Espaldarazo, recompensa y gran carta de presentación

Físicamente no hay demasiada diferencia entre ser primero o segundo. Centímetros, segundos, rara vez hay un margen mayor a un minuto entre el ganador y el siguiente; muy excepcionalmente se llega a distancias en las que no haya apelación posible a la mala o la buena suerte. La diferencia entre la victoria y la no-victoria (en ciclismo hablar de derrota es, según en qué casos, muy subjetivo) es, por tanto, más mental que física. Ser primero aporta motivación, gloria y reconocimiento, pero sin embargo no requiere mucho más esfuerzo que ser segundo. No. Sólo exige detalles, escondidos en la confianza, el coraje, la inteligencia. En aquellas cualidades del deportista que emanan de su cabeza. La diferencia entre ser primero y segundo, por tanto, sale de la mente y redunda en ella. Podríamos decir que la victoria es apenas una ilusión mental…

Galimatías y circunloquios aparte, la victoria es normalmente el objetivo número uno del deportista. Por eso es tan complicada de obtener y por eso gratifica tanto, más aún si se consigue merciéndola más que el resto de competidores; por eso José Herrada levantó hoy los brazos con tanta satisfacción en la meta de la sexta etapa de la Volta a Portugal. El conquense estrenó su palmarés a lo grande, con un triunfo en la Grandísima conseguido merced a un ataque bravo a unos cuarenta kilómetros de meta. El conquense cabalgó en solitario por dos puertos, desafiando a un pelotón donde los intentos de fuga eran rápidamente entorpecidos por sus compañeros de Caja Rural y el ritmo marcado por los poderosos Barbot y Palmeiras Resort, que buscaban el esprint respectivamente con Sergio Ribeiro y Cándido Barbosa, O Cándido. Finalmente trece exiguos segundos sirvieron a Herrada para conseguir su primera victoria como profesional y tocar con aún mayor fuerza la puerta del ProTour. Como bien dice en la nota de prensa de su equipo, “[esta victoria] es un espaldarazo a mi carrera, una recompensa a tanto trabajo y una gran carta de presentación”.
Espaldarazo, recompensa y gran carta de presentación es también el significado de esta victoria para Caja Rural. Se trata de la tercera de la temporada para la formación navarra; la particularidad es que las tres han llegado esta semana. Inauguró la racha Arturo Mora imponiéndose en un parcial de la Vuelta a León, de categoría .2; siguió el magnífico Oleg Chuzda, un ciclista que en verano da el rendimiento de un genuino superclase, en los primeros compases de la Volta a Portugal. Herrada compuso ayer el tercer capítulo de este período de tiempo ideal para la escuadra dirigida por Eugenio Gokoetxea.
Una semana ideal, justo es reconocerlo, obtenida por derecho propio después de meses de mucho lucimiento y sacrificio sin resultados, sin números que figuraran en el papel con el mismo fulgor que los bancarios lo habían hecho en la carretera. Caja Rural, poco a poco, se ha ganado el cariño y el reconocimiento de aficionados y mundillo ciclista en general gracias a encarnar con dignidad un concepto históricamente tan presente en el ciclismo español: el de escuadra de formación para que corredores de calidad den su primeras pedaladas como profesionales. Un concepto ausente desde hacía algún tiempo ahora que las estructuras de Segunda funcionan con una suerte de autarquía y las de Tercera (categoría donde sencuadra Caja Rural) suelen ser muy precarias y reunir poquísimo talento. Los navarros rompen con estas feas tendencias modernas, casan más con las clásicas y lo han sabido demostrar en un calendario que hasta ahora apenas ha superado los sesenta días de competición y acabará, tirando alto, en ochenta. Planean, según las noticias que van surgiendo en torno al tema, dar el salto a la categoría Profesional en 2011. Para ello tendrán la confianza de una caja de ahorros que confía en ellos y el aval (espaldarazo, recompensa, carta de presentación) de una excelente temporada remachada con tres triunfos de mérito… y quién sabe si alguno más…
Anuncio publicitario

La Portugal de O Cándido

Se desarrolla estos días la Volta a Portugal, una de las carreras más bonitas y disputadas de todo el calendario internacional. El ciclismo luso, cada vez más abotargado y cerrado en sí mismo, ha revivido como cada agosto para mostrar un espectáculo difícilmente comparable con lo ofrecido en el resto de pruebas. En la ronda organizada por PAD se ensaya un estilo diferente que procede de las características de los corredores locales como Cándido Barbosa, O Cándido; las carreras jamás llegan a ir controladas del todo, las fugas se originan y anulan de un modo prácticamente espontáneo, los esprints son un avispero de corredores luchando a codazos donde los hombres más duros y curtidos suelen sacar tajada. O Cándido
En Portugal lo excepcional ver un ‘treno’ de corredores del mismo equipo en cabeza del pelotón. Eso, precisamente, es lo que tiene este año a su servicio O Cándido, paradigma del ciclismo autárquico y endógamo que por suerte o por desgracia reina en el país vecino. Palmeiras Resort, una auténtica superescuadra liderada para la general por David Blanco y con tres gregarios (Mestre, Vitorino, André Cardoso) de auténtico lujo que serían jefes de filas en cualquier otra de las formaciones participantes en la Volta, muestra por lo pronto potencial para bloquear la carrera. En dos etapas rompieron el pelotón para limar la ventaja que tomó en una fuga el fenomenal Oleg Chuzda y regalar un maillot amarillo a O Cándido; en Senhora de Graça, frustraron a Sergio Pardilla primero y Hernani Broco después para encumbrar al propio Blanco. Habrá que ver si persisten o si se hunden como el LA-Liberty que intentó la misma jugada hace varios años y se dio de bruces contra la enorme motivación de los pedalistas lusos, capaz de dejar en evidencia a auténticos superclases de nivel mundial como sucediera a Damiano Cunego el año pasado.
Los ciclistas portugueses se crecen en la Grandísima. Ultracombativos, exhiben unas cualidades que no suelen reproducirse a la hora de la verdad fuera de su país. Puede que sea por mera endogamia como sucede en el caso de O Cándido; o puede que sea más bien por falta de oportunidades. Las experiencias exitosas de Manuel Cardoso (Footon), Rui Costa (Caisse d’Épargne) y Tiago Machado (RadioShack) hacen deducible esto último y merecido un voto de confianza para las jóvenes promesas lusas, a la par que auguran un futuro halagüeño en cuanto a presencia internacional de corredores del país vecino. El último y necesario paso será el nacimiento un equipo que haga olvidar los defenestrados Maia y Liberty, mire más allá del escueto calendario luso y proporcione a los ciclistas de mayor proyección un hueco en el panorama mundial.