El Dios inexistente, contra todos en Roubaix

Arrogante y furioso se despachaba Fabian Cancellara el pasado martes en el diario italiano ‘Corriere della Sera’ analizando su actuación en el Tour de Flandes. “Quería hacer algo perfecto. No funcionó, he demostrado ser humano y quizá sea mejor así”. El Dios que ya no existe, como definió el comentarista de ETB Xabier Usabiaga, continuaba con su altiva verborrea, esa que saca a relucir cuando algo le ofende en su calidad de ‘capo’ del pelotón. “Eran cincuenta hombres detrás de mí. Fue un espectáculo y una satisfacción doble: yo corría para ganar y ellos para hacerme perder”. Finalizó el suizo su relato, fanfarrón, con una referencia poco elegante al vencedor Nick Nuyens: “Al final ganó quien estuvo todo el día a rueda. Felicidades a Nuyens, pero para mí un triunfo así no sirve”.
Así es Cancellara, así es el mejor contrarrelojista y rodador del mundo, el hombre cuya presencia imponente comenzó a dar destellos en el recordadísimo Mapei III, conjunto en el cual era por carácter el perfecto antagonista de una rutilante promesa llamada Pippo Pozzato. Se consagró a entrar a la leyenda a partir de un periplo espectacular en Fassa Bortolo, y dio el salto definitivo en Saxo Bank. Allí Riis terminó de transmitirle los conocimientos y el ego necesarios para ser algo más que un campeón.
El conjunto de Riis es así, Contador, cuya figura ya ha encallecido por las circunstancias, lo notará: una fábrica de grandes hombres de ciclismo y de grandes egos. Esa filosofía, de suficiencia y autoestima inoculada por el danés a quienes están a su alrededor, ha acabado por estallarle en las manos y sublimarse en el Leopard Trek del cual Cancellara es orgulloso patrón junto a los hermanos Schleck.
Desde hace unos años Fabian es algo más que un campeón; ha devenido un tótem. Él lo sabe, se nota en su porte sobre la bicicleta, en su caminar por las salidas de las pruebas de las que toma parte. Ello le lleva a protagonizar actos de genuino liderazgo, como aquel vergonzoso parón del Tour de Francia. Es el ‘capo’ y tiene derecho tanto a levantar la voz como a proclamar la omertá. También a amenazar a periodistas a sujeto de aquel rumor sobre el motor de su bicicleta: “Cassani [quien lo destapó en la RAI] nunca se me ha presentado en persona. A Bufalino [autor de un libro sobre el particular] me gustaría ponerlo contra la pared”.
Tras la afrenta sufrida en el pasado Tour de Flandes, aquel todos contra él casi frustrado por su tremenda potencia, Cancellara buscará resarcirse este domingo en la mítica París-Roubaix. Ese escenario sagrado del ciclismo, un templo para este Dios inexistente, por una vez verá reducida su mística a constituir un segundo y definitivo acto de la lucha entre el suizo y el resto. Frente a él estarán Boonen, Gilbert, el hasta ahora decepcionante bloque de Garmin (Hushovd, Haussler, Farrar) y el rutilante de BMC (Ballan, Hincapie, Quinziato), Flecha y sus jóvenes de Sky. También Nuyens el denostado, y Pozzato, otrora enemigo, a quien Cancellara aconseja “empezar a correr”. Y los 27 tramos de adoquin entre Compiègne y Roubaix, incluyendo el resucitado Aulnoy-lez-Valenciennes, de 2’6 km y calificado con las cinco estrellas que otorga ASO a las zonas de máxima dureza, tendrán algo que decir. Por algo son los artífices de que esta prueba sea llamada el Infierno del Norte, escenario de la prueba de fuego para el Dios que no existe.
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La Quiniela de Flandes

