Desheredados con esencia de Vinokourov

Del mismo modo que la conducta de un grupo es reflejo de su líder, en ciclismo cada equipo emana el carácter de su líder. En las dos carreras que se están desarrollando estos días, Tirreno-Adriático y París-Niza, hemos podido ver el trabajo ordenado del Movistar de Unzué, la clase sin coraje del Leopard de los Schleck, la diáfana eficiencia del Garmin de Vaughters, la agilidad del Lampre de Saronni, el descaro del Farnese Vini de Visconti…
Pero, si un equipo ha mostrado una personalidad colectiva identificable por encima del resto, ése ha sido Astaná. La escuadra, teóricamente dirigida por Giuseppe Martinelli, nace auspiciada por y para Alexandre Vinokourov. A resultas de ello, la huella de la estrella kazaja marca la táctica colectiva, e incluso a todos y cada uno de los componentes de la plantilla. Astaná es pura esencia de Vinokourov: ataque desaforado, valentía, arrojo: unas condiciones donde la fuerza prevalece sobre la clase.
Sirva este sábado cómo botón de muestra. En Tirreno-Adriático, Gorazd Stangelj ha estado fugado más de doscientos kilómetros y ha sido reemplazado después en cabeza de carrera por ataques poco efectivos pero apreciables del joven talento australiano Simon Clarke y el italiano Enrico Gasparotto. En París-Niza, el propio Vinokourov ha tomado el toro por los cuernos al inicio de la etapa para romper el pelotón. Posteriormente, Remy Di Grégorio ha realizado una cabalgada en la última decena de kilómetros, con Movistar tirando por detrás y una carretera en condiciones deplorables que casi le cuesta una caída como a su compañero Robert Kiserlovski, que terminó debajo de una furgoneta.
Astaná es, también, un equipo de deshereados. Como el ganador de hoy, Di Grégorio: joven promesa en FDJ, descartado y bajado del pedestal en medio de un run-run de desaprobación. Como Gasparotto: apartado de Liquigas hace unos años por tener la osadía de birlarle a Di Luca una ‘maglia rosa’ y, desde entonces, peregrinó por diversos equipos hasta encontrar acomodo en Astaná. Como Kreuziger: sus capacidades físicas crearon una gran expectación diluida entre el enorme potencial de Liquigas, de donde salió por la puerta de atrás buscando “aire nuevo”. Como Kessiakoff: genial debut en carretera con Footon, absolutamente anónimo en Garmin… Como Vinokourov: positivo, dos años de sanción, vuelta al primer nivel y abucheos y suspicacias por doquier.
La victoria de Remy Di Grégorio en la séptima etapa de París – Niza ha sido la primera de la temporada para Astaná. A buen seguro no será la última; a buen seguro, también, le seguirán pocas más. En general, en la plantilla kazaja abundan la garra y la fuerza pero existe cierta carencia de instinto ganador. Síntoma de ello es que su mejor ‘killer’, Allan Davis, sólo ha ganado en los últimos 25 meses una carrera, los Juegos de la Commonwealth. A la escuadra celeste probablemente le espere un año parco en victorias. Por algo son desheredados. Pero también será una temporada prolífica en ataques y demostraciones de coraje. Por algo llevan la esencia de Vinokourov.

Foto: steephill.tv
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