Davide Rebellin, en "conversaciones" con Andalucía

El ciclista italiano Davide Rebellin podría fichar en breve por el equipo Andalucía – Caja Granada, según ha confirmado en una llamada telefónica el mánager de la escuadra Antonio Cabello al describir la existencia de “conversaciones”, aunque “sin nada firmado” de momento.

Rebellin, quien cumple hasta el próximo 27 de abril una sanción de dos años por dopaje en los pasados Juegos Olímpicos de Pekín, estaría pues próximo a incorporarse a la estructura andaluza, si bien cuenta según Cabello con otras propuestas sobre su mesa. “Ahora mismo Rebellin tiene varias ofertas, de conjuntos italianos e incluso de algún otro español”. Respecto a los motivos que pueden impulsar al corredor italiano a decidirse por Andalucía, el mánager explica: “vive en Marbella, lo cual implica un contacto y una relación con nuestra región. Y, por otra parte, en este equipo tendrá libertad para jugar sus bazas, algo de lo que quizá no disponga en otros”. En el capítulo estrictamente deportivo, Cabello se muestra optimista al considerar a ‘il Piadoso’ como un corredor “de calidad” y capaz de rayar a un gran nivel.
Los rumores en torno a una posible incorporación de Rebellin al Andalucía – Caja Granada llevan tiempo en circulación dentro del mundillo ciclista, y tomaron cuerpo el pasado miércoles cuando la web italiana Ciclismo Online publicó una noticia al respecto. El sábado, en la salida del GP Llodio, Cabello negó “saber nada” en torno a ello preguntado por el fotógrafo Iñaki Lakarra. Sin embargo, el caramelo del ganador de las tres Clásicas de las Árdenas en 2004 parece demasiado goloso para ser desechado por una escuadra de segunda división como la andaluza.

Palmarés completo de Rebellin en CQRánking

Foto: Mundo52.com
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La leyenda de Contador en París – Niza

Hay veces que existe una relación especial entre un corredor y una carrera. Le sucedía a Cunego con Lombardía y le sucede a Contador con París – Niza.
En esta ronda ha escrito muchas de las mejores y más recordadas páginas de su carrera deportiva. En 2004 dio en ella sus primeras pedaladas al máximo nivel y, siendo un bisoño proyecto de superclase de apenas 21 años, fue capaz de colocarse quinto en la etapa prólogo ante algunos de los mejores especialistas de la lucha individual de aquel momento, incluyendo los dos campeones del mundo contrarreloj de aquel año: David Millar, ganador en la carretera que en agosto perdería el título tras reconocer haberse dopado, y Michael Rogers, que ha pasado a la historia como arcoiris legítimo. También fue protagonista en la etapa final de esta misma edición, donde únicamente un momento de debilidad en el Col d’Eze le apartó de discutirles la victoria de tú a tú en Niza a dos grandes como Denis Menchov y Alexandre Vinokourov.

