Sylvain Chavanel
La Quiniela de Flandes
Chavanel se concede un bis
Las Bielas de Flandes
El Tour de Flandes es un Monumento, y las cosas en Flandes son, cómo no, monumentales. Pero dentro de lo monumental, lógicamente, hay más monumental y menos monumental. La victoria de Stijn Devolver hoy ha sido, sin duda alguna, muy monumental. Monumentalísima
Pero entonces Peeters resbaló, o pareció resbalar. Mandó a Chavanel, el más desgastado de sus tres gallos, con Quinziato por delante. En el grupo, mientras tanto, parón. Tal vez los más de treinta kilómetros restantes hacían más conveniente tirar durante diez en bloque, gastando un poco de fuerzas para a cambio eliminar a un buen número de rivales que se organizaba por detrás. El peligro de ello era hacerle la carrera al superclase Pippo Pozzato. El peligro de mandar por delante a Chavanel era aún mayor: que se formara un pelotón, como efectivamente se formó, y que este tirara hasta neutralizarlo. Eso no sucedió por poco… La dirección técnica de Quick Step supo arreglar el problema a tiempo, puso la venda antes que la herida y lo hizo bien. Podríamos hablar de suerte; sin embargo, eso sería despreciar las capacidades de Peeters. O tal vez las de Devolder.
2. Preben Van Hecke es un ciclista de medianías que hoy ha vivido el momento más brillante de su carrera hasta el momento. Reclutado por la estructura Lotto desde 2004, cuando participó en aquel bizarro experimento de Relax-Bodysol que sólo podía salir mal, evolucionó en un principio como si de un corredor de grandes vueltas se tratase. Sin embargo, llegó un punto donde se vio que sus cualidades para la escalada eran más bien limitadas y en el llano no se desenvolvía del todo mal: un cazaetapas menor de libro. Lotto debió pensar que Van Hecke no valía y, tras un 2007 decepcionante donde no dio continuidad a la línea ascendente que le llevó a ganar la Schaal Seels en 2006, le despachó.
¿Su nuevo lugar de acogida? La estructura Vlaanderen, que con el patrocinio de Totsport sigue sirviendo y servirá como trampolín a los jóvenes flamencos desechados por Quick Step y Silence. Allí se le orientó a las clásicas, género predominante en Bélgica, y allí se ha ido reencontrando consigo mismo. Hoy, de hecho, se ha encontrado consigo mismo envuelto en la lucha de los gallos, con los veinte o treinta grandes. Ha concluido que, con su talento más bien limitado, no iba a llegar muy lejos si seguía con ellos; así que al menos, pensó, ataco y me dejo ver. Vaya si se dejó ver: tras él saltó Devolder, y entre los dos llegaron hasta la rueda de Quinziato y Chavanel, cuya escapada agonizaba ante los tirones del pelotón.
3. Después vino el descontrol. Corredores de tercera fila siguieron el ejemplo de Van Hecke y atacaron, Quick Step metía un hombre en cada corte porque tenía corredores de sobra para hacerlo, como jugueteando. Los favoritos, sin equipo para trabajar la gran mayoría, se miraban esperando a que un arreón de Pozzato seleccionara de nuevo y dejara un grupo de cinco dispuesto a la entente y a relevar a tope hasta llegar a cabeza, aún a costa de llevar a Boonen a rueda. Nada de esto sucedía, la ventaja crecía… El desastre para los favoritos que no fueran de Quick Step.
Al paso por el Kappelmuur demarró un Flecha que se había mostrado débil y con su movimiento confirmó la sensación, aunque con la combatividad mostrada compensó su falta de fuerza. Pozzato, Gilbert y Boonen pasaron en cabeza del grupo, pero no tenían convicción; Pippo debería haber tirado, tenía piernas para ello aunque luego afirmase lo contrario en meta. Por delante Devolder daba el estacazo mientras Van Hecke cedía y Quinziato y Chavanel se miraban y tiraban y se miraban de nuevo. El final fue el esperable: Devolder ganó con gran ventaja respecto del resto, que llegó en pelotón con cerca de un minuto perdido. Del resto excepto de Haussler, que se empeñó en mostrarse como futuro candidato al triunfo y esprintó desde lejos para hacerse con el segundo lugar del podio.
4. Nombres. Tom Boonen fue clave para el éxito táctico de Quick Step al actuar de secante de un Pippo Pozzato al cual le faltó sangre en las venas para haber podido aspirar a algo más. Boonen puede apuntarse dos Tour de Flandes extras en su palmarés, ya que en ambos triunfos de Devolder fue el más fuerte sobre la carretera y se sacrificó tácticamente para propiciar la victoria de su compañero.
