Damiano Cunego
Cunego no puede ser Damocles
Un clásico Giro para fondistas (y II)
Las Bielas de Lieja
A lo innoble se le gana con nobleza. No hay mejor manera de dejar en evidencia a quienes les falta coraje que con un corajudo pasándoles la mano por la cara. Hoy Andy Schleck y todo el equipo Saxo Bank ha dejado en evidencia a todos los tuertos que se pretenden reyes, desnudos, en el país de los ciegos. Cuando realmente no son más que pequeñoburgueses sin un ápice de coraje y, lo que es peor, con una capacidad de aprendizaje nula
Quince momentos inolvidables
La historia de amor de Cunego tiene final feliz
Arueda.com
A veces ocurre en el ciclismo que un corredor y una carrera se enamoran. Año tras año se ven y parece que llevaban toda la vida esperándose: el ciclista está en un momento excepcional, el terreno se amolda perfectamente a lo que él necesita. Como si estuvieran diseñados el uno para el otro. Y, cuando todo termina, el corredor besa al trofeo, a la carrera, y la estampa recuerda a dos enamorados que desde ese instante cuentan las horas hasta el próximo reencuentro.
El idilio de Damiano Cunego con el Giro de Lombardía ha tenido hoy su tercer capítulo. Todo empezó en 2004, cuando el ciclista de origen veronés culminó una temporada de ensueño (Giro del Trentino y Giro d’Italia, entre otros triunfos) batiendo a Michael Boogerd, Ivan Basso, Cadel Evans y Daniele Nardello. Su siguiente cita no acabó tan bien como la primera: Damiano llegó hundido, dentro del grupo principal del cual se habían burlado Paolo Bettini, Gilberto Simoni, el por aquel entonces emergente Frank Schleck y Giampaolo Caruso. En 2006, Lombardía ni siquiera esperó a un Cunego que renunció a ella desde el principio para centrarse en unas grandes vueltas que siempre fueron traidoras con él, desde aquel Giro soñado de 2004…
Sin embargo, esa historia de amor no podía terminar así. El año pasado, Damiano volvió a participar en el Giro de Lombardía. Preparó con mimo el final de temporada, compitió en la Vuelta a España y el Campeonato del Mundo… Llegó a la cita lo mejor que pudo. Y la historia volvió a tener final feliz. Se presentó en la recta de meta acompañado por un Ricco’ que había sido el principal animador de la carrera desde el paso por la Madonna del Ghisallo. Y, una vez allí, Damiano sólo tuvo que echar mano de su sprint, mucho mejor de lo que se puede esperar para un escalador como él.
Esta mañana en Varese todos los papeles daban a Cunego como gran favorito. Bueno, a Cunego y a su compañero de equipo en Lampre Alessandro Ballan. Plata y oro en el Campeonato del Mundo disputado en la propia Varese hace tres semanas: prácticamente el mejor dúo posible para afrontar esta carrera. De ello se aprovechó Damiano durante toda la carrera, de que la mitad de los ojos estaban puestos en el arcoiris ostentado por Ballan.
No apareció hasta tres cuartas de carrera. Su coequipier Mauro Santambrogio se filtró en la fuga lejana del día junto a otros buenos ciclistas como Michael Rogers (Columbia) o el español Pablo Lastras (Caisse d’Épargne). El resto de sus compañeros trabajaban en el pelotón para controlar las distancias: desde el prometedorcísimo Francesco Gavazzi hasta un Marzio Brusheghin que neutralizó la escapada y seleccionó el grupo casi en solitario durante las primeras estribaciones de la penúltima dificultad de la jornada, Civiglio.
Alessandro Ballan dio la cara en todo momento: el último de la fila del Lampre, el puesto teóricamente reservado para el líder del equipo. Damiano, por su parte, andaba a medio pelotón y, sólo de vez en cuando, asomaba a las primeras posiciones. Fue en el propio Civiglio donde se intercambiaron los roles; Cunego pasó a primer plano y Ballan se dejó ir hasta posiciones intermedias. Chris Horner (Astaná) realizó un movimiento que a la postre fue decisivo, atacando y llevándose consigo a un Francesco Failli (Acqua e Sapone) que comienza a demostrar su clase, similar a la de Bettini, Rebellin y otros buenos clasicómanos italianos. Entonces fue Damiano quien se movió, viendo claro que era clave demarrar en esos instantes. Arribó a cabeza de carrera, y tras él lo hizo el madrileño de Caisse d’Épargne Dani Moreno.