Para Contador fue el inicio de una correspondencia con la París – Niza, de una relación recíproca donde ambas partes han ido alimentando su respectiva leyenda. Sólo el veto que impidió a Astaná disputar las pruebas de ASO en 2008 ha privado al madrileño de disputar una edición de esta ronda por etapas. Por el camino ha dejado constancia de su progresión. Pequeñas muestras, fulgores provenientes del cincel de la experiencia modelando el talento de un corredor prometedor que poco a poco extrae de sí mismo el superclase que lleva dentro mientras su propia ambición y su juventud le ponen zancadillas.
Ejemplo de esto es la edición de 2007, la primera en la que Alberto se hizo con la general final. Tras unas buenas prestaciones en el prólogo (5º), cedió una veintena de segundos respecto al resto de favoritos en una emboscada en los últimos kilómetros de la segunda etapa que le confirieron ventaja al que resultaría ser el otro contendiente por la victoria absoluta, Davide Rebellin. No pudo recortárselos en el final en alto de Mende, donde el madrileño se impuso al italiano sin marcar distancias significativas. No quedaba sino atacar en los dos parciales que ofrecían terreno propicio para ello, con finales en la cinematográfica Cannes y la soleada Niza.
Camino de Cannes Alberto Contador compuso una de sus anécdotas más recordadas. Se subía el Col de Tanneron y el madrileño aceleró para distanciar a un Rebellin que, impotente y sin equipo, no reaccionó. Se llevó a su rueda a David López (Caisse d’Épargne), y cazó a Luis León Sánchez, coequipier del vizcaíno, que circulaba por delante. En cabeza, con apenas una decena de kilómetros por recorrer y unos treinta segundos sobre el pelotón, Contador parecía capaz de derrocar al líder Rebellin con ayuda de sus improvisados colaboradores en la tentativa. Sin embargo, un tirón en un repecho encendió la mecha de Luis León, que atacó a su otrora compañero de escuadra en pos del triunfo parcial, desarbolándole. Los gritos de Alberto rogándole que se detuviera y colaborara con él («¡Luisle! ¡Luisle!») forman ya parte del anecdotario ciclista. Aunque fue neutralizado por el gran grupo en Cannes, Alberto fue a la postre capaz de salir victorioso tras imponerese en la última etapa en Niza con un margen sobre Rebellin que le dio también la general.
No tan feliz fue el final la París – Niza del año pasado. Un Contador en estado de agitación por la repentina compañía del heptacampeón del Tour Lance Armstrong no supo dominar sus nervios (ni su ambición) en el penúltimo parcial de la vuelta. Contador ostentaba el liderato gracias a una incontestable exhibición en la Montagne de Lure, pero se desquició al ver cómo su equipo se venía abajo con treinta kilómetros por recorrer. El madrileño no supo conformarse al verse en cabeza junto a Colom y Luis León, muy lejos en la general como para arrebatarle su maillot amarillo. En una situación propicia para defender su liderato en solitario, no tiró; dejó llegar a su altura a más rivales y acabó acribillado a demarrajes, claudicando en favor de Luis León Sánchez. Desfondado. Dejando una triste imagen donde era rebasado por grupos de corredores descolgados que le observaban con sorpresa. El polémico comentario de Lance Armstrong en su Twitter, «amazing talent but still a lot to learn» («gran talento pero mucho por aprender»), no fue gratuito. Pero abrió una herida en Alberto, que trató de resarcirse infructuosamente con un ataque lejano al día siguiente en la clásica etapa de Niza. Fue la semilla de una ruptura en el seno de Astaná que acabó por salir a la luz en pleno Tour de Francia.
Hoy Alberto Contador ha ampliado la parte dorada de su leyenda en París – Niza con una portentosa victoria en el Col de Mende que ya le viera ganar tres años ha ante Davide Rebellin. Su equipo Astaná desarrolló un trabajo magnífico y, si bien le dejó algo solo en los compases finales de la etapa, también le colocó el triunfo en bandeja. El superclase que empezó su carrera en la estructura de Manolo Sáiz no necesitó siquiera demarrar de forma violenta; lo hizo progresivamente, con un ritmo constante que le lanzó el corredor de Française des Jeux Christophe Le Mével y con el cual fue eliminando uno a uno a sus rivales: Tondo, Kreuziger, la sensación Peter Sagan… incluso el líder Jens Voigt cedió ante el empuje del madrileño. Sólo Valverde, ‘Purito’ Rodríguez y un Samuel Sánchez que se vio perjudicado por una pésima colocación al inicio de la subida fueron capaces de reaccionar, pero lo hicieron sin solvencia. Había una diferencia, mínima, entre la velocidad de Contador y la del resto; la diferencia de talento que inclina la balanza en favor del que es ahora mismo el mejor vueltómano del mundo.
La relación de amor y odio de Contador y la París – Niza se prolonga una edición más. Por lo pronto sólo ha aparecido la parte dulce; quién sabe si, por esta vez, la carrera francesa sólo se va a portar bien con Alberto y a dejarle campeonar con la suficiencia que su talento merece. Quién sabe si la ambición volverá a complicarle la carrera a Alberto de aquí hasta la llegada final en el Paseo de los Ingleses de Niza…