Cervélo, por su parte, me sigue dando la misma sensación de caballos negros que antes. Todos son más o menos buenos, han llegado cuatro (si contamos al caído Hushovd) entre los treinta del pelotón principal. Sin embargo, ninguno acaba de ser un ‘top’ que sale en la primera línea de favoritos, aunque Haussler haya explotado y dentro de poco se convertirá en hombre a seguir.
Más nombres. Un «¿qué hacéis aquí?» para tres corredores cuya entrada con los favoritos hoy en Flandes sólo se puede calificar como sorpresa: Alexandre Pichot (Bouygues Telecom), Assan Bazayev (Astaná) y Paolo Longo Borghini (Barloworld). Casos como Hoogerland, De Waele, los hermanos Scheirlinkx o el regresado Leukemans son, dentro de lo que cabe, más normales.
Por último, Fabian Cancellara. Yo tenía curiosidad por saber hasta dónde llegaría. Respuesta: Koppenberg. Pero no por fuerzas, realmente no se le había visto tan mal como parecía llegar. Esta vez fue la mala suerte en forma de cadena rota quien le apartó de la competición. Parece que al bueno de Fabian le ha mirado un tuerto; su manera de tirar la bicicleta después de la avería confirma el nerviosismo y malestar derivado de todo ello. Sin embargo, todo acaba cayendo por su propio peso; Fabian es algo más que un grande, y tendrá la oportunidad de demostrarlo… en el Giro
Victoria del Ciclismo en París – Niza
Contador casi devuelve la moneda a Luis León
Y, efectivamente, sucedió. En las primeras estribaciones del larguísimo Col de Porte se formaba un grupo de veinticinco ciclistas donde entraban dos coequipiers del superclase madrileño, el kazajo Dyachenko y un Popovych que parece ser la segunda mejor arma de un Astaná que ha mostrado una imagen deplorable, Contador aparte. El Caisse d’Épargne del líder Luis León, por su parte, filtraba a Óscar Pereiro y David López, sabedor de que aquello no hacía más que comenzar. Cuando la fuga tenía una veintena de segundos, Contador saltó del pelotón. Se pusieron entonces los astros del lado del corredor de Astaná, o más bien en contra de un Luis León que pinchaba en dos ocasiones consecutivas. Ello obligo a su equipo a esperar, frenar el pelotón y dejar marchar a Contador hacia la gesta.
Pasó el madrileño como un obús por el grupo de fugados, quien pueda que me siga, y sólo pudieron a la postre otros cuatro ciclistas entre los cuales no estaba -significativamente- ninguno de sus coequipiers: el estonio Rein Taaramae (Cofidis), el francés Sandy Casar (Française des Jeux) y los nacionales Aitor Hernández (Euskaltel)… y David López. Hizo camino junto a ellos, fueron útiles Casar y Taaramae en la transición entre Porte y Turbie hasta caer desfondados, primero el joven estonio y luego el curtido francés. Hernández, por su parte, no podía dar más de sí y cedió a las primeras de cambio, si bien su combatividad y el cierto punto de descaro mostrados merecen un reconocimiento. David López, por su parte, se limitó a rodar el último del grupo y esperar a que desde el coche le mandaran esperar para tirar del pelotón…
Un pelotón donde las alianzas e intereses comunes tomaron presencia a partir de que Contador alcanzara, pasado el Col de Porte, los 2:30 de ventaja, una diferencia que le colocaba líder virtual. Caisse d’Épargne estaba superado, sólo Perget y un Pereiro cuya buena actitud quedaba opacada por un mal momento de forma daban el ancho; no era suficiente. Quick Step y Saxo Bank no tuvieron más remedio que colaborar, dado que veían amenazados los puestos de podio de Sylvain Chavanel y Frank Schleck, respectivamente.
La distancia bajaba en el llano y la bajada, en algún momento el grupo de Contador parecía estar cazado al mantener sólo quince segundos de ventaja con más de treinta kilómetros hasta meta. Sin embargo, cuando llegaba la subida se entraba en terreno del madrileño; y ahí ni Perget, ni Sörensen, ni Pineau, ni tantos otros que relevaban en el pelotón… ni todos juntos podían con el madrileño, que incrementaba su ventaja para poder soñar ya no con la general, sino al menos con la victoria de etapa. En los descensos, por contra, la historia seguía discurriendo al revés.