Este domingo se disputa el Tour de Flandes, segundo Monumento de la temporada de clásicas y primero en el cual aparece el temible pavé, elemento durísimo para las piernas de los corredores cuya sublimación llegará el domingo 10 en la terrible París-Roubaix. Pero antes podremos disfrutar de 254 kilómetros, unas siete horas, de auténtica devoción por las carreteras y caminos flamencos, jalonadas como siempre de pequeñas cotas y adoquines, cuyo clímax arriba en el mítico Kappelmuur, con menos de una veintena de kilómetros por recorrer hasta la meta de Meerbeke… Quienes salgan de allí por delante tendrán gran parte de la carrera resuelta a su favor.
Leed y disfrutad esta “quiniela” con los principales nombres que se implicaran en la lucha por el Tour de Flandes e imaginad cuál podría ser el desarrollo de una carrera cuyos prolegómenos valen casi tanto como su disputa en sí.
Primera línea
Fabian Cancellara Indiscutible favorito número uno, el suizo llega a Flandes en su más absoluto pico de forma. En el Gran Premio E3 Harelbeke demostró que su ‘modus operandi’ sigue siendo el mismo, brutal y sencillo: demarrar en un momento de aparente calma, pillar al resto de favoritos desprevenidos y encender la moto hasta meta. Nadie pudo con él el pasado sábado, ni tampoco el año anterior en Flandes y Roubaix. Su punto débil es un Leopard Trek con ciertas carencias para las clásicas adoquinadas.
Tom Boonen El ‘flandrien’ por excelencia busca imponerse por tercera vez en De Ronde. Para ello cuenta con un recorrido que conoce a la perfección y un estado de forma casi óptimo que le llevó a ganar el pasado fin de semana la prestigiosa Gante-Wegelvem. Otro punto a su favor es su punta de velocidad que, si bien se ha visto limada con los años, sigue siendo superior a la de casi todos sus rivales.
Philippe Gilbert Aspira a ser el segundo valón de la historia en ganar el Tour de Flandes tras Criquelion después de varios años disparando al palo. Su estado de forma es envidiable, como demostró en Tirreno-Adriático y Milán-San Remo, y su adaptación al pavé más que aceptable. La introducción de más subidas en el trazado de la prueba jugaría a su favor.
Segunda línea
Allesandro Ballan El italiano parece haber dejado ya atrás la maldición del ‘arco iris’ y vuelve a pedalear con fuerza y esa característica falta de clase. Para ganar está obligado a ser valiente, dado que su punta de velocidad no es extraordinaria y en esfuerzos largos probablemente esté por debajo de otros favoritos. A su favor está contar con un equipo, BMC, repleto de buenos elementos capaces de mover la carrera desde lejos e incluso trabajar para él con efectividad como son Van Avermaet, Burghardt, Hincapie, Kroon, Quinziato… Los auténticos ‘dark horses’ de los adoquines
Sylvain Chavanel El segundo espada de Quick Step (tras Boonen) ha sido señalado por el tres veces ganador en Flandes Johan Musseuw como favorito para repetir las prestaciones de Devolder en 2008 y 2009, aprovechando la vigilancia entre los favoritos para dar la sorpresa con un ataque lejano. Lo cierto es que la leyenda belga no anda muy descaminada. Sylvain lo tiene todo para emular las proezas de Stijn: experiencia, calidad, valentía y un estado de forma excepcional, demostrado con un cuarto puesto en los durísimos Tres Días de la Panne.
Stijn Devolder El campeón belga aún no ha hallado el golpe de pedal esta campaña. Todas sus prestaciones han sido mediocres para el palmarés ostentado, auténtico baremo para valorar las actuaciones de un corredor cuyos mayores triunfos han sido tan espectaculares como inesperados… Motivo por el cual es mejor no descartarle para el domingo. A su lado, en el combativo Vacansoleil, estarán Bjorn Leukemans (cuarto el año pasado) y Lieuwe Westra, potentísimo rodador que viene de marcarse una gran actuación en la Panne.
Thor Hushovd El actual campeón del mundo no ha tenido una aproximación demasiado rutilante al Tour de Flandes, lo cual no deja de ser una mala señal. Sin embargo, cuenta con la calidad y la experiencia necesarias para rayar a buen nivel el domingo. Además, tiene un valioso consejero en Peter Van Petegem (asistente de su escuadra estas semanas) y un buen equipo para apoyarle, Garmin – Cervélo, con compañeros como…
Heinrich Haussler El australiano tiene buenas piernas y gusto por esta carrera. Ya fue segundo en 2009 tras Devolder y aspira a mejorar su actuación. Su cualidad diferencial respecto al resto de integrantes de la segunda línea es su polivalencia. En caso de que su compañero Farrar (a quien dediqué un artículo ayer) anduviera bien, la táctica de Garmin le impulsaría a realizar un ataque lejano; si el americano no se encontrara en su mejor día, Haussler tendría permiso para reservarse pensando en un posible esprint.
Daniel Oss El italiano lleva toda la campaña deslumbrando en el calendario italiano, lo cual ha favorecido que no se generen muchas expectativas sobre él. De hecho, la mayoría de focos dirigidos hacia el equipo Liquigas se centran en el jovencísimo Peter Sagan, debutante en De Ronde y candidato a brillar en el futuro… Pero, sin duda, el número uno del potente equipo verde para esta edición del Tour de Flandes es el prodigioso Oss, que el año pasado condujo el esprint de Milán – San Remo con sólo 23 años y es un auténtico enfermo de las piedras.
Filippo Pozzato El corredor de Katusha llega precedido de cierta polémica que en los últimos días ha desembocado en su “enemigo” Gilbert instándole a “marcar a Cancellara para hacerle perder Flandes”. Será el puntal conservador de un Katusha muy guerrero, con Hoste, Ivanov ó Gusev dispuestos a forzar al máximo el ritmo de la carrera.
Juan Antonio Flecha Como siempre, el ‘Arquero’ tiene ganas de rayar al máximo nivel en las pruebas de las cuales está enamorado. Sin embargo, el golpe moral recibido en la Omloop Het Nieuwsblad (donde fue derrotado por Langeveld a pesar de ser claramente más fuerte que el holandés) podría pesarle en las piernas. De hecho, el catalán ya ha rebajado sus ambiciones y dice conformarse “con un podio”. A su lado tendrá tres jóvenes que constituyen deliciosas incógnitas como son Edvald Boasson Hagen, Geraint Thomas e Ian Stannard.
Nick Nuyens Parecía enterrado tras sus decepcionantes temporadas en Cofidis y Rabobank (en las cuales consiguió, eso sí, un podio en Flandes 2008) y el reto encomendado por Bjarne Riis de sustituir a Cancellara como líder de Saxo Bank en las clásicas se antojaba excesivo para él. Pero la realidad se empeña en llevar la contraria a los teóricos, y Nuyens dejó caer una excelente actuación con victoria incluida en A Través de Flandes para revindicar un lugar en la élite. Asaltar la victoria en Flandes parece demasiado, pero es probable que esté en la pomada.
Las sorpresas
Hay un montón de corredores capaces de dar la sorpresa y aparecer en el grupo de los mejores en determinados momentos de la carrera. Para empezar, tres equipos potentes como Rabobank, HTC y RadioShack cuentan con buenos ‘outsiders’ en las figuras de Lars Boom y Sebastian Langeveld en el caso de los holandeses, Jan Ghysellinck en el de los americanos y el potente Sebastian Rosseler en el de la escuadra de Bruyneel.
Respecto a los conjuntos profesionales invitados, siempre hay algún integrante de estos que se codea con los gallos. Landbouwkrediet tiene dos expertos sólidos como Fréderic Amorison y Bobbie Traksel, Totsport cuenta con el combativo y talentoso Steven Van Vooren y Skil-Shimano, por su parte, lleva a un Bert De Backer cuya lenta y silenciosa progresión oculta un corredorazo para el pavé. Punto y aparte es un FDJ cuyo principal líder, Yoann Offredo, cayó lesionado en los pasados Tres Días de la Panne merced a un fotógrafo imprudente. Sin embargo, Madiot tiene en sus filas a otros dos corredores que han lucido al máximo en citas previas como son Steve Chainel y Dominique Rollin… y cuya combatividad está asegurada.