Ballan campeón ante las vergüenzas del ciclismo

Arueda.com
Todo un Campeonato del Mundo desvirtuado por la actitud del capo del pelotón. Mientras Alessandro Ballan se imponía con un ataque de caballo en el hipódromo haciendo valer la superioridad italiana, aplastante y reflejada en cada instante de carrera, Paolo Bettini se retiraba entre los honores rendidos por el resto de los líderes del ciclismo mundial. Su compañero de retirada Erik Zabel, Tom Boonen, Frank Schleck y los españoles Óscar Freire y Alejandro Valverde. Todos llegaban cinco minutos después del campeón, admirando al Don, restando mérito a la victoria de un Ballan que posiblemente estaba ante el cénit de su carrera deportiva.


El nuevo campeón se impuso a un grupo de rivales de menor postín, ciclistas que ahora mismo figuran en la segunda o tercera fila mundial. Sólo Davide Rebellin, Damiano Cunego y el propio Ballan se escapaban de esta norma; ciclistas de clase, con un palmarés más que digno para ser campeones del mundo. Matti Breschel les aguó la fiesta, se coló segundo en el sprint del grupo e impidió que los italianos llevaran a cabo un triplete histórico, la mayor exhibición desde aquella París-Roubaix de 1996 donde Mapei copó las tres primeras plazas con Museeuw, Bortolami y Tafi.

El resto de sus acompañantes, directamente, no tenían la altura necesaria para las circunstancias. Escaladores como Robert Gesink, Chris Anker Sörensen, Thomas Lövkist, Jurgen Van Goolen o el nacional Joaquín Rodríguez poco tenían que hacer en el llano. Nick Nuyens, Stefan Pfannenberger, Andrei Grivko y Fabian Weggman, sencillamente, no tenían la categoría ni la potencia para meterse en la lucha por las medallas. Sólo Breschel, aspirante a superclase con 24 años, pudo poner un cierto contrapunto a la fiesta italiana que tuvo lugar en Varese. Y al bochornoso espectáculo de los grandes favoritos. Y al ridículo de España.

Nada hacía presagiar, en principio, que este Mundial se convirtiera en un chasco absoluto para la selección española. El conjunto de Antequera presentaba un nueve de garantías, con cuatro medallistas en potencia como Óscar Freire, Alejandro Valverde, Samuel Sánchez y Alberto Contador. Este último renunció a sus posibilidades al poco de rebasar el ecuador de la carrera. Con él, los tres gregarios más débiles para el recorrido: Benjamín Noval, Ezequiel Mosquera y Luis León Sánchez. Sin embargo, a la par de esta decepción llegaba una agradable sorpresa: Juanma Gárate, con unas prestaciones insospechadas, tomaba una relevancia mucho mayor de la prevista.

Sobre todo cuando, a falta de cinco vueltas para el final, un grupo de nueve ciclistas donde se incluían tres italianos y tres españoles abortaba el intento de los tres valientes del día. Tres valientes que se escaparon y cubrieron más de ciento cincuenta kilómetros destacados con respecto al resto: Ricardo Ochoa (Venezuela), Chris Poos (Luxemburgo) y el ucraniano de Canet Oleg Chuzda. Éste fue el último en claudicar, y dejó en cabeza de carrera a ese grupo que parecía capaz de llegar hasta el final a poco que hubiera un cierto desacuerdo por detrás… y acuerdo en él.

Paolo Bettini, Alessandro Ballan y Damiano Cunego formaban el triplete italiano; Joaquim Rodríguez, Alejandro Valverde y el mencionado Juanma Gárate eran los representantes españoles. Junto a ellos, sólo otro hombre realmente peligroso: Alexandr Kolobnev (Rusia). Situación positiva tanto para España como para Italia: Boonen eliminado, Zabel y Ciolek eliminados. Además, ambos países contaban con dos balas ganadoras en la recámara: Davide Rebellin y Óscar Freire. Sin embargo, no hubo acuerdo: en lugar de colaborar, España torpedeó al grupo en un principio con los ataques de Joaquín Rodríguez. El objetivo, que fuera Italia la única que tirara del grupo para reservar así al resto de corredores españoles. El resultado, ‘Purito’ renunciando a su intentona y pasando a colaborar junto a Gárate para mantener con vida la fuga. Sin embargo, fue demasiado tarde: Bélgica y Alemania sí aunaron fuerzas desde el principio para anular esta escaramuza y consiguieron hacerlo.