Una vez pasado La Turbie, la gesta de Contador ya no era posible; el maillot amarillo estaba demasiado lejos. Su enconada lucha individual contra el gran grupo había terminado con el resultado lógico. Saxo Bank cejó entonces en el empeño de perseguir, dejándole la tostada a un David López que no pudo resistir con Contador y ahora tiraba de Luis León. El madrileño volvía a marcharse poco a poco, hasta que un agresivo Toni Colom (Katusha) demarraba y se llevaba consigo a Frank Schleck, que veía la oportunidad de asaltar el segundo lugar de Chavanel en la general. Después se unía a ellos un Cadel Evans que debió sentirse raro atacando. Siempre tiene que haber una primera vez, pensaría el australiano de Silence. Luis León Sánchez, mientras tanto, hacía gala de una sangre fría extraordinaria y confiaba en el trabajo del voluntarioso David López.
Se coronó Eze y la aventura de Contador tocaba a su fin. El campeón madrileño poseía una ventaja exigua de trece segundos respecto al trío perseguido, que se convirtió en dúo cuando Evans dejó ver de nuevo sus pésimas dotes de bajador, ilógicas en un corredor supuestamente habilidoso al venir del mountain bike. Fue finalmente absorbido a poco más de diez kilómetros de meta, en plena bajada, y trató de colaborar con dos hombres que tiraban con una fuerza inusitada pues las circunstancias le acercaban sus objetivos: Colom era de largo más rápido que Contador y Schleck, lo cual le daba la victoria de etapa; Schleck, por su parte, recibía noticias de que a Chavanel se le había salido la cadena, lo cual ampliaba opciones de robar al francés el segundo cajón del podio.
Al entrar al Boulevard de los Ingleses todo parecía definido como finalmente se definió. Luis León iba en un grupito de diez donde había empalmado Chavanel, controlando las distancias sabedor de que se iba a llevar holgada y merecidamente la prueba. Schleck sabía que a su rival francés la avería le había costado ciertos segundos, lo cual le encaramaría a la segunda posición en la general final; incluso se permitió el lujo de dar un último relevo potente para después dejarse ir y no disputar el sprint. Toni Colom, por su parte, tenía la victoria casi asegurada y conseguía así el objetivo que tanto había buscado en esta París – Niza a pesar de un último golpe de riñón de Contador…
Contador. Estadísticamente se quedó sin recompensa. Moralmente, sin embargo, ha sido el gran triunfador: se ha revindicado como ciclista y como campeón. Además, desde este momento su faceta de celebridad puede ir ‘in crescendo’ sin muchas dificultades a poco que maneje bien su entorno mediático. Por último, no cabe duda de que esta experiencia será muy valiosa; ya decía Armstrong en su Twitter que le quedaba mucho que aprender. Ahora le queda un poco menos.
Pero, sobre todo, el que gran beneficiado hoy es el ciclismo. En estos tiempos de polémicas entre grandes vueltas, dopaje y debate sobre el pinganillo, son de agradecer jornadas de competición pura como la de hoy. Los líderes ya no escudan en equipos, ni se excusan en calendarios; ahora demuestras su condición de ‘grandes’ desde el primer hasta el último minuto de temporada. Eso lo agradece el aficionado fiel, también el aficionado medio al que los nombres llaman más cuando detrás hay hombres. Cuando hay la consciencia de que viendo hoy a Luis León vemos el principio de un próximo líder mundial. Cuando viendo hoy a Contador sabemos que observamos el principio de una auténtica leyenda.
París – Niza estalló en las manos de Contador
La situación no podía ser mejor, la manera de llegar a ella tampoco. Todo había empezado con una fuga de una decena de corredores, donde viajaban Juan Antonio Flecha y Joan Horrach y de la cual el último superviviente fue un Martin Velits (Milram) que sólo fue cazado por el trío de españoles formado al final de la Bourgaille. La selección en el pelotón la llevaron a cabo los voluntariosos hombres de Cofidis; Remi Pauriol y Amaël Moinard, entre otros, se vaciaron para acercar a la victoria a un David Moncoutié al cual se le acabó la gasolina demasiado pronto. Empezaron entonces los ataques, donde tomó la voz cantante un Toni Colom que primero redujo el grupo a sólo ocho ciclistas. Luego, su aceleración sólo pudo ser respondida (y continuada) por Contador primero y Luis León después.
