Bendita costumbre de combatividad

Tras el monumental sobresalto de ayer, la etapa de hoy no ha llegado a sorprender a nadie. En este Tour, la combatividad se ha convertido en una bendita costumbre.
La jornada camino de Pinerolo respondió al guión acostumbrado en un día de media montaña de una gran vuelta, más aún si éste se sitúa en la tercera semana de carrera: una fuga numerosa se marchó ante la pasividad del pelotón, corredores de segunda fila buscaron moverse para dar un salto en la general, el equipo del líder controló y en los postres se atizaron los favoritos con escasa significación mientras quienes marchaban por delante se jugaban la victoria. Pura, emocionante, normalidad.
Bien sabe de esto Rubén Pérez, ciclista de Euskaltel, el esforzado de la ruta que más escapadas del día (6) lleva acumuladas en este Tour junto a Mickäel Délage y Jérémy Roy (FDJ). Hoy se filtró entre los catorce de turno e incluso a estos les atacó en la subida a Séstriere; dejaba atrás al meritorio Andrey Amador, fugado a pesar de su esguince de tobillo, y a grandes escapistas como Sylvain Chavanel o Sandy Casar. También estaba en el grupo el irresistible Edvald Boasson Hagen, quien le adelantó en la subida a Pramartino y se resarció imponiéndose en meta de su derrota de ayer ante Hushovd. Precedió a Bauke Mollema, incapaz de neutralizarle y afectado por la mala suerte de su compañero en la empresa de cazar al gigante noruego, un Jonathan Hivert que desperdició la última oportunidad del modesto Saur-Sojasun de llevarse un parcial de esta Grande Boucle con un accidentado descenso que incluyó un derrape, una caída y una salida de bandera hacia un patio vecino a la calzada.
En el mismo descenso atacaron, desaforados y en conjunto para regocijo de Pepe Martí, preparador físico personal de ambos, Samuel Sánchez y Alberto Contador. El español ya lo había probado en la subida previa; su demarraje, sin embargo, estaba cantado y encontró la firme resistencia de unos hermanos Schleck dispuestos a no ser ridiculizados de nuevo por el ciclista de Saxo Bank. La bajada suicida de asturiano y madrileño apenas se tradujo en meta en 27 segundos de ganancia, para ellos y para el resto de favoritos, sobre el líder Thomas Voeckler (casi calcó el descenso de Hivert) y un Ivan Basso cuyo punto fuerte jamás fue la suerte del descenso.
El italiano de Liquigas es, precisamente, uno de los grandes interesados en las etapas que mañana y pasado decidirán en gran parte el Tour, en vísperas de la definitiva contrarreloj de Grenoble (sábado). La acumulación de dureza beneficiará a los fondistas como él. El viernes se afrontará el interminable Galibier por el lado de Télégraphe y, tras un larguísimo descenso, el legendario Alpe d’Huez. Antes, el jueves, se subirán tres puertos de categoría especial: el eterno Agnello, el durísimo Izoard y otra subida de enorme longitud como el Galibier encarado por la vertiente de Lautaret, poco adecuada para exhibiciones dada su exigua pendiente media de menos del cinco por ciento.
Serán dos jornadas, especialmente la de mañana, donde quien desee hacer daño deberá ser ofensivo desde lejos para ver su traducida su agresividad en diferencias en la meta. La posición ventajosa de un Evans cuyo punto [apenas] débil está en la alta montaña y la ausencia de un equipo verdaderamente dominante incentiva esta posibilidad de ataques lejanos. Unos Schleck heridos en su orgullo y ridiculizados en el mundillo ciclista, el sufridor Basso, los acostumbradamente combativos Contador y Samuel Sánchez e incluso un Movistar dispuesto a dejar fuera de control a Mark Cavendish para precipitar el maillot verde de la regularidad sobre los hombros de José Joaquín Rojas tienen mañana y pasado terreno de sobra para traducir sus intenciones en hechos. O, al menos, en honrosos intentos que dejen una marca en la memoria del aficionado, ávido de gestas que pongan la guinda a este intenso Tour de Francia.
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Caisse d’Épargne: jóvenes contra la crisis (y II)

30 de Noviembre, Arueda.com
El capítulo de fichajes resulta de gran interés para cualquier aficionado al ciclismo. Caisse d’Épargne ha realizado fichajes prácticamente de videojuego: aprovechando su privilegiada posición dentro del ciclismo (estructura asentada en la élite mundial) y una plantilla de garantías (con un líder como Alejandro Valverde y ciclistas como Óscar Pereiro, José Iván Gutiérrez ó Joaquim Rodríguez en la segunda fila, entre otros muchos), también condicionado por aquellas adversas condiciones económicas a las que hacíamos referencia en la primera parte del artículo, Eusebio Unzué ha decidido apostar por hacerse con jovencísimos talentos de sueldo ínfimo y posibilidades infinitas.