Después, momentos de nervios. Lucha constante, ataques por parte de distintos ciclistas de países que no podían aspirar al triunfo. Geoffrey Lequatre, Kristian Fajt… Juanma Gárate… todos ellos intentaron burlar al pelotón, conscientes de que no lo iban a hacer salvo milagro. Algo similar debían pensar los que, en el falso llano final de la penúltima vuelta, tensaron el grupo. Greg Van Avermaet, Matti Breschel y tres omnipresentes: Alessandro Ballan, Joaquín Rodríguez y Fabian Weggman, hicieron camino para su propia sorpresa. Por detrás fueron formándose grupos perseguidores. Algunos llegaron, como el de Rebellin y Cunego; otros, como el del asturiano Samuel Sánchez, no. Los favoritos, mientras tanto, rodaban y saludaban a un Bettini que se autoerigía como la mayor estrella de estos Campeonatos del Mundo de Varese gracias a su retirada y al poder derivado de una especie de caciquismo.

Un grupo de quince afrontaba en esta situación la subida a la ‘salita di Ronchi’, un repecho relativamente sencillo cuya dureza se vio aumentada por la acumulación de kilómetros. Los ataques constantes de los ciclistas italianos, con la participación de secundarios como Pfannenberger, eliminaron al mejor velocista que viajaba en cabeza, Greg Van Avermaet. Amén de mermar a algunos corredores que podrían haber tenido algo que decir. Aunque el movimiento decisivo no llegaría hasta a falta de tres kilómetros de meta.

Fue entonces cuando Alessandro Ballan se puso de pie durante apenas tres segundos, siguiendo con los incontables demarrajes por parte de los azzurros en los últimos kilómetros. Después, puso el plato más grande y el piñón más pequeño. Sentado, imperturbable, se abrió casos por los falsos llanos hasta el hipódromo donde se situaba la meta. Allí levantó las manos. Allí Cunego golpeó el manillar un instante después, algo así como rabioso por no haber ganado.

Allí, tras cinco minutos de espera, llegaban Bettini y Tosatto erguidos sobre la bici y sonrientes. Gran parte del resto de ciclistas que les acompañaban no aplaudió porque aún le quedaba cierta vergüenza. No se puede reventar todo un Campeonato del Mundo para darse un homenaje rodeado de amigos y siervos. Y eso algunos lo sabían.

Las Bielas de la Rabassa

1. Cabreo general con Televisión Española. Si ya era un poco mosqueante que antepusieran la ceremonia de inauguración de los Juegos Paralímpicos a su producto estrella del mes, emitiendo sólo una hora de uno de sus momentos álgidos, la no-retransmisión ofrecida no hace sino acrecentar la sensación de que la Vuelta no está demasiado bien tratada por el Ente.

2. Dentro de la fuga, poco nivel para las circunstancias que acaecían. Meersman y De Maar son muy jóvenes, sin el brillo de los superclases y más rodadores que escaladores. Alessandro Ballan, clasicómano de gran nivel, no parecía el más adecuado para ganar una etapa en los Pirineos. Y, por parte española… Por un lado Iñigo Landauze, acusado desde su propio equipo de no haber dado en toda la temporada su máximo nivel, aquel que le permitió imponerse en una Dauphiné Liberé aguantando heróicamente la diferencia obtenida gracias a una fuga también heroica…