Fue entonces cuando se coronó la Bourgaille y todo parecía dispuesto para la entente. A Luis León le interesaba la general, asegurarse un puesto en el podio utilizando su potentísimo motor durante el descenso jalonado de repechos camino de Fayence; los anhelos de Colom iban por la etapa. Contador, por su parte, se hubiera quitado de un plumazo a todos los rivales menos el murciano de Caisse d’Épargne, una bendición si tenemos en cuenta que en la salida había cuatro ciclistas más en disposición de asaltar su liderato.
Hubo entonces momento para el recuerdo. La memoria nos retraía al “¡¡Luisle, Luisle!!” gritado por Contador hace dos años, camino de Cannes en la penúltima etapa de la propia París – Niza, cuando Luis León no quiso esperar al superclase madrileño de Astaná, que de haber ido con él se hubiera puesto de líder en una carrera que a la postre sería suya. Fue un momento de desacuerdo, en el cual un ambicioso Contador no quiso hacer un trato y ceder al murciano la victoria de etapa a cambio de quedarse con el liderato. Pudo haberse arrepentido. Esta vez, seguramente, se arrepentirá.
El recuerdo se convirtió en un fantasma que se pasó para saludar y complicarlo todo. Por detrás, Sylvain Chavanel (Quick Step) se había unido al dúo de Saxo Bank y conseguía reducir distancias respecto al trío de cabeza. El acuerdo tenía que llegar sí o sí, Luis León se acercó a Contador e intentó hablarle. El madrileño, demasiado altivo, no quiso saber nada y sí mantener sus opciones de llevárselo todo. Pasaba con menor fuerza al relevo porque era el líder y teóricamente no tenía tantos intereses como sus compañeros porque esa aventura llegara a buen puerto; su negativa a ceder nada resultó demasiado irritante.
Cuando los perseguidores alcanzaron la cabeza de carrera, sus hasta ahora compañeros de fatiga Toni Colom y Luis León Sánchez comenzaron a lanzar ataques que sonaban a reproche. Contador debía responder en primera persona, puesto que todo lo que fuera darles demasiada ventaja perjudicaba sus opciones de triunfo en al general. Los extranjeros, expectantes, dejaban hacer. Hasta que un ataque de Luis León no pudo ser respondido por el superclase madrileño, que se vio obligado a dejarlo ir y, lo que es peor, renunciar a controlar la distancia que tomara el madrileño. Hemorragia de segundos, la ambición hacía que a Contador se le escaparan Luis León y la carrera.
En apenas diez kilómetros de terreno rompepiernas (descenso técnico y repechos) el corredor murciano había recortado a Contador la ventaja que le llevaba en la general. El de Astaná, por su parte, tiraba a la desesperada con menos desarrollo del conveniente, pidiendo a sus compañeros de grupo algún relevo y acordándose de sus coequipiers, que viajaban en grupos más retrasados víctimas en casi todos los casos de un mal momento de forma. Sólo Voigt le daba un respiro, cuidando de las opciones de Frank Schleck, pero sin demasiada fe.
Quedaban sólo cuatro kilómetros hasta meta, dos de llano y dos de subida. Luis León llevaba un minuto de ventaja. Y entonces Colom reprochó por última vez a Contador su ambición, que había impedido al grupo de españoles llegar a meta y jugarse la victoria. El reproche, en forma de demarraje, no lo pudo responder el campeón madrileño. Voigt sí pudo. Schleck y Chavanel se quedaron a rueda de Contador, atónitos ante la impotencia del ex pupilo de Manolo Sáiz. Entonces el francés de Quick Step decidió dar el golpe de gracia, atacó y se llevó al de Saxo Bank a rueda para dejar a Contador solo y desfondado.
Lo que sucedió después fue una pájara en toda regla. También la imagen de un ciclista hundido, más psicológica que físicamente, debido a sus actos. Alberto Contador perdió casi dos minutos en tres kilómetros, fue superado por un grupo de veinte ciclistas como el más vulgar esforzado de la ruta que es devorado por el pelotón después de una infructuosa fuga en el llano. Uno tras uno le iban superando corredores infinitamente inferiores a él, pero sin la soberbia que había aparecido para hundirle y robarle una carrera que parecía suya.
Luis León Sánchez, por su parte, llegó lleno de rabia y fuerza bruta a cruzar la empinada línea de meta de Fayence, donde alzó los brazos al cielo como recuerdo a su hermano León Sánchez. Sacó cincuenta segundos a los otros favoritos, que llegaron encabezados por Colom; y castigó con casi tres minutos a Contador. A un Contador que, con una sangre fría que incluso se podría haber disfrazado de humildad, debería haber colaborado a tope con él y Colom para llegar a meta con ventaja, eliminarse rivales y ganarse amigos. No lo hizo y por ello seguramente ha perdido la París – Niza. La parte buena, la única, es que tiene 26 años y con esto aprende una valiosa lección.
