línea, vemos que fue capaz de recitar un brillante epitafio, ‘Hurt’, que acaba afirmando «si pudiera volver a empezar / me mantendría / hubiera encontrado la manera». Mejor para Brailsford no pensar en rectificar, en desistir de revolucionar al ciclismo. Johnny Cash murió viejo, tras una vida intensa y con una prole extensa que incluye varios artistas que continúan con su legado. La desaparición de Sky se antoja lejana. Y la herencia que dejará en muchos términos para nuestro deporte no tendrá precio.
PD Os adjunto el vídeo de ‘Hurt’, originalmente de los Nine Inch Nails y versionada como obra postrera por  Johnny Cash… a mí al menos me pone los pelos como escarpias

Responderán las piedras

El pavés es, para una parte significativa del mundo del ciclismo, el terreno más espectacular para el deporte de la bicicleta. Resulta un poco aventurado afirmar esto, aunque sí podríamos asegurar que se trata de la especialidad más emotiva. La tremenda instantánea del corredor que embarrado hasta las cejas cruza la línea de meta del velódromo de Roubaix al límite de la extenuación es indudablemente más emocionante que la ligereza transmitida por el escalador puro bailando sobre cuestas del diez por ciento o la perfecta frialdad del contrarrelojista que se acopla en su ‘cabra’ y despliega su potencia mientras ofrece la mínima resistencia al viento.

En el adoquín, estas sensaciones se diluyen: no hay lugar para la ligereza, la potencia o la aerodinámica. En el adoquín sólo hay lugar para el sufrimiento, para el rostro desencajado y sucio, para las caídas injustas que arruinan grandes exhibiciones y para las diferencias brutales en terreno completamente llano. Y, si hay mal tiempo… si hay mal tiempo todo se amplifica, el deporte pasa a un segundo plano porque su lugar preminente lo toma la épica. La dificultad añadida casi imposibilitan la táctica y la técnica: sólo quedan la fuerza y el dolor de piernas… sólo queda ejercer de héroes…
Para muchos aficionados y corredores la temporada inicia el sábado de la última semana de febrero. Este día acoge la Omloop Het Vok, ahora llamada Omloop Het Nieuwsblad tras asimilar al tabloide Het Volk su compañero de conglomerado mediático Het Nieuwsblad: es la primera carrera de pavés del año.

Se alza el telón de la temporada de piedras y, en esta ocasión, el teatro ciclista no tiene guión. No existe un rival a batir que sea temido unánimemente, aunque los resultados del año pasado postulan al bloque de Quick Step como tal. No en vano, la escuadra belga cuenta con los ganadores de los dos Monumentos de pavés de 2009: Stijn Devolder, que se hizo con su segundo Tour de Flandes consecutivo y va en busca del tercero; y Tom Boonen, que en Roubaix se anotó también su segunda victoria seguida. Tras ellos, un segundo espada temible como Sylvain Chavanel y un grupo de gregarios capaces de lo mejor como Kevin Hulsmans, Kevin Van Impe, Wouter Weylandt o el español Carlos Barredo.
Frente a ellos, dudas. Tales como saber si Fabian Cancellara llegará en buenas condiciones a estas carreras, en contrapartida al lamentable estado de forma mostrado por la locomotora suiza el año pasado. Ver qué tal se desenvuelve el sensacional Boasson Hagen en el pavés donde ya ganó Gante – Wegelvem, si tomará los galones de líder en Sky o se los cederá al experimentado Juan Antonio Flecha, que quizá se encuentre ante una de sus últimas temporadas para optar a la victoria en Roubaix. Calibrar cuál es el potencial real de BMC, cuya cuarteta con el ex campeón mundial Ballan, Hincapie, Burghardt y Kroon puede ser el azote del resto de candidatos a todo. Y lo mismo podríamos decir de Cervélo, que en la pasada campaña tuvo un papel destacado con Thor Hushovd y Heinrich Haussler con el único remate del triunfo del noruego en la propia Het Nieuwsblad. Será interesante ver también la labor del inconsistente Maaskant con Van Summeren a su lado en Garmin, lo acertado o no de la fe ciega de Bjarne Riis en Matti Breschel, la necesaria redención del Omega Pharma – Lotto de Gilbert y Hoste tras sus desafortunadas actuaciones de 2009, si Pozzato conseguirá al fin el Monumento de pavés que su calidad merece…
Muchas, muchísimas preguntas. Muchísima emoción en este período de un curso ciclista 2010 que se presume incierto y sorprendente en general. Una parte de estas incertidumbres, sorpresas y preguntas… las determinarán y responderán las piedras en estos dos meses de ciclismo. Épico ciclismo…