…Y, por el otro, el navarro Xabier Zandio, excelente ciclista de equipo que, sospecho, no acaba de saber correr para sí mismo. Sus resultados individuales son pobres, no corresponden con su valía: figuran en su palmarés la Clásica de los Puertos 2005, obtenida tras estirar un magnífico estado de forma que le llevó a terminar segundo y cuarto en dos etapas del Tour que, precisamente, ganaron otros dos españoles (Pereiro, en Pau, y Serrano, en Mende); y una Vuelta a Burgos, que se adjudicó hace más o menos un mes gracias a la renta acumulada con la fuga del primer día. También a que su oponente fue su hoy compañero de fuga Landaluze, quien confió demasiado en sus posibilidades y sólo empezó a demarrar en el terrible último kilómetro de las Lagunas de Neila. Demasiado tarde, victoria para un Zandio que hoy era el mejor escalador de la fuga… y fue el primero en quedarse.

3. Cedió Valverde y se animó la cosa. Selección natural provocada por el ataque del pundonoroso Ezequiel Mosquera, que quiso buscar unos segundos de renta sabedor de que los favoritos se habían quedado como los gatos cuando están en peligro: quietos, mirando fijamente al infinito a la espera de novedades. El estado de alerta felina se rompió, aceleración provocada por la inercia de la competición. Cede Valverde, se queda con él Losada; Dani Moreno y Joaquim Rodríguez no. Esto deja bien a las claras quién no es el líder del equipo Caisse d’Épargne; coherencia con respecto a las declaraciones pre-carrera.

Finalmente, sólo un demarraje de Alberto Contador impidió que todos llegaran de la mano. Detrás llegaron Antón, Leipheimer y Rodríguez; un poquito descolgado respecto a ellos, un Carlos Sastre al cual le faltó cambio de ritmo. Seguidamente, Dani Moreno, Van Goolen…

4. La victoria de Ballan es un indicador. Ni más ni menos. Deja bien a las claras el desinterés que ha habido hoy por mover el pelotón, que sólo ha existido en el momento en que Valverde ha cedido. No es que Alessandro sea un corredor de poca monta; sencillamente, la alta montaña no es su terreno y, si gana, es porque el nivel de los escaladores no ha sido excesivamente alto. Lo mismo se podría decir a bote pronto de Davide Rebellin; sin embargo, olvidaríamos que fue 7º en el Giro hace más o menos una década. También que, físicamente, con el paso de los años se pierde explosividad y se gana en fondo, necesario para aguantar con los mejores en montaña.

5. Capítulo de decepciones. Robert Gesink, colocado como candidato a todo por los que más seguimos el ciclismo, nos dejó un poco mal. Pero si hablamos de quedar mal… De todas mis apuestas de ayer, sólo cumplió Moreno. Popovych, Pedraza, Eskov y Velasco no aparecieron. Cunego perdió tiempo, si bien pocos contaban con él para la general. Andalucía – Cajasur hizo buenos los pronósticos, no metió a nadie en carera; y no ya luchando por la etapa, sino en la fuga. La Vuelta puede ser un via crucis para el bloque de Martínez Oliver y Cabello.

Destacable el comportamiento de Chavanel. Para nada decepcionante; ha defendido el maillot oro con dignidad y finalmente lo ha cedido por omisión de sus compañeros de equipo, demasiado confiados en la combatividad de Astaná en busca de neutralizar a la fuga.

Edición: Andalucía – Cajasur sí ha metido a alguien entre los primeros. Se trata del jienense Javier Moreno, que ha llegado en una dignísima 16ª posición. Muy buenas prestaciones para el ex Extremadura, buen finalizador cuando la carretera se empina que hoy ha demostrado aptitudes para la alta montaña.

Las Bielas de los Juegos Olímpicos

La carrera de hoy ha sido de las que valen un año entero. Igual que algunos futboleros piensan que se puede resumir la temporada en sólo un partido, lo que se ha vivido en Pekín ha resultado ser el paisanaje completo del ciclismo mundial. Empezando por el dominio de Italia y España, que plantearon una carrera por parejas.

