Los cortes de la Navaja de Occam

Arueda.com

La navaja de Occam es un instrumento empírico que sirve como base a cualquier razonamiento lógico. Lejos de ser un instrumento físico, es una máxima cuyo nombre radica en que corta de raíz cualquier divagación e hipótesis demasiado complicada. Establece la preponderancia de lo simple con el siguiente postulado: “La interpretación más sencilla es probablemente la correcta”.

En ciclismo no hay carrera más sencilla que la contrarreloj: un recorrido que cada participante completa individualmente con el objetivo de hacerlo en el menor tiempo posible. Determina la fortaleza física del corredor mucho mejor que la montaña, donde hay cierto componente mental; mucho mejor que el sprint, donde hay una parte importantísima de trabajo de equipo; mucho mejor que el terreno de las clásicas, donde la táctica juega un papel decisivo. Aquí todo es muy sencillo, es la lucha en igualdad total de condiciones, la navaja de Occam corta muy bien.

La crono de hoy parecía sacada de otro tiempo. Acumulaba una longitud de sesenta kilómetros, propia de cualquier carrera del género en cualquier gran vuelta, pero la sazonaba con dos puertos de montaña que proporcionaban una dureza descomunal. Para muestra, los 17 minutos y 50 segundos de retraso que ha acumulado en meta el último clasificado, Óscar Gatto (ISD), con respecto del ganador Denis Menchov.

El ruso de Rabobank ha sido, sin duda, el gran beneficiado de hoy. Inició el día a 1’20” de la ‘maglia rosa’ que llevaba Danilo Di Luca y lo acabó con ella puesta y 34” de renta. Menchov es un corredor fortísimo, dominador en las contrarrelojes y capaz de lo mejor (Alpe de Siusi) y lo peor en la montaña, a causa de una debilidad mental que le hace hundirse cuando ve alguien superior a él en la carretera. Eso le hizo no ganar el Tour del año pasado, donde también acusó un poco de mala suerte, si bien no le ha impedido ganar una Vuelta a España, la de 2007, en la que avasalló desde otra crono (Zaragoza) hasta el final.

Sin embargo, ahora Menchov se enfrentará a otro problema que no es de mentalidad a la hora de defender el liderato. Se trata del equipo. Rabobank ha traído una alineación más bien débil, sobre todo a la hora de subir, que tiene además el hándicap de haber perdido a su ‘capitano’ en ruta, Pedro Horrillo, debido a una caída. Sólo Laurens Ten Dam (19º en la general), Mauricio Ardila (48º) y Dimitri Kozontchuk (79º) si se encuentra en sus mejores días parecen capaces de resistir hasta el último puerto con el ruso. Los acontecimientos pueden sobrevenir, sobre todo, con un ataque lejano en una de las numerosas etapas de media y alta montaña que restan hasta la llegada en Roma.

Otro equipo donde la navaja de Occam ha metido su filo ha sido Liquigas. Su bicefalia corre el peligro de convertirse en dicotomía; desventajas de salir con dos líderes en el mismo ‘nueve’. Ivan Basso y Franco Pellizotti han convivido hasta ahora perjudicándose, no han dado pedaladas a favor del otro y sí en contra; por ejemplo, el corte de la décima etapa que costó veinte segundos de desventaja a Basso lo provocó el propio Pellizotti.

En la contrarreloj, Pellizotti ha demostrado estar un punto por encima de Basso. El hombre del cabello rizado lleva un minuto de ventaja respecto del varesino, quien sólo se mostró mejor que él en Alpe de Siusi y tiene además dos hándicap: impericia para atacar y poca costumbre de alta competición. En estas circunstancias, recortar tres minutos (su diferencia respecto del líder Menchov) se antoja muy complicado si se espera a combatir de tú a tú. Pellizotti, por tanto, parece en mejor disposición para aspirar a la maglia rosa. La solución para evitar un conflicto tal vez sea buscar ataques lejanos con Basso, hacer trabajar a Menchov y dejar el terreno abonado para que Pellizotti remate. Que ambos den pedaladas para sí mismos, pero que al menos no se perjudiquen…

Por otro lado, la decepción de la contrarreloj posiblemente haya sido Michael Rogers. El australiano, antiguo campeón del mundo contrarreloj, se ha visto superado por los rivales y el recorrido y ha perdido casi tres minutos en meta con Menchov. El corredor de Columbia muestra una falta de solidez casi alarmante y, aunque algunas apuestas le daban como candidato a la sorpresa, aún le falta ese punto de regularidad para situarse entre los mejores. Tampoco su compañero Thomas Lövkist (a cinco minutos) ha dejado mejores sensaciones; la navaja de Occam dice esta vez que la guerra de Columbia seguramente no sean las clasificaciones generales.

