Cavendish se impone el arcoiris en el velódromo danés

Mark Cavendish se proclamó campeón del mundo en una prueba marcada absolutamente por su recorrido, que favoreció la determinación de una Gran Bretaña que leyó acertadamente la carrera, trabajó a destajo y propició la inmaculada victoria de su líder.

Inició la prueba, se formó la habitual fuga quijotesca y el combinado británico se situó en cabeza del pelotón. A tirar para controlar una escapada donde se habían filtrado siete corredores de cierto nivel, entre otros un español de carné (Pablo Lastras), uno de adopción (Oleg Chuzda, ucraniano de Canet) y un francés (Anthony Roux). La Alemania de Greipel echaba una mano, pero el peso de la carrera recayó sobre una Gran Bretaña que no rehuía la responsabilidad; al contrario, parecía deseosa de tomarla. De hecho no la soltó hasta que, a menos de cuatro kilómetros de meta, se quedó sin elementos. En esos instantes de debilidad surgió para compensar sus carencias Australia, una aliada perfecta. Los oceánicos recibieron justo premio a su desempeño con la plata de un Matthew Goss cuyo aparente mal estado de forma había apartado de los pronósticos.
El recorrido fue el factor clave del Mundial. El trazado, sinuoso y estrecho en alguna de sus partes, hizo presagiar una gymkana; ciertamente, eliminó a Hushovd en una de esas caídas que perjudican principalmente a quien comete el demérito de circular demasiado mal colocado. Por otra parte el perfil, exagerado por la perspectiva, mostraba un total de tres subidas; ninguna tenía entidad.
Más que un circuito mundialista, la ruta danesa era un velódromo donde los profesionales podían desarrollar sin apenas pestañear velocidades medias superiores a los 45 kilómetros por hora. Ése es un terreno donde los británicos se sienten como peces en el agua. No en vano, el grueso de su cuerpo técnico se formó en el velódromo y seis de sus ocho ciclistas tienen experiencia internacional en disciplinas de pista. Incluso Cavendish vestía un mono y portaba un casco híbrido, materiales a medio camino entre el ciclismo techado y el de aire libre.
Había poco que hacer ante la arrolladora superioridad británica en este terreno; sólo esperar y encomendarse en un acto de fe a que apareciera un velocista capaz de derrotar a ‘Manx Express’. Aun así, hubo quien tuvo arrestos para resistirse a asentir. Como quien ve un oasis en mitad del desierto, hubo quien percibió en la recta de meta una cota donde romper la carrera, aunque lo cierto es que no era más que un repecho, una cuestecita urbana. Allí dejó Italia las fuerzas de los Gavazzi, Visconti o Paolini, quienes aumentaban el ritmo en cada paso buscando fisuras en los británicos. También se la jugaron desde lejos Francia (Voeckler, el citado Roux) y Bélgica (Van Summeren, Kaisen); apenas consiguieron crear una ligera emoción y ganarse cierta honra. El resto, cabezas de cartel como Cancellara o Gilbert incluidos, decidieron guardarse hasta la recta de meta.
El único momento en el cual cesó el dominio británico sobrevino a unos cuatro kilómetros de meta. Un Bradley Wiggins magnífico en el día de hoy se apartó, dejando a sus coequipiers Ian Stannard y Geraint Thomas con la misión de cubrir a Cavendish la distancia restante hasta meta. Era imposible realizar ese trayecto en cabeza y, con buen juicio, se apartaron para obligar a cualquier otro combinado a hacer la labor. Australia tomó el testigo, mientras la inercia de los gregarios colocando a sus velocistas en posición ventajosa contribuía al vértigo general.
Fue en ese momento cuando España realizó el que sería su único movimiento de valor en los kilómetros finales, convertido en error por las circunstancias. A dos kilómetros de meta, Juan Antonio Flecha avanzó hasta cabeza del grupo con Óscar Freire a su rueda para colocarlo en la práctica ‘pole position’. Cuando cesó en su esfuerzo, a falta de algo más de 700 metros para el inicio del repecho final, Freire quedó totalmente expuesto. Faltó en ese momento un hombre de apoyo para el cántabro, pero Rojas tiene una impericia posicional preocupante y Reynés se había caído unas vueltas antes, junto a Hushovd, viéndose forzado a abandonar. Freire se quedó solo, con decenas de poderosos esprinters que aguardaban agazapados a su rueda a que él tragara viento en la segunda posición del pelotón, apenas cubierto circunstancialmente por un Chris Sutton que bregaba en favor de Matthew Goss. Una vez éste se apartó, el tres veces campeón del mundo quedó cara al aire y se escoró hacia el lado izquierdo de la calzada despidiéndose de su cuarto arcoiris.
A su derecha se desató la ‘volata’. Heinrich Haussler inició el lanzamiento con el jovencísimo eslovaco Peter Sagan y su líder Goss a rueda. Circulaban pegados a la barrera, dejando apenas un pequeño hueco que tapaba Daniel Oss, sacrificado infructuosamente en pos de Daniele Bennati. Cuando el rubio italiano abrió la puerta, Cavendish cruzó el umbral. Goss tuvo la oportunidad, apenas dos o tres segundos, de cerrársela; no se decidió, prefirió esperar que ‘Manx Express’ le rebasara para coger su rebufo, y erró.
Finalmente, Cavendish hizo valer el meticuloso trabajo de su selección para imponerse al australiano, quien acabó lanzado pero no lo suficiente. Ocupó el tercer cajón un André Greipel portentoso, que inició la ‘volata’ pésimamente colocado y fue el más rápido en los 100 metros finales, birlando por apenas medio tubular el bronce a un Fabian Cancellara que, bruto como acostumbra, esprintó sentado. Se consumó así un podio formado por ciclistas cuya explosión deportiva sobrevino en el próximamente difunto HTC – HighRoad, auténtico dominador de la suerte suprema del esprint en los últimos años. Su testigo viajará, junto con Cavendish y el maillot arcoiris, al galáctico Team Sky.