Sánchez, Bettini y, detrás, un sputnik

1. Ya lo admitía Paolo Bettini en sus declaraciones tras cruzar la línea de meta: «la táctica era yo con Valverde, y Rebellin con Samuel». Yo añadiría: Brusheghin con Sastre, Pellizotti con Contador y, por defecto, Nibali con Freire. Cada uno, también como en el fútbol, marcó a su par con relativa fiereza y realizó una labor prácticamente paralela, en parte porque tenían unas circunstancias paralelas. Así, Pellizotti y Contador llegaron muy justos de forma porque su preparación, casi exenta de competición, no fue la adecuada; Sastre y Brusheghin, mermados por haber corrido el Tour de Francia; Rebellin y Samuel, preparados silenciosa y adecuadamente, más el primero que el segundo; Bettini y Valverde, los grandes favoritos por cualidades y por estado de forma como ya demostraron batiéndose el cobre en San Sebastián.

Todo paralelo; España e Italia se alternaron a la hora de controlar una carrera que sabían suya hasta que llegaran los últimos treinta kilómetros. Ahí empieza la carrera, lo de antes ha sido simple castigo; podría compararse con el último tercio taurino y los dos primeros, dedicados casi únicamente a mermar al toro pero trascendentales a la hora de repartir los trofeos.

2. Finalmente, el marcaje dio sus frutos y acabaron en cabeza los mejores segundos espadas o ‘tapados’: Rebellin (Bettini), Sánchez (Valverde), Andy Schleck (Fränk Schleck), Michael Rogers (Evans) y Alexander Kolobnev (Menchov). Merece la pena centrarse un momento en el papel de los líderes de estos ciclistas…

Y es que los únicos que estuvieron de sobresaliente fueron Menchov y Evans. Ambos, sabedores de que su momento de forma no era el mejor tras la paliza para las piernas que supone todo un Tour de Francia, trabajaron con nobleza para sus dos teóricos lugartenientes. Valverde y Bettini, repletos de fuerza y moral, se concentraron en mirarse mutuamente como Narciso miraba al espejo y se quedaron embobados viendo su propio reflejo. Después atacaron en comandita para arribar, en un demarraje muy efectista y rebosante de clase, al segundo grupo. Fränk Schleck no tuvo tanta fuerza (ni tanta clase…) y se tuvo que conformar con quedarse en el grupo de detrás pensando que no debería haber venido. No debe ser fácil su situación: hace un mes era maillot amarillo y ahora se ve en la realidad de su condición, la de un gran ciclista (no un superclase ni un ganador) que tiene la mala suerte de tener un hermano aún mejor. Un hermano superclase que le puede coartar, opacar…

3. Ése mismo hermano fue el que dinamitó la carrera para, a la vez, mostrar sus carencias. Andy Schleck dejó a entrever que, como su hermano, adolece de punta de velocidad y de una cierta inteligencia táctica (esto último lo irá ganando con el tiempo, que Roma no se contruyó en un día). Se llevó consigo a Rebellin y Samuel, que se daban cuenta del chollo que era tener a un superclase dispuesto a todo por hacerse con una medalla. Sin embargo, Andy no acabó de darlo todo; los otros dos fueron demasiado listos y tampoco terminaron de adaptarse a la situación.

Rogers y Kolobnev, experto contrarrelojista el primero y todoterreno circunstancial el segundo, apretaron y estaban ya cerca de cazar cuando apareció el mejor ciclista del momento. Apareció Fabian Cancellara, que no es ni más ni menos que la versión ciclista (seguimos con el fútbol) del Ronaldinho de hace unos pocos años: sin límites, capaz de echarse un equipo a la espalda, trabajador cuando era realmente necesario, y con una clase sin fin. Ése es Cancellara, el que llevó a Rogers y Kolobnev hasta los tres grandes y les pidió, al menos, un último relevo simbólico antes del sprint.