Todo lo contrario le sucede a Carlos Sastre. Y a Levi Leipheimer. Ninguno de los dos se ha mostrado exultante, ni muy entonado; se mantienen a la expectativa, pero aún así son quinto y segundo en la general, respectivamente. El abulense de Cervélo espera amparado en su condición de corredor de fondo, lo que propicia que sus etapas para marcar diferencias sean más las finales que las iniciales. El americano, por su parte, esperaba no tener rival en la contrarreloj, poder sacar tiempo a todos; ahora tiene un problema llamado Menchov. Y también una solución llamada Astaná, un equipo potentísimo con capacidad de sobra para armar verdaderos zafarranchos.

El último corte de la navaja de Occam, el primero cronológicamente de todos los reseñados, lo ha dado en Lance Armstrong. Después de dos semanas introducido en el fragor de la competición, el americano ya había tomado ritmo de competición y se encontraba ante la prueba de fuego de la disciplina que tantos éxitos le dio otrora. El resultado, 13º a 2’26”, no invita al optimismo de pensar en la recuperación del Armstrong de antes de la retirada; hay doce ciclistas por encima suya, antes no había ninguno. Sin embargo, sí deja bien a las claras que el tejano sigue teniendo un nivel más que decente. Y puede ser, por qué no, que le veamos dinamitar el Giro con su trabajo a favor de Levi Leipheimer…

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Sastre, amarillo y gloria en Alpe d’Huez

23 de Julio, Arueda.com
Alpe d’Huez es una montaña legendaria, uno de esos nombres que están en la mente de todos los aficionados al deporte. Cada curva de Alpe d’Huez encierra una leyenda, portando el nombre de uno o dos de los hombres que han conseguido imponerse a sus rivales y a las circunstancias para hacerse con una preciada victoria en sus rampas. Cada tramo tiene su historia, su momento de gloria que es recordado cada vez que es recorrido por los esforzados de la ruta.

Desde el durísimo primer kilómetro, el de los gregarios, donde Chechu Rubiera y Roberto Heras reventaron en su tiempo a todo el pelotón en favor de Lance Armstrong. También está la zona, a falta de cuatro kilómetros del final, donde se acumulan los holandeses como los vascos en Pirineos; no en vano, Alpe d’Huez también es conocida como la montaña de los holandeses. En los últimos quinientos metros siempre se recuerda aquella curiosa caída de Giuseppe Guerini por un aficionado despistado que se interpuso en su camino cuando iba hacia la victoria; la victoria que al final consiguió.

Para los españoles también hay historias. La curva número 10 es la de Fede Echave, que ganó en 1987 mientras Delgado y Roche se retaban por detrás y el segoviano cogía el amarillo. La curva 20 la comparte Iban Mayo con Lucien Van Impe; inolvidable su exhibición mientras Beloki se enfrentaba a Armstrong en el Tour de su desgraciada caída. Desde hoy, siguiendo el orden, la curva 17 pasa a ser la de Carlos Sastre; la compartirá con otra leyenda como el pasional portugués Joaquim Agostinho.

El desarrollo de la etapa fue decepcionante. Rubén Pérez (Euskaltel), Peter Velits (Milram), Remy Di Gregorio (Française des Jeux) y el protagonista de ayer Stefan Schumacher (Gerolsteiner) conformaron la escapada. Di Gregorio perdía contacto en el llano entre los colosos de Aubisque y Croix de Fer; Rubén Pérez, en las estribaciones de este último, que eliminaba también a Schumacher más adelante. Quedaba solo por delante el sudafricano Velits, que después recibiría por detrás el apoyo de Jérôme Pineau (Bouygues Telecom) en el descenso de Croix de Fer. Todo eso daba un poco igual en una visión global de la etapa, pero era lo único que sucedía en esos instantes: CSC marcaba un ritmo poco exigente que dejaba a una treintena de ciclistas en el pelotón.

Se llegó al pie de Alpe d’Huez y no parecía que se pudiera esperar demasiado. Pineau seguía por delante ya en solitario, con un minuto sobre el grupo dominado (se dejaba dominar) por CSC. Y en el primer kilómetro llegó el primer hachazo. Carlos Sastre atacaba y se llevaba consigo a Denis Menchov; el inocente trabajo de Bernhard Kohl neutralizaba el demarraje. Sin esperar a reintegrarse de verdad al grupo de favoritos, Sastre volvía a tensar. Ésta fue la buena.