Foto: Cyclingnews

Boasson Hagen y la autolimitación

Aunque la escasa tradición ciclista de su país suponga un hándicap a la hora de postularse como superestrella, es difícil recordar un corredor más polifacético, instintivo y repleto de clase que Edvald Boasson Hagen. Posiblemente haya que retrotraerse al enorme Frank Vanderbroucke para encontrar a alguien con tantísima facilidad para ganar y, sobre todo, con la calidad diferencial de poder hacerlo en casi todas las especialidades existentes en el ciclismo en ruta.
Con tan solo 19 años, EBH consiguió tres victorias de etapa en el Tour del Porvenir con las cuales mostró por primera vez al gran público su versatilidad. Ganó un parcial al sprint, otro escapándose en los últimos kilómetros, otro con una fuga lejana. Sus dos temporadas en Columbia han sido una confirmación de lo apuntado. Sus sprints, lejanos y potentes, son demoledores; sus demarrajes «a lo Recio», capaces de desarmar a un pelotón y sólo ponderables con los de Cancellara. Su inmenso talento le hace aspirar al triunfo también en contrarrelojes (Critérium Internacional 2008), clásicas de pavé (Gante-Wegelvem 2009) o etapas de media montaña (Vuelta a Polonia 2009). Sólo la alta montaña, los grandes puertos, constituyen una meta no franqueada para el corredor noruego; sin embargo, parece estar a su alcance. Aún no ha competido en ella al máximo nivel…
La pregunta es si lo intentará. Su rol de líder en su actual equipo, Sky, le hace contar con un grupo de hombres de primer nivel a su disposición. Pero también con la responsabilidad de cumplir ciertos objetivos, que en este momento son para el superclase noruego derrotar a los grandes velocistas al esprint. Lo asombroso es que lo hace. El precio a pagar por centrarse en volatas es, dentro del ciclismo contemporáneo caracterizado por la especialización, no evolucionar en otras facetas donde podría ser, también, el mejor. Es inevitable, por otra parte; EBH se autolimitaría eligiera lo que eligiera, en este ciclismo es una utopía ser un todoterreno ganador como el Eddy Merckx que le declara su admiraciòn. O tal vez para el noruego no lo sea. Cuando hablamos de un ciclista tan especial… se rompen moldes…

Foto: Cyclingnews

Cinco grandes rodadores de futuro

Lars Boom Ha sido una de las sensaciones de la semana (y de la Vuelta a España) gracias a una fuga antológica camino de Córdoba, en una de esas extrañas donde todos están contentos: Boom por ganar, Xacobeo por auparse al liderato por equipos, los favoritos por haber descansado… incluso Roels, simpático corredor de Milram, por haber destacado. La cuestión es que el joven ciclista de Rabobank fue capaz de dejar con la miel en los labios a sus doce compañeros de escapada mostrándose como el más fuerte en todos los terrenos: subiendo el Alto de San Jerónimo, bajándolo, rodando camino de Córdoba. Sólo el ciclotímico David Herrero estuvo cercano a su rendimiento; si le hubiera cogido rueda desde el principio, posiblemente hubiera llegado a meta con él. Pero no fue así, y Boom pudo culminar con victoria una manera impresionante de presentarse al gran público.

Edvald Boasson Hagen Mientras la Vuelta concentra todos los focos del ciclismo mundial, el deporte de las dos ruedas se sigue desarrollando en otras latitudes. Por ejemplo, en Gran Bretaña. Allí, el Tour of Britain tiene lugar con una participación de menos de cien corredores, más bien pobre para una carrera .1. Pero, si bien falta cantidad de ciclista, no falta calidad. Sólo hay que mirar los tres primeros de la general: el joven americano Chris Sutton (Garmin) es tercero, el increíble EBH es segundo, el recién recuperado Kai Reus (Rabobank) es líder. Cualquiera de los tres podría ser el nombre principal, pero me quedo con EBH por ser absolutamente impresionante en cualquiera de las carreras en que participa. Aquí lleva dos etapas. Sólo tiene un techo: el que él mismo se ponga.

Francesco Gavazzi Ha crecido silenciosamente. Incluso opacado. Delante suya, otros prospectos del ciclismo italiano demostraban más talento para el llano y las clásicas. Mejor dicho, brillaban más. Por ejemplo, el ‘passista’ Francisco Ginanni. O la revelación de las semiclásicas de agosto y septiembre Mauro Santambrogio, compañero de equipo de Gavazzi en Lampre que ha corrido el peligro de estancarse tras pasar a profesionales demasiado pronto. Incluso su casi homónimo Mattia Gavazzi, de Diquigiovanni, le ha dejado en un segundo plano. Sin embargo, en Lampre saben desde hace tiempo que en Franesco tienen un corredor con gran potencial futuro, buen rodador y mejor sprinter. Pero también rodador, una faceta que los velocistas tienden a olvidar y Francesco mostró este fin de semana en el prestigioso GP Nüremberg imponiéndose con una cabalgada en solitario. Él es gran parte del futuro del ciclismo transalpino, el año que viene rondará el top10 de las clásicas con toda seguridad.

Mathieu Ladagnous Tengo cierta fijación por este ciclista. En la misma etapa donde Boom asombró, el de Française des Jeux se filtró en la fuga. Sin éxito ninguno, llegó décimo al ser incapaz de superar San Jerónimo con los mejores. Pero no hay que despreciar para nada su tremenda calidad, limitada en estos días por los 63 días de competición que lleva en las piernas. 63 un número algo excesivo para un joven de 25 años; así funciona Madiot. El año que viene comenzará a disputar de verdad las clásicas, a tenerlas como objetivo prioritario, y entonces se podrá valorar en la medida justa su potencial. Yo, por lo pronto, lo veo superando en palmarés a Fredéric Guesdon. Ampliamente.

Jonathan Castroviejo Después de cuatro extranjeros, el español. Uno de los rodadores más brillantes del pelotón español, llamado a rellenar junto a Luis León Sánchez el hueco de Abraham Olano e Igor González de Galdeano que por las visicitudes de la Operación Puerto no pudieron tomar Rubén Plaza y Manuel Lloret. El vizcaíno ha realizado un año espectacular, con tres victorias en Haut Anjou, L’Isard y, como guinda, en el Tour del Porvenir. Excepcional para un corredor de 22 primaveras. Aún le queda el Mundial para rematar una temporada de ensueño, en espera de dar el salto a Euskaltel en 2010 junto a su compañero en Orbea Romain Sicard, que por cierto se adjudicó brillantemente la general del Tour del Porvenir. De qué puede significar eso intentaré hablar otro día…