Cinco Nombres del Inicio de Temporada (y II)
Aquí están esos nombres. No se trata de ciclistas individuales, sino más bien de grupos cuya representatividad de lo que está pasando esta temporada resulta máxima. Nos encontramos a tres equipos cuya labor conjunta ha sido excelente, bien a través de la suma de resultados individuales o bien a través de un bloque superlativo. También tenemos a una generación de corredores que puede llevar a un país de gran tradición a recuperar gran parte de su peso perdido en el ciclismo de alto nivel; y a varios hombres que se han puesto de nuevo en el ojo del huracán mediático con su regreso a la primera línea, sazonando aún más una temporada que ya de por sí se presenta picante.
Katusha La estructura rusa, heredera del Tinkoff que el año pasado rindiera a tan buen nivel en el Giro de Italia, generó dudas entre muchos aficionados al ciclismo antes incluso de salir a las carreteras. No era fácil pasar de ser una escuadra familiar que prácticamente representaba a un país, Rusia, a ser una multinacional deportiva. Y más aún si en esa multinacional se estaban sumando sin aparente coherencia nombres de gran calidad pero que no dejaban vislumbrar una posible labor de equipo cuando la competición invitara a ello. Sin embargo, el mánager Omar Piscina ha conseguido hacer funcionar lo que parecía afuncional; Katusha es el segundo equipo con más victorias del ProTour, siendo que con McEwen, Napolitano y Steegmans ha mostrado una superioridad incontestable en las llegadas masivas. Al menos, mientras los hombres de Columbia no han entrado en juego.
Diquigiovanni Aunque si hablamos de grandes cantidades de victorias, este equipo italiano registrado en Venezuela se lleva la palma. Su mánager Gianni Savio ha buscado dar un salto de calidad a la formación, apostando para ello por incorporar a grandes ciclistas que apuran sus últimas pedaladas como Davide Rebellin o Gilberto Simoni y mantener a corredores en plena explosión como Francesco Ginanni, un proyecto de clasicómano que aspira a marcar una época a partir de la próxima temporada. Por no hablar de la recuperación para el ciclismo de Mattia Gavazzi, hijo del mítico Pierino y ex cocainómano, que demostró grandísimas cualidades como velocista con cinco victorias entre enero y febrero. Así, de momento, Diquigiovanni acumula ya un total de quince triunfos, cinco más que el segundo equipo con más victorias (Columbia). Sensacional.
Cervélo Aunque si está habiendo un equipo sensación esta temporada éste es, sin duda, el novedoso Cervélo Test Team. El original concepto de una estructura dedicada a servir de banco de pruebas en competición a una serie de marcas del sector de la bicicleta se ha puesto en práctica con una plantilla donde sólo Carlos Sastre y Thor Hushovd destacan por encima de la media y nadie destaca por debajo. Una plantilla donde predominan los rodadores, ciclistas potentes capaces de destrozar un pelotón en cualquier momento, tal y como se demostró en una Vuelta a Qatar donde dominaron de principio a fin… y no consiguieron la victoria debido a un Tom Boonen impresionante. La agradable sorpresa en que se ha constituido Heinrich Haussler gracias a su salto de calidad refrenda las buenas sensaciones que transmite a un equipo al que, sin embargo, aún falta ver en las citas más importantes.
Sylvain Chavanel El francés se aupó el martes al liderato en París-Niza aprovechando el trabajo de Rabobank en el llano, si bien su mayor exhibición de la temporada ha sido la de Kuurne-Bruselas-Kuurne, donde dejó en bandeja la victoria al anteriormente mencionado Tom Boonen. Es el principal exponente de una poderosa generación de ciclistas franceses que vuelven a merecer el título de esforzados de la ruta, alejándose de esa imagen de aburguesamiento que han dado algunos de ellos en los últimos tiempos. Junto a él, llamados a devolver a Francia a su lugar histórico dentro de la competición, están David Moncoutié, que comienza una segunda juventud que puede ser muy fructífera; Thomas Voeckler, cuya teatralidad le resta el reconocimiento que realmente merece; Romain Feillu, aspirante a la primera fila mundial en poco tiempo que ya fuera líder del Tour el año pasado; y Mathieu Ladagnous, un rodador excepcional que se encuentra cercano a la explosión que le llevará a formar parte del grupo de ‘flandriens’ de élite donde ahora mismo hay mayoría de belgas.