Dudas por detrás. Menchov se hundía, víctima de su fragilidad mental, y perdía contacto con el resto de grandes. Kohl tiraba de Evans; Valverde pedaleaba nervioso con unas buenas piernas que no tenía desde Cholet, AG2R acumulaba hombres en el grupo… y los hermanos Schleck movían el árbol, buscando cortar a Evans. En lugar de ello, lo acercaban a su compañero de equipo y teórico jefe de filas. Cayeron una y mil veces en ese error de juveniles; a pesar de ello, Sastre siguió haciendo hueco, infatigable. Los treinta segundos que manejó durante dos kilómetros se convirtieron en cincuenta, lo cual propició que el coche de equipo conducido por Kim Andersen y que llevaba a su mecánico y compañero de fatigas Alejandro Torralbo arribara a su vera. Golpe moral, la ventaja era de un minuto y, en un abrir y cerrar de ojos, paso a ser de dos.

Evans no encontraba quien le hiciera carrera; mejor dicho, quien se la hiciera bien. Tocado ya Kohl, Goubert y Efimkin, de AG2R, se iban alternando para mantener un buen ritmo que beneficiara a su jefe de filas Valjavec. Y ese ritmo permitía que Sastre aumentara su ventaja. Después, Evans empezó a tomar la responsabilidad en primera persona; Menchov y Samuel Sánchez volvían al grupo. Algo no marchaba bien. Los ataques no tenían continuidad: la ingenuidad de los Schleck se tornó en maestría para hacer de secantes de cada cambio de ritmo que tenía lugar entre los favoritos. Vandevelde, Efimkin, Valverde, Kohl… todos debían frenar al verse con la incómoda compañía de uno de los luxemburgueses. Sastre seguía delante; iba con menos alegría, pero con la suficiente para seguir haciendo hueco.

El último ataque, el que valió, fue de un Samuel Sánchez que arrancó con una fuerza bastante apreciable a poco más de un kilómetro para meta. A su rueda, Andy Schleck. Esto no importó al asturiano, que sólo quería ser segundo y en nada perturbaba a Sastre. La pasividad de un Evans reventado, un Menchov hundido aunque su situación en carrera no fuera catastrófica. El reventón juvenil de Kohl, el puntito que le falta a Vandevelde para ser un grande y no un gregario de lujo que aprovecha su libertad. Esos factores se juntaron para permitir a Sastre, por un lado, y a Samuel y Andy por otro, para hacer camino. También la permisividad de Valverde, que perdonaba a pesar de su insultante facilidad sobre la bici.

Sastre llegó a meta, maillot cerrado y gesto extenuado, con 2’03” sobre Samuel y Schleck, que se jugaron al sprint la segunda plaza; sonrió la fortuna al más rápido, el asturiano de Euskaltel. A 2’13” apareció el grupo de favoritos, liderado por el murciano Alejandro Valverde y por el hasta ahora líder Frank Schleck; Evans perdía dos segundos en una etapa negra para él.

Diez minutos después ya se sabía la general. Sastre sacaba 1’24” al siguiente, su compañero Frank Schleck, y 1’34” y 2’39” a sus máximos rivales por mor de la contrarreloj, Cadel Evans y Denis Menchov. El abulense tuvo un recuerdo para su cuñado Chaba Jiménez y declaró que la táctica, que parecía caótica dado el mal uso de sus fuerzas por parte del equipo CSC, era que él atacara desde la base del Alpe d’Huez.

Pero… ¿qué más da? ¿Qué importan las tácticas, las diferencias y lo que queda por venir cuando uno ha entrado en la gran Historia del ciclismo? Un triunfo épico en Alpe d’Huez significa la gloria. Y resta importancia a lo que queda por venir

Italia vs Resto del Mundo en el Giro

¿Seguirá la hegemonía italiana o habrá sucesor para Pavel Tonkov?
11 de Mayo, Arueda.com
En el terrible recorrido de esta edición del Giro de Italia lucharán por la victoria 198 ciclistas (197 tras el positivo de Richeze, de CSF-Navigare) pertenecientes a 22 equipos. En esta ocasión no parece tan claro el favoritismo de los italianos para la victoria final, tan aplastante en la últimas ediciones (el último extranjero ganador fue el ruso Pavel Tonkov en 1996).