El caché de Pozzato

Una de las columnas más satíricamente celebradas de José Antonio González Linares en AS fue la aparecida el día después de la Milán – San Remo de 2006. En ella calificaba al ganador de aquella ‘Clasiccisima’, Filippo Pozzato, como “ciclista sin mucho caché”. Un craso error, toda vez que el rubio italiano llevaba años siendo señalado como la gran esperanza del ciclismo transalpino, como un superclase en potencia cuya victoria en aquella San Remo no era sino un aval más del brillante futuro que se le auguraba, luchando a brazo partido con sus coetáneos Tom Boonen y Fabian Cancellara en las clásicas más prestigiosas del calendario internacional.
Años después, una vez llegada su madurez deportiva con la treintena, Boonen y Cancellara han confirmado lo que apuntaban y son dos titanes poseedores de un duopolio práctico en las clásicas del norte. Pozzato no lo es. En su vitrina de trofeos no han entrado más que algún triunfo parcial en grandes vueltas, un campeonato de Italia, victorias en citas menores y algunos podios de mérito. Aquella San Remo de 2006 y la Tirreno-Adriático de 2003 brillan, envejecidas, en un palmarés repleto de puestos y huérfano de honores.
Lejos de convertirse en un clasicómano legendario y protagonista, Pippo deviene paulatinamente un mero secundario en el concierto internacional por su táctica en carrera. Consciente de su punta de velocidad y su excepcional fondo físico, el italiano corre como si fuera el rival a batir: jamás toma la iniciativa y suele limitarse a seguir la rueda del máximo favorito, al cual anula durante toda la carrera. Esta estrategia restringe su lucimiento y el partido que saca de unas condiciones físicas excepcionales… Y, además, le granjea enemigos en el pelotón como el belga Philippe Gilbert, que no dudó en sacar la lengua a pasear el pasado sábado para acusar al actual ciclista de Katusha tras no permitir éste que su ataque prosperara. Ya en la pasada París – Tours hizo el belga unas declaraciones parecidas, advirtiendo que “la especialidad de Pozzato es hacer perder a otro ciclista” con sus marcajes.
No parece una actitud digna ni productiva para un hombre con capacidad para ser un superclase de época y, sin embargo, corre el peligro de pasar a los anales del ciclismo como el “ciclista sin mucho caché” que relató González Linares. De su cambio de actitud, tirando algo más de agresividad y menos de sangre fría, depende la percepción que tengamos de él cuando acabe su carrera deportiva.