Los Regresos Durante unas semanas no se habló de otra cosa: Lance, Lance, Lance. Había vuelto Lance Armstrong, había que celebrarlo. Y se celebró con una cobertura como no se recordaba para el ciclismo. El Tour Down Under adquirió una mediatización inesperada y superlativa gracias a la presencia del campeón tejano; y con el Down Under, todo el mundo de la bicicleta. Deportivamente ha sido significativo, pero no tanto; Lance sigue siendo muy fuerte, pero aún le falta ‘punch’ y se dedica más a juguetear atacando desde el inicio de las etapas que a intentar ganar de verdad. Casi igual que el italiano Ivan Basso, el otro gran regreso del año, que enfundado en el maillot de Liquigas sólo ha mostrado tensión competitiva real en la argentina Vuelta a San Luis. Sin embargo, no hay que olvidar que el punto de mira, tanto de Armstrong como de Basso, está puesto en mayo. Concretamente, en ese Giro del Centenario que cada vez pinta mejor y más emocionante. Al menos, a priori.
Las Bielas de la Rabassa
1. Cabreo general con Televisión Española. Si ya era un poco mosqueante que antepusieran la ceremonia de inauguración de los Juegos Paralímpicos a su producto estrella del mes, emitiendo sólo una hora de uno de sus momentos álgidos, la no-retransmisión ofrecida no hace sino acrecentar la sensación de que la Vuelta no está demasiado bien tratada por el Ente.
2. Dentro de la fuga, poco nivel para las circunstancias que acaecían. Meersman y De Maar son muy jóvenes, sin el brillo de los superclases y más rodadores que escaladores. Alessandro Ballan, clasicómano de gran nivel, no parecía el más adecuado para ganar una etapa en los Pirineos. Y, por parte española… Por un lado Iñigo Landauze, acusado desde su propio equipo de no haber dado en toda la temporada su máximo nivel, aquel que le permitió imponerse en una Dauphiné Liberé aguantando heróicamente la diferencia obtenida gracias a una fuga también heroica…
…Y, por el otro, el navarro Xabier Zandio, excelente ciclista de equipo que, sospecho, no acaba de saber correr para sí mismo. Sus resultados individuales son pobres, no corresponden con su valía: figuran en su palmarés la Clásica de los Puertos 2005, obtenida tras estirar un magnífico estado de forma que le llevó a terminar segundo y cuarto en dos etapas del Tour que, precisamente, ganaron otros dos españoles (Pereiro, en Pau, y Serrano, en Mende); y una Vuelta a Burgos, que se adjudicó hace más o menos un mes gracias a la renta acumulada con la fuga del primer día. También a que su oponente fue su hoy compañero de fuga Landaluze, quien confió demasiado en sus posibilidades y sólo empezó a demarrar en el terrible último kilómetro de las Lagunas de Neila. Demasiado tarde, victoria para un Zandio que hoy era el mejor escalador de la fuga… y fue el primero en quedarse.
3. Cedió Valverde y se animó la cosa. Selección natural provocada por el ataque del pundonoroso Ezequiel Mosquera, que quiso buscar unos segundos de renta sabedor de que los favoritos se habían quedado como los gatos cuando están en peligro: quietos, mirando fijamente al infinito a la espera de novedades. El estado de alerta felina se rompió, aceleración provocada por la inercia de la competición. Cede Valverde, se queda con él Losada; Dani Moreno y Joaquim Rodríguez no. Esto deja bien a las claras quién no es el líder del equipo Caisse d’Épargne; coherencia con respecto a las declaraciones pre-carrera.
Finalmente, sólo un demarraje de Alberto Contador impidió que todos llegaran de la mano. Detrás llegaron Antón, Leipheimer y Rodríguez; un poquito descolgado respecto a ellos, un Carlos Sastre al cual le faltó cambio de ritmo. Seguidamente, Dani Moreno, Van Goolen…
4. La victoria de Ballan es un indicador. Ni más ni menos. Deja bien a las claras el desinterés que ha habido hoy por mover el pelotón, que sólo ha existido en el momento en que Valverde ha cedido. No es que Alessandro sea un corredor de poca monta; sencillamente, la alta montaña no es su terreno y, si gana, es porque el nivel de los escaladores no ha sido excesivamente alto. Lo mismo se podría decir a bote pronto de Davide Rebellin; sin embargo, olvidaríamos que fue 7º en el Giro hace más o menos una década. También que, físicamente, con el paso de los años se pierde explosividad y se gana en fondo, necesario para aguantar con los mejores en montaña.