4. Sprint atípico donde primero nadie quiso hacer el pardillo y llevar en carroza al resto. Por ello, en segunda instancia todos eran pardillos menos los dos que se sabían perdedores, Andy Schleck y Mick Rogers: el resto, cara al aire. Y, en tercera instancia, el pardillo fue un Kolobnev que se sintió demasiado fuerte y lanzó el sprint desde lejos, un auténtico suicidio en subida si no eres un superclase de talla mundial. Samuel ganó porque supo cogerle la rueda y rematarle antes que el resto.

Después llegaron el resto de ciclistas de la escapada buena, desperdigados. Botero sorprendía a propios y a extraños con un arreón junto a Aerts para conseguir un diploma olímpico a título revindicativo por su marginación; Valverde esprintaba por un inocuo 12º puesto que le birló un corredor de gran nivel (aunque un tanto oculto) como Chris Anker Sörensen; Bettini se dejaba ir. Y después, el pelotón…

5. Donde se puede disfrutar de uno de los «placeres» que dan los Mundiales a los enfermos del ciclismo: ver a esforzados de la ruta de nacionalidades insólitas que se cuelan entre los primeros de su grupo, con ilusión, ante la desidia del resto de ‘europeos’, demasiado buenos para esprintar por minuncias. Así, en el grupo que llegó a 2:28 fue tercero (22º de la carrera) un clásico como el namibio Erik Hoffman, que a sus 27 años ha corrido ya varios mundiales merced a las desquiciadas políticas de selecciones nacionales de la UCI; tras correr dos años en el alemán Lamonta, con quien fue líder del Circuito Montañés en 2007, esta temporada está en el Giant Asia, donde está haciendo su particular agosto ante una competencia de nivel menor. Sin embargo, aún no ha estrenado su palmarés…

Más. En ese grupo también llegó Nuno Ribeiro, positivo durante su estancia en el Liberty tras ganar la Volta a Portugal’04 (y llegar en pack con Sergio Paulinho), que ha renunciado a la Grandísima para firmar una actuación decente en Pekín. Junto a Carlos Sastre llegó Sergey Lagutin, uzbeko que pasó joven a profesional con Landbouwkrediet tras ser campeón del mundo sub 23 y que se va haciendo un hueco en el pelotón gracias a unas prestaciones completas, a ser apto para cualquier terreno.

El cuarto por la cola fue un auténtico clásico de los Mundiales y pruebas por selecciones: Rafaâ Chitioui. Se está formando en el Centro de Ciclismo de la UCI de Aigle, tiene ya 22 años y ha llegado su hora para pasar a profesional en un equipo europeo; este año corre en el Doha Team. El último fue un hombre acostumbrado a ser el último en todo aquello que no sea sprint en llano o ligero descenso, el brasileño de Sauni… Scott Luciano Pagliarini, que tuvo la gran honra de acabar sólo, hundido a 44 minutos, la carrera. Pero la acabó.

Repaso a los favoritos de Milán – San Remo (II)

II – Los outsiders
Este año, la inclusión de la Pomepeiana les da mayor margen. Amplía sus opciones de victoria. Los clásicos Cipressa y Poggio, donde tan importante es la subida como la bajada, constituyen junto al citado Pompeiana el momento en que se jugarán sus bazas, atacando desde lejos; su gran momento, en definitiva. Son aquellos cuyas cualidades están fuera de toda duda, cuya condición física les coloca un punto por encima del resto de ciclistas no-sprinters. Son aquellos que sueñan con imponerse en San Remo, en solitario y por delante del pelotón.

Fabian Cancellara [CSC]
A un nivel diferente, es el próximo Lance Armstrong. El hombre de los siete Tours avasallaba a sus rivales en julio y, como mucho, junio; no sabía [ni quería saber] hacer otra cosa que ganar en los Campos Elíseos. Cancellara, el suizo de CSC que en su día formara parte del memorable GS III de Mapei, es capaz de avasallar a sus rivales en cualquier terreno que no sea alta montaña. Sus cualidades para el llano, el pavé, la lucha en solitario, el plato grande… estaban de sobra acreditadas. Ahora, se unen a la facilidad insultante que ha demostrado para subir muros y colinas de cierta entidad, aunque sea menester para ello sufrir sobre la bicicleta de manera impropia para un ciclista de su clase.
Cuatro victorias jalonan su palmarés este año: prólogo de la Vuelta a California, la novedosa Monte Paschi Eroica, contrarreloj y general de Tirreno – Adriático. Esto constituye una carta de presentación temible para un ciclista capaz de hacer saltar la banca atacando al bravo pelotón en el último kilómetro, como ya hiciera en el Tour 2007 (concretamente, en Compiegne). Así, la reedición de una victoria como la de Tchmil en 1999, con un tremendo demarraje a 500 metros de meta, parece al alcance de su mano.