Italia incendió, Gilbert mereció y Hushovd emergió

El ciclismo nunca morirá. Al menos mientras se sigan viendo espectáculos tan legendarios como el de esta madrugada. Hoy la irresistible combatividad de Italia, la fuerza de Gilbert, el portentoso esprint de Hushovd e incluso el bochornoso papel de España han hecho olvidar la tristísima semana vivida por el ciclismo mundial y especialmente por el patrio y nos han recordado una de las condiciones insobornables de nuestro deporte: que nunca morirá.
El circuito de Geelong fue criticado a priori por ser considerado demasiado blando y ha acabado constituyendo el ejemplo más fehaciente e impepinable de que el factor que hace una carrera dura no es el recorrido, sino la actitud de los ciclistas. Al principio, en el camino desde Melbourne hasta Geelong, se dejó ir una fuga de corredores pertenecientes a selecciones modestas como es tradición en los Mundiales. Esta vez fueron Rodríguez (Venezuela), Tamayo (Colombia), Brammeier (Irlanda), Elammoury (Marruecos) y Kvachuk (Ucrania) los anecdóticos protagonistas que cogieron una veintena de minutos de ventaja a disolver paulatinamente con el transcurso de la carrera. El serbio Esad Hasanovic también quiso entrar en el combo, pero no pudo y navegó entre dos aguas un centenar de kilómetros. Tampoco tuvo mayor trascendencia; para cuando cazaron al último fugado en resistir, Kvachuk, su presencia allí delante o en las catacumbas no importaba.
Se dice que los equipos son reflejos directos del carácter de sus directores, y la verdad es que hoy la selección italiana difícilmente ha podido ofrecer un mejor retrato de la manera de ser de su ‘Commisario Tecnico’, Paolo Bettini. El ‘Grillo’ planteó la táctica de su equipo con el objetivo de que la carrera deviniera una prueba de resistencia, consciente de que contaba con un fortísimo colectivo de ciclistas al que beneficiaba la eliminación de los hombres más rápidos, vulnerables en esfuerzos sostenidos por definición. Andrea Tonti y Matteo Tosatto tensaron en cada paso por los dos repechos que se atravesaban en el circuito hasta provocar un corte de una treintena de ciclistas donde se introdujeron la mayoría de hombres fuertes. Iban los dos máximos favoritos, el italiano Pozzato y el belga Gilbert, con gregarios que poner a su servicio; también Evans, Greipel o Boasson Hagen, algo menos acompañados.
Pero faltaban hombres representativos de dos selecciones fuertes. Rusia y España no habían introducido a Kolobnev, Gusev, Luis León, Samuel o Freire. La selección española, que había quemado ya a dos gregarios y llevaba a tres hombres por delante que no se descolgaron seguramente por no tener pinganillos que les dieran la orden, puso a trabajar a sus dos ‘outsiders’ apellidados Sánchez y al ‘capitano’ Gárate con objeto de controlar la fuga y proteger las opciones de Freire; los rusos jugaron a ser listos y les dejaron la tostada. Al final, tuvieron que trabajar a la desesperada para empalmar con la cabeza de carrera. Les salió bien la jugada porque su arreón coincidió con el momento en que escasearon las fuerzas de los escapados y los más fuertes pararon al comprender que esa no era la fuga buena.
Una escaramuza de Mooerenhout, Serpa, Chris Sörensen, Visconti y Nibali después, quedaba una vuelta al circuito y la carrera empezaba de nuevo con un pelotón de una cuarentena de ciclistas donde brillaban las debilidades de dos selecciones que habían quemado sus naves prematuramente. Una, Italia, por un ímpetu excesivo; otra, España, por una abulia quizá emanente de un Freire que no tuvo su mejor día y a lo mejor arrastró a un desagradecido sacrificio a sus compañeros. Estos, por otra parte, pecaron de no haber estado atentos cuando la imponente claridad de la táctica italiana hacía necesario estarlo.
La carrera navegó en la indefinición hasta que se llegó al primer repecho, el duro, y Philippe Gilbert soltó el mejor demarraje de toda la carrera saliendo la estela de su inspirado compatriota Bjorn Leukemans. En lo que constituyó la mayor exhibición de toda la semana mundialista, el valón puso veinte segundos entre él y sus perseguidores tras subir las dos cuestas reseñables del circuito encendido de coraje y ansia de triunfo. Todo ello viniendo de la fuga, donde también había estado muy activo.
Da la sensación de que a Gilbert lo que le gusta no es ganar, sino ganar a lo campeón; y eso lo paga en ocasiones como hoy donde hay que correr con algo más de cabeza y menos de víscera. En cualquier otro circuito mundialista el valón hoy hubiera campeonado, pero el de Geelong no era apto para solistas; se necesitaba una banda, y ésta la tuvo Eslovenia. El sorprendente país balcánico tiró con Janez Brajkovic y Simon Spilak para brindar una oportunidad a Grega Bole, que finalmente no la pudo aprovechar y acabó undéicmo en el esprint que sus compañeros propiciaron anulando el ataque de un genial Gilbert.
Se llegó al último kilómetro entre un caos de escaramuzas tras el cual los velocistas preparaban su último ‘do’ de pecho. Niki Terpstra ensayó un demarraje que fue neutralizado por un impresionante Ander Lund, infravalorado gregario de campanillas que lanzaba el esprint para su compañero de equipo y selección Matti Breschel. El futuro ciclista de Rabobank se abrió hacia el centro de la carretera, triunfante, sacudiéndose de su rueda a Greg Van Avermaet y forzando a Allan Davis a la remontada. No advirtió que por su izquierda emergía imperial Thor Hushovd, noruego superlativo que desplegó toda su potencia avanzando de manera irresistible hacia la meta.
Ganó. Breschel acabó segundo y golpeó con rabia su manillar (segundo podio mundialista de su carrera); Davis consiguió un tercer lugar que no le gustó, sabedor de que era el gran tapado y había perdido una buena oportunidad; Pozzato casi rapiña el bronce en un esprint portentoso pero insuficiente por su mala colocación; Freire, la otra cara de la moneda, acabó sexto, falto de fuerzas y compañeros toda vez que sólo un notable Zubeldia le acompañó hasta los compases finales de la prueba. Toda su carrera ha echado de menos el cántabro tener alguien más a su lado en los metros finales…
La imagen final que nos dejó la carrera fue un podio agradable, pero copado por ciclistas que no dieron la cara hasta los metros finales mientras otros hacían la carrera por ellos. Davis era el rostro de la decepción; Breschel, el del sinsabor; Hushovd, el de la felicidad. El noruego ha puesto hoy el colofón a su carrera deportiva, que iniciara siendo un esprinter de cierto caché en Crédit Agricole y ha acabado convertido en un excelente clasicómano más consistente pero menos veloz. El año que viene afrontará en las filas del Garmin – Cervélo su duodécima temporada como profesional, y a sus 33 primaveras honrará el precioso maillot arcoiris en los adoquines de Roubaix como lo ha hecho en 2010 Evans en las montañas de Giro y Tour. Será una campaña inolvidable para un ciclista cuya ausencia lamentaremos esta década que inicia una vez se retire.
El ciclismo nunca morirá. Es imposible que lo haga mientras queden aficionados tan abnegados como los europeos que hoy nos hemos pasado la noche en vela, mientras queden ciclistas tan dignos como los que hoy se han dejado hasta el último gramo de sus fuerzas rompiendo sus bielas con pura potencia y ansia de victoria, mientras queden carreras tan emocionantes como esta… No. Quizá los escándalos arrebaten ídolos; sin embargo, como dice la máxima, quitarán las flores pero no la primavera. El ciclismo nunca morirá.