En esta ocasión, los no italianos llegan encabezados por un alemán que tenía en el punto de mira esta carrera a pesar de no saber si iba a correrla: Andreas Klöden. Y es que el de Astaná llega en un buen momento de forma tras su victoria en Romandía. A su lado contará con dos gregarios de lujo que no parecen llegar lo suficientemente bien para optar a la victoria final: el americano Levi Leipheimer y el ídolo español Alberto Contador, que recientemente se ha descartado para la lucha por la ‘maglia rosa’; aún y a pesar de esto, no sería descabellado pensar en un puesto entre los diez primeros y al menos un triunfo de etapa.

El ruso de Rabobank Denis Menchov aspira también a suceder a su compatriota Pavel Tonkov como ganador extranjero del Giro. A priori, asistía como preparación para el Tour: sin embargo, la gran condición física demostrada en Romandía le apunta como gran favorito a la victoria final. Caisse d’Épargne lleva también como líder a un ruso, del cual hablamos recientemente: Vladimir Karpets.

De Latinoamérica llegan tres ciclistas con posibilidades de hacerlo bien en algunas etapas de montaña y, en algún caso, incluso en la general: el venezolano José Rujano (Caisse d’Épargne), el colombiano Mauricio Soler (Barloworld), el mexicano Julio Alberto Pérez Cuapio (CSF-Navigare)… y un aspirante a sorpresa como es el escalador colombiano de Serramenti-Diquigiovani José Serpa, que ha realizado una adecuada aproximación al Giro y podría hacer saltar la banca en alguna etapa y también optar a la ‘maglia verde’ si no se ve excesivamente supeditado a su líder Simoni.

La armada italiana se basa en tres puntales de tres generaciones diferentes: el veterano Gilberto Simoni (Serramenti), el maduro Danilo Di Luca (LPR) y el joven Riccardo Ricco (Saunier Duval). Simoni, un ciclista ya en declive pero con clase y ese puntito extra dado por la experiencia, llega con una forma física aceptable a pesar de no haberse dejado ver en exceso. Ya saboreó las mieles del triunfo en dos ocasiones, ha estado cerca de hacerlo varias más… y podría volver a hacerlo ahora.

Por su parte, Danilo Di Luca llega enrabietado tras los múltiples problemas del asunto ‘Oil for Drugs’, que le han sacado del Pro Tour y de la campaña de clásicas de primavera. Está absolutamente centrado en el Giro y aspira a hacerse con la ‘maglia rosa’ por segunda vez tras su triunfo del año pasado. Llega en una forma física ideal (ganó el Giro del Trentino), las trampas del recorrido en la primera semana no le son para nada hostiles. Es el favorito número uno.

Riccardo Ricco’, ‘El Cobra’, es el último de la terna de grandes favoritos italianos. Y el más imprevisible. Ha tenido una campaña de primavera desastrosa, problemas extradeportivos y físicos… Toda una incógnita. Su sexto lugar en el Giro el año pasado y su evidente margen de progresión, sin embargo, le señalan como favorito.

Un coetáno de Ricco’, Vincenzo Nibali (Liquigas) se presenta como principal alternativa a todos estos nombres… y como potencial sorpresa, ya que hay quien lo sitúa en el podio. A su lado tendrá al curtido Franco Pellizotti, que siguen en busca de ese “puntito extra” que le permita estar con los mejores. CSF-Navigare presenta a otra posible sorpresa, Domenico Pozzovivo, y a un hombre que busca revindicación como es Emanuele Sella. Tres veteranos que ya han brillado en el Giro son también candidatos a destacar: Leonardo Piepoli (Saunier Duval), Marzio Brusheghin (Lampre) y Paolo Savoldelli (LPR).

En el plano de los sprinters, hay múltiples nombres y ningún dominador claro ante la falta de Alessandro Petacchi. Robbie Mc Ewen (Silence-Lotto), Erik Zabel (Milram) y, sobre todo, Daniele Benatti (Liquigas) son los llamados a poseer la supremacía de las volatas; Paolo Bettini estará siempre ahí gracias a la dureza implícita en los finales de cada jornada.

El australiano Graeme Brown (Rabobank), el británico Mark Cavendish (High Road) y el alemán Robert Förster (Gerolsteiner) son alternativas. Se presentan otros nombres destacados como Ilgynski y Bazayev (Astaná), Pagliarini (Saunier Duval), Loddo (Tinkoff) y Hondo (Diquigiovani). También hay un español con serias opciones de estrenar su casillero en vueltas por etapas, el vasco Koldo Fernández de Larrea (Euskaltel). Los sprints, eso parece claro, serán una lotería y un espectáculo ante la falta de un equipo que lleve el mando y la locura de todos los finales de etapa.