Y es que no cabe duda: los cuatro fichajes son auténticos ‘rara avis’ del ciclismo, corredores tan sumamente polivalentes y avasalladores en su categoría que dan lugar a infinitas cábalas y comparaciones elogiosas. Se trata de mirlos blancos, de estrellas en ciernes, corredores con clase, ilusión y una actitud en carrera agresiva y espectacular. Todos con menos de 23 años y poca experiencia en profesionales. Por explotar.

De entre ellos, el más inusual por su procedencia es el costarricense Andrei Amador. Su segundo apellido, Bipkazacova, delata el origen ruso de su madre y añade aún más singularidad a su ADN. Llegó a España un 29 de enero de hace dos años, aunque medio antes estuvo a punto de llegar para enrolarse en el Viña Magna-Cropu continental de aquellos entonces como stagiaire; asuntos de mánager lo impidieron. Sin embargo, finalmente arribó a las filas del equipo amateur navarro Lizarte (filial de facto de Caisse d’Épargne), donde ha competido dos temporadas que sólo se pueden calificar de fascinantes. Ha ganado casi todo lo que ha querido, de todas las maneras. Escalador notable, buen velocista, tiene cierta falta de fondo comprensible por su edad. Si no se tuerce por el camino, llegará a ser un grande, sin duda será el mejor ciclista de la historia de su país.

De Portugal llega la mejor promesa surgida en el país vecino desde que un desconocido mozo de 23 años llamado Sergio Paulinho saltara a la palestra con la plata olímpica en Atenas tras el inconmensurable Bettini. Rui Costa, 22 años, procedente del Benfica, apunta altísimo; lideró durante esta temporada a la selección portuguesa hacia la victoria en la Copa de las Naciones sub 23, con pocos triunfos pero sí con puestos de honor de todo tipo. Aunque si llamó la atención en algún momento puntual, fue con aquel impresionante quinto lugar en la general final de la Clásica de Alcobendas: un corredor tan joven capaz de acabar Navacerrada con los mejores es, sin duda, un corredor especial. Rui Costa lo es, un escalador que pinta como futuro dominador de grandes vueltas, capaz de adaptarse a las clásicas.

De Francia llega el menos resonante de los cuatro refuerzos, Arnold Jeannesson. Se trata de un buen escalador, podio del Tour del Porvenir, que según su propio director de esta temporada en Auber 93 debería haberse quedado uno ó dos años más en el modesto equipo continental francés para acabar de formarse. Sin embargo, no parece que sea demasiado pronto para firmar por un equipo grande como Caisse d’Épargne, que podría darle un calendario más sencillo donde coger experiencia y mejorar,

Por último, llega también el cántabro Ángel Madrazo. Y llega con polémica, agria: desarrolló sus apenas dos años de amateur en el filial del desafortunado equipo Pro Tour Saunier Duval, incluso a finales de la temporada pasada corrió con el ya por aquel entonces denominado Scott-American Beef en calidad de stagiaire… y, ante la fehaciente posibilidad de que la estructura capitaneada por Joxean Fernández Matxin no pudiera salir a las carreteras el próximo año, optó por dejarla (tal vez faltando a su palabra, no está claro) para firmar con Caisse d’Épargne. Esto dio lugar a un cruce de declaraciones en medios especializados como Biciciclismo.com ó Meta2Mil que, sin duda, no lleva a nada bueno.

Ángel ha protagonizado una de las carreras amateur de los últimos años; sirva como muestra su victoria en la quinta etapa del Circuito Montañés, aún sin los veinte años cumplidos, esta misma temporada. En sus carreras profesionales se ha mostrado como un ciclista agresivo, sin complejos, capaz de atacar en cualquier momento echando mano de unas cualidades excelentes rodando y escalando que, sin duda, le pueden convertir en uno de los grandes ciclistas españoles de la década.

Únase estas cuatro joyas en potencia con el ya de por sí interesante grupo de jóvenes que atesora Caisse d’Épargne: el colombiano Rigoberto Urán, el francés Mathieu Perget (este año explotará), los murcianos Rojas y Luis León Sánchez ó el navarro Imanol Erviti parecen ciclistas capaces de conformar la columna vertebral del equipo en un futuro. La misma que ahora mismo forman los ya citados Valverde, Pereiro, Gutiérrez, Rodríguez… más los clásicos Lastras, García Acosta, Arroyo…

Caisse d’Épargne lleva años siendo el mejor equipo ciclista de España, o al menos el segundo tras la desaparecida estructura de la ONCE de Manolo Sáiz. Este mercado de invierno, sus movimientos han ido en la línea de asegurar el futuro ante la imposibilidad de pagar un presente (se habla de que Contador no ha recalado en la escuadra por la imposibilidad de asumir su salario). Y no parece que la jugada vaya a salir mal.

> Primera parte