Las Bielas de Flandes

El Tour de Flandes es un Monumento, y las cosas en Flandes son, cómo no, monumentales. Pero dentro de lo monumental, lógicamente, hay más monumental y menos monumental. La victoria de Stijn Devolver hoy ha sido, sin duda alguna, muy monumental. Monumentalísima

1. Por un momento parecía que Quick Step fallaba. Había conseguido una superioridad numérica incontestable, configurando gracias a una buena táctica un grupo de siete en cabeza de carrera donde había tres de los suyos. Devolder, Chavanel, Boonen; los tres eran muy fuertes, sólo Pozzato parecía capaz de hacerles sombra. No nos engañemos: a Hoste le falta un punto para ganar (como a Flecha…), Quinziato es algo menos que un plebeyo entre los reyes de las clásicas y Marco Bandiera tenía suficiente con presentarse en sociedad de esa manera tan brillante.

Pero entonces Peeters resbaló, o pareció resbalar. Mandó a Chavanel, el más desgastado de sus tres gallos, con Quinziato por delante. En el grupo, mientras tanto, parón. Tal vez los más de treinta kilómetros restantes hacían más conveniente tirar durante diez en bloque, gastando un poco de fuerzas para a cambio eliminar a un buen número de rivales que se organizaba por detrás. El peligro de ello era hacerle la carrera al superclase Pippo Pozzato. El peligro de mandar por delante a Chavanel era aún mayor: que se formara un pelotón, como efectivamente se formó, y que este tirara hasta neutralizarlo. Eso no sucedió por poco… La dirección técnica de Quick Step supo arreglar el problema a tiempo, puso la venda antes que la herida y lo hizo bien. Podríamos hablar de suerte; sin embargo, eso sería despreciar las capacidades de Peeters. O tal vez las de Devolder.

2. Preben Van Hecke es un ciclista de medianías que hoy ha vivido el momento más brillante de su carrera hasta el momento. Reclutado por la estructura Lotto desde 2004, cuando participó en aquel bizarro experimento de Relax-Bodysol que sólo podía salir mal, evolucionó en un principio como si de un corredor de grandes vueltas se tratase. Sin embargo, llegó un punto donde se vio que sus cualidades para la escalada eran más bien limitadas y en el llano no se desenvolvía del todo mal: un cazaetapas menor de libro. Lotto debió pensar que Van Hecke no valía y, tras un 2007 decepcionante donde no dio continuidad a la línea ascendente que le llevó a ganar la Schaal Seels en 2006, le despachó.

¿Su nuevo lugar de acogida? La estructura Vlaanderen, que con el patrocinio de Totsport sigue sirviendo y servirá como trampolín a los jóvenes flamencos desechados por Quick Step y Silence. Allí se le orientó a las clásicas, género predominante en Bélgica, y allí se ha ido reencontrando consigo mismo. Hoy, de hecho, se ha encontrado consigo mismo envuelto en la lucha de los gallos, con los veinte o treinta grandes. Ha concluido que, con su talento más bien limitado, no iba a llegar muy lejos si seguía con ellos; así que al menos, pensó, ataco y me dejo ver. Vaya si se dejó ver: tras él saltó Devolder, y entre los dos llegaron hasta la rueda de Quinziato y Chavanel, cuya escapada agonizaba ante los tirones del pelotón.