Se enfiló el descenso de Civiglio, ratonero y peligroso a pesar de la ausencia de lluvia. Cunego se puso en cabeza del grupo; Horner, Failli y Moreno, por este orden, le seguían en su vertiginosa travesía. Por detrás, el campeón olímpico de Euskaltel Samuel Sánchez se lanzaba haciendo honor a su enorme y merecidísima fama de descendedor. Y fue mediada la bajada cuando tuvo lugar el hecho clave de la carrera: Chris Horner tomaba mal una curva, demasiado abierto, modificaba la trazada y frenaba. Esto perjudicó a Failli y Moreno, que debieron hacer lo propio. Perdieron la referencia de Cunego, quien marchaba con el cuchillo entre los dientes. Y ni la llegada al grupo de Samuel Sánchez pudo evitar que el ciclista de Cerro Veronese hiciera un hueco que después se revelaría como insalvable.
Y es que lo que vino después fue sencillo para Damiano. La colina de San Fermo Della Batagglia afianzó al italiano; por detrás, el grupo fue cazado por otro más grande en el cual se sucedieron escaramuzas. El joven colombiano Rigoberto Urán (Caisse d’Épargne), un escalador pata negra aún por definir en algunos sentidos, atacó poderosamente en pos del inalcanzable Cunego. Se unió a él un Janez Brajkovic que, ya en meta, se reveló como el protagonista ingenuo del día: esprintó con locura, maniobró peligrosamente para cerrar a Urán… y alzó los brazos. Pensó haber ganado. Pero realmente fue el primero de los pretendientes a los que Lombardía rechazó para besar a Cunego.
Ballan campeón ante las vergüenzas del ciclismo
Arueda.com
Todo un Campeonato del Mundo desvirtuado por la actitud del capo del pelotón. Mientras Alessandro Ballan se imponía con un ataque de caballo en el hipódromo haciendo valer la superioridad italiana, aplastante y reflejada en cada instante de carrera, Paolo Bettini se retiraba entre los honores rendidos por el resto de los líderes del ciclismo mundial. Su compañero de retirada Erik Zabel, Tom Boonen, Frank Schleck y los españoles Óscar Freire y Alejandro Valverde. Todos llegaban cinco minutos después del campeón, admirando al Don, restando mérito a la victoria de un Ballan que posiblemente estaba ante el cénit de su carrera deportiva.
El nuevo campeón se impuso a un grupo de rivales de menor postín, ciclistas que ahora mismo figuran en la segunda o tercera fila mundial. Sólo Davide Rebellin, Damiano Cunego y el propio Ballan se escapaban de esta norma; ciclistas de clase, con un palmarés más que digno para ser campeones del mundo. Matti Breschel les aguó la fiesta, se coló segundo en el sprint del grupo e impidió que los italianos llevaran a cabo un triplete histórico, la mayor exhibición desde aquella París-Roubaix de 1996 donde Mapei copó las tres primeras plazas con Museeuw, Bortolami y Tafi.
El resto de sus acompañantes, directamente, no tenían la altura necesaria para las circunstancias. Escaladores como Robert Gesink, Chris Anker Sörensen, Thomas Lövkist, Jurgen Van Goolen o el nacional Joaquín Rodríguez poco tenían que hacer en el llano. Nick Nuyens, Stefan Pfannenberger, Andrei Grivko y Fabian Weggman, sencillamente, no tenían la categoría ni la potencia para meterse en la lucha por las medallas. Sólo Breschel, aspirante a superclase con 24 años, pudo poner un cierto contrapunto a la fiesta italiana que tuvo lugar en Varese. Y al bochornoso espectáculo de los grandes favoritos. Y al ridículo de España.
Nada hacía presagiar, en principio, que este Mundial se convirtiera en un chasco absoluto para la selección española. El conjunto de Antequera presentaba un nueve de garantías, con cuatro medallistas en potencia como Óscar Freire, Alejandro Valverde, Samuel Sánchez y Alberto Contador. Este último renunció a sus posibilidades al poco de rebasar el ecuador de la carrera. Con él, los tres gregarios más débiles para el recorrido: Benjamín Noval, Ezequiel Mosquera y Luis León Sánchez. Sin embargo, a la par de esta decepción llegaba una agradable sorpresa: Juanma Gárate, con unas prestaciones insospechadas, tomaba una relevancia mucho mayor de la prevista.
Sobre todo cuando, a falta de cinco vueltas para el final, un grupo de nueve ciclistas donde se incluían tres italianos y tres españoles abortaba el intento de los tres valientes del día. Tres valientes que se escaparon y cubrieron más de ciento cincuenta kilómetros destacados con respecto al resto: Ricardo Ochoa (Venezuela), Chris Poos (Luxemburgo) y el ucraniano de Canet Oleg Chuzda. Éste fue el último en claudicar, y dejó en cabeza de carrera a ese grupo que parecía capaz de llegar hasta el final a poco que hubiera un cierto desacuerdo por detrás… y acuerdo en él.