Alessandro Ballan [Lampre]
Se ha dejado ver con más corazón que cabeza en este principio de temporada, con ataques de pura potencia que dejaban boquiabiertos a sus rivales; estos se limitaban a reorganizarse para cazarle en el llano. Ante él, no había opción a contestar en solitario.
Como puesto de mérito para un ciclista de clase mundial como él solo destaca el segundo lugar de la Monte Paschi Eroica que se adjudicó Cancellara. Sus opciones pasan por el ataque lejano… o incluso el sprint, disciplina donde ha demostrado de sobra desenvolverse perfectamente.

Davide Rebellin [Gerolsteiner]
El veterano clasicómano italiano parece encontrarse ante una de sus últimas oportunidades de triunfar en una carrera que históricamente se le ha resistido; cuarto en 1995 es su mejor resultado. El momento de forma parece propicio, tras adjudicarse el Tour de Haut Var y París – Niza este último mes; el recorrido, con más dureza acumulada, también.

Filippo Pozzato [Liquigas]
Al ‘Príncipe’, con 27 años, le ha llegado la hora de ser Rey. Una reedición de su triunfo en 2006, sorprendiendo a propios y extraños, sería una buena manera de encaramarse al trono. Cuenta con la misma baza de Ballan: poderío suficiente para jugársela al sprint o a la escapada. El Giro de Grosseto y una esperanzadora actuación en Tirreno – Adriático le postulan como un buen candidato a la victoria.

Paolo Bettini [Quick Step]
No inspira la sensación de poder, de respeto, de hace bien poco. Ha demostrado ser humano tras acabar el último la Monte Paschi Eroica, tan solo por la ambición de terminarla; además, su momento de forma parece un tanto precario. Solamente su actitud y su clase innata (que no es poco) le avalan como aspirante al triunfo.

Danilo Di Luca [LPR]
Su exilio en LPR, perjudicado por ese absurdo llamado Pro Tour, hace que Danilo se plantee esta Milán – San Remo con un aire diferente. Sin la presión que implica ser el líder de un gran equipo, podrá llevar a cabo tácticas más “descabelladas”, como el ataque lejano; o esperar a que la carrera se lance para jugársela con más lógica en el desenlace final del Poggio. Los resultados obtenidos no representan su estado de forma, que tiene poco o nada que envidiar al de muchos otros favoritos.

Philippe Gilbert [Française des Jeux]
El belga parece haber perdido ese punto extra, casi mágico, que acompaña al ciclista que además de en forma se encuentra en estado de gracia. Tras sus triunfos en la Challenge de Mallorca, Samyn y Het Volk, un discreto papel en París – Niza hace que sus opciones de victoria en Milán – San Remo bajen enteros.

La segunda fila de outsiders la componen escaladores y clasicómanos cuyo momento de forma no es el ideal; casos como el de Riccardo Ricco’ (Saunier Duval), cuya presencia es dudosa por el momento; o Rinaldo Nocentini (AG2R), cuyo rendimiento en París – Niza fue menor de lo que indica su segundo puesto. También aparecen algunos corredores a los que quizá les falte un punto de nivel para plantear una alternativa real al triunfo, como Sylvain Chavanel (Cofidis), líder un día en París Niza; Joaquín Rodríguez (Caisse d’Épargne), vencedor de etapa en Tirreno – Adriático; o Carlos Barredo (Quick Step), que hizo lo propio en París – Niza.

Fotos: BBC / Cyclignews