3. Después vino el descontrol. Corredores de tercera fila siguieron el ejemplo de Van Hecke y atacaron, Quick Step metía un hombre en cada corte porque tenía corredores de sobra para hacerlo, como jugueteando. Los favoritos, sin equipo para trabajar la gran mayoría, se miraban esperando a que un arreón de Pozzato seleccionara de nuevo y dejara un grupo de cinco dispuesto a la entente y a relevar a tope hasta llegar a cabeza, aún a costa de llevar a Boonen a rueda. Nada de esto sucedía, la ventaja crecía… El desastre para los favoritos que no fueran de Quick Step.

Al paso por el Kappelmuur demarró un Flecha que se había mostrado débil y con su movimiento confirmó la sensación, aunque con la combatividad mostrada compensó su falta de fuerza. Pozzato, Gilbert y Boonen pasaron en cabeza del grupo, pero no tenían convicción; Pippo debería haber tirado, tenía piernas para ello aunque luego afirmase lo contrario en meta. Por delante Devolder daba el estacazo mientras Van Hecke cedía y Quinziato y Chavanel se miraban y tiraban y se miraban de nuevo. El final fue el esperable: Devolder ganó con gran ventaja respecto del resto, que llegó en pelotón con cerca de un minuto perdido. Del resto excepto de Haussler, que se empeñó en mostrarse como futuro candidato al triunfo y esprintó desde lejos para hacerse con el segundo lugar del podio.

4. Nombres. Tom Boonen fue clave para el éxito táctico de Quick Step al actuar de secante de un Pippo Pozzato al cual le faltó sangre en las venas para haber podido aspirar a algo más. Boonen puede apuntarse dos Tour de Flandes extras en su palmarés, ya que en ambos triunfos de Devolder fue el más fuerte sobre la carretera y se sacrificó tácticamente para propiciar la victoria de su compañero.

Cervélo, por su parte, me sigue dando la misma sensación de caballos negros que antes. Todos son más o menos buenos, han llegado cuatro (si contamos al caído Hushovd) entre los treinta del pelotón principal. Sin embargo, ninguno acaba de ser un ‘top’ que sale en la primera línea de favoritos, aunque Haussler haya explotado y dentro de poco se convertirá en hombre a seguir.

Más nombres. Un «¿qué hacéis aquí?» para tres corredores cuya entrada con los favoritos hoy en Flandes sólo se puede calificar como sorpresa: Alexandre Pichot (Bouygues Telecom), Assan Bazayev (Astaná) y Paolo Longo Borghini (Barloworld). Casos como Hoogerland, De Waele, los hermanos Scheirlinkx o el regresado Leukemans son, dentro de lo que cabe, más normales.

Por último, Fabian Cancellara. Yo tenía curiosidad por saber hasta dónde llegaría. Respuesta: Koppenberg. Pero no por fuerzas, realmente no se le había visto tan mal como parecía llegar. Esta vez fue la mala suerte en forma de cadena rota quien le apartó de la competición. Parece que al bueno de Fabian le ha mirado un tuerto; su manera de tirar la bicicleta después de la avería confirma el nerviosismo y malestar derivado de todo ello. Sin embargo, todo acaba cayendo por su propio peso; Fabian es algo más que un grande, y tendrá la oportunidad de demostrarlo… en el Giro

Favoritos para París – Roubaix

Una lista con los principales nombres… y algunas posibles sorpresas
Fabian Cancellara (CSC) Qué decir del superclase suizo que no se haya dicho ya. En su contra juega el hecho de que quizá llegue algo pasado de forma a la cita francesa; sin embargo, lleva unas semanas en las cuales se le ha visto reservón, guardando chispa para levantar mañana el preciado adoquín por segunda vez en su carrera.

Stuart O’Grady (CSC) Este año no llega con el mismo golpe de pedal que en 2007, cuando proveniente de una fuga que aparentemente no iba a ningún lado, consiguió llegar triunfante al velódromo de Roubaix.

Matti Breschel (CSC) A sus 23 años, el danés parece listo ya para dar un buen rendimiento en Roubaix. Fue 14º el año pasado y llega en un estado de forma que le señala como candidato a brillar mañana.

Juan Antonio Flecha (Rabobank) Después del buen trabajo realizado a favor de Freire en Gante – Wegelvem y, sobre todo, de su tercer lugar en el Tour de Flandes, no cabe duda de que ‘De Pijl’ es uno de los grandes favoritos para el triunfo. Máxime cuando cuenta con experiencia de sobra en el ‘Infierno del Norte’.

Sebastian Langeveld (Rabobank) Un carrerón como el que realizó en Flandes postula a cualquiera como favorito. En su contra está el hecho de que la carrera de mañana será su debut en Roubaix.

Steffan Wesseman (Collstrop) Claramente en el ocaso de su carrera, este año no ha tenido ninguna actuación digna de mención. Sin embargo, el año pasado tampoco atesoraba un bagaje mucho mayor y se plantó tercero en el velódromo de Roubaix…

Leif Hoste (Silence – Lotto) Después de que la mala suerte le persiguiera en Flandes y de no haber cosechado unos resultados excesivamente buenos esta temporada no llegará en el mejor momento moral a la salida de Compiègne; sin embargo, ha demostrado buenas piernas y conoce perfectamente la carrera.