Paolo Bettini, Alessandro Ballan y Damiano Cunego formaban el triplete italiano; Joaquim Rodríguez, Alejandro Valverde y el mencionado Juanma Gárate eran los representantes españoles. Junto a ellos, sólo otro hombre realmente peligroso: Alexandr Kolobnev (Rusia). Situación positiva tanto para España como para Italia: Boonen eliminado, Zabel y Ciolek eliminados. Además, ambos países contaban con dos balas ganadoras en la recámara: Davide Rebellin y Óscar Freire. Sin embargo, no hubo acuerdo: en lugar de colaborar, España torpedeó al grupo en un principio con los ataques de Joaquín Rodríguez. El objetivo, que fuera Italia la única que tirara del grupo para reservar así al resto de corredores españoles. El resultado, ‘Purito’ renunciando a su intentona y pasando a colaborar junto a Gárate para mantener con vida la fuga. Sin embargo, fue demasiado tarde: Bélgica y Alemania sí aunaron fuerzas desde el principio para anular esta escaramuza y consiguieron hacerlo.
Después, momentos de nervios. Lucha constante, ataques por parte de distintos ciclistas de países que no podían aspirar al triunfo. Geoffrey Lequatre, Kristian Fajt… Juanma Gárate… todos ellos intentaron burlar al pelotón, conscientes de que no lo iban a hacer salvo milagro. Algo similar debían pensar los que, en el falso llano final de la penúltima vuelta, tensaron el grupo. Greg Van Avermaet, Matti Breschel y tres omnipresentes: Alessandro Ballan, Joaquín Rodríguez y Fabian Weggman, hicieron camino para su propia sorpresa. Por detrás fueron formándose grupos perseguidores. Algunos llegaron, como el de Rebellin y Cunego; otros, como el del asturiano Samuel Sánchez, no. Los favoritos, mientras tanto, rodaban y saludaban a un Bettini que se autoerigía como la mayor estrella de estos Campeonatos del Mundo de Varese gracias a su retirada y al poder derivado de una especie de caciquismo.
Un grupo de quince afrontaba en esta situación la subida a la ‘salita di Ronchi’, un repecho relativamente sencillo cuya dureza se vio aumentada por la acumulación de kilómetros. Los ataques constantes de los ciclistas italianos, con la participación de secundarios como Pfannenberger, eliminaron al mejor velocista que viajaba en cabeza, Greg Van Avermaet. Amén de mermar a algunos corredores que podrían haber tenido algo que decir. Aunque el movimiento decisivo no llegaría hasta a falta de tres kilómetros de meta.
Fue entonces cuando Alessandro Ballan se puso de pie durante apenas tres segundos, siguiendo con los incontables demarrajes por parte de los azzurros en los últimos kilómetros. Después, puso el plato más grande y el piñón más pequeño. Sentado, imperturbable, se abrió casos por los falsos llanos hasta el hipódromo donde se situaba la meta. Allí levantó las manos. Allí Cunego golpeó el manillar un instante después, algo así como rabioso por no haber ganado.
Allí, tras cinco minutos de espera, llegaban Bettini y Tosatto erguidos sobre la bici y sonrientes. Gran parte del resto de ciclistas que les acompañaban no aplaudió porque aún le quedaba cierta vergüenza. No se puede reventar todo un Campeonato del Mundo para darse un homenaje rodeado de amigos y siervos. Y eso algunos lo sabían.
Una Vuelta diferente (III)
30 de Agosto, Arueda.com
En la parte anterior de esta presentación analizábamos a los equipos españoles sin detenernos en los extranjeros, quince escuadras de las cuales algunas vienen para destacar y otras… únicamente para cumplir el expediente.
De cara a la general, indudablemente el mejor arsenal lo traen los kazajos de Astaná. El líder y gran figura del equipo, Alberto Contador, estará respaldado por dos vueltómanos consagrados como son el americano Levi Leipheimer y el alemán Andreas Klöden. Contador llega a esta Vuelta con el objetivo de completar la inigualable la proeza de ganar las tres grandes vueltas en el plazo 14 meses y con tan solo 25 años. Las circunstancias, a priori adversas, pueden recompensar al madrileño con un hito histórico. Por su parte, Leipheimer llega en un estado de forma casi óptimo, supeditado a Contador aunque capacitado para buscar sus propias oportunidades. No se puede decir lo mismo de Klöden, que llegará en su tercer pico de forma tras preparar específicamente las vueltas de Romandía y Suiza; teóricamente, acusará dichos esfuerzos. Junto a estos tres primeros espadas, ejercerán de gregarios dos expertos gregarios asturianos como Benjamín Noval y Chechu Rubiera, este último en su última carrera como profesional.