Foto: Cyclingnews
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Wiggins, Horner y Leipheimer no van a ganar el Tour

No hay noticia en una victoria de Cavendish en una etapa completamente llana en cuyos veinticinco últimos kilómetros apenas sí hay media docena de curvas. Su HTC es pura precisión, y las condiciones ideales de hoy favorecieron una prestación milimétricamente perfecta. Velits, Eisel, Martin, Goss y Renshaw cumplieron a la perfección con su labor y dejaron a Manx Express lanzado a 200 metros de meta con la única misión de acelerar un poco para contrarrestar el potente esprint planteado por André Greipel (cara al aire durante 300 metros, pura ansia de resarcimiento) y mantener a raya a un Alessandro Petacchi que optó por seguir la rueda del británico en lugar de por su característico demarraje largo. Triunfo fácil para Cavendish y nuevo entorchado verde para un José Joaquín Rojas cuyas limitaciones en las ‘volatas’ puras, de velocidad y tentetieso, quedaron hoy en evidencia. El murciano debe jugar otras bazas para imponerse en la clasificación de la regularidad; lo sabe y lo está haciendo con cierto éxito.
Las novedades no se hallaron en la resolución de la etapa, sino en los kilómetros anteriores. Faltando algo más de una treinta para el final, una caída a mitad del pelotón dejó fuera de juego a una parte importante del mismo, afectando a potenciales contendientes a la ‘volata’ final (Tyler Farrar, Edvald Boasson Hagen) y también a favoritos para la general. Ante el inmediato tirón en el pelotón de supervivientes, forzado entre otros por un Leopard Trek inmisericorde y con el insólito ‘fair play’ de muchos de sus ciclistas en Stockeu completamente olvidado, Levi Leipheimer (RadioShack) logró concluir con sólo tres minutos de pérdida; su coequipier Chris Horner, mucho más magullado, llegó último a más de doce. Peor suerte corrió un Bradley Wiggins (Sky) que integró, junto a Rémi Pauriol (FDJ, esperado atacante en las etapas de media montaña) y Tom Boonen, la lista de abandonos del día.
El líder del conjunto Sky fue, sin duda, el más dramático de los damnificados de hoy. La escuadra británica había puesto todas sus esperanzas, después de la valiosa victoria de etapa de ayer, en sus opciones de concluir en buena posición en la general. Sirva como muestra el hecho de que la totalidad del equipo se retrasó con la vana esperanza de que pudiera reemprender la marcha, ignorantes de su clavícula fracturada. La baja de Wiggins deja a Sky sin un referente claro y aparentemente fiable de cara a París como era el reciente ganador del Dauphiné, cuarto en el Tour hace dos años. Su testigo podrían recogerlo el intermitente Rigoberto Urán, el sólido Geraint Thomas o incluso un Edvald Boasson Hagen al cual no se establecen límites, a pesar de ser frágil a priori en la alta montaña. Contaran con el inevitable hándicap de tener que cambiar el chip de improviso y los tres minutos de pérdida acumulados en el día de hoy.
Respecto de RadioShack, los sucesos perjudiciales acaecidos las jornadas precedentes parecen haberse extendido más allá de esos días lluviosos donde perdieron a Brajkovic. Con la prácticamente segura baja de Horner pierden a un hombre que, dejando aparte de una elevada autoconfianza que le llevó a afirmar que sólo Contador estaba por encima suya en montaña, auguraba una prestación buena y sobre todo bastante expectación. Por otra parte, los cuatro minutos y medio de desventaja acumulados por Leipheimer alejan definitivamente al veterano ciclista estadounidense de las posiciones de privilegio y le obligan a replantear cuando menos su táctica y quién sabe si también su rol de cara a una mayor recompensa para su desempeño.
En definitiva, las desdichas dejan a Andreas Klöden como único candidato de RadioShack indemne, presto y dispuesto para luchar por la general del Tour de Francia. Frente a él, en el aperitivo de mañana en SuperBesse (primer final en alto más o menos serio donde los escaladores contaran con verdadera ventaja respecto de los hombres potentes), estarán los inevitables Contador y Andy Schleck, el superlativo Evans que bien podría romper el esperado duopolio del madrileño y el luxemburgués, y un nutrido grupo de candidatos a sorprender (o al menos resistir lo máximo posible) encabezado por Robert Gesink, Jurgen Van der Broeck, Alexandre Vinokourov e Ivan Basso. La lucha empezará a partir de mañana, con una nueva jornada de la cual quizá extraigamos el nombre de algún ciclista más que no va a ganar el Tour pero pocas certezas más. Al fin y al cabo, esta carrera en sus primeros compases es pura resistencia. Y supervivencia.