Greg Van Avermaet (Silence – Lotto) El año pasado, con apenas 22 primaveras y en su debut en París – Roubaix, ya fue 29º. Este año, con más experiencia y tras ser octavo en Flandes, parece capacitado para ser una de las grandes sorpresas de la carrera.

Filippo Pozzato (Liquigas) El príncipe es un gran ciclista al cual le falta esas ganas de sufrir que distingue a los ‘clases’ de los ‘superclases’. Por ello, no es París – Roubaix la carrera que mejor se adapte a sus capacidades; pero jamás hay que descartar que un momento de inspiración le catapulte hacia los puestos de honor.

Enrico Franzoi (Liquigas) No llega en un gran momento, pero al mejor corredor de ciclocross de Italia. El año pasado, supeditado a Alessandro Ballan, fue octavo; en esta ocasión tendrá libertad para evolucionar a su libre albedrío y podría llegar muy alto.

Tom Boonen (Quick Step) Otro hombre al cual podemos darle la consideración de superclase. Se comenta, además, que al reanudar su relación con su antigua novia ha sufrido un golpe moral positivo. Trivialidades aparte, no cabe duda de que el rodador de Mol es siempre un favorito para la carrera donde, con apenas 22 años, se dio a conocer siendo tercero en su temporada de neoprofesional. Además, parece llegar en buena forma a la cita.

Stijn Devolver (Quick Step) Después de la exhibición llevada a cabo en el Tour de Flandes no cabe duda de su excelente estado de forma. Ya el año pasado tuvo una beuna actuación (18º), así que no se le puede descartar para nada.

George Hincapie (High Road) Desde su debut en 1994 ha mantenido una relación de amor y odio con el pavés de París – Roubaix. Ante él se presenta una de las últimas oportunidades de consumar por fin su deseado triunfo en el mítico velódromo de Roubaix… sino la última. Llega en un estado de forma muy bueno.

Servais Knaven (High Road) A este excelente gregario siempre se le recordará por su inesperado triunfo en la París – Roubaix de 2001. Posiblemente sea la última vez que participa en esta carrera, por lo cual es de esperar que quiera despedirse de ella con un buen sabor de boca.

Alessandro Ballan (Lampre) Otro de los grandes favoritos. Fue tercero en la edición de 2006, nadie duda de su capacidad como rodador y sobre los adoquines… Además, goza de un estado de forma casi privilegiado y de una punta de velocidad que le hace ser favorito en caso de llegar al sprint; sólo le superaría Boonen.

Fabio Baldato (Lampre) Será la última vez que se enfrente a su segunda carrera favorita (la primera es Flandes). Aunque estará al servicio de Ballan, no sería descartable que se colara en el ‘top ten’.

Nick Nuyens (Cofidis) A pesar de que jamás ha destacado en París – Roubaix, no es ni mucho menos aventurado considerarle como outsider al triunfo. Tiene buenas condiciones de rodador y supera con nota el pavés; le falta suerte y, quizá, equipo para aspirar a la victoria. Sin embargo, llega en buena forma.

Martin Elmiger (AG2R) El suizo ha dado ya el salto de calidad definitivo. A sus treinta años parece además poseer buenas piernas, lo cual le habilita para llegar al ‘top ten’.

Arnaud Coyot (Caisse d’Epargné) Según me explicó a principios de temporada, “espero obtener una plaza entre los diez primeros en Roubaix. Ganar es muy difícil, pero creo que estar entre los diez primeros es factible”. Arnaud es un buen rodador, con experiencia en el Infierno del Norte y que, además, llega en un estado de forma bastante decente. Podría ser la gran sorpresa de la carrera francesa.

Nico Eeckhout (Topsport Vlaanderen) ‘Rambo’ es un outsider para cualquier clásica. Y, a pesar de no haber destacado nunca en Roubaix, no se le puede descartar…

Thor Hushvod (Credit Agricole) Es, tras Cancellara y Boonen, el corredor más potente de todo el panorama ciclista actual. Aunque parece haber olvidado en los últimos tiempos su faceta de clasicómano (no en vano fue 9º en Roubaix’05), tampoco se le puede eliminar completamente de las quinielas.

Magnus Backstedt (Slipstream) El ganador sorpresa de la París – Roubaix de 2004 parece estar reencontrándose en el novedoso Slipstream. Aunque siguen quedando lejos sus mejores tiempos, mañana podría revindicarse en su vuelta al alto nivel.

Martijn Maaskant (Slipstream) Posiblemente sea el nombre más desconocido de todo este artículo; sin embargo, puede ser la gran revelación de mañana. Formado en Van Vliet, maduró en el filial de Rabobank y ahora comienza a dar frutos Slipstream. Posee excelentes condiciones de rodador y no se desenvuelve nada mal en adoquinado como demostró el domingo pasado en Flandes.