5. Capítulo de decepciones. Robert Gesink, colocado como candidato a todo por los que más seguimos el ciclismo, nos dejó un poco mal. Pero si hablamos de quedar mal… De todas mis apuestas de ayer, sólo cumplió Moreno. Popovych, Pedraza, Eskov y Velasco no aparecieron. Cunego perdió tiempo, si bien pocos contaban con él para la general. Andalucía – Cajasur hizo buenos los pronósticos, no metió a nadie en carera; y no ya luchando por la etapa, sino en la fuga. La Vuelta puede ser un via crucis para el bloque de Martínez Oliver y Cabello.
Destacable el comportamiento de Chavanel. Para nada decepcionante; ha defendido el maillot oro con dignidad y finalmente lo ha cedido por omisión de sus compañeros de equipo, demasiado confiados en la combatividad de Astaná en busca de neutralizar a la fuga.
Edición: Andalucía – Cajasur sí ha metido a alguien entre los primeros. Se trata del jienense Javier Moreno, que ha llegado en una dignísima 16ª posición. Muy buenas prestaciones para el ex Extremadura, buen finalizador cuando la carretera se empina que hoy ha demostrado aptitudes para la alta montaña.
Los tres mejores clasicómanos de la temporada
El dominio de la temporada de clásicas recae en estos tres hombres, tres ciclistas con más denominadores comunes de lo que parece
El comienzo arrollador de André Greipel, con cuatro etapas y la general del Tour Down Under. La inusitada combatividad de Cadel Evans en el que puede ser el mejor año de su carrera, con etapas en Andalucía y París – Niza, además de la victoria en la general de la Semana Coppi-Bartali. Los buenos triunfos del ilustre Davide Rebellin, con la general de París – Niza y el Tour de Haut Var. Todos quedan sin duda alguna pequeños ante la enorme temporada realizada por estos tres corredores: Fabian Cancellara, Philippe Gilbert y Sylvain Chavanel. Los grandes nombres de lo que llevamos de año.
La temporada de Fabian Cancellara asombra a propios y extraños. Se conocía su clase, su fuerza, sus condiciones… Pero este año, además, ha surgido en él un hambre de victoria casi impropia para un ciclista que lleva más de un lustro en la auténtica élite mundial. Su año comenzó con la victoria en el prólogo de la Vuelta a California; siguió con dos semanas de ensueño donde se anotó Monte Paschi Eroica, etapa y general de Tirreno – Adriático y, como joya de la corona, su enorme triunfo en Milán – San Remo. Cuenta con 27 años y un margen de progresión evidente, que puede llevarle a la categoría de leyenda en un futuro. Contrarreloj, pavés o mero llano; salvo la alta montaña, nada se resiste al suizo.
El belga Philippe Gilbert marca sus diferencias también en cualquier terreno. Cierta carencia en contrarreloj y falta de recuperación en las carreras por etapas son sus únicos defectos. Y es que con 25 años (26 en Julio) tiene también margen de mejora para convertirse en un corredor muy importante desde el punto de vista de la historia del ciclismo. Esta temporada reúne un impresionante palmarés: dos trofeos y la general oficiosa de la Challenge de Mallorca, dos victorias casi apoteósicas en Het Volk y Le Samyn. En el monumento de Milán – San Remo alcanzó la tercera posición; ayer, en Flecha Brabançona, fue segundo. Clase, combatividad y potencia son sus virtudes; y, lo más importante, las refleja en cada una de sus actuaciones.
Por su parte, Sylvain Chavanel es el primer francés que adquiere la categoría de estrella mundial este siglo. Es el más maduro de los tres, con 29 años; también el más maltratado por una prensa elogiosa que le exigía ser el maillot amarillo del Tour. Sin tener en cuenta que, realmente, sus características establecen que las grandes vueltas no son su terreno. Posee cierta impericia para carreras de más de doscientos kilómetros, lo cual también se evidencia en una capacidad de recuperación entre esfuerzos muy baja. Eso le inhabilita para estar entre los mejores en una gran vuelta. Compensan sobradamente este defecto su genialidad: combativo hasta el extremo, se deja ver en cada carrera y en cualquier terreno. Es capaz de brillar en finales en alto y en contrarrlojes; en carreras de pavé y en perfiles rompiernas. Este año ha acumulado una gran cantidad de puestos de mérito, con victorias de etapa en el Tour del Mediterráneo y París – Niza; además de sus dos bellos triunfos de esta semana en clásicas belgas de prestigio como son A Través de Flandes o Flecha Brabançona. Podría aspirar a ser el ciclista total si no fuera por la citada falta de fondo.