El otro gran nombre español para la victoria absoluta enrolado en un equipo extranjero es, sin lugar a duda, Carlos Sastre. El abulense de CSC, henchido de moral después de su brillante triunfo en el Tour de Francia tratará aprovechar los recovecos de una Vuelta a priori adecuada para él. Caben dudas sobre su rendimiento después de mantener la condición física de la gran ronda francesa hasta los Juegos Olímpicos. ¿Habrá podido recuperarse de los esfuerzos derivados de ello? También habrá que ver cómo afronta la carrera después de las declaraciones de su director Bjarne Riis, que afirmó hace unos días que Carlos “no era el futuro del CSC-Saxo Bank”. De cualquier manera, a su servicio estarán gregarios de postín como Kolobnev, Gustov o el burgalés Iñigo Cuesta.
Por su parte, los tres nombres foráneos teóricamente destinados a hacer frente a los españoles en la general son toda una incógnita. La bisoñez del holandés de Rabobank Robert Gesink crea dudas en torno a su rendimiento, a pesar de su reconocida calidad. El ucraniano de Silence-Lotto Yaroslav Popovych parece haber perdido aptitudes para las grandes vueltas, aunque cuenta a su favor con las ganas de revindicarse que atesora tras su decepcionante Tour de Francia. Por último, el italiano Damiano Cunego (Lampre) tiene también ciertas ansias de revancha contra quienes le criticaron por su discreta actuación del último Tour.
Ningún foráneo más parece capacitado para entrar entre los cinco primeros de la Vuelta a España, si bien hay algunos que apuntan a posibles sorpresas; habrá que tener un ojo puesto en Pierre Rolland (Credit Agricole), Oliver Zaugg (Gerolsteiner), Mauricio Ardila (Rabobank), Matthew Lloyd (Silence) o los Tinkoff Evgeni Petrov y Walter Pedraza. Bazas poco consistentes pero que podrían dar la campanada.
Mención aparte merecen Carlos Barredo (Quick Step) y Marzio Brusheghin (Lampre). El asturiano tratará de repetir su impresionante papel de la Vuelta’07, cuando fue décimo contra todo pronóstico; contará para ello con la ayuda del irundarra Juanma Gárate, quien por cierto ya ha anunciado que dejará el equipo belga el año que viene para correr en Rabobank. Mientras, el italiano irá a por la machada de completar las tres grandes vueltas en un mismo año y podría, de paso, ser una baza importante para la general… y para el trabajo en favor de su coequipier Damiano Cunego.
Sin embargo, si algo aportan los equipos extranjeros a la Vuelta son cazaetapas y sprinters. En el bando de los hombres con instinto ganador encontramos destacadísimos clasicómanos como Paolo Bettini (Quick Step), Filippo Pozzato (Liquigas), Philippe Gilbert (Française des Jeux), Alessandro Ballan (Lampre), Davide Rebellin (Gerolsteiner), Sylvain Chavanel (Cofidis) o Rinaldo Nocentini (AG2R). Todos ellos pueden hacer saltar la sorpresa en cualquiera de los numerosos finales nerviosos de esta Vuelta a España. También habría que apuntar en este grupo al ruso Mikhail Ignatiev (Tinkoff), que podría aprovechar la condición física de los Juegos Olímpicos para dar la sorpresa en los últimos kilómetros de cualquier etapa llana con un ataque ‘a lo Recio’.
Y, en la parte de velocistas, la gran ronda española vuelve a contar con el mejor elenco posible. Los líderes del sprint mundial Daniele Bennati (Liquigas), Tom Boonen (Quick Step) y Óscar Freire (Rabobank) estarán presentes en carrera. A su sombra, otros hombres con gran punta de velocidad como Danilo Napolitano (Lampre), Juan José Haedo (CSC), Leonardo Duque (Cofidis), Alexandre Usov (AG2R), el ajado Erik Zabel (Milram) o los jóvenes Nicolas Roche (Credit Agricole) Heinrich Haussler y Óscar Gatto (Gerolsteiner). Una nómina de velocistas tremenda, más aún teniendo en cuenta que falta el auténtico equipo especialista en las volatas, Columbia.
Una Vuelta diferente, como reza el título de este artículo y sus dos “hermanos” precedentes, que a la postre dependerá de la voluntad de los corredores para confirmar si el cambio ha merecido la pena o ha sido más efectista que efectivo. A priori, la participación es de lujo. Pero del dicho al hecho…