Repaso a los favoritos de Milán – San Remo (II)

II – Los outsiders
Este año, la inclusión de la Pomepeiana les da mayor margen. Amplía sus opciones de victoria. Los clásicos Cipressa y Poggio, donde tan importante es la subida como la bajada, constituyen junto al citado Pompeiana el momento en que se jugarán sus bazas, atacando desde lejos; su gran momento, en definitiva. Son aquellos cuyas cualidades están fuera de toda duda, cuya condición física les coloca un punto por encima del resto de ciclistas no-sprinters. Son aquellos que sueñan con imponerse en San Remo, en solitario y por delante del pelotón.

Fabian Cancellara [CSC]
A un nivel diferente, es el próximo Lance Armstrong. El hombre de los siete Tours avasallaba a sus rivales en julio y, como mucho, junio; no sabía [ni quería saber] hacer otra cosa que ganar en los Campos Elíseos. Cancellara, el suizo de CSC que en su día formara parte del memorable GS III de Mapei, es capaz de avasallar a sus rivales en cualquier terreno que no sea alta montaña. Sus cualidades para el llano, el pavé, la lucha en solitario, el plato grande… estaban de sobra acreditadas. Ahora, se unen a la facilidad insultante que ha demostrado para subir muros y colinas de cierta entidad, aunque sea menester para ello sufrir sobre la bicicleta de manera impropia para un ciclista de su clase.
Cuatro victorias jalonan su palmarés este año: prólogo de la Vuelta a California, la novedosa Monte Paschi Eroica, contrarreloj y general de Tirreno – Adriático. Esto constituye una carta de presentación temible para un ciclista capaz de hacer saltar la banca atacando al bravo pelotón en el último kilómetro, como ya hiciera en el Tour 2007 (concretamente, en Compiegne). Así, la reedición de una victoria como la de Tchmil en 1999, con un tremendo demarraje a 500 metros de meta, parece al alcance de su mano.

Alessandro Ballan [Lampre]
Se ha dejado ver con más corazón que cabeza en este principio de temporada, con ataques de pura potencia que dejaban boquiabiertos a sus rivales; estos se limitaban a reorganizarse para cazarle en el llano. Ante él, no había opción a contestar en solitario.
Como puesto de mérito para un ciclista de clase mundial como él solo destaca el segundo lugar de la Monte Paschi Eroica que se adjudicó Cancellara. Sus opciones pasan por el ataque lejano… o incluso el sprint, disciplina donde ha demostrado de sobra desenvolverse perfectamente.

Davide Rebellin [Gerolsteiner]
El veterano clasicómano italiano parece encontrarse ante una de sus últimas oportunidades de triunfar en una carrera que históricamente se le ha resistido; cuarto en 1995 es su mejor resultado. El momento de forma parece propicio, tras adjudicarse el Tour de Haut Var y París – Niza este último mes; el recorrido, con más dureza acumulada, también.

Filippo Pozzato [Liquigas]
Al ‘Príncipe’, con 27 años, le ha llegado la hora de ser Rey. Una reedición de su triunfo en 2006, sorprendiendo a propios y extraños, sería una buena manera de encaramarse al trono. Cuenta con la misma baza de Ballan: poderío suficiente para jugársela al sprint o a la escapada. El Giro de Grosseto y una esperanzadora actuación en Tirreno – Adriático le postulan como un buen candidato a la victoria.

Paolo Bettini [Quick Step]
No inspira la sensación de poder, de respeto, de hace bien poco. Ha demostrado ser humano tras acabar el último la Monte Paschi Eroica, tan solo por la ambición de terminarla; además, su momento de forma parece un tanto precario. Solamente su actitud y su clase innata (que no es poco) le avalan como aspirante al triunfo.

Danilo Di Luca [LPR]
Su exilio en LPR, perjudicado por ese absurdo llamado Pro Tour, hace que Danilo se plantee esta Milán – San Remo con un aire diferente. Sin la presión que implica ser el líder de un gran equipo, podrá llevar a cabo tácticas más “descabelladas”, como el ataque lejano; o esperar a que la carrera se lance para jugársela con más lógica en el desenlace final del Poggio. Los resultados obtenidos no representan su estado de forma, que tiene poco o nada que envidiar al de muchos otros favoritos.

Philippe Gilbert [Française des Jeux]
El belga parece haber perdido ese punto extra, casi mágico, que acompaña al ciclista que además de en forma se encuentra en estado de gracia. Tras sus triunfos en la Challenge de Mallorca, Samyn y Het Volk, un discreto papel en París – Niza hace que sus opciones de victoria en Milán – San Remo bajen enteros.

La segunda fila de outsiders la componen escaladores y clasicómanos cuyo momento de forma no es el ideal; casos como el de Riccardo Ricco’ (Saunier Duval), cuya presencia es dudosa por el momento; o Rinaldo Nocentini (AG2R), cuyo rendimiento en París – Niza fue menor de lo que indica su segundo puesto. También aparecen algunos corredores a los que quizá les falte un punto de nivel para plantear una alternativa real al triunfo, como Sylvain Chavanel (Cofidis), líder un día en París Niza; Joaquín Rodríguez (Caisse d’Épargne), vencedor de etapa en Tirreno – Adriático; o Carlos Barredo (Quick Step), que hizo lo propio en París – Niza.

Fotos: BBC / Cyclignews