GST I: Liderato simbólico para un ‘tricolore’

Con 39 puertos por delante, 19’1 kilómetros de contrarreloj por equipos apenas son el chocolate del loro: una dulce y paladeable minucia. Pero, en esencia, nada significativo. Por ello, las diferencias de esta bonita jornada inicial del Giro hay que cogerlas con pinzas y casi desecharlas: los ocho segundos obtenidos por Nibali respecto de Contador no representan nada en una prueba de tres semanas tan dura que probablemente se decida por minutos.
El valor es meramente simbólico, como simbólico es el hecho de que el primer líder de este Giro conmemorativo de la Reunificación italiana sea el campeón transalpino contrarreloj, un Marco Pinotti que ya había anunciado en Cyclingnews su intención de vestirse de ‘rosa’ el día de hoy. Su equipo, el extraordinario HTC, puso todos los medios para ello. La escuadra americana siempre obtiene buen rendimiento de una especialidad cuya mecánica muy similar a la suya, el lanzamiento de esprints: un corredor rápido embala durante 200 metros, deja relevo a un corredor potente que mantiene la velocidad 500, y así sucesivamente. De este modo, los hombres dirigidos por Valerio Piva han dado una exhibición de poder con Renshaw, Cavendish, Rabon, Alex Rasmussen y el menos conocido pero imprescindible Patrick Gretsch sacrificándose por un Pinotti radiante.
Lo curioso será observar mañana si el rodador lombardo consumará la paradoja de trabajar para perder el liderato. Encuadrado en su HTC y con su mismo tiempo está Mark Cavendish, actual mejor esprinter del mundo, y la lógica dicta que el campeón de Italia contrarreloj se unirá al resto de sus coequipiers para prepararle las llegadas, empezando por la presumible ‘volata’ de mañana. Si el conocido como ‘Manx Express’ se clasifica entre los tres primeros en meta obtendrá una bonificación que le permitirá rebasar a un Pinotti que, de cualquier manera, ya habrá cumplido su objetivo de vestir el ‘rosa’ al menos un día.
Algo sorprendente… El Giro de Italia no es un objetivo para Omega Pharma – Lotto, y por ello ha traído una alineación de retales donde apenas el prometedor velocista Adam Blythe se adivina como cabeza visible, con dos vueltómanos como Jan Bakelandts y Francis De Greef aspirando a consumar un salto de calidad que les lleve del top20 al top10. Sin embargo, en su ecléctico ‘nueve’ hay buenos rodadores y eso se ha plasmado en la CRE de hoy: cuartos y líderes durante buena parte de la prueba. Quizá sea su momento más brillante en toda la ‘corsa rosa’.
Algo decepcionante… Decepción relativa para Garmin-Cervélo y RadioShack. Los primeros, favoritos por antonomasia en cualquier crono por equipos, han estado algo por debajo de sus expectativas y notado el cambio de última hora que sacó de su ‘nueve’ a Jack Bobridge (actual campeón de Australia) en favor de Thomas Peterson (segundo corredor más lento en completar el recorrido de hoy). Los chicos de Bruyneel, por su parte, han rayado a un gran nivel y sabido mover sus fichas para llegar con un buen bloque a la parte final. La decepción viene por el hecho de que los diez segundos que les han sobrado para superar a HTC quizá hubiera podido dárselos un buen ‘croner’ como Ivan Rovny, eliminado a las primeras de cambio en una curva mal trazada en la cual se fue contra las vallas.
Algo ajeno… Impresionante Thomas Voeckler hoy en los Cuatro Días de Dunkerque. El líder del conjunto Europcar desbancó al alemán Marcel Kittel, dominador hasta ahora de la prueba por etapas gala, rompiendo la baraja con una serie de ataques espectacular en un repecho adoquinado situado en el circuito final. Su exhibición se culminó cuando, en el último paso por el citado repecho, comenzó a doblar corredores rezagados. Una vez los hubo rebasado, comenzó a saludar a la cámara porque tenía tiempo: acumuló casi dos minutos de ventaja en la veintena de kilómetros que rodó en solitario. Voeckler es puro espectáculo, pero también efectividad… Y cada vez, más.