Ahora, estos tres corredores se postulan como los tres grandes favoritos a la victoria en el Tour de Flandes, como lo han sido siempre a lo largo de esta temporada de clásicas que ahora llega a su punto álgido. Deberán luchar entre ellos, además de contra sus limitaciones. Pero no cabe duda de que, mientras pelean, darán un tremendo espectáculo.
Carlström gana y Chavanel se coloca líder en París-Niza
Clement L’Hottelerie, el otro gran protagonista de la etapa
Casi 160 kilómetros de fuga y cinco puertos de montaña superados, uno de ellos de primera categoría, han constituido el mérito del finlandés Kjell Carlström (Liquigas) y el francés Clement L’Hottelerie (Skil-Shimano) en la tercera etapa en línea de esta París – Niza; el ganador “real” fue Carlström, si bien L’Hottelerie dio una auténtica exhibición de combatividad que le da a conocer para el gran público tras su segundo lugar en la Vuelta a Andalucía, que ya le situó en el mapa ciclista
El dúo ganador se separó del pelotón en el kilómetro ocho, con la compañía del australiano de CSC Bradley McGee. La máxima ventaja del grupo fue de 11:30, siendo ésta de apenas cinco minutos en el inicio del último puerto, la Croix de Chaubouret, dónde McGee cedió ante el empuje de un L’Hottelerie que tomó el mando de la fuga y marcó el ritmo durante toda la subida.
Por detrás, la lucha comenzó a pie de puerto. El hasta ahora líder Thor Hushvod fue uno de los primeros en atacar, dando origen al primer corte serio de la jornada; un grupo de una decena de ciclistas liderados por un entregado Christophe Moreau (Agritubel), y entre los cuales se incluían Damiano Cunego (Lampre), Yarloslav Popovych (Silence-Lotto) y los españoles Barredo (Quick Step) y Losada (Caisse d’Épargne). Este grupo, sin embargo, fue neutralizado por el equipo Rabobank, que trabajó para un Robert Gesink que podría confirmar aquí con un podio o incluso la victoria su brillante porvenir.
Tras ser anulada esta fuga, el catalán Eduardo Gonzalo (Agritubel) se aventuró en solitario con un ataque que, en principio, no movió a ninguno de los ciclistas punteros. Fue el checo Roman Kreuziger (Liquigas) el siguiente en demarrar, rebasar a Gonzalo y marcharse en solitario a por los fugados. Por detrás, tras una serie de escarceos fueron Sylvain Chavanel (Cofidis), un fortísimo Damiano Cunego (Lampre) y el esforzado Carlos Barredo (Quick Step) los que tomaron la iniciativa. El asturiano no aguantó dentro del grupo; sin embargo, italiano y francés sí supieron imponer un ritmo que les condujo hasta la rueda de Kreuziger. Se constituyó así un incesante trío en el cual el más beneficiado era Chavanel, que se ponía así en condiciones de alcanzar el liderato. La reacción por detrás, espoleada por la voluntad de Igor Antón (Euskaltel) y Moreau, provocó que no marcaran demasiadas diferencias al coronar el puerto.
El descenso ofreció un bonito espectáculo. Mientras el dúo cabecero se entendía, dando buenos relevos y manteniendo distancias, el trío de hombres fuertes no hacía lo propio y dependía únicamente de los tirones de Cunego y, finalmente, Chavanel; Kreuziger no tiró en ningún momento, sabedor de que por delante estaba su coequipier Carlström. El grupo de favoritos acabó por absorber a estos tres ciclistas. Por delante, era L’Hottelerie quien volvía a tomar la responsabilidad ante el conservadurismo de su compañero de aventuras. Esto fue la sentencia para el francés, que vio como Carlström le superaba con facilidad en el sprint final. El grupo trasero arribó a cuarenta y tres segundos con casi todos los hombres fuertes de la carrera.
Así, el liderato de la general recae en el francés de Cofidis Sylvain Chavanel por delante de Karsten Kroon (CSC) y los españoles Luis León Sánchez (Caisse d’Épargne) y Gorka Verdugo (Euskaltel).