Renshaw fue el cabeza de turco

Uno de los muchos factores que hacen a este Tour de Francia único y digresivo con respecto de las anteriores ediciones es que las etapas llanas dan casi tanto que hablar como las de montaña. Incluso las etapas más tórridas e insulsas tienen su pimienta gracias a la pléyade de esprinters presente en esta Grande Boucle. No hay un dominador claro y sí muchos gallos dispuestos a picarse entre ellos, con la referencia de un polemista nato como Mark Cavendish y sus secuaces de HTC – Columbia, siempre dispuestos a montar un auténtico lío con objeto de ganar la etapa. No es la primera vez que provocan una caída masiva o, como ayer, ponen en peligro a todos los que toman parte en la ‘volata’ con movimientos desquiciados…
“Siempre somos nosotros, ¿no?”, espeta Mark Cavendish a los micrófonos de televisión cuando le informan de que su lanzador Mark Renshaw ha sido descalificado. El por qué salta a la vista apenas se visiona el vídeo de la llegada. Tras ser dejado en cabeza de pelotón por su coequipier Bernhard Eisel y con Mark Cavendish a su rueda a apenas quinientos metros de meta, Renshaw encuentra como a su derecha progresan los Garmin – Transitions: el neozelandés Julian Dean se abre paso a base de potencia con su líder Tyler Farrar a rebufo. Y, una vez se ve superado, el australiano no duda en tomar una cuestionable determinación: carga con su cabeza contra Dean, a quien elimina de la contienda prácticamente a golpes. Luego, cuando Cavendish lanza el esprint, Renshaw da un peligroso bandazo para evitar que Farrar coja su rueda. Resultado: descalificación. Demasiadas irregularidades cometidas a plena visión del público como para quedar impunes.
Las quejas de HTC (que, por supuesto, ha habido) se fundamentan en el hecho de que otros han quedado impunes previamente, como Hunter y Fuglsang o, sobre todo, Rui Costa y Barredo. Cierto. No obstante, no es menos cierto que la organización del Tour fue clara al advertir que el siguiente en infringir las más elementales normas del ciclismo pagaría el pato. Renshaw sabía a lo que se exponía cometiendo las temeridades de ayer, y si lo ignoró fue totalmente por su cuenta y riesgo. El resto del pelotón así lo ha entendido, y sin ir más lejos el principal perjudicado por las artimañas del australiano, Tyler Farrar, expresaba en meta que “viendo el vídeo, Renshaw debe ser descalificado. Es lo peor que he visto este año. Ha sido totalmente inapropiado, primero lo que hizo contra Julian y luego lo que hizo contra mí poniéndome en peligro…”
Se queda así Cavendish sin su elemento más valioso para los esprints. Renshaw ha sido clave en sus tres victorias de este Tour de Francia, rompiendo las ‘volatas’ siempre en el momento adecuado y mostrando un nivel absolutamente epatante, muy superior al que había puesto de relieve anteriormente. Ahora, ‘Manx Express’ deberá lidiar en los esprints con la única ayuda de un Bernhard Eisel que también parece encontrarse en un gran estado de forma. Pero, sobre todo, deberá batallar contra la inestabilidad que parece perseguirle y mantenerse ajeno al hecho de que su más preciado gregario ha sido el cabeza de turco por los numerosos incidentes que han tenido lugar en carrera durante este Tour de Francia de la digresión.